Punto
2.609 Decidido así el corazón a convertirse, aprende a
orar en la fe. La fe es una adhesión filial a Dios, más allá de lo que
nosotros sentimos y comprendemos. Se ha hecho posible porque el Hijo amado nos
abre el acceso al Padre. Puede pedirnos que “busquemos” y que “llamemos” porque
Él es la puerta y el camino (cf Mt 7, 7-11. 13-14).
. Estamos como
discípulos diciéndole a Jesús: "Jesús, enséñame a orar, porque
lo hago mal, muy deficientemente, quisiera que mi oración fuera más viva, que
tuviera una intimidad mucho más intensa". Cuando Jesús nos dice
"venid a mí", esto traducido a la oración
significa
que la oración no está reservada para determinados expertos que han estudiado
teología ni nada por el estilo. Jesús insistió en el Sermón de la Montaña en la
conversión del corazón, y si esto es así, si uno vuelve a nacer de nuevo, si
uno quiere buscar a Dios, vamos a aprender a orar muy fácilmente.
. La
oración no ha nacido de una iniciativa nuestra, nosotros nos estamos sumando a
Jesucristo y gracias a él podemos tener acceso al Padre. Jesús es el
hilo conductor hacia el Padre. En Jesucristo se unen dos cosas, la
búsqueda que Dios ha tenido del hombre con la búsqueda que el hombre ha tenido
de Dios. Cristo es el camino para hablar con el Padre, es decir, no hay
oración sin Jesucristo, nos injertamos en Cristo para poder orar al Padre. Esto
también explica que cuando nos acercamos a la liturgia siempre escuchamos
"por Cristo con él y en él…", "por nuestro Señor Jesucristo tu
hijo que vive y reina…", es decir, caigamos en cuenta de lo que
decimos, que no son frases hechas sino que indican a Cristo como el camino para
llegar al Padre.
. Mateo
7,7-11 nos dice "Pedid, y se os
dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide,
recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre
hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide
un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis
dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en
los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?", este texto nos dice
que Dios no se oculta, nos dice que le llamemos, le busquemos, le pidamos.
Dios también se nos quiere revelar a cada uno de nosotros para sacarnos de
nuestras esclavitudes y hacernos libres, para demostrarnos que nos quiere
uno a uno, que quiere entrar en nuestra vida y cambiarla. Aunque nos cueste
creerlo, cada uno
de
nosotros somos objeto de un amor personal de Dios.
. Mateo
7,13-14 nos dice: "Entrad por la
puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a
la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la
puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan." Este
texto se complementa con el anterior haciendo referencia a que hay que
llamar a la puerta, pero con la disposición de hacernos pequeños, de hacernos
niños, de agacharnos. No podemos pretender llamar a Dios desde nuestra
soberbia o desde nuestra autosuficiencia sino presentarnos a Dios firmando un
cheque en blanco y él lo rellenará. La oración no puede realizarse sin ser
niños y debemos pedir esta gracia para ser buscadores incondicionales sin
pretender poner nosotros los datos del cheque y que Dios nos los firme.
Punto
2.610 Del mismo modo que Jesús ora al Padre y le da
gracias antes de recibir sus dones, nos enseña esta audacia filial: “todo
cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido” (Mc 11, 24).
Tal es la fuerza de la oración, “todo es posible para quien cree” (Mc 9,
23), con una fe “que no duda” (Mt 21, 22). Tanto como Jesús se entristece
por la “falta de fe” de los de Nazaret (Mc 6, 6) y la “poca fe” de sus
discípulos (Mt 8, 26), así se admira ante la “gran fe” del centurión
romano (cf Mt 8, 10) y de la cananea (cf Mt 15, 28).
. Jesús nos enseña la audacia filial, nos enseña a fiarnos plenamente de nuestro Padre. Con esta audacia recibimos la confianza de que todo cuanto pidamos en la oración, creamos que ya lo hemos recibido y lo tendremos. Esta audacia solamente la tienen los niños y quienes tienen corazón de niño, y a esto estamos llamados todos. Todo es posible para quien cree, en Marcos 9,23 se nos dice: "Jesús le dijo: ¿Cómo que “si puedes”? Para quien cree, todo es posible". Nada hay imposible para Dios, sobre todo cuando lo vemos y lo comprobamos con nuestra propia existencia, viendo como Dios nos va conduciendo a lo largo de nuestra vida. Jesús nos dice en Mateo 21,22: "Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis."
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