jueves, 21 de julio de 2016

Catecismo 894-896. La constitución jerárquica de la Iglesia. La misión de gobernar

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Punto 894 "Los obispos, como vicarios y legados de Cristo, gobiernan las Iglesias particulares que se les han confiado, no sólo con sus proyectos, con sus consejos y con ejemplos, sino también con su autoridad y potestad sagrada "(LG 27), que deben, no obstante, ejercer para edificar con espíritu de servicio que es el de su Maestro (cf. Lc 22, 26-27).

. A los obispos se les llama vicarios y legados de Cristo entendiendo vicario no como alguien que sustituye a otro pues Cristo es insustituible sino que hace visible a Cristo, el obispo visibiliza a Cristo, lo hace patente a nuestros ojos. El gobierno de cada obispo en cada diócesis particular tiene medios humanos y medios sobrenaturales, los medios humanos son los proyectos pastorales que hace el obispo en función de lo que considera las necesidades principales de la diócesis, el obispo hace los proyectos para incidir en determinados campos que considera como necesidades principales. Los proyectos los hace el obispo aconsejado con otro medio humano que es un equipo del que se rodea a los que se llama consejos de gobierno, sin embargo la autoridad, quien decide y la responsabilidad ante Jesucristo de las decisiones es del obispo. Otro medio humano es el de los ejemplos, el ejemplo de vida con el que un obispo gobierna una diócesis. Los medios sobrenaturales es que el obispo tiene una autoridad y potestad sagrada, es decir, tiene una gracia de estado, su vocación concreta de ser pastor y de deber gobernar un rebaño tiene también una luz especial del Espíritu Santo para ello, y no en virtud de que él sea el más inteligente. Esa gracia de estado no les hace infalibles pero si les da una gracia ante la que tenemos que tener una prontitud para la obediencia y un acto de confianza en esa obediencia filial hacia un obispo.

. Los obispos deben ejercitar esta forma de gobierno con espíritu de servicio, en Lucas 22,26-27: “El les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores; pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.” Jesús nos dice que gobernar es servir, ser el primero de la mesa es ser el servidor, por eso Jesús quiso hacer el signo de lavar los pies a todos, quiso dar a entender que gobernar es servir, y por eso los obispos gobiernan de esta forma su diócesis, siendo el primer servidor. La vida de un obispo cualquiera que la conozca un poco de cerca y ve cuál es su agenda con un horario absolutamente comprimido en el que tiene que atender a montones de necesidades y uno se da cuenta de su entrega, desprendimiento y servicio a la comunidad. Un ejemplo lo vemos en el pontificado de Juan Pablo II, donde vemos como se ha purificado la imagen que el pueblo tenía de lo que es la jerarquía, y así con este ejemplo hemos entendido mucho mejor que la jerarquía es puro servicio. Al comienzo de su papado, la gente poco eclesial decía “cómo vive el Papa viajando por todo el mundo”, luego la gente veía ese ritmo de entrega y la gente iba callando hasta que al final de su papado la gente decía absolutamente lo contrario “deberían dejarle descansar, esto es cruel en un hombre de esa edad debería descansar…”, es decir, la gente pasó de tener un concepto de que eso de gobernar era viajar y pasarlo bien a tener un concepto de que era ya demasiado sacrificio. Juan Pablo II hizo un gran servicio a la iglesia en su entrega sacrificada cuando entendió que se gobierna sirviendo. Realmente no somos conscientes de la entrega sacrificada que supone el gobierno de la iglesia, no tenemos ni idea de la desapropiación de uno mismo. Pidamos la gracia para nuestros pastores, la gracia de la entrega de sus vidas.   

Punto 895 "Esta potestad, que desempeñan personalmente en nombre de Cristo, es propia, ordinaria e inmediata. Su ejercicio, sin embargo, está regulado en último término por la suprema autoridad de la Iglesia "(LG 27). Pero no se debe considerar a los obispos como vicarios del Romano Pontífice, cuya autoridad ordinaria e inmediata sobre toda la Iglesia no anula la de ellos, sino que, al contrario, la confirma y tutela. Esta autoridad debe ejercerse en comunión con toda la Iglesia bajo la guía del Romano Pontífice.

. La potestad sacramental que desempeñan en virtud del sacramento del orden recibido en primer grado cuando es el obispo, recibido en segundo grado cuando es el sacerdote, esa potestad se recibe por el propio sacramento. El ejercicio de la potestad, es decir, lo que se llama la jurisdicción viene dada por el Papa porque el Papa elige o confirma la elección de un obispo para una diócesis.

. La potestad que viene por el sacramento de Cristo es propia, es decir, no es en nombre de otra persona, es Jesucristo quien llama a cada obispo. Es ordinaria, es decir, que el obispo no es un delegado del Papa, el obispo está directamente elegido por Cristo, y es inmediata, es decir, sin una persona interpuesta, sin un supervisor al lado del obispo. El obispo gobierna la diócesis de forma inmediata sin tener que estar pidiendo permisos para cada cosa en el momento de gobernar. Esta autoridad la tiene que ejercer en comunión con toda la iglesia bajo la guía del Papa. Los obispos no son funcionarios del Papa, no son representantes del Papa, no son delegados del Papa, porque tienen una potestad directa recibida de Jesucristo. El Papa es como obispo de todo el mundo porque tiene potestad directa, ordinaria e inmediata sobre toda la iglesia, es decir en cada diócesis hay como dos obispos el Papa y el obispo ordinario del lugar. Y una autoridad no anula la otra sino que se ejerce en comunión bajo la guía del Papa.

Punto 896 El Buen Pastor será el modelo y la "forma" de la misión pastoral del obispo. Consciente de sus propias debilidades, el obispo "puede disculpar a los ignorantes y extraviados. No debe negarse nunca a escuchar a sus súbditos, a los que cuida como verdaderos hijos [...] Los fieles, por su parte, deben estar unidos a su obispo como la Iglesia a Cristo y como Jesucristo al Padre" (LG 27):
«Obedeced todos al obispo como Jesucristo a su Padre, y al presbiterio como a los Apóstoles; en cuanto a los diáconos, respetadlos como a la ley de Dios. Que nadie haga al margen del obispo nada en lo que atañe a la Iglesia (San Ignacio de Antioquía, obispo de los primeros siglos, Epistula ad Smyrnaeos 8,1)


. Jesucristo Buen Pastor es el modelo y la forma de la misión pastoral del obispo, el obispo se conforma a Jesucristo, toma su forma y estilo. El obispo en su ejercicio tiene que hacer suyo lo que nos dice san Agustín: en lo esencial unidad, en lo dudoso la libertad y en todo caridad.

martes, 19 de julio de 2016

Catecismo 891-892. La constitución jerárquica de la Iglesia. La misión de enseñar II

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Punto 891 "El Romano Pontífice, cabeza del colegio episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral [...] La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro", sobre todo en un Concilio Ecuménico (LG 25; cf. Vaticano I: DS 3074). Cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar "como revelado por Dios para ser creído" (DV 10) y como enseñanza de Cristo, "hay que aceptar sus definiciones con la obediencia de la fe" (LG 25). Esta infalibilidad abarca todo el depósito de la Revelación divina (cf. LG 25).

Punto 892 La asistencia divina es también concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando enseñan en comunión con el sucesor de Pedro (y, de una manera particular, al obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque, sin llegar a una definición infalible y sin pronunciarse de una "manera definitiva", proponen, en el ejercicio del magisterio ordinario, una enseñanza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelación en materia de fe y de costumbres. A esta enseñanza ordinaria, los fieles deben "adherirse con espíritu de obediencia religiosa" (LG 25) que, aunque distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él.

. Se hace la distinción entre el magisterio ordinario y extraordinario, el primero u ordinario es el que hace referencia a la predicación ordinaria de un obispo y el segundo o extraordinario hace referencia a cuando en pocas ocasiones o en momentos solemnes el Papa habla pretendiendo definir un dogma o los obispos en un concilio definen una materia de fe. El obispo ejerce su magisterio ordinario mediante la predicación, la catequesis, las cartas pastorales y tiene la autoridad y responsabilidad en lo que toca a la enseñanza cristiana en su diócesis. Tiene la responsabilidad de llamar la atención a un sacerdote o a un teólogo que se ha pronunciado de manera contraria a lo que es la enseñanza de la iglesia. Tiene la misión de preocuparse por qué tipo de enseñanza se está dando en las parroquias, por qué tipo de materiales, si son conformes a la doctrina de la fe….tiene por tanto la encomienda de cuidar de la fe de sus feligreses. Este magisterio se le llama auténtico pero no es infalible. Los fieles tienen obligación de adherirse a la doctrina de este magisterio con espíritu de obediencia religiosa. Sin embargo, un cristiano tiene obligación de adherirse a un dogma con la obediencia propia de la fe, como la fe de María cuando se adhiere a la llamada del Señor. En la enseñanza no infalible, pero sí autentica de un obispo tiene que haber una adhesión con espíritu de obediencia religiosa, no es tanto como la obediencia de fe. Cuando el obispo habla de otras cuestiones diferentes a la fe y la moral ya no estamos hablando de magisterio sino del pensamiento particular del obispo al cual no hay porque adherirse.

. El motivo de la obediencia es un motivo religioso, de fe, es caer en cuenta que Cristo sigue presente en la iglesia y que Cristo sigue enseñando y que ha encomendado a sus apóstoles y sus sucesores los obispo la tarea de enseñar. No es un motivo de organización humana como si pudiera pasar en los mandos de un ejército.

. El Papa predica, enseña por medio de encíclicas, motu propios, alocuciones,…. hay distintos niveles a través de los que el Papa enseña, siendo la encíclica el medio más importante. Las encíclicas comenzaron con Gregorio XVI y se han hecho un medio muy frecuente y popular en nuestros días. Se trata de un magisterio auténtico pero no infalible siendo necesario estudiar la intención que el Papa tiene al enseñar una doctrina.

. Otro magisterio ordinario es el de los obispos dispersos por el mundo que puede llegar a ser infalible cuando enseñan todos ellos una misma doctrina unida al Papa. Es decir, que también puede haber magisterio ordinario que sea infalible, aunque el magisterio extraordinario siempre es infalible. Hay asuntos que son infalibles aunque no sean un dogma como por ejemplo la doctrina sobre la resurrección de Jesucristo pues nunca ha hecho falta promulgar ese dogma, pero la iglesia siempre lo ha creído de una forma infalible. Igual que este Catecismo que se enseña por todos los obispos del mundo en sus diócesis en comunión con el Papa, esto quiere decir que aunque no sea un dogma de fe, tiene una doctrina infalible.

. El objeto del magisterio versa sobre la fe y la moral, sobre verdades que están formalmente reveladas en la escritura y en la tradición y sobre conclusiones necesarias de las mismas. Por ejemplo decir que María esté asunta a los cielos en cuerpo y alma se deduce al decir que si María no tuvo pecado, no sería lógico que cargara con la consecuencia del pecado que era la corrupción del cuerpo, es decir, el objeto del magisterio se centra también en las consecuencias  directas aunque no están expresamente en la Biblia.


. No debemos confundir el don de la infalibilidad con las definiciones dogmáticas, es decir, las definiciones dogmáticas son pocas, afortunadamente pocas veces ha hecho falta que la iglesia salga a la palestra para hacer frente a herejías u otras situaciones parecidas, pero la doctrina infalible es mucho más extensa que los pocos dogmas de fe que a lo largo de la historia ha hecho falta promulgar.


Catecismo 893. La constitución jerárquica de la Iglesia. La misión de santificar

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Punto 893 El obispo "es el administrador de la gracia del sumo sacerdocio" (LG 26), en particular en la Eucaristía que él mismo ofrece, o cuya oblación asegura por medio de los presbíteros, sus colaboradores. Porque la Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia particular. El obispo y los presbíteros santifican la Iglesia con su oración y su trabajo, por medio del ministerio de la palabra y de los sacramentos. La santifican con su ejemplo, "no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey" (1 P 5, 3). Así es como llegan "a la vida eterna junto con el rebaño que les fue confiado"(LG 26).

. El obispo es el administrador, es decir, el que administra no es dueño, Jesús puso en manos de la iglesia unos medios de santificación y la iglesia los administra. Los sacramentos que Jesús puso en manos de la iglesia, ésta no se siente dueña de ella, la iglesia los administra con un respeto sumo de todos y cada uno de los signos que vienen de Jesús o que vienen de la tradición, hay un cuidado exquisito por parte de la iglesia en no pretender cambiar a nuestro gusto o parecer los distintos sacramentos. El que administra es aquél que cuida. La iglesia tiene sumo cuidado en la celebración de los sacramentos, y cuando en algún momento algún sacramento entra en crisis, se tiene la tentación de olvidarlo o pretender cambiar la esencia del mismo, como hacer una reconfiguración del sacramento conforme a la mentalidad cultural del momento, pero nosotros no somos quién para cambiar el depósito confiado de Cristo. Por lo tanto, la iglesia no es dueña sino servidora de los medios de santificación, somos administradores. Esto es clave para responder a un mundo que a veces dice “porqué la iglesia no cambia esto o lo otro?” y la respuesta es que no cambia esto porque proviene de Jesucristo y lo que proviene de Jesucristo nosotros no somos quienes para cambiarlo. La iglesia no se siente con autoridad para cambiar nada que proviene de Jesucristo.

. El mayor medio de santificación que tenemos es la eucaristía, lo mejor que podemos ofrecer por ejemplo para justificar a un difunto de nuestra familia es ofrecer la eucaristía por él, el mejor medio que tenemos para glorificar a Dios y darle gracias es ofrecer la eucaristía. La eucaristía es la oración perfecta. La tradición de la iglesia nos enseña que la celebración de la eucaristía presidida por el obispo constituye la fuente principal de la vida cristiana, y en la medida en que la celebración de una sola eucaristía fue insuficiente porque iba creciendo la iglesia y era imposible que todo el mundo asistiese a la eucaristía presidida por el obispo, se recurrió a la ayuda de los presbíteros. Ha quedado en la liturgia eucarística un signo que se llama “la comixtion” que es el momento en que el sacerdote parte la sagrada hostia en dos partes y una pequeña parte de ella la deposita en el cáliz mientras que pronuncia unas palabras en voz baja diciendo “el cuerpo y la sangre de nuestro señor Jesucristo unidos en este cáliz sean para nosotros alimento de vida eterna”. En la liturgia primitiva había hasta tres momentos en que se hacía este signo. Uno de los significados que tenía esta comixtion es que san Ireneo relataba que el Papa enviaba un pequeño trocito de la eucaristía al resto de los obispos porque la eucaristía es el sacramento de la unidad y manifestaba simbólicamente la unidad de las distintas iglesias con el Papa. Y cada obispo la enviaba a cada sacerdote.

. También el obispo y los presbíteros santifican a la iglesia con su oración y su trabajo. Los obispos y sacerdotes en su ordenación se les pide la promesa del rezo de la liturgia de las horas: laudes, hora intermedia, vísperas, completas y oficio de lectura, es decir, su quehacer es rezar por el pueblo, por las almas encomendadas, una de las funciones principales del sacerdote es rezar por el pueblo. La oración de ese sacerdote es una oración de intercesión ante el Padre, es como la imagen de Moisés cuando pide por el pueblo. El sacerdote es un hombre orante a imagen de Jesucristo, y la entroncamos con lo que nos dice especialmente san Lucas que Jesús se retiraba a orar con frecuencia. Uno de los peligros principales de los sacerdotes es el emplear su tiempo principal hablando a los hombres de Dios y no tener tiempo para hablar a Dios de los hombres. Es el peligro del camarero, que es aquél que sale de la cocina con una bandeja llena de canapés donde todo el mundo va cogiendo y se vuelve a la cocina sin haber probado nada, que puede morir de hambre repartiendo comida, y ciertamente los fieles han de orar por el sacerdote para que sea también un hombre de oración y para que no caiga en el peligro del activismo, viviendo siempre entre las cosas de Dios pero sin encontrar tiempos explícitos profundos para estar con Jesús de tú a tú. Lo que tiene de básico la santificación del sacerdote es la celebración de la eucaristía y la oración por el pueblo encomendado.

. 1ª Pedro 5,2-3 “Apacentad la grey de Dios que os está encomendada, vigilando, no forzados, sino voluntariamente, según Dios; no por mezquino afán de ganancia, sino de corazón; no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey”, cuando uno cuida del rebaño encomendado no es que sea un oficio o una especie de acción asalariada, sino todo lo contrario, es el ser del sacerdote que voluntariamente, vocacionalmente hace lo que sale de su corazón que es lo que Cristo ha puesto en dicho corazón. El sacerdote es pastor en todo momento y en toda circunstancia.

. El obispo tiene una tarea clave en la supervisión de la administración de todos los sacramentos, al principio era el obispo el que celebraba el sacramento del bautismo pero cuando la iglesia se fue extendiendo ya era imposible que el obispo celebrase todos los bautismos y se encomendó a los presbíteros el sacramento del bautismo pero se reservaba para el obispo la imposición de las manos al salir de la piscina bautismal y es aquí cuando se desdobla el bautismo de la confirmación. En un tiempo el bautismo y la confirmación eran celebrados por el obispo en un mismo momento y cuando los sacerdotes comienzan a bautizar, se le reserva al obispo cuando venga o cuando pase por esa comunidad la imposición de las manos a la salida de la piscina bautismal. También por ejemplo al obispo, le corresponde la supervisión del sacramento del perdón de los pecados, le corresponde dar a los sacerdotes la facultad de perdonar los pecados o de retirarles esa facultad. El obispo tiene pues la tarea de cuidar que se celebren bien los sacramentos, de llamar la atención cuando se celebren mal, etcétera. Todos los sacerdotes celebran los sacramentos unidos al obispo.