Punto
2.615 Más todavía, lo que el Padre nos da cuando
nuestra oración está unida a la de Jesús, es “otro Paráclito, [...] para que
esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad” (Jn 14, 16-17).
Esta novedad de la oración y de sus condiciones aparece en todo el discurso de
despedida (cf Jn 14, 23-26; 15, 7. 16; 16, 13-15; 16, 23-27). En el
Espíritu Santo, la oración cristiana es comunión de amor con el Padre, no
solamente por medio de Cristo, sino también en Él: “Hasta ahora nada le
habéis pedido en mi Nombre. Pedid y recibiréis para que vuestro gozo sea
perfecto” (Jn 16, 24).
.
Hay una gran ayuda para la oración, y es que en esa oración que tiene Jesús con
el Padre, nos da otro Paráclito. La palabra Paráclito designa la función de
alguien, Parakaleo significa “llamado al lado de”, es decir que desempeña el
papel de asistente, de abogado, de apoyo, es como un abogado defensor. Esta
función corresponde en primer lugar a Jesucristo que en el cielo es nuestro
abogado ante el Padre, Cristo es el Paráclito ante el Padre, él intercede por
los pecadores. Y aquí en la tierra esta función corresponde al Espíritu Santo
siendo para nosotros el defensor. Así en Juan 14,16: "Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré... y yo pediré al
Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre," el
Espíritu Santo es Paráclito aquí defendiéndonos ante la tentación. En resumen,
hay dos paráclitos, Jesús ante el Padre en el cielo y el Espíritu Santo es
nuestro intercesor aquí en la tierra.
.
El Paráclito realiza tres funciones: es presencia de Jesús, la venida del
Paráclito está ligada con la partida de Jesús, es decir, cuando Jesús marcha se
marca una nueva forma de estar presente Dios entre nosotros. Es la memoria viva
de la Iglesia, glorifica a Jesús actualizando su enseñanza pues nos enseñará
todo y nos recordará todo lo que nos ha dicho, es decir, el Espíritu Santo está
recordando las palabras de Jesús y llevándolas a una autentica comprensión. Es
el defensor de Jesús frente al mundo, es decir nos da la capacidad de no vernos
arrastrados por el mundo.
.
Por tanto, cuando nuestra oración está unida a Jesús resulta que se nos da el
Paráclito, o sea que nuestra oración adquiere una nueva dimensión. Esta novedad
de la oración aparece en el discurso de despedida que Jesús pronunció después
de la última cena, hay una novedad muy importante en lo que Jesús nos dice cuándo
va a marchar, que el Espíritu Santo va a ser nuestro maestro de oración. Esto
lo vemos en lo último que nos dijo Jesús, en su discurso de despedida después
de la última cena, donde nos deja el Espíritu Santo y a la Virgen María cuando
nos dice en la cruz “ahí tienes a tu Madre”, estos son los dos legados que nos
deja Jesucristo:
. En Juan 14,23-26 "Jesús le respondió: «Si alguno me ama,
guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en
él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es
mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre
vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi
nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
Aquí hay una insistencia muy grande en guardar las palabras de Jesús, en seguir
los mandamientos de Jesús, en seguir el camino concreto que Cristo nos ha
mostrado. Tener devoción al Espíritu Santo y tener hambre de la palabra de Dios
es la misma cosa. Es muy importante entender bien la palabra, interpretarla
bien para que nos ilumine en los aspectos de nuestra vida.
. En Juan 15,7.16: "Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. No me
habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he
destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo
que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda." Aquí se
insiste mucho la cantidad de veces que se repite la palabra “permanecer”, es
decir, uno de los frutos más destacados del Espíritu Santo es la permanencia,
la perseverancia, la constancia, el hoy sí y mañana también, porque lo propio
de la carne nuestra es entusiasmarse y decepcionarse, empezar y dejar a medias,
subidón y bajón. Sin embargo Cristo es hoy y mañana y el Espíritu Santo nos da
la gracia de permanecer unidos en medio de chaparrones, en desolación, en
aburrimiento, en enfermedad… es un don que hay que pedir mucho.
. En Juan 16,13-15: "Cuando venga él, el Espíritu de la
verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino
que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El me dará gloria,
porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el
Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros”.
Aquí se nos indica que el Espíritu Santo nos va a guiar hasta la verdad
completa que quiere decir que la oración del cristiano es una oración
consciente de que tenemos que ir creciendo. Es propio del mal espíritu creerse
que uno ya se lo sabe todo, que ya lo ha visto todo, que la experiencia
religiosa ya ha terminado. Nuestra relación con Dios es siempre una eterna
novedad pues de Dios es mucho más lo que me queda por conocer que lo que conozco.
Además el Espíritu Santo no va por su cuenta sino que lo propio de él es la
comunión, pues lo que él ha recibido del Padre, de Jesucristo, es lo nos
transmite a nosotros.
. En Juan 16,23-27: "Aquel día no me preguntaréis
nada. En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo dará en mi
nombre. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis,
para que vuestro gozo sea colmado. Os he dicho todo esto en parábolas. Se
acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad
os hablaré acerca del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que
yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque me
queréis a mí y creéis que salí de Dios." En este pasaje, Jesús está hablando
al final de su vida terrena entre nosotros, y hasta ahora los apóstoles no han
pedido nada en su nombre, pero se acerca la hora en la que pedirán en su
nombre. Vamos cayendo en cuenta que Cristo es el gran intercesor enviado por el
Padre para obtener acceso directo a Dios. Pidamos en nombre de Jesús al Padre.