Punto 966 "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte" (LG 59; cf. Pío XII, Const. apo. Munificentissimus Deus, 1 noviembre 1950: DS 3903). La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos:
«En el parto te conservaste Virgen, en tu tránsito no desamparaste al mundo, oh Madre de Dios. Alcanzaste la fuente de la Vida porque concebiste al Dios viviente, y con tu intercesión salvas de la muerte nuestras almas (Tropario en el día de la Dormición de la Bienaventurada Virgen María).
. No se puede hablar de ningún título mariano que aplicamos a María sino partimos del titulo principal que podemos aplicar a María: “María madre de Dios”. La mariología bien entendida tiene su eje en la afirmación que hacemos en el Ave María: Santa María madre de Dios. Lo celebramos el día uno de enero, y no tiene esa popularidad del 15 de agosto día de la Asunción o el día 8 de diciembre día de la Inmaculada, y el día uno de enero se nos puede pasar desapercibido, sin embargo, el título mariano por excelencia, el que lo encuadra todo es el de María madre de Dios. Desde ahí se entienden muchas cosas, se entiende la misma Inmaculada concepción… pues ser madre de Dios conviene que fuese purísima la que había de llevar en su seno al autor de la gracia, convenía que fuese preservada de toda mancha de pecado.
. Distinguimos ascensión de asunción, Jesús ascendió a los cielos y María fue asunta a los cielos. Jesús ascendió a los cielos por su propio poder y María fue asunta a los cielos por el poder de Dios. María es una criatura humana que no tiene ese poder divino y recibe de Dios esa gracia de ascender a los cielos. Esta es una buena contestación a quienes a veces acusan al catolicismo de haber divinizado a la virgen María, en el sentido de ponerla al mismo nivel que a Cristo, y aquí tenemos una buena contestación, la iglesia ha distinguido la ascensión de la asunción siendo ésta la que no tiene poder propio de subir a los cielos sino que es Dios mismo quien la asume a su gloria.
. Cuando decimos la “llena de gracia” es porque ella está unida a Cristo, aún incluso antes de concebirle esta llena de gracia, y la gracia nos será dada en Cristo. María se está conformando a su hijo Jesucristo en su humanidad y en su divinidad. En el caso de María, el misterio es que María es el sarmiento que está unido a Jesucristo y que de él recibe la vida divina pero también Jesús es un sarmiento en el seno de María de la cual recibe la vida humana. Jesús mostró su señorío en el mundo venciendo al pecado y en María Jesús venció al pecado, y mostró su señorío venciendo a la muerte, y en María, Jesús venció a la muerte. María es pues como un icono que refleja la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte. Lo que nuestra fe católica dice es que María fue asunta a los cielos en cuerpo y alma. En el momento de la muerte se produce la separación del alma y cuerpo, y el alma es juzgada inmediatamente en el juicio particular, y esa alma irá a gozar de Dios si está preparada, si se auto excluye irá al estado de condenación que llamamos el infierno, o si está abierta a Dios pero no suficientemente purificada irá al estado de purificación que llamamos purgatorio. Esto tiene lugar en el alma en el mismo momento de la muerte cuando el alma se separa del cuerpo a la espera de la resurrección definitiva que tendrá lugar en la parusía, cuando el Señor venga como juez de vivos y muertos y entonces los cuerpos resuciten y se unen a sus almas, y tenga lugar ese juicio final que confirme el juicio particular pero que supone la unión de nuestros cuerpos resucitados a nuestras almas y supone la comunión de todo el cuerpo místico que estaba incompleto. Cuando uno pierde esta perspectiva, pues han habido teólogos, han habido desviaciones en la fe que han afirmado que en el mismo momento de la muerte ha tenido lugar la resurrección, pues no entienden que el cuerpo sigue en el cementerio e incluso se pierde el privilegio mariano de que María fue asunta a los cielos en cuerpo y alma si todo el mundo resucita en cuerpo y alma? Es decir, cuando se niega que en la muerte hay una separación de cuerpo y alma, y la resurrección de nuestros cuerpos tendrá lugar al final de los tiempos en la parusía, se hace incomprensible el dogma de la asunción de María a los cielos. Los santos están gozando en el cielo en alma. María está pues adelantando en cuerpo y alma el gozo en presencia de Dios. Así el Señor ha querido anticipar en María el destino eterno de todos nosotros, la gloria plena.
. La maternidad de María sobrepasa la capacidad humana, es un signo de Dios que nos sobrepasa. En Juan 1,13 “…la cual (la Palabra, el hijo de Dios) no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios…” hace referencia al parto virginal. La forma en la que Dios quiso que fuese concebido Jesucristo manifiesta que es verdadero Dios porque fue concebido por obra del Espíritu Santo y que es verdadero hombre porque fue concebido en las entrañas de la virgen María y de ella tomó carne. María con sus oraciones intercede por nosotros ante el salvador que es Cristo.