Extractos del audio
Punto 8 Los
períodos de renovación de la Iglesia son también tiempos en los que a la
catequesis le corresponde un mayor empeño. Así, en la gran época de los Padres
de la Iglesia, vemos a santos obispos consagrar una parte importante de su
ministerio a la catequesis. Es la época de san Cirilo de Jerusalén y de san
Juan Crisóstomo, de san Ambrosio y de san Agustín, y de muchos otros Padres
cuyas obras catequéticas siguen siendo modelos.
.
Los momentos de renovación de la vida de la Iglesia han estado muy ligados con
la catequesis. La renovación de la Iglesia no significa que la Iglesia tenga
que cambiar y adaptarse a este mundo y finalmente mundanizarse. No se trata de
mundanizar el crisitianismo y secularizarnos internamente. Eso no es
renovación. Renovación es encarnarse en el mundo sin secularizarse, es volver a
los orígenes, volver al amor primero, ir a lo esencial,… intentar purificar lo
que se ha ido adhiriendo a lo largo del camino. Es como sacudir la alfombra
para que vuelvan a salir los colores originales.
Renovarse no es pensar cómo piensa este mundo. La
auténtica renovación de la Iglesia suele coincidir con un resurgir de la
catequesis porque en la catequesis se va lo fundamental, a lo troncal. Ir a los
fundamentos de nuestra fe (Credo, Mandamientos, Sacramentos y Oración)
. En las
funciones del obispo, el primer catequista tiene que ser el obispo, tiene que
predicar.
Punto 9 “El ministerio de la catequesis
saca energías siempre nuevas de los concilios. El Concilio de Trento constituye
a este respecto un ejemplo digno de ser destacado: dio a la catequesis una
prioridad en sus constituciones y sus decretos; de él nació el Catecismo Romano
que lleva también su nombre y que constituye una obra de primer orden como resumen de la doctrina cristiana; este Concilio
suscitó en la Iglesia una organización notable de la catequesis; promovió,
gracias a santos obispos y teólogos como san Pedro Canisio, san Carlos
Borromeo, san Toribio de Mogrovejo, san Roberto Belarmino, la publicación de
numerosos catecismos.
. Estamos en el s.XVI, cuando se aplica el concilio de
Trento y nace el Catecismo romano, que ha sido el Catecismo que ha durado
tantos siglos hasta este nuevo Catecismo fruto del concilio Vaticano II.
. El catequista
tiene que estar enamorado de lo que dice, aunque no tenga el don de la palabra
o tartamudee, estando convencido y enamorado de la palabra, es la fuerza del
espíritu de Cristo la que mueve los corazones.
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