viernes, 6 de febrero de 2015

Catecismo 243-248. La revelación de Dios como Trinidad. El Padre y el Hijo revelados por el Espíritu

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Punto 243 Antes de su Pascua, Jesús anuncia el envío de "otro Paráclito" (Defensor), el Espíritu Santo. Este, que actuó ya en la Creación (cf. Gn 1,2) y "por los profetas" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150), estará ahora junto a los discípulos y en ellos (cf. Jn 14,17), para enseñarles (cf. Jn 14,16) y conducirlos "hasta la verdad completa" (Jn 16,13). El Espíritu Santo es revelado así como otra persona divina con relación a Jesús y al Padre.

. Hay una afirmación que Jesús nos envía, en la oración que tiene después de la última cena, cuando ora al padre en voz alta y cómo le pide al padre que envíe otro paráclito defensor, que ya actuó en la creación en génesis 1,2 al hablar del viento de Dios que aleteaba por encima de las aguas y que habló por los profetas, pero actuaba y aún no se había revelado. Juan 14,16-17, indica que el ES mora en los discípulos que le abren el corazón, en la iglesia, y no os dejará huérfanos. Los seguidores de Jesucristo tenemos una presencia especial del espíritu que inhabita en nosotros, si no le espantamos y sin que nuestro pecado haya ahuyentado su presencia. Está con los discípulos para enseñarles a guardar los mandamientos y nos conducirá hasta la verdad plena. En la tradición de la iglesia, se fue tomando conciencia que ese paráclito era otra persona en relación con Jesús y con el padre.

Punto 244 El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14). El envío de la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús (cf. Jn 7,39), revela en plenitud el misterio de la Santa Trinidad.

. Para conocer donde tiene origen el ES en su manifestación entre nosotros, se dice que el ES se envió a los apóstoles en Pentecostés por el padre como por el mismo hijo. En Juan 14,26 dice que el paráclito lo enviará el padre en el nombre de Jesús, en Juan 15,26 Jesús enviará el paráclito del padre y en Juan 16,14 dice que el paráclito dará gloria a Jesús porque recibirá de Jesús y os lo enviará a vosotros. Es decir, que el ES es enviado desde el padre y desde el hijo.  En Juan 17,39 nos indica que el ES no ha sido todavía enviado en plenitud hasta la glorificación, resurrección y ascensión de Jesús.

Punto 245 La fe apostólica relativa al Espíritu fue proclamada por el segundo Concilio Ecuménico en el año 381 en Constantinopla: "Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre" (DS 150). La Iglesia reconoce así al Padre como "la fuente y el origen de toda la divinidad" (Concilio de Toledo VI, año 638: DS 490). Sin embargo, el origen eterno del Espíritu Santo está en conexión con el del Hijo: "El Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad, es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo, de la misma sustancia y también de la misma naturaleza [...] por eso, no se dice que es sólo el Espíritu del Padre, sino a la vez el espíritu del Padre y del Hijo" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 527). El Credo del Concilio de Constantinopla (año 381) confiesa: "Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria" (DS 150).

. El Catecismo hace un esfuerzo para explicar de dónde viene la expresión que “el espíritu procede del padre y del hijo”. La iglesia en sus concilios va cayendo en cuenta que el ES procede del padre y del hijo, que es de la misma naturaleza.

Punto 246 La tradición latina del Credo confiesa que el Espíritu "procede del Padre y del Hijo(Filioque)". El Concilio de Florencia, en el año 1438, explicita: "El Espíritu Santo [...] tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiración [...]. Y porque todo lo que pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo único al engendrarlo a excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del Espíritu Santo a partir del Hijo, éste la tiene eternamente de su Padre que lo engendró eternamente" (DS 1300-1301).

. Todo tiene origen en el Padre, ahora el padre se lo ha dado todo al hijo, hasta el poder engendrar el ES también se lo ha dado. El padre engendra el ES y esa capacidad también se la da al hijo.

Punto 247 La afirmación del Filioque no figuraba en el símbolo confesado el año 381 en Constantinopla. Pero sobre la base de una antigua tradición latina y alejandrina, el Papa san León la había ya confesado dogmáticamente el año 447 (cf. Quam laudabilitier: DS 284) antes incluso que Roma conociese y recibiese el año 451, en el concilio de Calcedonia, el símbolo del 381. El uso de esta fórmula en el Credo fue poco a poco admitido en la liturgia latina (entre los siglos VIII y XI). La introducción del Filioque en el Símbolo Niceno-Constantinopolitano por la liturgia latina constituye, todavía hoy, un motivo de no convergencia con las Iglesias ortodoxas.


Punto 248 La tradición oriental expresa en primer lugar el carácter de origen primero del Padre por relación al Espíritu Santo. Al confesar al Espíritu como "salido del Padre" (Jn 15,26), esa tradición afirma que éste procede del Padre por el Hijo (cf. AG 2). La tradición occidental expresa en primer lugar la comunión consubstancial entre el Padre y el Hijo diciendo que el Espíritu procede del Padre y del Hijo (Filioque). Lo dice "de manera legítima y razonable" (Concilio de Florencia, 1439: DS 1302), porque el orden eterno de las personas divinas en su comunión consubstancial implica que el Padre sea el origen primero del Espíritu en tanto que "principio sin principio" (Concilio de Florencia 1442: DS 1331), pero también que, en cuanto Padre del Hijo Único, sea con él "el único principio de que procede el Espíritu Santo" (Concilio de Lyon II, año 1274: DS 850). Esta legítima complementariedad, si no se desorbita, no afecta a la identidad de la fe en la realidad del mismo misterio confesado.

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