miércoles, 19 de noviembre de 2014

Catecismo 111-114. El Espíritu Santo, intérprete de la Escritura II


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 Punto 111  Pero, dado que la sagrada Escritura es inspirada, hay otro principio de la recta interpretación, no menos importante que el precedente, y sin el cual la Escritura sería letra muerta: «La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita».
El Concilio Vaticano II señala tres criterios para una interpretación de la Escritura conforme al Espíritu que la inspiró:

. Los puntos anteriores nos dijeron que el autor principal de la sagrada escritura es el Espíritu Santo, que es quien la ha inspirado a través de los diferentes autores que tenían diferentes estilos, condicionamientos culturales, etc. La escritura es inspirada y garantizada por el Espíritu Santo para que los contenidos expresen la revelación de la palabra de Dios. La inspiración del ES debe intervenir en la lectura y acogida correcta de la palabra de Dios, así pues, hay que invocar al ES para leerla.

. Imaginaros un intelectual que ha estudiado las escrituras profundamente desde un punto de vista técnico, no iluminado por la fe. Puede ser un gran sabio de exégesis interpretando la palabra, pero sin embargo le falta el ES para interpretarla bien. O bien una persona que tiene una buena preparación, tiene fe, tiene apertura a la Iglesia, pero que le falta humildad le falta una vida santa, entonces tampoco tenemos la asistencia necesaria del ES para interpretar la sagrada escritura. Los mejores intérpretes de la sagrada escritura son los santos.

. Qué bueno sería que nos santiguásemos al leer la palabra de Dios e invocar al ES, que ha inspirado estas palabras, para que seamos capaces de escucharlas en la misma clave en la que fueron escritas.

Punto 112  1. Prestar una gran atención «al contenido y a la unidad de toda la Escritura». En efecto, por muy diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en razón de la unidad del designio de Dios , del que Cristo Jesús es el centro y el corazón, abierto desde su Pascua (cf. Lc 24,25-27. 44-46).
«Por el corazón (cf. Sal 22,15) de Cristo se comprende la sagrada Escritura, la cual hace conocer el corazón de Cristo. Este corazón estaba cerrado antes de la Pasión porque la Escritura era oscura. Pero la Escritura fue abierta después de la Pasión, porque los que en adelante tienen inteligencia de ella consideran y disciernen de qué manera deben ser interpretadas las profecías» (Santo Tomás de Aquino, Expositio in Psalmos, 21,11).

. Además de pedir el don al ES para interpretar bien la palabra que ese mismo ES inspiró, hay tres criterios para que seamos más dóciles a la acción del espíritu. Interpretar la escritura no como un cúmulo de citas o un vademécum de citas, sino como una unidad. No se trata de escoger citas que más convengan, donde acabamos expresando un espíritu personal, sino descubrir el hilo conductor de la sagrada escritura que el propio ES ha ido trazando. Esto se hace con la liturgia, que nos ayuda a interpretar la escritura. En la predicación de la Iglesia tenemos la interpretación hecha bajo la luz del ES.

. La sagrada escritura tiene que ser interpretada en su unidad, sabiendo que el amor de Cristo crucificado y resucitado es la clave de la interpretación de todo.

Punto 113  2. Leer la Escritura en «la Tradición viva de toda la Iglesia». Según un adagio de los Padres, Sacra Scriptura pincipalius est in corde Ecclesiae quam in materialibus instrumentis scripta («La sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos»). En efecto, la Iglesia encierra en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espíritu Santo le da la interpretación espiritual de la Escritura (...secundum spiritualem sensum quem Spiritus donat Ecclesiae [Orígenes, Homiliae in Leviticum, 5,5]).

. El 2º criterio es leer la escritura en la tradición viva de la Iglesia. La escritura está más en el corazón de la iglesia que en la materialidad de los libros. Puede haber Iglesia sin libro, pero no libro sin Iglesia. Interpretar la Biblia en la tradición viva de la Iglesia

Punto 114  3. Estar atento «a la analogía de la fe» (cf. Rm 12, 6). Por «analogía de la fe» entendemos la cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación.


. Teniendo en cuenta la concordancia del antiguo y nuevo testamento, en el primero está esbozado, está la promesa, y en el segundo está el cumplimiento. Tenemos que interpretar lo que me acontece en mi vida con lo que la sagrada escritura me expresa, una concordancia entre mi vida y la Biblia.

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