martes, 9 de enero de 2018

Catecismo 2626-2627. La bendición y la adoración I

Haz clic AQUI para escuchar el audio completo

Punto 2.626 La bendición expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición.

. A partir de este punto, el Catecismo comienza a especificar distintos tipos de oración, sin embargo se habla de un movimiento de fondo, es decir, que toda oración cristiana, independientemente de si es de petición, de perdón, de acción de gracias,… tienen como una melodía de fondo común a todas. Ese movimiento de fondo es la bendición que consiste en el encuentro de Dios con el hombre, en ella el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La iniciativa es divina, Dios es quien primero nos ha estado buscando y nos está esperando a que le acojamos en nuestra vida. La oración cristiana es el encuentro entre la sed de Dios y la acogida del hombre.

. La palabra bendición es una acción divina que parte del Padre, la bendición es al mismo tiempo palabra y don, en Dios el decir y el hacer es una sola cosa. En el caso del hombre ya sabemos que de la palabra al hecho hay un trecho. Etimológicamente, la palabra bendecir es “decir bien”, Dios no solo dice bien, Dios hace bien, Dios nos hace bien, eso significa bendecir. Cuando recibimos la bendición recibimos el don del amor de Dios que se prodiga en nosotros. Aplicado al hombre, la bendición hacia Dios es que el hombre responde y se entrega a su creador en acción de gracias.

. Lo primero es predicar el amor de Dios antes de predicar lo que el hombre tiene que hacer. La centralidad de nuestra predicación tiene que ser el cómo Dios te ha amado, cómo te ha bendecido, cómo ha entregado su vida por ti, y de ahí si vendrá después una respuesta de parte del hombre. Antes de predicar la moral y los mandamientos, lo primero es la predicación del kerygma, es decir, del amor que Dios nos tiene que envió a su hijo para salvarnos.

Punto 2.627 Dos formas fundamentales expresan este movimiento: o bien la oración asciende llevada por el Espíritu Santo, por medio de Cristo hacia el Padre (nosotros le bendecimos por habernos bendecido; cf Ef 1, 3-14; 2 Co 1, 3-7; 1 P 1, 3-9); o bien implora la gracia del Espíritu Santo que, por medio de Cristo, desciende de junto al Padre (es Él quien nos bendice; cf 2 Co 13, 13; Rm 15, 5-6. 13; Ef 6, 23-24).

. Hay dos formas fundamentales de este movimiento: la ascendente en que nosotros le bendecimos por habernos bendecido. Efesios 1,3-14 “…el amor tan generosamente derramado en nosotros se convierte en himno de alabanza… derroche de gracia ha tenido Dios con nosotros…” nos preguntamos quienes somos nosotros para que nos haya amado tanto? es una libre decisión de Dios. Mi vida tiene que ser un himno de alabanza a Dios como respuesta al amor incondicional que he recibido. La razón de ser de mi vida es dar gloria a Dios. El que tiene la experiencia del amor de Dios recibe un gran consuelo porque encuentra que la felicidad de esta vida no consiste en sufrir o no sufrir, sino que consiste en saberse amado, luego el gran consuelo que Dios nos da es saber que nos quiere incondicionalmente y eso nos conforta. La felicidad no es pues algo inversamente proporcional al grado de nuestros sufrimientos sino el sabernos amados incondicionalmente. Bendigamos a Dios porque nos consuela, porque nos conforta, y la manera de agradecer a Dios ese consuelo es compartirlo con los demás, intentar consolar y confortar a los que tengo alrededor y trasmitir alegría y esperanza, así estoy devolviéndole a Dios lo que él me ha dado. Otra forma de devolverle a Dios el amor que nos tiene es el tono interior de alegría, a Dios se le bendice con alegría, la vida alegre en medio de las cruces y contrariedades es una forma básica de bendecir a Dios, cuando hay pruebas en nuestra vida, son ocasiones para que nuestro amor sea más gratuito y de cada prueba tenemos que salir con más confianza en Dios, más desprendidos de impurezas. La oración tiene que ser un lugar en el que expresemos la alegría a Dios. El cielo está ya adelantado en la vida de paz interior y de gozo y de alegría, de la misma manera que el infierno está adelantado en la amargura, rencor y odio que muchas personas están viviendo en esta vida.

. La segunda forma es la descendente, en la que imploramos la gracia de Dios, decimos “bendícenos Señor”. El don de Dios tiene que ser suplicado aunque ya hayamos recibido la bendición en Jesucristo. Es desear que Dios esté siempre con nosotros, que su gracia nos acompañe siempre, es pedir a Dios lo que él ya quiere darnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario