miércoles, 30 de noviembre de 2016

Catecismo 954-956. La comunión de los santos. La comunión entre la Iglesia del cielo y la de la tierra I

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Punto 954 Los tres estados de la Iglesia. «Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando "claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es"» (LG 49):
«Todos, sin embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a Dios y al prójimo y cantamos el mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En efecto, todos los que son de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están unidos entre sí en Él» (LG 49).

. Habla de tres estados de la iglesia lo cual es una forma de hablar de la iglesia que puede purificar y revisar ciertas imágenes incompletas que tenemos de la iglesia. Es posible que aquellos que hablen de la iglesia únicamente bajo la imagen de una institución formada por hombres aquí en la tierra pues les choque que nosotros hablemos de tres estados de la vida de la iglesia. Tan iglesia es la que forman aquellos que están en forma de purificación y más iglesia aún es la de aquellos que están en la iglesia triunfante en el cielo. Por lo tanto, hablar en estos términos ya es rectificar una visión incompleta de la iglesia como institución humana que evidentemente se referiría a la etapa de la iglesia pergrinante en la tierra. Decir esto es pues darnos cuenta que la iglesia es cuerpo místico de Cristo y a ella pertenecen aquéllos que marcharon de esta vida y que se están purificando en el purgatorio o están en el cielo.

. Entre la iglesia peregrinante y la iglesia del cielo está la iglesia que está purificándose en el purgatorio, y está completando el proceso de santificación que aquí en la tierra por sus infidelidades necesita purificarse. Todos estamos unidos en el mismo fin, en el amor a Dios y al prójimo, nos alimentamos todos del amor de Dios: los que estamos en la iglesia peregrinante vivimos la fe, la esperanza y la caridad, los que están en la iglesia purgante viven la esperanza y la caridad, y los que están en la iglesia triunfante viven la caridad. Unidos en el mismo fin, alabamos todos al mismo Dios, unidos en Cristo, todos desde nuestros diferentes lugares, oramos, damos gloria y alabamos al mismo Dios. Los dos primeros estados son temporales, la iglesia peregrinante y la iglesia purificante son temporales, y solo el tercer estado es definitivo, la iglesia triunfante es definitiva, hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y destruida la muerte tenga sometido todo, hasta que tenga lugar la parusía, la venida en gloria de Cristo y la resurrección de los muertos, la iglesia ya no estará en tres estados sino que estará en uno solo, en la iglesia triunfante, en la iglesia del cielo, entonces se consumará este peregrinar y habrá una iglesia unida amando a Dios y amando al prójimo.

Punto 955 "La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales" (LG 49).

. Pensando en nuestros seres queridos que ya han fallecido, podemos y debemos de decir que nuestra unión con ellos no se interrumpió, cambió de forma, pero incluso es un tipo de unión reforzada. La unión sensible que teníamos con ellos ya no existe, y en ese sentido uno sufre una ausencia como María Magdalena que lloraba porque encontró el sepulcro vacío y sufría una ausencia, pero sin embargo la unión que tenemos con nuestro seres que marcharon es superior, es más real porque ejercen un influjo en nuestra vida superior al que tenían antes cuando estaban en vida. Cuando Jesús nos dijo que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, podemos recordarnos a nosotros mismos que esa promesa anuncia una presencia distinta de nuestros seres queridos con nosotros en el espíritu de Cristo, en la comunión de la intercesión delante de Dios.

Punto 956 La intercesión de los santos. "Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad [...] No dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra [...] Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad" (LG 49):
«No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida» (Santo Domingo, moribundo, a sus frailes: Relatio iuridica4; cf. Jordán de Sajonia, Vita 4, 69).
Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra (Santa Teresa del Niño Jesús, verba).

. Qué hace tan eficaz esa presencia o esa intercesión de nuestros seres queridos en el cielo? Pues lo que le hace eficaz es la unión íntima que tienen con Cristo, por el hecho de que los que están en el cielo están más íntimamente unidos a Cristo, por eso su acción, su intercesión es muchísimo más eficaz que la nuestra. Nosotros a veces pedimos oraciones a personas que sabemos que son de Dios, especialmente lo hacemos con personas que han consagrado su vida a la oración como en los monasterios de clausura porque suponemos que pueden ser personas más estrechamente unidas a Cristo. Esto tiene todavía una aplicación mucho más directa a las almas que están en el cielo cuyos corazones están ya purificados y están plenamente unidos a Dios y su oración es mucho más eficaz porque parten de una situación de unión con Cristo mucho más directa. El Catecismo matiza que los santos interceden por nosotros en el cielo porque interceden en Cristo, no al margen de Cristo, sino que el Señor ha querido asociarlos a su misterio de intercesión delante de Dios Padre. Por lo tanto decir que Cristo es el único mediador no es incompatible, no es contradictorio con decir  que Jesús ha suscitado también intercesores, de hecho dijo “pedid y se os dará” y El ha querido que seamos intercesores por nuestros hermano, Cristo es el único mediador, es el único redentor y sin embargo El suscita corredentores, El suscita intercesores, El suscita mediadores.

. Los tres estados de la iglesia peregrinante, purgante y triunfante, no incluyen como dentro de la iglesia el estado de las almas que hayan podido cerrarse a la gracia de Dios y estén en estado de condenación, las almas que están en estado de condenación eterna no forman parte de esa iglesia porque no reciben la vida de Cristo, porque por el ejercicio de su libertad se han cerrado a recibir la vida de Cristo y han roto con Cristo y con su cuerpo místico que es la iglesia. Somos iglesia en la medida en que recibimos del cuerpo místico de Cristo su gracia, en la medida en que nosotros hemos cortado con Cristo esa gracia, nosotros mismos hemos roto no solo con Cristo, sino también con su iglesia. Quien rompe con Cristo, rompe con el cuerpo místico de Cristo. No existe pues un cuarto estado de la iglesia que sería como la iglesia de los condenados pues quien no está unido a ese Cristo salvador, él mismo se excluye también de su cuerpo místico que es la iglesia.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Catecismo 952-953. La comunión de los santos. La comunión de los bienes espirituales II

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Punto 952 “Todo lo tenían en común” (Hch 4, 32): "Todo lo que posee el verdadero cristiano debe considerarlo como un bien en común con los demás y debe estar dispuesto y ser diligente para socorrer al necesitado y la miseria del prójimo" (Catecismo Romano, 1, 10, 27). El cristiano es un administrador de los bienes del Señor (cf. Lc 16, 1, 3).

. Se hace referencia a los textos de los hechos de los apóstoles donde se relata como era la comunidad en la primitiva iglesia cristiana. En este texto vemos que nadie llamaba suyo a sus bienes sino que todo era en común entre ellos, no había entre ellos ningún necesitado porque todo se ponía a los pies de los apóstoles y se repartía a cada uno según su necesidad. Hechos 2,42 “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones”, son cuatro fundamentos en torno a los cuales giraba la primitiva comunidad cristiana: la enseñanza de los apóstoles, la eucaristía, la puesta en común de los bienes y las oraciones. Es una iglesia que está alimentada por la enseñanza, por la celebración de la eucaristía, traduciendo a la realidad de la vida de cada uno la comunión de los bienes y la oración. Es una comunidad que si le faltara alguno de estos cuatro pilares quedaría coja. El ideal de la comunicación de los bienes, la iglesia no lo interpretó como una especie de comunismo, hay una propiedad privada con una conciencia muy clara de no ser una propiedad privada con derecho absoluto a ella. El término que el Catecismo utiliza es que somos administradores de aquello que se nos ha dado en propiedad. Esto lo vemos en Lucas 16,1-3 “Decía también a sus discípulos: «Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: "¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando." Se dijo a sí mismo el administrador: "¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas...", el cristiano es un administrador, la administración consiste en una propiedad pasajera de la cual después tendremos que dar cuenta, y esa propiedad pasajera hace referencia al tiempo de esta vida porque todo ese dinero y cualidades que Dios nos ha dado van a quedar aquí. Hemos de utilizar sagazmente los bienes materiales en función de los bienes eternos que se nos ofrecen en la vida eterna. De poco nos sirve todo lo que hemos recibido si no es para buscar los dones eternos, servirnos de los bienes al servicio de reino de Cristo.

Punto 953 La comunión de la caridad: En la comunión de los santos, "ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo" (Rm 14, 7). "Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte" (1 Co 12, 26-27). "La caridad no busca su interés" (1 Co 13, 5; cf. 1 Co 10, 24). El menor de nuestros actos hecho con caridad repercute en beneficio de todos, en esta solidaridad entre todos los hombres, vivos o muertos, que se funda en la comunión de los santos. Todo pecado daña a esta comunión.

. La caridad no es una cuestión privada sino que también forma parte de un signo comunitario. La comunión en la caridad consiste en que en la medida en que se ama a otra persona, uno se goza del bien del prójimo, y uno se entristece del mal del prójimo. La madre Teresa decía que el peor pecado es la indiferencia, el que seamos indiferentes hacia el destino de nuestro hermano. Frente a esa indiferencia, la caridad goza del bien del prójimo sin sufrir de celos ni de envidia, y sufre del mal del prójimo sin alegrarse de sus males. Este don es muy purificador del corazón, el amar a las personas por sí mismas sin entrar en comparaciones ni en sentimientos de celos ni ver en el prójimo a un competidor. La caridad ama al prójimo por sí mismo, es amar desde Dios al prójimo.

. Uno de los motivos principales de tristeza es el estarse mirando el ombligo a sí mismo, el estar pensando nada más que en uno mismo. El Señor nos hace una gran don cuando nos permite entregarnos al prójimo porque principalmente es uno mismo el que es favorecido cuando realiza la caridad con el prójimo, es uno mismo el principal beneficiado porque el Señor me da la gracia de olvidarme de mí mismo. La felicidad consiste en el olvido de uno mismo en la entrega generosa a los demás. Jesús nos dijo en el evangelio, en Mateo 10,39 “el que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará, podemos decir que el que busque su propia felicidad como fin último de su vida, no la encuentra, sin embargo el que busque la felicidad del prójimo, curiosamente encontrará la suya propia. Jesús nos dice que si quieres ser feliz, olvídate de ti mismo y busca la felicidad del prójimo y entonces encontrarás la tuya. Si haces de tu propia felicidad el fin de tu vida, paradójicamente no la vas a encontrar. Si quieres ser feliz, busca hacer feliz al prójimo. Pidamos al Señor una sensibilidad de comunión en la caridad, de amar no en torno a nuestro ego, a nuestro yo.

martes, 22 de noviembre de 2016

Catecismo 949-951. La comunión de los santos. La comunión de los bienes espirituales I

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Punto 949 En la comunidad primitiva de Jerusalén, los discípulos "acudían [...] asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones" (Hch 2, 42):
La comunión en la fe. La fe de los fieles es la fe de la Iglesia recibida de los Apóstoles, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte.

. Este texto de Hechos 2,42 describe cuales son los rasgos principales de esa comunión. Damos una importancia especial a la comunidad primitiva y a los primeros siglos de la iglesia porque allí vemos una comunidad que vivió muy de cerca el mensaje de Jesucristo, conocieron contemporáneos de Jesús, recibieron el testimonio directo de quienes conocieron a Jesucristo, la tradición oral que llamamos, y eso da un valor particular y especial a estas comunidades para conocer como ellos entendieron y recibieron las palabras de Jesús. En primer lugar dice: acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, es decir, la comunión en primer lugar es una comunión en la fe. Aquí subrayamos que no somos dueños de la fe, estamos trasmitiendo algo de lo que no somos dueños. San Pablo nos dice “he recibido del Señor una tradición que a su vez yo os transmito”, nos dice que él no es quién ni para quitar ni para añadir. La fe tiene un componente de transmisión, es como el testigo de una carrera de relevos, porque de lo contrario estaríamos difundiendo nuestra propia ideología, nuestra propia forma de ver las cosas. La comunión en la fe es un tesoro que se enriquece cuando se comparte cuando se expresa, y hoy en día en el mundo tan secularizado en el que vivimos se pretende reducir la fe al fuero interno y no permitir que uno la exteriorice. La fe tiene que ser comunicada espontáneamente entre todos y se fortalece en la medida en que se comparte y trasmite.

Punto 950 La comunión de los sacramentos. “El fruto de todos los Sacramentos pertenece a todos. Porque los Sacramentos, y sobre todo el Bautismo que es como la puerta por la que los hombres entran en la Iglesia, son otros tantos vínculos sagrados que unen a todos y los ligan a Jesucristo. Los Padres indican en el Símbolo que debe entenderse que la comunión de los santos es la comunión de los sacramentos [...]. El nombre de comunión puede aplicarse a todos los sacramentos puesto que todos ellos nos unen a Dios [...]. Pero este nombre es más propio de la Eucaristía que de cualquier otro, porque ella es la que lleva esta comunión a su culminación” (Catecismo Romano, 1, 10, 24).

. Se nos habla de los sacramentos como comunión, los sacramentos son una iniciativa de Dios para hacer comunión con los hombres, son puentes tendidos por Dios para entrar en comunión con nosotros porque antes de que nosotros buscáramos a Dios, él nos buscaba a nosotros, la iniciativa es de Dios. Un sacramento no es una opción personal para entrar en comunión con Dios sino que es una iniciativa de Dios para entrar en comunión con nosotros por lo que rechazar un sacramento es rechazar un camino de Dios para llegar a nosotros. Esto tiene que ser visto desde los ojos de Dios y no desde mis ojos o mi percepción personal. Es decir, los sacramentos son iniciativas de Dios para entrar en comunión con los hombres. Hay una distancia infinita entre Dios y el hombre que ha sido recorrida por la gracia de Dios en Jesucristo, por la humanidad de Cristo que ha unido esa distancia infinita entre Dios y el hombre, y esa humanidad de Cristo es prolongada hoy en día en la iglesia en los sacramentos que siguen tendiendo ese puente que une la orilla de la divinidad con nosotros.

. Es especialmente la eucaristía donde se subraya esta comunión. Los sacramentos requieren previamente una comunión entre nosotros, sino sería una mentira, sería como querer tener una especie de propiedad particular de Dios sin que eso suponga una transformación personal previa, Dios no es mi propiedad particular, más bien yo soy propiedad de Dios, y Dios quiere que nuestra comunión con Él suponga una comunión con los demás. Por eso se dice que reconozcamos nuestros pecados antes de celebrar los sagrados misterios y se dice que nos demos la paz fraternalmente antes de recibir la comunión. Igual que los sacramentos exigen una comunión previa entre nosotros, también es verdad que la crea, mejora y fortalece entre nosotros.

Punto 951 La comunión de los carismas: En la comunión de la Iglesia, el Espíritu Santo "reparte gracias especiales entre los fieles" para la edificación de la Iglesia (LG 12). Pues bien, "a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común" (1 Co 12, 7).


. Hacemos referencia al texto 1ª Corintios 12,7 “Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común, porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad”. Se remarca que los dones son dados para provecho común. Estos dones que Dios nos da, nos recuerda a la parábola de los talentos, dónde nos anima a compartir las cualidades personales recibidas, a no esconder los dones de cada uno, a no enterrar los propios talentos, a no guardárselos para uno. Uno puede no poner sus talentos al servicio de los demás bien por cobardía, bien por egoísmo, bien por pereza, etcétera. Uno puede tener miedo a entregar sus talentos a los demás, pero sin embargo hay que decir una y otra vez que el Señor está junto a nosotros cuando desarrollamos los talentos, por lo tanto, nadie es dueño de los talentos que ha recibido y tiene la obligación moral de ponerlos al servicio de los demás para provecho común. “Lo que gratis habéis recibido, dadlo gratis”. Los dones se contagian, los dones se trasmiten, los dones no han sido dados para posesión propia sino para edificación de la iglesia. Cuando veamos dones en otras personas, tenemos que tener prontitud para abrirnos a ellos pues a veces ocurre que tendemos a no entender lo que no tenemos nosotros. Dios ha dado carismas a otras personas para complementar los que a mí me faltan y hemos de alabar a Dios al ver los carismas en otros hermanos. Esto supone humildad, supone reconocer como Dios nos habla a través de nuestros hermanos, a veces es más fácil dar que recibir, porque recibir supone un don de humildad ante otra persona. Decía Unamuno: “toma consejo de tu enemigo”, Dios puede estar trasmitiéndote luces a través de pecadores.