jueves, 7 de abril de 2016

Catecismo 861-862. La Iglesia es apostólica. Los obispos, sucesores de los Apóstoles

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Punto 861 "Para que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada, [los Apóstoles] encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidaran de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les había puesto para ser los pastores de la Iglesia de Dios. Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en el ministerio" (LG 20; cf. San Clemente Romano, Epistula ad Corinthios, 42, 4).

. San Clemente Romano es uno de los padres de la iglesia más antiguos, que falleció en torno al año 99, por lo tanto cuando el Catecismo se refiere a estos padres, se está remontando a los tiempos iniciales de la iglesia y es de resaltar cómo se remonta a estos tiempos para buscar interpretaciones autorizadas de como entendió la primitiva comunidad cristiana el deposito que los apóstoles estaban transmitiendo. El Catecismo está impregnado de textos de la sagrada escritura y al mismo tiempo de textos de los santos padres de los primeros siglos porque los católicos tenemos esa doble fuente de revelación: la sagrada escritura y la tradición que especialmente a través de los santos padres de los primeros siglos nos enseñan como la primitiva comunidad cristiana interpretó y recibió la palabra de Dios.

. En medio de la crisis gnóstica que fue una de las primeras crisis que existieron en la iglesia, san Ireneo apeló como criterio de verdad a la sucesión apostólica confeccionando listas de obispos que las iglesias particulares remontaban hasta los apóstoles. Cuando vio que las herejías empezaban a surgir, y se autonombraban como obispos, Irineo realizó listas de sucesión apostólica en las que se entronque el obispo legítimo de la diócesis con los apóstoles. Otro tanto hicieron personajes como Tertuliano. Estos obispos son pues los obispos locales legítimos. La tradición apostólica escrita por Hipólito, nos relata que el obispo debía ser ordenado por los obispos de las iglesias vecinas. La comunión con los orígenes apostólicos implicaba la fidelidad de la iglesia con la doctrina revelada por Cristo y trasmitida por los apóstoles.

. Sin esta apostolicidad, la iglesia no sería la misma, hubiese perdido su identidad, sería otra cosa, otra cosa hermosa, pero no sería la misma. La iglesia está organizada como institución apostólica desde el mismo Cristo, hay un colegio apostólico que garantiza, continua y conserva fielmente la misión y la doctrina recibida por los apóstoles. La iglesia está edificada sobre el cimiento de los apóstoles cuya piedra angular es Cristo. Los apóstoles fueron testigos de Cristo, mientras que los obispos no lo fueron, los obispos están edificados sobre los cimientos (apóstoles) y al contrario de los apóstoles, los obispos aunque son sucesores de los apóstoles, forman parte de una iglesia ya existente, mientras que los apóstoles establecieron la iglesia. Los apóstoles tienen el carisma de una tradición normativa, mientras que los obispos tienen una tradición explicativa, lo que hacen es explicar la tradición normativa de los apóstoles, el obispo no da normas nuevas, lo que hace es interpretar, aplicar a una situación concreta lo que fue la revelación de Cristo trasmitida a través de los apóstoles. Hay pues una diferencia entre el apóstol y el obispo, éste lo que hace es prolongar, concretar, pero él no ha sido testigo de la resurrección, no es fundamento de la iglesia ni tiene una tradición normativa, pero sin embargo es indispensable para prolongar la misión de Cristo.      

Punto 862 "Así como permanece el ministerio confiado personalmente por el Señor a Pedro, ministerio que debía ser transmitido a sus sucesores, de la misma manera permanece el ministerio de los Apóstoles de apacentar la Iglesia, que debe ser ejercido perennemente por el orden sagrado de los obispos". Por eso, la Iglesia enseña que "por institución divina los obispos han sucedido a los apóstoles como pastores de la Iglesia. El que los escucha, escucha a Cristo; el que, en cambio, los desprecia, desprecia a Cristo y al que lo envió" (LG 20).

. Hay que decir que la sucesión apostólica no es una sucesión meramente cronológica o temporal sino que es una sucesión formal en el sentido de que se perpetua la misión de Cristo, en esta sucesión, ningún obispo concreto sucede a un apóstol sino que es el colegio episcopal el que sucede al colegio apostólico, sólo el obispo de Roma sucede personalmente a Pedro. Sólo en la diócesis de Roma el obispo de Roma sucede a Pedro, y en las demás diócesis es el colegio episcopal el que sucede al colegio apostólico, hay una colegialidad, la prueba de ello es que se cambia de destino a los obispos exceptuando al obispo de Roma que nunca se le cambia de destino. El obispo ejerce su función episcopal cuando la ejerce en comunión con las demás iglesias presididas por Pedro, si no está en comunión con las demás iglesias, si no está en comunión con Pedro, no es garantía de verdad porque no sucede en línea directa a un apóstol, sino que es el colegio de los obispos el que sucede al colegio de los apóstoles.


. En el mundo luterano no se da esta comunión con las demás iglesias ni con Pedro, y no se da porque Lutero negó la eucaristía como memorial de Cristo en la cruz, Lutero afirma que el sacrificio de Cristo se dio una sola vez pero que luego no se actualiza por la eucaristía, entonces como este sacrificio ya se dio y no perdura pues entonces no hace falta sacerdocio, ni hace falta episcopado, no hace falta trasmisión apostólica para poder celebrar la eucaristía y por lo tanto la apostolicidad se reduce a una coincidencia en la fe con la iglesia primitiva. El pastor protestante no es un sucesor de los apóstoles sino que es alguien elegido por la comunidad para que presida la comunidad. Para los protestantes la apostolicidad de la iglesia no consiste en la sucesión del ministerio apostólico. El que escucha a los obispos escucha a Cristo y el que los desprecia, desprecia a Cristo. En la parábola del rico Epulón “..replicó Abrahán: «Tienen a Moisés y a los Profetas. ¡Que los oigan!»”, aquí vemos que la conversión no tiene que ser por algo espectacular sino que simplemente tienes a los profetas y a los obispos para escuchar la palabra de Cristo para convertirte. Igualmente quien desprecia a los obispos desprecia a Cristo. Cuando muchas veces los medios de comunicación están solamente pendientes para interpretar de una manera retorcida cualquier expresión y los obispos parece que tienen que hacer malabarismos para que cualquier palabra no sea malinterpretada o sacada de quicio.

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