Punto 871 "Son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el Pueblo de Dios y, hechos partícipes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo" (CIC, can. 204, 1; cf. LG 31).
. Este punto está tomado literalmente del canon 204 del derecho canónico de la iglesia, y antes de entrar en jerarquías, tipos de vidas, etcétera, primero se habla de fieles de Cristo, que es algo que antecede a toda distinción pues todos los cristianos participamos de una misma condición de fieles de Cristo y antecede a toda distinción de distintos grados de jerarquías, de distintas condiciones, de distintas formas de ser o de estar en la iglesia, es pues un concepto previo en el que todos somos uno como fieles de Cristo. Nuestra vocación común, lo que nos hace a todos iguales es ser fieles de Cristo, ser seguidores de Cristo. Somos fieles de Cristo los incorporados a Cristo por el bautismo, injertados en Cristo por el bautismo, éste nos ha introducido en Cristo, por el bautismo hemos sido hechos sarmientos, somos hijos de Dios en Cristo. Estamos todos integrados en el pueblo de Dios y participamos de la función profética, sacerdotal y real cada uno a su modo y en su condición y estamos llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la iglesia en el mundo. Lo clave es ser fiel de Cristo y donde nos ha plantado Dios a cada uno de nosotros, allí estamos llamados a florecer porque todos somos importantes en esa misión, pues aquí no sobramos ninguno, no hay misiones de primera ni misiones de segunda, cada uno de nosotros somos iglesia y somos imprescindibles. Esta afirmación nos tiene que llevar a borrar de nuestra mentalidad el pensar que ser iglesia son los curas y los demás son “clientes” de la iglesia, como si la iglesia fuera una institución tradicional a la que se recurre en momentos puntuales bien sea para un bautismo o para una boda, y que se sienten clientes de la iglesia en lugar de miembros vivos, van a la iglesia a determinadas cosas en concreto y nada más. Esta mentalidad es la que tenemos que sanar. Hay algo que el Señor pensó para ti en concreto que si tú no eres fiel en su cumplimiento quedará desierto, hay algo que nadie puede hacer por ti, que es esa respuesta fiel a la vocación que Cristo te dio en tu vida dentro de la iglesia.
Punto 872 "Por su regeneración en Cristo, se da entre todos los fieles una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y acción, en virtud de la cual todos, según su propia condición y oficio, cooperan a la edificación del Cuerpo de Cristo" (CIC can. 208; cf. LG 32).
. Este punto también está tomado de los cánones del derecho canónico. Por la regeneración en Cristo se refiere al bautismo, y tenemos una igualdad en la dignidad. En el cuerpo de Cristo tiene igual dignidad cualquiera de sus miembros, no hay miembros más dignos o menos dignos. Todo el mundo tenemos un puesto en el cuerpo de Cristo y no sobramos ninguno. Cada uno de los servicios que se realizan en la iglesia por muy mínimos que sean son igualmente dignos en la cooperación de la edificación del cuerpo de Cristo. Si hubiera competitividades en la iglesia, nos encontramos con una enfermedad horrorosa, las aspiraciones por hacer un servicio que uno considera más digno que otro sería un mal que nos hace perder conciencia de que cada uno tenemos una igual dignidad en la edificación del cuerpo de Cristo. Lo que nos marcará no es el cargo concreto que tengamos en la iglesia sino el nivel de santidad, por ejemplo no sabemos a bote pronto quién era el obispo en tiempos de san Vicente de Paul porque lo que permanece es la santidad, la entrega fiel, y no el cargo en concreto que ocupa cada uno.
Punto 873 Las mismas diferencias que el Señor quiso poner entre los miembros de su Cuerpo sirven a su unidad y a su misión. Porque "hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero unidad de misión. A los apóstoles y sus sucesores les confirió Cristo la función de enseñar, santificar y gobernar en su propio nombre y autoridad. Pero también los laicos, partícipes de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cumplen en la Iglesia y en el mundo la parte que les corresponde en la misión de todo el Pueblo de Dios" (AA 2). En fin, "en esos dos grupos [jerarquía y laicos] hay fieles que por la profesión de los consejos evangélicos [...] se consagran a Dios y contribuyen a la misión salvífica de la Iglesia según la manera peculiar que les es propia" (CIC can. 207, 2).
. Se insiste en que incluso las diferencias que hay entre los miembros de Cristo, jerarquía, laicos y consagrados, sirven a la unidad y a su misión. Esto se entiende porque gracias a que son diferentes, son complementarios y sirven a la unión. Cada uno ejerce una función diferente y eso sirve a la unión. Las diferencias no suponen una menor dignidad, al contrario, afortunadamente las diferencias suponen una riqueza de carismas que sirven a la unidad. Esas diferencias además sirven a la misión porque cada uno tiene posibilidades distintas de llevar la misión al mundo incidiendo en lugares y ambientes distintos para que no quede ningún rincón donde Cristo no pueda llegar. Incluso dentro de la propia vocación, la existencia de carismas o caracteres peculiares en cada uno que nos hace diferentes unos de otros, nos permite llegar a un tipo de personas o a otro tipo de personas. Tenemos que estar unidos en lo fundamental, en la fe, pero esa pluriformidad dentro de la iglesia, como por ejemplo los distintos movimientos hacen que cada uno tenga una capacidad de incidir en personas distintas. Las diferencias son pues para bien de la misión de la iglesia porque así llegamos a más gente, porque así cada uno encuentra dentro de esta gran familia que es la iglesia un sitio que ve que encaja mejor. Esto nos tiene que hacer ser muy humildes porque no hay ninguno de nosotros que agote el misterio de Cristo, ninguno de nosotros representamos totalmente, ninguno de nosotros llegamos a ser ese lugar en el que todo el mundo se siente a gusto pues afortunadamente hay una diversidad que hace que la misión de la iglesia pueda llegar a todos los lugares. Seamos humildes para no creernos imprescindibles. Lo importante es ser fiel de Cristo, tenemos una común dignidad como fieles de Cristo y las diferencias que tenemos en nuestra misión dentro de la iglesia sirven a la unidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario