lunes, 27 de noviembre de 2017

Catecismo 2615. Jesús enseña a orar VII

Haz clic AQUI para escuchar el audio completo

Punto 2.615 Más todavía, lo que el Padre nos da cuando nuestra oración está unida a la de Jesús, es “otro Paráclito, [...] para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad” (Jn 14, 16-17). Esta novedad de la oración y de sus condiciones aparece en todo el discurso de despedida (cf Jn 14, 23-26; 15, 7. 16; 16, 13-15; 16, 23-27). En el Espíritu Santo, la oración cristiana es comunión de amor con el Padre, no solamente por medio de Cristo, sino también en Él: “Hasta ahora nada le habéis pedido en mi Nombre. Pedid y recibiréis para que vuestro gozo sea perfecto” (Jn 16, 24).

. Hay una gran ayuda para la oración, y es que en esa oración que tiene Jesús con el Padre, nos da otro Paráclito. La palabra Paráclito designa la función de alguien, Parakaleo significa “llamado al lado de”, es decir que desempeña el papel de asistente, de abogado, de apoyo, es como un abogado defensor. Esta función corresponde en primer lugar a Jesucristo que en el cielo es nuestro abogado ante el Padre, Cristo es el Paráclito ante el Padre, él intercede por los pecadores. Y aquí en la tierra esta función corresponde al Espíritu Santo siendo para nosotros el defensor. Así en Juan 14,16: "Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré... y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre," el Espíritu Santo es Paráclito aquí defendiéndonos ante la tentación. En resumen, hay dos paráclitos, Jesús ante el Padre en el cielo y el Espíritu Santo es nuestro intercesor aquí en la tierra.

. El Paráclito realiza tres funciones: es presencia de Jesús, la venida del Paráclito está ligada con la partida de Jesús, es decir, cuando Jesús marcha se marca una nueva forma de estar presente Dios entre nosotros. Es la memoria viva de la Iglesia, glorifica a Jesús actualizando su enseñanza pues nos enseñará todo y nos recordará todo lo que nos ha dicho, es decir, el Espíritu Santo está recordando las palabras de Jesús y llevándolas a una autentica comprensión. Es el defensor de Jesús frente al mundo, es decir nos da la capacidad de no vernos arrastrados por el mundo.

. Por tanto, cuando nuestra oración está unida a Jesús resulta que se nos da el Paráclito, o sea que nuestra oración adquiere una nueva dimensión. Esta novedad de la oración aparece en el discurso de despedida que Jesús pronunció después de la última cena, hay una novedad muy importante en lo que Jesús nos dice cuándo va a marchar, que el Espíritu Santo va a ser nuestro maestro de oración. Esto lo vemos en lo último que nos dijo Jesús, en su discurso de despedida después de la última cena, donde nos deja el Espíritu Santo y a la Virgen María cuando nos dice en la cruz “ahí tienes a tu Madre”, estos son los dos legados que nos deja Jesucristo:
            . En Juan 14,23-26 "Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho”. Aquí hay una insistencia muy grande en guardar las palabras de Jesús, en seguir los mandamientos de Jesús, en seguir el camino concreto que Cristo nos ha mostrado. Tener devoción al Espíritu Santo y tener hambre de la palabra de Dios es la misma cosa. Es muy importante entender bien la palabra, interpretarla bien para que nos ilumine en los aspectos de nuestra vida.
            . En Juan 15,7.16: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda." Aquí se insiste mucho la cantidad de veces que se repite la palabra “permanecer”, es decir, uno de los frutos más destacados del Espíritu Santo es la permanencia, la perseverancia, la constancia, el hoy sí y mañana también, porque lo propio de la carne nuestra es entusiasmarse y decepcionarse, empezar y dejar a medias, subidón y bajón. Sin embargo Cristo es hoy y mañana y el Espíritu Santo nos da la gracia de permanecer unidos en medio de chaparrones, en desolación, en aburrimiento, en enfermedad… es un don que hay que pedir mucho.
            . En Juan 16,13-15: "Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros”. Aquí se nos indica que el Espíritu Santo nos va a guiar hasta la verdad completa que quiere decir que la oración del cristiano es una oración consciente de que tenemos que ir creciendo. Es propio del mal espíritu creerse que uno ya se lo sabe todo, que ya lo ha visto todo, que la experiencia religiosa ya ha terminado. Nuestra relación con Dios es siempre una eterna novedad pues de Dios es mucho más lo que me queda por conocer que lo que conozco. Además el Espíritu Santo no va por su cuenta sino que lo propio de él es la comunión, pues lo que él ha recibido del Padre, de Jesucristo, es lo nos transmite a nosotros.

            . En Juan 16,23-27: "Aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado. Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios." En este pasaje, Jesús está hablando al final de su vida terrena entre nosotros, y hasta ahora los apóstoles no han pedido nada en su nombre, pero se acerca la hora en la que pedirán en su nombre. Vamos cayendo en cuenta que Cristo es el gran intercesor enviado por el Padre para obtener acceso directo a Dios. Pidamos en nombre de Jesús al Padre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario