Punto
2.618 El Evangelio nos revela cómo María ora e
intercede en la fe: en Caná (cf Jn 2, 1-12) la madre de Jesús ruega a
su Hijo por las necesidades de un banquete de bodas, signo de otro banquete, el
de las bodas del Cordero que da su Cuerpo y su Sangre a petición de la Iglesia,
su Esposa. Y en la hora de la nueva Alianza, al pie de la Cruz
(cf Jn 19, 25-27), María es escuchada como la Mujer, la nueva Eva, la
verdadera “madre de los que viven”.
.
Juan 2,1-12: "Tres días después se
celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue
invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino,
porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No
tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha
llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.» Había
allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de
dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y
las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.»
Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como
ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo
sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino
bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino
bueno hasta ahora.» Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales.
Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos. Después bajó a
Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron
allí muchos días.", en este pasaje de las bodas de Caná, María nos
hace de embajadora y especialmente refiriéndolo a la oración. Se celebra una
alianza nupcial y Jesús se dispone a hacer un primer signo, ante la falta de
vino, ante la falta de alegría del amor humano Jesús ofrece un vino que es la
imagen de que el amor de Dios no se va a agotar. Es algo parecido al pasaje de
la samaritana en la que Jesús ofrece una fuente de agua interior que no se
agotará. La imagen del agua convertida en vino es como la fuente de agua. El
vino es signo de la alianza con la que Dios Padre se quiere desposar con
nosotros para siempre.
.
En este pasaje, Juan remarca la presencia de María en Caná, igual que lo
remarca cuando en el calvario dice que junto a la cruz estaba María y esto no
es una casualidad. María nos invita a ir a Jesús y hacer lo que él nos diga, y
a disponernos a adaptar nuestra vida acogiendo la voluntad de Dios, María
quiere que aprendamos a decir “lo que tú quieras, como tú quieras, cuando tú
quieras”. Cada vez que celebramos la eucaristía, María nos está invitando para
que asistamos a ese milagro de la conversión del vino en la sangre del Señor y
desde ahí aprender a decir “lo que tú quieras…”.
. El
segundo pasaje elegido en este punto es el de María al pie de la cruz, Juan
19,25-27: “Junto a la cruz de Jesús
estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María
Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba,
dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí
tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su
casa.", donde vemos a María asociada al misterio de la redención de
Cristo de manera muy especial. María se convierte en la mujer, nueva Eva, madre
de los vivientes. Llama la atención que Jesús llame mujer a María, en ella está
la mejor prueba de que nace un mundo nuevo con la sangre redentora de Cristo.
El discípulo unió su destino con ella, Dios ha querido que el destino del
discípulo sea el mismo que el de la madre, y que la vocación de uno, no se
realice sin la del otro, y así nuestro ser cristiano no podemos realizarlo sin
María. Somos dados como hijos a María.
. En la tradición oriental mariana, una de las mayores joyas que hay es un himno en honor a María que se llama el Akáthistos del siglo VII/VIII, y es algo así como el santo Rosario en la tradición occidental. Esta palabra Akáthistos significa “no sentado”, y es un himno de la liturgia oriental griega que medita sobre el misterio de la Maternidad Divina que se canta y se escucha de pie. En el rito bizantino ocupa un lugar privilegiado y goza de su propia fiesta: el quinto sábado de cuaresma, llamado precisamente por eso sábado de Akáthistos. Es un himno de acción de gracias. La ciudad de Constantinopla, consagrada a María, cuando se veía asediada por los bárbaros recurría a su protección; y le daba gracias con vigilias y cánticos en su honor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario