martes, 2 de enero de 2018

Catecismo 2623-2624. La oración después de Pentecostés II

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Catecismo 2623-2624. La oración después de Pentecostés II

Punto 2.624 En la primera comunidad de Jerusalén, los creyentes “acudían asiduamente a las enseñanzas de los Apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (Hch 2, 42). Esta secuencia de actos es típica de la oración de la Iglesia; fundada sobre la fe apostólica y autentificada por la caridad, se alimenta con la Eucaristía.

. Hoy estamos en el tiempo del Espíritu Santo que nos recuerda todo y va suscitando en nosotros un espíritu de oración, es muy importante que tengamos una gran intimidad con el Espíritu Santo y posiblemente uno de los problemas que tenemos para tener una oración más profunda es que eso del Espíritu Santo nos suena algo muy lejano, muy etéreo, pero sin el Espíritu Santo nuestra oración es un monólogo.

. Desde el comienzo, la iglesia fue fiel a la instrucción del Señor, es decir, esto tiene una gran importancia porque esa instrucción de Jesús es también aplicable a nosotros. La primera comunidad cristiana vivía acudiendo asiduamente a las enseñanzas de los apóstoles, eran fieles a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a la oración. En estos cuatro aspectos: enseñanza, comunión, eucaristía y oración, encontramos en primer lugar la enseñanza o el conocimiento de Cristo, el Kerygma o el anuncio de Cristo, en segundo lugar eran fieles a la comunión fraterna, es decir, había una comunión entre ellos pues no se puede únicamente enseñar la verdad revelada fuera de la experiencia de la caridad entre nosotros, si no amamos, no seremos capaces de recibir las enseñanzas. Por otra parte, la verdad que Cristo quiere enseñarte no es una verdad que vayas a recibir en solitario sino en comunidad y en comunión con tus hermanos. La verdad no es verdad sin la caridad y no se recibe en solitario sino en comunidad. La iglesia desde el principio enseña creando una comunión fraterna en aquellos a los que se dirige la palabra. Uno de los riesgos que tenemos es tener una experiencia de solidaridad o de caridad sin ser conscientes de que la clave de la caridad nace de Cristo y es el Espíritu Santo el que le da vida y que la grandeza del amor es que yo soy instrumento de Dios para llegar a los demás, y sin eso me quedo cojo pues no es lo mismo el altruismo mío que la caridad de Dios, es infinitamente inferior el altruismo que la caridad de Cristo.

. En tercer lugar está el acudir a la fracción del pan, es decir, celebraban la fe y la caridad y las alimentaban. La eucaristía es celebración y alimento, necesito dar gracias a Dios porque tengo la fe, tengo ese Kerygma que se me está presentando y necesito expresarlo y rezar el Credo públicamente. Al mismo tiempo alimento mi fe, alimento lo que Dios me ha dado. Los primeros cristianos eran fieles a la eucaristía, pero también es verdad que en los Hechos de los Apóstoles se llama la atención sobre los que abandonan la eucaristía, también había gente que fallaba en la asiduidad a la eucaristía y los apóstoles les llamaban la atención, luego siempre ha existido la tentación de la pereza. Posiblemente el alejamiento de la práctica religiosa comienza por la pereza, se comienza diciendo que uno va de vez en cuando a la eucaristía, luego se pasa a decir que uno es católico pero no practicante, luego a decir que creo en Dios pero no en la iglesia, luego a decir que no sé si creo, y por último se llega a decir que no creo. El proceso de alejamiento comenzó en una cesión a nuestra pereza. Generalmente somos menos practicantes de lo que quisiéramos serlo, es la condición humana unida a la estrategia del tentador, luego en la asiduidad a la eucaristía hay que ser fieles para evitar la tentación.


. Por último, se dice que eran fieles a la oración, es decir, que la forma de relación con Dios no era exclusivamente la eucaristía. El mejor signo de una eucaristía bien celebrada es que de ella saquemos deseo de tener más rato con el Señor, de vivir en su presencia. Estos cuatro puntos son la secuencia típica de la oración de la iglesia, que se resumen en tres aspectos: nuestra oración se funda en la fe, en la adhesión a los contenidos de la revelación; se autentifica por la caridad, si yo no amo al prójimo, si no estoy atento a los que sufren a mi alrededor mi oración es teórica; y se alimenta por la eucaristía, tenemos que cuidar mucho la acción de gracias al comulgar.

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