viernes, 17 de abril de 2015

Catecismo 441-443. Hijo único de Dios I

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Punto 441 Hijo de Dios, en el Antiguo Testamento, es un título dado a los ángeles (cf. Dt 32, 8; Jb1, 6), al pueblo elegido (cf. Ex 4, 22;Os 11, 1; Jr 3, 19; Si 36, 11; Sb 18, 13), a los hijos de Israel (cf. Dt 14, 1; Os 2, 1) y a sus reyes (cf. 2 S 7, 14; Sal 82, 6). Significa entonces una filiación adoptiva que establece entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad particular. Cuando el Rey-Mesías prometido es llamado "hijo de Dios" (cf. 1 Cro 17, 13; Sal2, 7), no implica necesariamente, según el sentido literal de esos textos, que sea más que humano. Los que designaron así a Jesús en cuanto Mesías de Israel (cf. Mt 27, 54), quizá no quisieron decir nada más (cf. Lc 23, 47).

. Decimos de Jesucristo que no es solo hijo de Dios, sino hijo único de Dios. En el Antiguo Testamento hay textos en el que a los ángeles se les llama hijos de Dios como en el libro de Job por ejemplo. También se le llama hijo de Dios al pueblo elegido que a través de él Dios hizo alianza con el resto de los pueblos. El término Hijo de Dios es utilizado de forma más genérica en distintos pasajes del Antiguo Testamento.

Punto 442 No ocurre así con Pedro cuando confiesa a Jesús como "el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16) porque Jesús le responde con solemnidad "no te ha revelado esto ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mt 16, 17). Paralelamente Pablo dirá a propósito de su conversión en el camino de Damasco: "Cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo para que le anunciase entre los gentiles..." (Ga 1,15-16). "Y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: que él era el Hijo de Dios" (Hch 9, 20). Este será, desde el principio (cf. 1 Ts 1, 10), el centro de la fe apostólica (cf. Jn 20, 31) profesada en primer lugar por Pedro como cimiento de la Iglesia (cf. Mt 16, 18).

. Pedro confiesa a Jesús como el Hijo de Dios, el haber sido capaz de comprender quién es Jesús ha sido un don del Espíritu Santo. Paralelamente Pablo en su camino a Damasco nos dice que Dios le descubrió a su Hijo, le reveló a Jesucristo en él. Y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas que él era el Hijo de Dios. El término Hijo de Dios ahora tiene un sentido más específico en Jesucristo.

Punto 443 Si Pedro pudo reconocer el carácter transcendente de la filiación divina de Jesús Mesías es porque éste lo dejó entender claramente. Ante el Sanedrín, a la pregunta de sus acusadores: "Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?", Jesús ha respondido: "Vosotros lo decís: yo soy" (Lc 22, 70; cf. Mt 26, 64; Mc 14, 61). Ya mucho antes, Él se designó como el "Hijo" que conoce al Padre (cf. Mt 11, 27; 21, 37-38), que es distinto de los "siervos" que Dios envió antes a su pueblo (cf. Mt 21, 34-36), superior a los propios ángeles (cf. Mt 24, 36). Distinguió su filiación de la de sus discípulos, no diciendo jamás "nuestro Padre" (cf. Mt 5, 48; 6, 8; 7, 21; Lc 11, 13) salvo para ordenarles "vosotros, pues, orad así: Padre Nuestro" (Mt6, 9); y subrayó esta distinción: "Mi Padre y vuestro Padre" (Jn 20, 17).

. Jesús manifestó quien era, de forma prudente y pedagógica pero clara. Lo dice así ante el Sanedrín, públicamente y es la pregunta clave del proceso contra Jesús: “¿tú eres el hijo de Dios?”. En Mt 11.27, se nos revela la relación de Jesús con el Padre: “nadie conoce al Hijo sino el Padre, nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.


. Jesús tiene una intimidad con el Padre en la que el Hijo es el que revela al Padre. Jesús nunca dijo a los discípulos “nuestro padre Dios”, dijo “mi padre y vuestro padre” porque la relación de Jesús es tan particular que no cabe meternos a todos en el mismo saco con él. Dice: “vuestro padre sabe lo que necesitáis, pedírselo”, ¿por qué Jesús distingue mi Padre y vuestro Padre, por qué no dice nosotros?: pues porque la relación que tiene Jesús es consustancial y la nuestra es participada. Jesús nos revela que nosotros somos hijos de Dios por gracia, por participación, y Jesús lo es por naturaleza. No encontraremos una expresión en la que Jesús diga en primera persona “a nuestro Padre Dios”.  Con esto se está revelando que hay una singularidad absoluta en la relación del Hijo con el Padre, porque aquí Hijo único de Dios solo es Jesús y nosotros somos hijos de Dios en un sentido participado, por gracia.

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