Punto
2.631 La petición de perdón es el primer
movimiento de la oración de petición (cf el publicano: “Oh Dios ten compasión
de este pecador” Lc 18, 13). Es el comienzo de una oración justa y
pura. La humildad confiada nos devuelve a la luz de la comunión con el Padre y
su Hijo Jesucristo, y de los unos con los otros (cf 1 Jn 1, 7-2, 2):
entonces “cuanto pidamos lo recibimos de Él” (1 Jn 3, 22). Tanto la
celebración de la Eucaristía como la oración personal comienzan con la petición
de perdón.
.
La petición de perdón es la primera oración de petición. A veces tenemos la
sensación de que la oración de petición es igual a egoísmo, pero no, para
purificar a la oración de petición de la posible acusación de egoísmo, de
utilizar a Dios para uno mismo, la respuesta es que la primera oración de
petición es la petición de perdón. La petición de perdón es hacer de Dios el
centro de la oración y no hacer de uno mismo el centro de la oración. La
parábola del fariseo y el publicano es muy clara, lo tenemos en Lucas 18,13: "En cambio el publicano, manteniéndose
a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba
el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy
pecador!", y ciertamente el que ora como el publicano tiene muy claro
que el centro de la oración es Dios, orar así: a distancia, con la mirada baja,
golpeándose el pecho,… es tener una conciencia muy clara de delante de quien
estoy. En la oración, no es más importante lo que se dice sino tener una conciencia
viva que estoy en la presencia de Dios. El sentirse pecador no depende tanto de
tener muchos o pocos pecados, sino de que haya o no haya una fuerte presencia
de Dios. Si hay una fuerte presencia de Dios, uno tiene conciencia de ser
pecador, pero si la presencia de Dios es pequeña uno no se siente pecador.
.
Un ejemplo muy ilustrativo de esto lo tenemos con santa Teresa de Jesús cuando
nos indica que estando en una habitación con las ventanas cerradas vio que la
mesa estaba aparentemente limpia, pero al abrir una ventana y dejar entrar la
luz vio que la mesa estaba llena de polvo. El polvo ya estaba antes de abrir la
ventana pero no lo veías, y ahora con la luz te das cuenta que está sucio, y es
ahora cuando comienza a haber esperanza de estar limpio. El sentirse pecador
depende de cuanta presencia de Dios haya en tu vida. El que hace la negación del
pecado lo que hace es dar a entender que no tiene experiencia de Dios, no se ha
enterado de la grandeza y el amor de Dios y como no se ha enterado, no se
siente pecador, es de los que dice que “yo ni robo ni mato, yo no he hecho nada
malo”. La conciencia de ser pecador te da la esperanza, cuando Dios nos da esa
luz que entra por la ventana y nos permite ver ese polvo que está encima de la
mesa, se mezcla el dolor de la conciencia del pecado y la alegría de la
esperanza. Cuando Dios nos permite hacer la oración de petición de perdón por
nuestros pecados, estamos comenzando a rezar de verdad, por eso dice el Catecismo
que es el primer movimiento de la oración de petición. Si alardeamos de no
haber pecado, dejamos a Dios por mentiroso, que entregó a su hijo por la salvación
de nuestros pecados, estaríamos diciendo que la redención de Cristo no era
necesaria, estaríamos despreciando la redención de Jesús.
. La petición de perdón no solo nos permite recibir la gracia del perdón de Dios, sino que nos permite vivir en paz con todo el mundo que nos rodea porque cuando uno no está en paz con Dios está en guerra con todos los que le rodean. Nuestro enemigo es el pecado, no son los que te rodean. Se ha hablado mucho del don de lágrimas, que es una forma de oración de petición con lágrimas en lugar de con palabras, o bien con palabras bañadas en lágrimas, y sin duda alguna cuando Dios nos da ese don de lágrimas es signo de que la presencia de Dios es muy viva en nosotros. Cuando las lágrimas son por amor, porque yo me veo pecador y al mismo tiempo me veo amado por Dios, entonces el don de lágrimas es un símbolo de que nuestra petición de perdón ha sido aceptada. Si yo a Dios le pido perdón por mis pecados y según le estoy pidiendo perdón se me saltan las lágrimas porque estoy llorando al mismo tiempo de pena pero de alegría, eso es que mi petición de perdón ha sido aceptada. Pocos signos tienes más fuertes de que tu oración ha sido aceptada como tus propias lágrimas, esas lágrimas es como si Dios te dijese “te he escuchado”, y tu petición de perdón ha llegado al corazón de Dios.
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