domingo, 24 de abril de 2016

Catecismo 877-879. La constitución jerárquica de la Iglesia. Razón del ministerio eclesial II

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Punto 877 De igual modo es propio de la naturaleza sacramental del ministerio eclesial tener un carácter colegial . En efecto, desde el comienzo de su ministerio, el Señor Jesús instituyó a los Doce, "semilla del Nuevo Israel, a la vez que el origen de la jerarquía sagrada" (AG 5). Elegidos juntos, también fueron enviados juntos, y su unidad fraterna estará al servicio de la comunión fraterna de todos los fieles; será como un reflejo y un testimonio de la comunión de las Personas divinas (cf. Jn 17, 21-23). Por eso, todo obispo ejerce su ministerio en el seno del colegio episcopal, en comunión con el obispo de Roma, sucesor de san Pedro y cabeza del colegio; los presbíteros ejercen su ministerio en el seno del presbiterio de la diócesis, bajo la dirección de su obispo.

. Se afirma fuertemente el hecho de que el ministerio eclesial tiene un carácter colegial: los doce fueron elegidos juntos y enviados juntos. Jesús no les envió de uno en uno. En Juan 17,21-23 donde Jesús dice la oración sacerdotal al Padre después de la última cena “Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa como tú y yo somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno y así el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas como me amas a mí”, Jesús repite una y otra vez que sean uno, este es el carácter colegial de la iglesia, Jesús está orando por los apóstoles, antes de su Pasión Jesús ora pidiendo que sean uno como Jesús es uno con el Padre, que tengan una unión en el colegio apostólico que sea reflejo de la comunión intra trinitaria, ésta es pues la razón última del carácter colegial de la iglesia, somos reflejo de la Trinidad y cualquier otra cosa son organizaciones humanas que no nos interesan.

. El Señor conociéndonos ha puesto una medicina en la unión allí donde la herida del pecado nos tiende a la disgregación, el Señor ha querido elegir el carácter colegial para que no corramos en vano, para que no corra cada uno por su cuenta yendo a lo suyo y buscando su propia gloria. En 1ª Corintios 3. 3-7 dice san Pablo “Mientras haya entre vosotros envidias y discordias es que seguís manteniendo criterios puramente humanos y conduciéndoos como lo hace todo el mundo. Porque cuando uno afirma: “Yo soy de Pablo”, y otro: “Yo soy de Apolo”, estáis manteniendo criterios puramente humanos. Vosotros debéis considerarnos simplemente como ayudantes de Cristo…”, es decir, Pablo advierte en la comunidad que como pensaban al modo carnal pues estaban divididos por adhesiones personales, yo soy de tal o yo soy de cual, haciendo de ello casi un motivo de rivalidad o competitividad, que es un peligro que nos puede ocurrir si juzgamos de manera carnal y nos adherimos a un sacerdote u otro por la simpatía que nos suscita, por su forma de proceder o por su ideología personal, y entonces quien juzga el ministerio eclesial carnalmente tiende a hacer fácilmente ver no una colegialidad sino unos elementos por los cuales se adhiere a unos sacerdotes sí y a otros no. Hay que tener cuidado por tanto de adherirse a personas en vez de a ministros de Cristo. Aquí cada uno es un instrumento de Dios para hacer una función humilde en un momento concreto y nadie lo hace todo porque es un ministerio colegial.

. Los ministros tienen que estar en comunión fraterna. No se entiende que prediquen que nos amemos unos a otros si no viven en comunión fraterna. El demonio la forma que tiene de atacar en la iglesia es intentar abrir rupturas y divisiones internas, al igual que Dios es unión, satanás es división. Allí donde hay divisiones percibamos el tufillo del tentador que está queriendo romper la comunión que proviene de Dios, aunque sabemos por promesa del Señor que no podrá contra la iglesia. La unión fraterna de los ministros es necesaria para que prediquemos y estemos al servicio de la comunión fraterna, pues cómo predicar la hermandad entre los fieles si no somos hermanos en el colegio de los ministros, sacerdotes y obispos? Por tanto, un obispo es obispo en el colegio apostólico y un sacerdote es sacerdote dentro del presbiterio en comunión con el obispo. No se es obispo por libre, ni cura por libre.

Punto 878 Por último, es propio también de la naturaleza sacramental del ministerio eclesial tener carácter personal. Cuando los ministros de Cristo actúan en comunión, actúan siempre también de manera personal. Cada uno ha sido llamado personalmente ("Tú sígueme", Jn 21, 22; cf. Mt 4,19. 21; Jn 1,43) para ser, en la misión común, testigo personal, que es personalmente portador de la responsabilidad ante Aquel que da la misión, que actúa "in persona Christi" y en favor de personas: "Yo te bautizo en el nombre del Padre ..."; "Yo te perdono...".

. Si el punto anterior insiste mucho en que el ministerio eclesial tiene un carácter colegial, este punto complementa el anterior dando un carácter personal que no individualista. Actuamos en comunión pero Cristo también da su ministerio personalmente, El llama uno a uno a cada uno de los miembros del ministerio. Jesús en las llamadas que hace dice “sígueme”. Juan 21,19-22 “Al decir esto, Jesús estaba dando a entender de qué manera Pedro había de morir, y cómo iba a glorificar a Dios con su muerte. Después le dijo: ¡Sígueme!”,  es decir, Jesús le dice a Pedro un sígueme personal.  

. De hecho, en las fórmulas de la celebración de los sacramentos, el sacerdote dice “yo te bautizo…”, no se dice “la iglesia te bautiza…”. La liturgia nos enseña mucho hasta en los pequeños detalles. El sacerdote dice “yo” porque Cristo puso los ojos en ese sacerdote que te dice “yo..”, Cristo le dijo a ese sacerdote en concreto “sígueme”, y como esa persona recibió de Jesús esa llamada personal, esa persona te dice ”yo te bautizo”, “yo te perdono”. Hay un carácter personal y una llamada personal que se complementan, así por ejemplo cuando un obispo como Lefebre que se separó de la comunión de la iglesia desobedeciendo al Papa, y la iglesia decretó su excomunión, cuando un obispo nombra nuevos obispos sin permiso de la iglesia cae en la pena de excomunión, ese obispo está actuando ilícitamente porque no está actuando en comunión y sin embargo está actuando válidamente porque no se puede negar que los sacramentos que celebre sean inválidos porque el Señor le eligió personalmente, el Señor puso en él sus ojos y le dijo “ven y sígueme”, luego lo que hace a partir de ahí es válido aunque sea ilícito porque no tiene el mandato de la iglesia, porque no está actuando en comunión con la iglesia. Por ejemplo, un sacerdote secularizado puede celebrar la eucaristía de forma válida aunque la iglesia se lo haya prohibido. La condición de sacerdote al ser una elección personal de Cristo no quita validez a su ministerio eclesial.    

Punto 879 El ministerio sacramental en la Iglesia es, pues, un servicio colegial y personal a la vez, ejercido en nombre de Cristo. Esto se verifica en los vínculos entre el colegio episcopal y su cabeza, el sucesor de san Pedro, y en la relación entre la responsabilidad pastoral del obispo en su Iglesia particular y la común solicitud del colegio episcopal hacia la Iglesia universal.


. Los vínculos entre el colegio episcopal y el Papa lo podemos ver en los concilios donde la iglesia entera se reúne en torno al Papa, en la visita ad limina que hacen todos los obispos del mundo, normalmente cada cinco años, a Roma a visitar al Papa, donde presentan un pequeño informe de la marcha de su diócesis y el Papa les dirige un discurso en el que se subrayan las líneas principales sobre qué puntos concretos debe insistir esa diócesis, en los sínodos que son reuniones de algunos obispos con el Papa, en las conferencias episcopales donde se reúnen todos los obispos de las diócesis de un país para tratar problemas comunes, en la nunciatura donde el Papa tiene un nuncio, un enviado en cada nación que es como un cauce tanto diplomático como para trasmitir directrices y documentos entre las diócesis y la Santa Sede.   

martes, 19 de abril de 2016

Catecismo 874-876. La constitución jerárquica de la Iglesia. Razón del ministerio eclesial I

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Punto 874 El mismo Cristo es la fuente del ministerio en la Iglesia. Él lo ha instituido, le ha dado autoridad y misión, orientación y finalidad:
«Cristo el Señor, para dirigir al Pueblo de Dios y hacerle progresar siempre, instituyó en su Iglesia diversos ministerios que están ordenados al bien de todo el Cuerpo. En efecto, los ministros que posean la sagrada potestad están al servicio de sus hermanos para que todos los que son miembros del Pueblo de Dios [...] lleguen a la salvación» (LG 18).

. La afirmación central de este punto es que Cristo es la fuente del ministerio. Esto viene a disipar ciertas deformaciones que se han podido tener como por ejemplo que Cristo predicó vagamente el reino de Dios. Como si no hubiese instituido la iglesia y se hubiese puesto a predicar unos valores sin concretarlos en caminos concretos, Jesús predicó unos valores y también estableció caminos para llegar a esos valores. Cristo es camino, verdad y vida. La iglesia no se hace a sí misma, muchas veces se habla de la iglesia en el sentido de que tiene que cambiar en esto y en lo otro, como si la iglesia pudiese hacerse a sí misma, como si se hubiese dado su ser a sí misma. La iglesia no se ha dado a sí misma, Cristo es la fuente del ministerio.  

Punto 875 "¿Cómo creerán en aquél a quien no han oído? ¿cómo oirán sin que se les predique? y ¿cómo predicarán si no son enviados?" (Rm 10, 14-15). Nadie, ningún individuo ni ninguna comunidad, puede anunciarse a sí mismo el Evangelio. "La fe viene de la predicación" (Rm10, 17). Nadie se puede dar a sí mismo el mandato ni la misión de anunciar el Evangelio. El enviado del Señor habla y obra no con autoridad propia, sino en virtud de la autoridad de Cristo; no como miembro de la comunidad, sino hablando a ella en nombre de Cristo. Nadie puede conferirse a sí mismo la gracia, ella debe ser dada y ofrecida. Eso supone ministros de la gracia, autorizados y habilitados por parte de Cristo. De Él los obispos y los presbíteros reciben la misión y la facultad (el "poder sagrado") de actuar in persona Christi Capitis, los diáconos las fuerzas para servir al pueblo de Dios en la "diaconía" de la liturgia, de la palabra y de la caridad, en comunión con el obispo y su presbiterio. Este ministerio, en el cual los enviados de Cristo hacen y dan, por don de Dios, lo que ellos, por sí mismos, no pueden hacer ni dar, la tradición de la Iglesia lo llama "sacramento". El ministerio de la Iglesia se confiere por medio de un sacramento específico.

. Para creer hay que oír, para oír hay que predicar y para predicar hay que ser enviado. Nadie puede anunciarse a sí mismo el evangelio, siempre lo recibimos, de hecho hay una figura en la iglesia que es el predicador de la casa pontificia, que tiene como misión predicar al Papa porque nadie puede anunciarse a sí mismo el evangelio, y al Papa le anuncia el evangelio este predicador. Igual que por ejemplo los sacerdotes se confiesan también con un sacerdote porque como decía san Agustín “yo para vosotros soy pastor, pero con vosotros soy oveja”.

. Nadie se da a sí mismo el mandato de anunciar el evangelio. Los ministros no hablan como delegados (protestantes) de la comunidad, sino que hablan en nombre de Jesucristo, el sacerdote no es delegado de una comunidad. La gracia nadie se la da a sí mismo, la gracia es dada, esto se visibiliza litúrgicamente en muchos detalles, por ejemplo al comulgar el sacerdote nos da la comunión, es decir, la gracia nos es dada, la comunión no es como un auto servicio. Cristo ha habilitado a unos hombres para actuar en persona de Cristo cabeza. A esto se le llama sacramento, es decir, un camino habilitado por Dios a través del cual se nos da la gracia.   

Punto 876 El carácter de servicio del ministerio eclesial está intrínsecamente ligado a la naturaleza sacramental. En efecto, enteramente dependiente de Cristo que da misión y autoridad, los ministros son verdaderamente "siervos de Cristo" (Rm 1, 1), a imagen de Cristo que, libremente ha tomado por nosotros "la forma de siervo" (Flp 2, 7). Como la palabra y la gracia de la cual son ministros no son de ellos, sino de Cristo que se las ha confiado para los otros, ellos se harán libremente esclavos de todos (cf. 1 Co 9, 19).


. El carácter de servicio está íntimamente ligado a la naturaleza sacramental, la palabra jerarquía significa servicio y la máxima autoridad en la iglesia que es el Papa, es el máximo servidor de todos. Jesús nos enseña que la autoridad conferida se traduce en el servicio, no se traduce en vivir en la comodidad respaldada por esa autoridad. El ministro es siervo voluntariamente, se despoja de las seguridades que podría tener en el mundo para poner su vida al servicio a los demás. Cuando se dice “vives como un cura” hay bastante de ignorancia de lo que es la vida de un sacerdote. Si leemos las vidas del santo cura de Ars o de san Juan de Ávila, a nadie se le ocurriría decir “vives como un cura”. El sacerdote para poder ser servidor de todos tiene que ser libre para no apegarse a nada ni a nadie, no tiene que ser propiedad de nadie, el sacerdote debe saber adaptarse al ambiente en el que está evangelizando y hacerse todo para todos como Jesús se hizo todo a todos, a los humildes, a los fariseos, a los sacerdotes, a los pobres, etcétera. Tenemos que comprender, porque somos también posesivos y tendemos solo a mirar por lo nuestro, que el ser servidor de todos sin atarse a nada deja un poco insatisfecho a todo el mundo pues el sacerdote es servidor de todos y no de un particular.   

domingo, 17 de abril de 2016

Catecismo 871-873. Los fieles de Cristo: jerarquía, laicos, vida consagrada

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Punto 871 "Son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el Pueblo de Dios y, hechos partícipes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo" (CIC, can. 204, 1; cf. LG 31).

. Este punto está tomado literalmente del canon 204 del derecho canónico de la iglesia, y antes de entrar en jerarquías, tipos de vidas, etcétera, primero se habla de fieles de Cristo, que es algo que antecede a toda distinción pues todos los cristianos participamos de una misma condición de fieles de Cristo y antecede a toda distinción de distintos grados de jerarquías, de distintas condiciones, de distintas formas de ser o de estar en la iglesia, es pues un concepto previo en el que todos somos uno como fieles de Cristo. Nuestra vocación común, lo que nos hace a todos iguales es ser fieles de Cristo, ser seguidores de Cristo. Somos fieles de Cristo los incorporados a Cristo por el bautismo, injertados en Cristo por el bautismo, éste nos ha introducido en Cristo, por el bautismo hemos sido hechos sarmientos, somos hijos de Dios en Cristo. Estamos todos integrados en el pueblo de Dios y participamos de la función profética, sacerdotal y real cada uno a su modo y en su condición y estamos llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la iglesia en el mundo. Lo clave es ser fiel de Cristo y donde nos ha plantado Dios a cada uno de nosotros, allí estamos llamados a florecer porque todos somos importantes en esa misión, pues aquí no sobramos ninguno, no hay misiones de primera ni misiones de segunda, cada uno de nosotros somos iglesia y somos imprescindibles. Esta afirmación nos tiene que llevar a borrar de nuestra mentalidad el pensar que ser iglesia son los curas y los demás son “clientes” de la iglesia, como si la iglesia fuera una institución tradicional a la que se recurre en momentos puntuales bien sea para un bautismo o para una boda, y que se sienten clientes de la iglesia en lugar de miembros vivos, van a la iglesia a determinadas cosas en concreto y nada más. Esta mentalidad es la que tenemos que sanar. Hay algo que el Señor pensó para ti en concreto que si tú no eres fiel en su cumplimiento quedará desierto, hay algo que nadie puede hacer por ti, que es esa respuesta fiel a la vocación que Cristo te dio en tu vida dentro de la iglesia.   

Punto 872 "Por su regeneración en Cristo, se da entre todos los fieles una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y acción, en virtud de la cual todos, según su propia condición y oficio, cooperan a la edificación del Cuerpo de Cristo" (CIC can. 208; cf. LG 32).

. Este punto también está tomado de los cánones del derecho canónico. Por la regeneración en Cristo se refiere al bautismo, y tenemos una igualdad en la dignidad. En el cuerpo de Cristo tiene igual dignidad cualquiera de sus miembros, no hay miembros más dignos o menos dignos. Todo el mundo tenemos un puesto en el cuerpo de Cristo y no sobramos ninguno. Cada uno de los servicios que se realizan en la iglesia por muy mínimos que sean son igualmente dignos en la cooperación de la edificación del cuerpo de Cristo. Si hubiera competitividades en la iglesia, nos encontramos con una enfermedad horrorosa, las aspiraciones por hacer un servicio que uno considera más digno que otro sería un mal que nos hace perder conciencia de que cada uno tenemos una igual dignidad en la edificación del cuerpo de Cristo. Lo que nos marcará no es el cargo concreto que tengamos en la iglesia sino el nivel de santidad, por ejemplo no sabemos a bote pronto quién era el obispo en tiempos de san Vicente de Paul porque lo que permanece es la santidad, la entrega fiel, y no el cargo en concreto que ocupa cada uno.  

Punto 873 Las mismas diferencias que el Señor quiso poner entre los miembros de su Cuerpo sirven a su unidad y a su misión. Porque "hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero unidad de misión. A los apóstoles y sus sucesores les confirió Cristo la función de enseñar, santificar y gobernar en su propio nombre y autoridad. Pero también los laicos, partícipes de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cumplen en la Iglesia y en el mundo la parte que les corresponde en la misión de todo el Pueblo de Dios" (AA 2). En fin, "en esos dos grupos [jerarquía y laicos] hay fieles que por la profesión de los consejos evangélicos [...] se consagran a Dios y contribuyen a la misión salvífica de la Iglesia según la manera peculiar que les es propia" (CIC can. 207, 2).


. Se insiste en que incluso las diferencias que hay entre los miembros de Cristo, jerarquía, laicos y consagrados, sirven a la unidad y a su misión. Esto se entiende porque gracias a que son diferentes, son complementarios y sirven a la unión. Cada uno ejerce una función diferente y eso sirve a la unión. Las diferencias no suponen una menor dignidad, al contrario, afortunadamente las diferencias suponen una riqueza de carismas que sirven a la unidad. Esas diferencias además sirven a la misión porque cada uno tiene posibilidades distintas de llevar la misión al mundo incidiendo en lugares y ambientes distintos para que no quede ningún rincón donde Cristo no pueda llegar. Incluso dentro de la propia vocación, la existencia de carismas o caracteres peculiares en cada uno que nos hace diferentes unos de otros, nos permite llegar a un tipo de personas o a otro tipo de personas. Tenemos que estar unidos en lo fundamental, en la fe, pero esa pluriformidad dentro de la iglesia, como por ejemplo los distintos movimientos hacen que cada uno tenga una capacidad de incidir en personas distintas. Las diferencias son pues para bien de la misión de la iglesia porque así llegamos a más gente, porque así cada uno encuentra dentro de esta gran familia que es la iglesia un sitio que ve que encaja mejor. Esto nos tiene que hacer ser muy humildes porque no hay ninguno de nosotros que agote el misterio de Cristo, ninguno de nosotros representamos totalmente, ninguno de nosotros llegamos a ser ese lugar en el que todo el mundo se siente a gusto pues afortunadamente hay una diversidad que hace que la misión de la iglesia pueda llegar a todos los lugares. Seamos humildes para no creernos imprescindibles. Lo importante es ser fiel de Cristo, tenemos una común dignidad como fieles de Cristo y las diferencias que tenemos en nuestra misión dentro de la iglesia sirven a la unidad.

jueves, 14 de abril de 2016

Catecismo 863-865. La Iglesia es apostólica. El apostolado

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Punto 863 Toda la Iglesia es apostólica mientras permanezca, a través de los sucesores de San Pedro y de los Apóstoles, en comunión de fe y de vida con su origen. Toda la Iglesia es apostólica en cuanto que ella es "enviada" al mundo entero; todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este envío. "La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado". Se llama "apostolado" a "toda la actividad del Cuerpo Místico" que tiende a "propagar el Reino de Cristo por toda la tierra" (AA 2).

. Una primera condición del apostolado es su permanencia en comunión de fe con sus orígenes, con Jesucristo. Esto es algo que nos otorga la sucesión apostólica, es decir, tiene que estar unida con los sucesores de los apóstoles y con el sucesor de Pedro. El texto de Gálatas 2.2 nos enseña la apostolicidad de la iglesia cuando Pablo antes de comenzar a predicar les expone a los apóstoles su predicación a los gentiles para saber si está o no corriendo en vano, “Fui porque Dios me había revelado que tenía que ir. Y allí, en Jerusalén, expuse ante todos el evangelio que anuncio a los no judíos. Luego, más en privado, lo expuse ante quienes parecían tener mayor autoridad, para que les constara que ni antes ni ahora estaba yo trabajando en vano”. Pablo dice que tuvo una revelación y para no fiarse únicamente de su revelación interior va a Jerusalén a exponer a los apóstoles lo que está predicando, no vaya a ser que esté corriendo en vano, no vaya a ser que en el fondo se esté buscando a sí mismo o construyendo su propio chiringuito, porque no es lo mismo construir la iglesia que construirse un reducto aparte.

. Pablo por lo tanto se sintió necesitado de ser confirmado en los apóstoles, y esto nos enseña a nosotros que hemos también de recurrir a los apóstoles, a la tradición apostólica, a la iglesia y confrontar nuestra doctrina para ver si estamos corriendo en vano, para ver si es confirmada por la iglesia, y que sea por lo tanto un verdadero apostolado y que no sea otra cosa. Todos tenemos parte en el envío, cada uno a nuestro nivel somos enviados de forma distinta, la manera más sencilla de ser enviados la tenemos en la celebración de la santa Misa cuando dice el sacerdote al finalizar “podéis ir en paz”, ese podéis ir en paz es un envío a ser testigo de Cristo. Hacemos las cosas enviados por la iglesia, no a título personal o propio o de iniciativa personal, pues un cristiano que está injertado en el cuerpo místico de Cristo que es la iglesia, no hace las cosas a título particular sino que lo hace sintiéndose enviado por la iglesia, y no es bueno pensarse que uno tiene muchas iniciativas sino que el Espíritu Santo te ha dado esa misión, ese envío.

. Se llama apostolado a toda la actividad del cuerpo místico que tiende a propagar el reino de Cristo por toda la tierra, es decir en realidad, toda actividad de un cristiano unido a Cristo es apostolado, cualquier actividad que haga un cristiano está siendo apostolado. La iglesia ha nacido con el fin de propagar el reino de Cristo en toda la tierra para gloria del Padre y hacer así a todos los hombres partícipes de la redención salvadora y por medio de ellos ordenar todo el universo hacia Cristo, éste es el apostolado, es decir, toda la actividad del cuerpo místico de Cristo dirigida a este fin –ordenar el universo para Cristo- recibe el nombre de apostolado.

. Efesios 4.11-16: “Y él mismo concedió a unos ser apóstoles, y a otros, profetas; a otros anunciar el evangelio, y a otros ser pastores y maestros. Así preparó a los suyos para un acto de servicio, para la edificación del cuerpo de Cristo hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios. De ese modo alcanzaremos la edad y el desarrollo que corresponden a la plena madurez de Cristo. Ya no seremos como niños, que cambian fácilmente de parecer y son arrastrados por el viento de cualquier nueva enseñanza hasta dejarse engañar por gente astuta que anda por caminos equivocados. Antes bien, diciendo la verdad con amor debemos crecer en todo hacia Cristo, que es la cabeza del cuerpo. Y por Cristo el cuerpo entero se ajusta y se liga bien mediante la unión de todas sus partes; y cuando cada parte funciona bien, todo el cuerpo va creciendo y edificándose en amor”. Recurrimos a este texto cuando hablamos de la iglesia como cuerpo místico de Cristo pues subraya mucho hasta qué punto la iglesia recibe de su cabeza la cohesión, la unión o relación estrecha. La iglesia crece cohesionada porque aquí no sobra nadie y todo el mundo tiene su deber de apostolado. El Señor ha pensado en cada uno de nosotros como alguien necesario, hay algo que cada uno de nosotros debe de hacer para completar ese misterio del cuerpo místico y si no respondo quedará pendiente o vacío en el cuerpo místico.
. El apostolado del seglar no es ser un cuasi sacerdote, ni el sacerdote ha de ser casi un seglar.

Punto 864 "Siendo Cristo, enviado por el Padre, fuente y origen del apostolado de la Iglesia", es evidente que la fecundidad del apostolado, tanto el de los ministros ordenados como el de los laicos, depende de su unión vital con Cristo (AA 4; cf. Jn 15, 5). Según sean las vocaciones, las interpretaciones de los tiempos, los dones variados del Espíritu Santo, el apostolado toma las formas más diversas. Pero la caridad, conseguida sobre todo en la Eucaristía, "siempre es como el alma de todo apostolado" (AA 3).

. Juan 15,5 “Yo soy la vid, vosotros los sarmiento. El que permanece en mí y Yo en él, ese da mucho fruto porque separado de mí no podéis hacer nada”. El fruto del apostolado es proporcional a la unión permanente que tenemos con Cristo de quién recibimos la fuente de la gracia para poder ser fecundos. Si nuestro apostolado no es fecundo, bien sea por pruebas de noches oscuras en las que no se ve el fruto de la entrega (Carlos Foucauld), posiblemente lo más probable es porque no estamos unidos a esa fuente de gracia que es Jesucristo (sin mí no podéis hacer nada).

. El verdadero apóstol es aquél que está escondido en Cristo, no es aquél que se presenta como una vedette delante de los demás sino que más bien se presenta a los demás y hace de acueducto para que Cristo llegue a los demás. El alma de todo apostolado es la caridad, es la eucaristía, es la oración. Nos urge el amor de Cristo, cuando uno es consciente que ha sido salvado por Cristo por pura gracia, gratuitamente, uno no se puede quedar de brazos cruzados, es que ese don no se lo puede guardar, ese don no lo puede enterrar, si uno no siente o no urge el amor de Cristo para ser apóstol es que algo está fallando. Si uno piensa que no vale, que tiene miedo al ridículo o siente algún otro obstáculo para ser apóstol de Cristo es que algo está fallando.

Punto 865 La Iglesia es una, santa, católica y apostólica en su identidad profunda y última, porque en ella existe ya y será consumado al fin de los tiempos "el Reino de los cielos", "el Reino de Dios" (cf. Ap 19, 6), que ha venido en la persona de Cristo y que crece misteriosamente en el corazón de los que le son incorporados hasta su plena manifestación escatológica. Entonces todos los hombres rescatados por él, hechos en él "santos e inmaculados en presencia de Dios en el Amor" (Ef 1, 4), serán reunidos como el único Pueblo de Dios, "la Esposa del Cordero" (Ap 21, 9), "la Ciudad Santa que baja del Cielo de junto a Dios y tiene la gloria de Dios" (Ap21, 10-11); y "la muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los nombres de los doce Apóstoles del Cordero" (Ap 21, 14).


. El reino de Dios comenzó con la llegada de Cristo “si Yo expulso a satanás es que el reino de Dios ha llegado a vosotros”, Cristo inaugura el reino de Dios entre nosotros. Pero el reino de Dios está incompleto, todavía faltan hijos para la plenitud de la iglesia en el cielo, aún faltan hijos por venir a la iglesia, alguno todavía está fuera y cuando esté la familia completa alabarán a Dios por toda la eternidad“. Nuestro apostolado consiste en que no falte nadie en esa asamblea, que no nos falte celo apostólico para que nadie deje de formar parte de la asamblea de la Jerusalén celestial. Es un misterio grande que haya almas que vayan a la condenación porque no haya nadie que rece por ellas. Hemos de entender que el Señor nos pide que urgidos por el amor de Cristo cada uno sea apóstol y sea testigo en la medida que pueda serlo, sin miedo al ridículo, sin miedo a nuestra incapacidad, sin miedo a nuestra impotencia para que esa iglesia que está en la Jerusalén celestial tenga ese gozo del cuerpo místico completo, la familia completa alabando a Dios. 

jueves, 7 de abril de 2016

Catecismo 861-862. La Iglesia es apostólica. Los obispos, sucesores de los Apóstoles

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Punto 861 "Para que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada, [los Apóstoles] encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidaran de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les había puesto para ser los pastores de la Iglesia de Dios. Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en el ministerio" (LG 20; cf. San Clemente Romano, Epistula ad Corinthios, 42, 4).

. San Clemente Romano es uno de los padres de la iglesia más antiguos, que falleció en torno al año 99, por lo tanto cuando el Catecismo se refiere a estos padres, se está remontando a los tiempos iniciales de la iglesia y es de resaltar cómo se remonta a estos tiempos para buscar interpretaciones autorizadas de como entendió la primitiva comunidad cristiana el deposito que los apóstoles estaban transmitiendo. El Catecismo está impregnado de textos de la sagrada escritura y al mismo tiempo de textos de los santos padres de los primeros siglos porque los católicos tenemos esa doble fuente de revelación: la sagrada escritura y la tradición que especialmente a través de los santos padres de los primeros siglos nos enseñan como la primitiva comunidad cristiana interpretó y recibió la palabra de Dios.

. En medio de la crisis gnóstica que fue una de las primeras crisis que existieron en la iglesia, san Ireneo apeló como criterio de verdad a la sucesión apostólica confeccionando listas de obispos que las iglesias particulares remontaban hasta los apóstoles. Cuando vio que las herejías empezaban a surgir, y se autonombraban como obispos, Irineo realizó listas de sucesión apostólica en las que se entronque el obispo legítimo de la diócesis con los apóstoles. Otro tanto hicieron personajes como Tertuliano. Estos obispos son pues los obispos locales legítimos. La tradición apostólica escrita por Hipólito, nos relata que el obispo debía ser ordenado por los obispos de las iglesias vecinas. La comunión con los orígenes apostólicos implicaba la fidelidad de la iglesia con la doctrina revelada por Cristo y trasmitida por los apóstoles.

. Sin esta apostolicidad, la iglesia no sería la misma, hubiese perdido su identidad, sería otra cosa, otra cosa hermosa, pero no sería la misma. La iglesia está organizada como institución apostólica desde el mismo Cristo, hay un colegio apostólico que garantiza, continua y conserva fielmente la misión y la doctrina recibida por los apóstoles. La iglesia está edificada sobre el cimiento de los apóstoles cuya piedra angular es Cristo. Los apóstoles fueron testigos de Cristo, mientras que los obispos no lo fueron, los obispos están edificados sobre los cimientos (apóstoles) y al contrario de los apóstoles, los obispos aunque son sucesores de los apóstoles, forman parte de una iglesia ya existente, mientras que los apóstoles establecieron la iglesia. Los apóstoles tienen el carisma de una tradición normativa, mientras que los obispos tienen una tradición explicativa, lo que hacen es explicar la tradición normativa de los apóstoles, el obispo no da normas nuevas, lo que hace es interpretar, aplicar a una situación concreta lo que fue la revelación de Cristo trasmitida a través de los apóstoles. Hay pues una diferencia entre el apóstol y el obispo, éste lo que hace es prolongar, concretar, pero él no ha sido testigo de la resurrección, no es fundamento de la iglesia ni tiene una tradición normativa, pero sin embargo es indispensable para prolongar la misión de Cristo.      

Punto 862 "Así como permanece el ministerio confiado personalmente por el Señor a Pedro, ministerio que debía ser transmitido a sus sucesores, de la misma manera permanece el ministerio de los Apóstoles de apacentar la Iglesia, que debe ser ejercido perennemente por el orden sagrado de los obispos". Por eso, la Iglesia enseña que "por institución divina los obispos han sucedido a los apóstoles como pastores de la Iglesia. El que los escucha, escucha a Cristo; el que, en cambio, los desprecia, desprecia a Cristo y al que lo envió" (LG 20).

. Hay que decir que la sucesión apostólica no es una sucesión meramente cronológica o temporal sino que es una sucesión formal en el sentido de que se perpetua la misión de Cristo, en esta sucesión, ningún obispo concreto sucede a un apóstol sino que es el colegio episcopal el que sucede al colegio apostólico, sólo el obispo de Roma sucede personalmente a Pedro. Sólo en la diócesis de Roma el obispo de Roma sucede a Pedro, y en las demás diócesis es el colegio episcopal el que sucede al colegio apostólico, hay una colegialidad, la prueba de ello es que se cambia de destino a los obispos exceptuando al obispo de Roma que nunca se le cambia de destino. El obispo ejerce su función episcopal cuando la ejerce en comunión con las demás iglesias presididas por Pedro, si no está en comunión con las demás iglesias, si no está en comunión con Pedro, no es garantía de verdad porque no sucede en línea directa a un apóstol, sino que es el colegio de los obispos el que sucede al colegio de los apóstoles.


. En el mundo luterano no se da esta comunión con las demás iglesias ni con Pedro, y no se da porque Lutero negó la eucaristía como memorial de Cristo en la cruz, Lutero afirma que el sacrificio de Cristo se dio una sola vez pero que luego no se actualiza por la eucaristía, entonces como este sacrificio ya se dio y no perdura pues entonces no hace falta sacerdocio, ni hace falta episcopado, no hace falta trasmisión apostólica para poder celebrar la eucaristía y por lo tanto la apostolicidad se reduce a una coincidencia en la fe con la iglesia primitiva. El pastor protestante no es un sucesor de los apóstoles sino que es alguien elegido por la comunidad para que presida la comunidad. Para los protestantes la apostolicidad de la iglesia no consiste en la sucesión del ministerio apostólico. El que escucha a los obispos escucha a Cristo y el que los desprecia, desprecia a Cristo. En la parábola del rico Epulón “..replicó Abrahán: «Tienen a Moisés y a los Profetas. ¡Que los oigan!»”, aquí vemos que la conversión no tiene que ser por algo espectacular sino que simplemente tienes a los profetas y a los obispos para escuchar la palabra de Cristo para convertirte. Igualmente quien desprecia a los obispos desprecia a Cristo. Cuando muchas veces los medios de comunicación están solamente pendientes para interpretar de una manera retorcida cualquier expresión y los obispos parece que tienen que hacer malabarismos para que cualquier palabra no sea malinterpretada o sacada de quicio.

martes, 5 de abril de 2016

Catecismo 857-860. La Iglesia es apostólica. La misión de los Apóstoles

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IV La Iglesia es apostólica

Punto 857 La Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles, y esto en un triple sentido:
— fue y permanece edificada sobre "el fundamento de los Apóstoles" (Ef 2, 20; Hch 21, 14), testigos escogidos y enviados en misión por el mismo Cristo (cf. Mt28, 16-20; Hch 1, 8; 1 Co 9, 1; 15, 7-8; Ga 1, l; etc.).
— guarda y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanza (cf. Hch 2, 42), el buen depósito, las sanas palabras oídas a los Apóstoles (cf 2 Tm 1, 13-14).
— sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los Apóstoles hasta la vuelta de Cristo gracias a aquellos que les suceden en su ministerio pastoral: el colegio de los obispos, "al que asisten los presbíteros juntamente con el sucesor de Pedro y Sumo Pastor de la Iglesia" (AG 5):
«Porque no abandonas nunca a tu rebaño, sino que, por medio de los santos pastores, lo proteges y conservas, y quieres que tenga siempre por guía la palabra de aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo dio la misión de anunciar el Evangelio (Prefacio de los Apóstoles I: Misal Romano).

. Posiblemente el atributo “apostólico” sea el más importante pues es el fundamento de los atributos anteriores de “una”, “santa” y “católica”. Es ese atributo de la continuidad que tiene la iglesia desde Jesucristo a través de los apóstoles. La iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles en un triple sentido: · en el sentido de que fue y permanece edificada sobre el fundamento de los apóstoles, Efesios 2,20 “Sois como un edificio levantado sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas; y el propio Cristo Jesús es la piedra que corona el edificio” , es decir, los cimientos de esta iglesia fueron y permanecen en los apóstoles que fueron testigos oculares de la resurrección de Cristo y enviados por Cristo a evangelizar. Esos apóstoles fueron testigos escogidos y enviados en misión por el mismo Cristo, Mateo 28,16-20 “Así pues, los once discípulos fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al ver a Jesús, le adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó a ellos y les dijo: –Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced mis discípulos a todos los habitantes del mundo; bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñadles a cumplir todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Jesús antes de enviarles, reafirma “me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra”, es decir, para que no temáis ni estéis asustados les recuerda que quien les envía está revestido de pleno poder. En Hechos 1,8” …pero cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, recibiréis poder y saldréis a dar testimonio de mí en Jerusalén, en toda la región de Judea, en Samaria y hasta en las partes más lejanas de la tierra“ Jesús les envía a ser testigos, a testificar lo que han visto y han oído con el poder del Espíritu, no con el poder de la carne, ya vimos como con el poder de la carne no pueden testificar, por ejemplo, el mismo Pedro con el poder de la carne no pudo testificar sino que negó a Cristo, sin embargo con el poder del Espíritu le testificó y fue mártir.

. Un segundo sentido de que la iglesia es apostólica lo vemos en cuanto que guarda y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanza, el buen depósito, las palabras oídas a los apóstoles. Hechos 2,42 “acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles” o 2ª Timoteo 1,13-14 “Sigue el modelo de la sana enseñanza que de mí has recibido, y vive en la fe y el amor que tenemos por estar unidos a Cristo Jesús. Con la ayuda del Espíritu Santo que vive en nosotros, cuida de la buena doctrina que Dios te ha confiado”, aquí se insiste en que hay un depósito que debe ser cuidado y transmitido, Jesús fundó una iglesia apostólica con la intención de continuidad, de no abandonarla, de que estará con nosotros siempre hasta el final, y de esta continuidad viene la sucesión apostólica y que el depósito de la fe sea algo que perdure.

. Un tercer sentido lo vemos porque la iglesia sigue siendo enseñada por los apóstoles, el colegio de los obispos sucede a los apóstoles, esto es lo que llamamos la sucesión apostólica. Esto la primitiva comunidad cristiana lo valoraba tremendamente para distinguir la verdadera iglesia de las falsas iglesias. Por ejemplo cuando san Ireneo pugnaba con los herejes que se separaban de la iglesia les cuestionaba la iglesia que estaban fundando los herejes diciéndoles cómo se entronca esa iglesia con los apóstoles de Jesucristo, cuál es la continuidad apostólica de esa iglesia. La primitiva iglesia al rezar el canon, mentaba toda la sucesión apostólica (los nombres) porque era consciente de que esos eran los sucesores de los apóstoles y que su iglesia entroncaba con Cristo a través de esa sucesión apostólica. Entonces, Ireneo discute con las iglesias herejes porque no mantienen la sucesión apostólica y no se entroncan con Cristo. San Ireneo tuvo el cuidado de hacer un árbol genealógico entre cada uno de los obispos hasta llegar a uno de los doce apóstoles. Un obispo es un sucesor de los doce apóstoles, en concreto el obispo de Roma es sucesor de san Pedro.

La misión de los Apóstoles

Punto 858 Jesús es el enviado del Padre. Desde el comienzo de su ministerio, "llamó a los que él quiso [...] y vinieron donde él. Instituyó Doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar" (Mc 3, 13-14). Desde entonces, serán sus "enviados" [es lo que significa la palabra griega apostoloi]. En ellos continúa su propia misión: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Jn 20, 21; cf. Jn 13, 20; 17, 18). Por tanto su ministerio es la continuación de la misión de Cristo: "Quien a vosotros recibe, a mí me recibe", dice a los Doce (Mt 10, 40; cf,Lc 10, 16).

. Marcos 3.13-14 “Después subió Jesús a un cerro y llamó a quienes le pareció conveniente. Una vez reunidos, eligió a doce de ellos para que le acompañasen y para enviarlos a anunciar el mensaje. Los llamó apóstoles”, Jesús instituyó doce, entroncando las doce tribus de Israel del Antiguo Testamento con los doce apóstoles, para que estuvieran con Él y luego para enviarlos a predicar, lo cual remarca más que Jesús creó una escuela apostólica. Apóstol significa enviado y en los apóstoles Jesús continúa y prolonga su propia misión. Si Cristo es el enviado del Padre, los apóstoles son los enviados de Jesucristo. Por tanto dice a los doce “quien a vosotros recibe, a mí me recibe”, y quien rechaza a un apóstol está rechazando a Jesucristo. Mateo 10,14 “Y si no os reciben ni quieren escucharos, salid de la casa o del pueblo y sacudíos el polvo de los pies. Os aseguro que en el día del juicio el castigo de ese pueblo será más duro que el de los habitantes de la región de Sodoma y Gomorra”, aquí vemos hasta qué punto se siente Jesús implicado en el envío de los apóstoles. Lucas 10,16 “El que os escucha a vosotros me escucha a mí, y el que os rechaza a vosotros me rechaza a mí; y el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió” o Mateo 10,40 “El que os recibe a vosotros, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió”, todo ello remarca hasta qué punto los apóstoles son prolongación de Jesucristo, hasta el punto de que es Cristo mismo el que está siendo recibido o rechazado.

Punto 859 Jesús los asocia a su misión recibida del Padre: como "el Hijo no puede hacer nada por su cuenta" (Jn 5, 19.30), sino que todo lo recibe del Padre que le ha enviado, así, aquellos a quienes Jesús envía no pueden hacer nada sin Él (cf. Jn 15, 5) de quien reciben el encargo de la misión y el poder para cumplirla. Los Apóstoles de Cristo saben por tanto que están calificados por Dios como "ministros de una nueva alianza" (2 Co 3, 6), "ministros de Dios" (2 Co 6, 4), "embajadores de Cristo" (2 Co 5, 20), "servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios" (1 Co 4, 1).

. Se afirma que los que son enviados por Cristo saben perfectamente que sin Él no pueden hacer nada. Juan 15,5 “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos, el que permanece en mí y Yo en él, ése da fruto, porque sin mí no podéis hacer nada”. Si esta expresión “sin mí no podéis hacer nada” puede ser aplicada a todo cristiano, porque no somos nada sin la gracia de Dios, pues todavía puede ser aplicada de una forma más directa a lo que al ministerio se refiere para los apóstoles. Si cortamos el sarmiento de la vid, si cortamos la sucesión apostólica no somos nada. Los apóstoles son algo en cuanto que se están entroncando con la sucesión apostólica que es Cristo, si se rompe, si se poda la sucesión apostólica entonces es cuando surge una secta, que tal significa secta, secta es separación, segregación, apartado.

Punto 860 En el encargo dado a los Apóstoles hay un aspecto intransmisible: ser los testigos elegidos de la Resurrección del Señor y los fundamentos de la Iglesia. Pero hay también un aspecto permanente de su misión. Cristo les ha prometido permanecer con ellos hasta el fin de los tiempos (cf. Mt 28, 20). "Esta misión divina confiada por Cristo a los Apóstoles tiene que durar hasta el fin del mundo, pues el Evangelio que tienen que transmitir es el principio de toda la vida de la Iglesia. Por eso los Apóstoles se preocuparon de instituir [...] sucesores" (LG 20).

. Los apóstoles tienen una cualidad que les hace irrepetibles, que hace que la figura del apóstol sea admirada en toda la iglesia, que sea punto de referencia. Nos podemos imaginar el entusiasmo que suscitaría en la primitiva comunidad cristiana con la presencia de los apóstoles cuando iban a predicar pues iban a escuchar a un testigo de la resurrección de Jesús, alguien que había compartido una convivencia durante tres años con Jesús, que había aprendido de Jesús, etcétera, es lógico por tanto ese entusiasmo al escucharles. Jesús prometió que está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, promete una gracia que perdura a lo largo del tiempo, no es una gracia puntual. Dios siempre permanece fiel aunque nosotros no lo seamos, Dios siempre está con nosotros aunque nosotros no siempre estemos con él. 

sábado, 2 de abril de 2016

Catecismo 853-856. La Iglesia es católica. La misión, exigencia de la catolicidad de la Iglesia II

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Punto 853 Pero en su peregrinación, la Iglesia experimenta también "hasta qué punto distan entre sí el mensaje que ella proclama y la debilidad humana de aquellos a quienes se confía el Evangelio" (GS 43, 6). Sólo avanzando por el camino "de la conversión y la renovación" (LG 8; cf . ibíd.,15) y "por el estrecho sendero de la cruz" (AG 1) es como el Pueblo de Dios puede extender el reino de Cristo (cf RM 12-20). En efecto, "como Cristo realizó la obra de la redención en la pobreza y en la persecución, también la Iglesia está llamada a seguir el mismo camino para comunicar a los hombres los frutos de la salvación" (LG 8).

. Por una parte se proclama la desproporción que hay entre el mensaje que estamos llamados a proclamar y la debilidad humana de aquellos a los que se les ha confiado la tarea de la predicación. Esto en la sagrada escritura está reflejado en muchos momentos: “pero a donde iré”, “cómo es que me has elegido a mí”, “mira que soy débil”, “mira que no sé elegir palabras, que no sé hablar”, “que soy cobarde”; y el Señor nos dice “no digas no puedo, no digas no soy capaz” porque soy YO el que te he elegido y pondré en tus labios las palabras adecuadas, no temas, no tengas miedo. Esta inmensa desproporción entre la debilidad, la impotencia y la inmensidad de la tarea de la misión es algo bueno, porque el Señor lo ha querido así, para que no nos apoyemos en nuestras propias fuerzas sino que nos sintamos guiados e impulsados por el Espíritu. Si pensáramos que somos nosotros con nuestras propias capacidades, pues posiblemente nos ufanaríamos y caeríamos en un pecado de soberbia creyendo que son nuestras fuerzas y no la gracia de Dios la que lleva adelante la misión. Aquí pues la primera afirmación que se hace es la desproporción entre lo que hay que hacer en la misión y las cualidades de los que tenemos que llevar a cabo esa tarea.

. Sólo avanzando por el camino de la conversión y renovación se puede extender el reino de Cristo. A la iglesia al igual que Cristo, se le ha concedido el ejercer de pastor, pero hay una diferencia entre Cristo y la iglesia, y es que Cristo es pastor y la iglesia es a la vez pastor y oveja. El cristiano que está llamado a ser misionero, es pastor y es oveja, y será buen pastor en la medida en la que sea buena oveja. Cómo va a saber mandar un pastor si no sabe obedecer, cómo va a proclamar la conversión si él no está en camino de conversión, si él no se arrodilla, si él se cree dueño de ese mensaje en lugar de ser servidor de él!. Cuando un pastor predica siente que se está auto predicando, recibiendo uno mismo lo que está predicando porque la iglesia es pastor y oveja.

Punto 854 Por su propia misión, "la Iglesia [...] avanza junto con toda la humanidad y experimenta la misma suerte terrena del mundo, y existe como fermento y alma de la sociedad humana, que debe ser renovada en Cristo y transformada en familia de Dios" (GS 40, 2). El esfuerzo misionero exige entonces la paciencia. Comienza con el anuncio del Evangelio a los pueblos y a los grupos que aún no creen en Cristo (cf. RM 42-47), continúa con el establecimiento de comunidades cristianas, "signo de la presencia de Dios en el mundo" (AG 15), y en la fundación de Iglesias locales (cf RM 48-49); se implica en un proceso de inculturación para así encarnar el Evangelio en las culturas de los pueblos (cf RM 52-54); en este proceso no faltarán también los fracasos. "En cuanto se refiere a los hombres, grupos y pueblos, solamente de forma gradual los toca y los penetra y de este modo los incorpora a la plenitud católica" (AG 6).

. La iglesia avanza junto con la humanidad, experimenta su misma suerte, las mismas crisis, las mismas corrientes culturales que incluso a veces la propia iglesia denuncia porque como vivimos en el mismo mundo, pues también se contagia del ambiente del mundo, para bien y para mal. Sin embargo, estamos llamados a ser fermento y alma de la sociedad, es decir, en la medida en que llevamos a Cristo en nuestro interior, ese Cristo es capaz de transformarlo todo, es capaz de transformar la humanidad dividida que tiende a disgregarse.

. El esfuerzo misionero exige paciencia, no busquemos éxitos instantáneos, frutos inmediatos. Es propio de la misión tener mucha paciencia, Dios no ha querido ser instantáneo, porque se ha adapta a nosotros, a la necesidad de gradualidad que tenemos, a esa pedagogía de que nos cuesta, y necesitamos tiempo para ver las cosas por nosotros mismos y que no sea Dios quien nos las meta sin haberlas entendido. Necesitamos un tiempo de purificación y de adaptación, Dios se adapta a nuestro ritmo de comprensión y nos pide paciencia en la misión porque Él también la tuvo. Acuérdate del árbol que no se corta y esperamos al año que viene a ver si da fruto. Jesús nos pide paciencia en la misión. Y habrá retrocesos, uno piensa y quiere que haya un crecimiento constante y éxitos uno detrás de otro, pero no, habrá retrocesos como es el caso de los países del norte de África. Hemos de ser por lo tanto incansables, predicando en tiempos buenos y en tiempos difíciles, sin ser esclavos de la circunstancia social en la que nos ha tocado llevar adelante la misión. La paciencia tiene que estar unida a la perseverancia.

Punto 855 La misión de la Iglesia reclama el esfuerzo hacia la unidad de los cristianos (cf RM 50). En efecto, "las divisiones entre los cristianos son un obstáculo para que la Iglesia lleve a cabo la plenitud de la catolicidad que le es propia en aquellos hijos que, incorporados a ella ciertamente por el bautismo, están, sin embargo, separados de su plena comunión. Incluso se hace más difícil para la propia Iglesia expresar la plenitud de la catolicidad bajo todos los aspectos en la realidad misma de la vida" (UR 4).

. Se hace referencia a las dificultades que supone para la misión de la iglesia, pues la falta de unidad plena entre las iglesias cristianas. Cuando la iglesia va a misionar, los que reciben a los misioneros dirán “que se pongan de acuerdo” cuando ven que reciben un pastor protestante, un pastor anglicano luego un misionero católico, que todos me hablan de Jesucristo pero uno ve que si entre ellos están divididos no ayuda nada a ser creíble el mensaje que está siendo trasmitido y es una dificultad añadida. La falta de unidad entre las iglesias es un obstáculo serio para la misión y nos lleva a ver la necesaria unión del camino ecuménico. A pesar de esta imperfección, tenemos que seguir con la tarea de la misión.

Punto 856 La tarea misionera implica un diálogo respetuoso con los que todavía no aceptan el Evangelio (cf RM 55). Los creyentes pueden sacar provecho para sí mismos de este diálogo aprendiendo a conocer mejor "cuanto [...] de verdad y de gracia se encontraba ya entre las naciones, como por una casi secreta presencia de Dios" (AG 9). Si ellos anuncian la Buena Nueva a los que la desconocen, es para consolidar, completar y elevar la verdad y el bien que Dios ha repartido entre los hombres y los pueblos, y para purificarlos del error y del mal "para gloria de Dios, confusión del diablo y felicidad del hombre" (AG 9).

. La actitud con la que tenemos que llevar adelante la tarea de la misión es una actitud de diálogo respetuoso, es decir, no ir a humillar, ni tener una actitud prepotente en la que en lugar de llevar a Cristo se está llevando la cultura propia. Lo que hace el misionero es inculturarse en aquella cultura a la que va a evangelizar y ver como en esa cultura había una presencia secreta de Dios donde había ya valores evangélicos. La primera actitud del misionero es zambullirse en aquella cultura a la que va, pero sin olvidar que uno va a enseñar, a trasmitir el mensaje de Jesús. En toda cultura, satanás ha ido sembrando cizaña, ha ido sembrando valores que son contrarios al evangelio por lo tanto el misionero tiene que denunciar los errores que hace que la dignidad del hombre sea atacada. El misionero tiene que tener una actitud con dos facetas: huir de la prepotencia y huir de los complejos. En nuestro momento actual, el peligro del complejo nos está acosando más al confundir que ir a misiones es solo ir a acompañar sin atreverse a hablar de Jesucristo, diciendo que vean nuestro ejemplo pero no decimos nada. La misión debe estar acompañada de obras y palabras.