lunes, 26 de diciembre de 2016

Catecismo 963-965. María, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia. Totalmente unida a su Hijo…

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Punto 963 Después de haber hablado del papel de la Virgen María en el Misterio de Cristo y del Espíritu, conviene considerar ahora su lugar en el Misterio de la Iglesia. «Se la reconoce y se la venera como verdadera Madre de Dios y del Redentor [...] más aún, "es verdaderamente la Madre de los miembros (de Cristo) porque colaboró con su amor a que nacieran en la Iglesia los creyentes, miembros de aquella cabeza" (LG 53; cf. San Agustín, De sancta virginitate 6, 6)"».  "María [...], Madre de Cristo, Madre de la Iglesia" (Pablo VI, Discurso a los padres conciliares al concluir la tercera sesión del Concilio Ecuménico, 21 de noviembre de 1964).

. El Catecismo ya nos ha hablado del papel de María en el misterio de Cristo y en el misterio del Espiritu Santo, y ahora a propósito de la iglesia vuelve a hablar de la Virgen María.

Punto 964 El papel de María con relación a la Iglesia es inseparable de su unión con Cristo, deriva directamente de ella. "Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte" (LG 57). Se manifiesta particularmente en la hora de su pasión:

«La Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de madre que, llena de amor, daba amorosamente su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima que Ella había engendrado. Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19, 26-27)» (LG 58).

. María es la que está totalmente unida a su Hijo. María nos dio a luz con dolor al pie de la cruz, nos dio a luz en un parto en el que ella se asoció a la pasión de Jesucristo, María no disuadió a Jesús de su entrega, ella acompaña a Jesús camino de la cruz. Jesús ha aprendido humanamente de María a decir “hágase”.  Si Dios quiso que Cristo viniese al mundo por medio de María, también será ahora María el medio por el que Cristo quiera venir al mundo, es decir, si Dios quiere que nosotros seamos hijos en el Hijo, que estemos injertados en Jesucristo, pues querrá servirse del mismo medio que entonces se sirvió. María entonces fue el medio por el que Cristo vino al mundo y María es también ahora en el plan de Dios, el medio por el que Cristo venga a nosotros. En el plan divino, Dios quiso que el salvador viniese de una mujer, y de esa mujer tomase nuestra propia sangre de tal forma que fuésemos hermanos en la gracia con Jesucristo, pues en el plan de Dios es que María siga siendo el medio por el que nosotros seamos hermanos en la gracia de Jesucristo. María no era para Dios un instrumento temporal que trajera a Jesucristo al mundo y que luego dejase de tener presencia, sino que María sigue siendo el puente, el camino para que Jesús nazca en nosotros.

Punto 965 Después de la Ascensión de su Hijo, María "estuvo presente en los comienzos de la Iglesia con sus oraciones" (LG 69). Reunida con los apóstoles y algunas mujeres, "María pedía con sus oraciones el don del Espíritu, que en la Anunciación la había cubierto con su sombra" (LG 59).


. En Juan 19,26 “Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa”. No sabemos cuanto tiempo pasó María en casa de Juan, cuanto tiempo pasó desde la venida del Espíritu Santo y la dormición de María, pero si que es bueno hacer un esfuerzo de reflexión sobre qué papel tuvo María en aquellos años, fuesen muchos o fuesen pocos. María estaría presente orando con los apóstoles la venida del Espíritu Santo, compartiendo desde el principio la eucaristía, integrada en la vida de la iglesia, consolando la primera comunidad cristiana, etcétera. María es para nosotros modelo ejemplar y eficiente: vemos en ella la forma más exquisita de realización de lo que Dios nos pide a todos nosotros en el sentido de que acoge plenamente la palabra de Dios y la hace fecunda, y ella interviene maternalmente, intercede ante Dios para que también nosotros nos dispongamos a recibir a Jesús.

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