jueves, 4 de mayo de 2017

Catecismo 2577. Moisés y la oración del mediador III

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Punto 2.577 De esta intimidad con el Dios fiel, lento a la ira y rico en amor (cf Ex 34, 6), Moisés ha sacado la fuerza y la tenacidad de su intercesión. No pide por él, sino por el pueblo que Dios ha reunido. Moisés intercede ya durante el combate con los amalecitas (cf Ex 17, 8-13) o para obtener la curación de María (cf Nm 12, 13-14). Pero es sobre todo después de la apostasía del pueblo cuando “se mantiene en la brecha” ante Dios (Sal 106, 23) para salvar al pueblo (cf Ex 32, 1-34, 9). Los argumentos de su oración (la intercesión es también un combate misterioso) inspirarán la audacia de los grandes orantes tanto del pueblo judío como de la Iglesia. Dios es amor, por tanto es justo y fiel; no puede contradecirse, debe acordarse de sus acciones maravillosas, su gloria está en juego, no puede abandonar al pueblo que lleva su Nombre.

. Este punto se introduce con el texto de Éxodo 34,1-6 momento en el que Dios muestra su intimidad a Moisés: “Dijo Yahveh a Moisés. «Labra dos tablas de piedra como las primeras, sube donde mí, al monte y yo escribiré en las tablas las palabras que había en las primeras tablas que rompiste. Prepárate para subir mañana temprano al monte Sinaí; allí en la cumbre del monte te presentarás a mí. Que nadie suba contigo, ni aparezca nadie en todo el monte. Ni oveja ni buey paste en el monte.» Labró Moisés dos tablas de piedra como las primeras y, levantándose de mañana, subió al monte Sinaí como le había mandado Yahveh, llevando en su mano las dos tablas de piedra. Descendió Yahveh en forma de nube y se puso allí junto a él. Moisés invocó el nombre de Yahveh. Yahveh pasó por delante de él y exclamó: «Yahveh, Yahveh, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad," en este episodio hay un detalle en el que se insiste que Moisés vaya solo, esto no lo entendemos como que los demás estorben sino que es una llamada a saber quedarnos solos para poder ponernos delante de Dios. Para entrar en la oración no tenemos que tener miedo a la soledad. Moisés tiene una experiencia profunda con Yahveh en este pasaje y de aquí saca su fuerza y su tenacidad, y esto nos lleva a los cristianos a aprender de Moisés de beber de la experiencia de Dios para tener fuerza y tenacidad independientemente de que recibamos desprecios o compensaciones. Dicho de otra forma, es la famosa expresión de la Madre Teresa de Calcuta: “a mí Dios no me ha pedido que tenga éxito, a mí Dios me ha pedido que sea fiel”, uno se tiene que olvidar de si tiene o no éxito, Moisés durante mucho tiempo en su vida no tuvo éxito y si no hubiera tenido la experiencia de Dios se habría cansado y lo habría dejado todo a medias. Cuando uno se preocupa de su éxito ocurre que no es fiel y al final no tiene éxito. Moisés extrae del encuentro que tiene con Yahveh su fuerza y su tenacidad y esta es una gran lección para la vida espiritual.

. Moisés no pide por él sino por el pueblo que Dios ha reunido, esto es muy interesante porque este hecho es signo de una oración auténtica, es una oración que nos lleva a olvidarnos de nosotros mismos. Un signo de una oración sana y bien realizada es aquella que nos va conduciendo al olvido de nosotros mismos. Es incompatible hacer una oración profunda y madura si estamos continuamente preocupándonos de nosotros mismos. La oración para que no sea una caricatura de oración, nos tiene que hacer salir de nuestro yo, no puede ser que la oración sea expresión del egocentrismo: yo, yo, yo y yo. En la oración de petición, como Moisés, hemos de ser embajadores delante Dios trayendo a nuestros hermanos, familiares, parroquia,… cuando estamos solos en la capilla estamos presentando a nuestros hermanos con nosotros, y si no es así tenemos una carencia que tenemos que ir puliendo.




. En el pasaje de Éxodo 17,8-13, donde Moisés está con los brazos levantados mientras se libra la batalla con los amalecitas, se no enseña como la imagen de la iglesia orante intercesora, de las almas contemplativas que en la retaguardia sin que nadie les vea están intercediendo por la evangelización que la iglesia lleva adelante. Y no solo sin que nadie les vea, sino que incluso algunos les ven y se ríen de las personas encerradas en un convento rezando. En Números 12,13-14, se nos enseña como Moisés pide por aquéllos que le critican.

. Un momento clave lo vemos en Éxodo 32 en el que resulta que el pueblo de Israel no tiene la capacidad de confiar en Dios y se hacen un ídolo, un becerro de oro. Pensaba Dios exterminar el pueblo pero Moisés intercedió delante de él para calmar su furia destructora. Moisés no sólo pide por el pueblo sino que se ofrece a sí mismo, le pide a Yahveh que le castigue a él también si no perdona al pueblo. Aquí vemos a Moisés prefigurando la imagen de Jesucristo, que pasa por pecador y recibe el castigo que nosotros debiéramos haber recibido y es Cristo el que paga por nuestro pecado.

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