Punto 949 En la comunidad primitiva de Jerusalén, los discípulos "acudían [...] asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones" (Hch 2, 42):
La comunión en la fe. La fe de los fieles es la fe de la Iglesia recibida de los Apóstoles, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte.
. Este texto de Hechos 2,42 describe cuales son los rasgos principales de esa comunión. Damos una importancia especial a la comunidad primitiva y a los primeros siglos de la iglesia porque allí vemos una comunidad que vivió muy de cerca el mensaje de Jesucristo, conocieron contemporáneos de Jesús, recibieron el testimonio directo de quienes conocieron a Jesucristo, la tradición oral que llamamos, y eso da un valor particular y especial a estas comunidades para conocer como ellos entendieron y recibieron las palabras de Jesús. En primer lugar dice: acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, es decir, la comunión en primer lugar es una comunión en la fe. Aquí subrayamos que no somos dueños de la fe, estamos trasmitiendo algo de lo que no somos dueños. San Pablo nos dice “he recibido del Señor una tradición que a su vez yo os transmito”, nos dice que él no es quién ni para quitar ni para añadir. La fe tiene un componente de transmisión, es como el testigo de una carrera de relevos, porque de lo contrario estaríamos difundiendo nuestra propia ideología, nuestra propia forma de ver las cosas. La comunión en la fe es un tesoro que se enriquece cuando se comparte cuando se expresa, y hoy en día en el mundo tan secularizado en el que vivimos se pretende reducir la fe al fuero interno y no permitir que uno la exteriorice. La fe tiene que ser comunicada espontáneamente entre todos y se fortalece en la medida en que se comparte y trasmite.
Punto 950 La comunión de los sacramentos. “El fruto de todos los Sacramentos pertenece a todos. Porque los Sacramentos, y sobre todo el Bautismo que es como la puerta por la que los hombres entran en la Iglesia, son otros tantos vínculos sagrados que unen a todos y los ligan a Jesucristo. Los Padres indican en el Símbolo que debe entenderse que la comunión de los santos es la comunión de los sacramentos [...]. El nombre de comunión puede aplicarse a todos los sacramentos puesto que todos ellos nos unen a Dios [...]. Pero este nombre es más propio de la Eucaristía que de cualquier otro, porque ella es la que lleva esta comunión a su culminación” (Catecismo Romano, 1, 10, 24).
. Se nos habla de los sacramentos como comunión, los sacramentos son una iniciativa de Dios para hacer comunión con los hombres, son puentes tendidos por Dios para entrar en comunión con nosotros porque antes de que nosotros buscáramos a Dios, él nos buscaba a nosotros, la iniciativa es de Dios. Un sacramento no es una opción personal para entrar en comunión con Dios sino que es una iniciativa de Dios para entrar en comunión con nosotros por lo que rechazar un sacramento es rechazar un camino de Dios para llegar a nosotros. Esto tiene que ser visto desde los ojos de Dios y no desde mis ojos o mi percepción personal. Es decir, los sacramentos son iniciativas de Dios para entrar en comunión con los hombres. Hay una distancia infinita entre Dios y el hombre que ha sido recorrida por la gracia de Dios en Jesucristo, por la humanidad de Cristo que ha unido esa distancia infinita entre Dios y el hombre, y esa humanidad de Cristo es prolongada hoy en día en la iglesia en los sacramentos que siguen tendiendo ese puente que une la orilla de la divinidad con nosotros.
. Es especialmente la eucaristía donde se subraya esta comunión. Los sacramentos requieren previamente una comunión entre nosotros, sino sería una mentira, sería como querer tener una especie de propiedad particular de Dios sin que eso suponga una transformación personal previa, Dios no es mi propiedad particular, más bien yo soy propiedad de Dios, y Dios quiere que nuestra comunión con Él suponga una comunión con los demás. Por eso se dice que reconozcamos nuestros pecados antes de celebrar los sagrados misterios y se dice que nos demos la paz fraternalmente antes de recibir la comunión. Igual que los sacramentos exigen una comunión previa entre nosotros, también es verdad que la crea, mejora y fortalece entre nosotros.
Punto 951 La comunión de los carismas: En la comunión de la Iglesia, el Espíritu Santo "reparte gracias especiales entre los fieles" para la edificación de la Iglesia (LG 12). Pues bien, "a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común" (1 Co 12, 7).
. Hacemos referencia al texto 1ª Corintios 12,7 “Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu
es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad
de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos. A cada cual se le
otorga la manifestación del Espíritu para provecho común, porque a uno se le da
por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo
Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en
el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro,
discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de
interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu,
distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad”. Se remarca
que los dones son dados para provecho común. Estos dones que Dios nos da, nos
recuerda a la parábola de los talentos, dónde nos anima a compartir las
cualidades personales recibidas, a no esconder los dones de cada uno, a no
enterrar los propios talentos, a no guardárselos para uno. Uno puede no poner
sus talentos al servicio de los demás bien por cobardía, bien por egoísmo, bien
por pereza, etcétera. Uno puede tener miedo a entregar sus talentos a los demás,
pero sin embargo hay que decir una y otra vez que el Señor está junto a
nosotros cuando desarrollamos los talentos, por lo tanto, nadie es dueño de los
talentos que ha recibido y tiene la obligación moral de ponerlos al servicio de
los demás para provecho común. “Lo que gratis habéis recibido, dadlo gratis”. Los
dones se contagian, los dones se trasmiten, los dones no han sido dados para posesión
propia sino para edificación de la iglesia. Cuando veamos dones en otras
personas, tenemos que tener prontitud para abrirnos a ellos pues a veces ocurre
que tendemos a no entender lo que no tenemos nosotros. Dios ha dado carismas a
otras personas para complementar los que a mí me faltan y hemos de alabar a
Dios al ver los carismas en otros hermanos. Esto supone humildad, supone
reconocer como Dios nos habla a través de nuestros hermanos, a veces es más
fácil dar que recibir, porque recibir supone un don de humildad ante otra
persona. Decía Unamuno: “toma consejo de tu enemigo”, Dios puede estar
trasmitiéndote luces a través de pecadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario