El nombre propio del Espíritu Santo
Punto 691 "Espíritu
Santo", tal es el nombre propio de Aquel que adoramos y glorificamos con
el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa
en el Bautismo de sus nuevos hijos (cf. Mt 28, 19).
El término "Espíritu" traduce el término
hebreo Ruah, que en su primera acepción significa soplo, aire, viento.
Jesús utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a
Nicodemo la novedad transcendente del que es personalmente el Soplo de Dios, el
Espíritu divino (Jn 3, 5-8). Por otra parte, Espíritu y Santo son
atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas. Pero, uniendo ambos
términos, la Escritura, la liturgia y el lenguaje teológico designan la persona
inefable del Espíritu Santo, sin equívoco posible con los demás empleos de los
términos "espíritu" y "santo".
. El Catecismo está totalmente empapado de la palabra de Dios y
vamos a enriquecernos de ello en este punto.
Mateo 28,19 dice “Id pues y haced
discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo”. Se distingue entre apelativos y nombre
propio hablando del Espíritu Santo, hay muchísimos apelativos como el fuego, la
luz, la paloma, el sello, la nube, la unción ….. pero como nombre propio se
recoge el del Espíritu Santo porque está puesto por Jesús al mismo nivel que el
del Padre y el Hijo. Por eso nos atrevemos a llamarle a este nombre de Espíritu
Santo, nombre propio.
. Nosotros los cristianos hemos sido bautizados en su nombre, en
su nombre comenzamos nuestras reuniones cristianos, en sus nombre somos
bendecidos. Los términos espíritu y santo se pueden atribuir cada uno por su
cuenta, a las tres personas divinas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son
espíritu; el Padre es santo, el Hijo es santo y el Espíritu Santo es santo. No
podemos decir lo mismo de los otros términos, por ejemplo, el término hijo no
puede ser atribuido al Padre pues el Padre es Padre, no es Hijo.
. El Antiguo Testamento está escrito en hebreo y el Nuevo
Testamento está escrito en griego. El término espíritu se traduce del término hebreo
Ruah que significa “soplo, aire, viento”, que nos sugiere el significado
profundo que tiene el texto de Juan 3,5-8 que recoge el dialogo de Jesús con
Nicodemo: “Jesús le respondió: «Te
aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el
Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace de Espíritu
es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: «Ustedes tienen que
renacer de lo alto». El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes
de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del
Espíritu»”, este texto nos ilumina mucho cual es el origen de la palabra
nacer del Espíritu, el que uno vuelva a nacer. Nacer del Espíritu Santo en el
bautismo, nacer del agua y del Espíritu haciendo una clara referencia al
bautismo.
Los apelativos del Espíritu Santo
Punto 692 Jesús,
cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el
"Paráclito", literalmente "aquel que es llamado junto a
uno", advocatus (Jn 14, 16. 26; 15, 26; 16, 7).
"Paráclito" se traduce habitualmente por "Consolador",
siendo Jesús el primer consolador (cf.1 Jn 2, 1). El mismo Señor llama al
Espíritu Santo "Espíritu de Verdad" (Jn 16, 13).
. La traducción literal de paráclito es “aquél que es llamado
junto a uno, aquél que es invocado para estar junto a nosotros”, por eso Jesús
nos dice que no nos vamos a quedar solos, él va a estar presente en el Espíritu
Santo junto a nosotros, no vamos a quedar huérfanos, vamos a sentir la sombra
protectora de Dios., nos va a acompañar, a guardar. Así nos lo dice Jesús en el
momento de su partida en Juan 14,16 “Y yo
rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con
ustedes” . Paráclito se traduce también habitualmente por
Consolador.
. En 1ª Juan 2,1 nos dice que Jesús aboga por nosotros ante el
Padre cuando pecamos. Jesús es el primer consolador, pero el Espíritu Santo es
el consolador que nos está aliviando nuestras heridas, nos consuela en nuestras
dificultades, en nuestros agobios. Igual que Jesús sintió el consuelo en Getsemaní,
sintamos el consuelo nosotros del Espíritu Santo.
. Otro apelativo del Espíritu Santo es el Espíritu de la Verdad,
en Juan 16,13 “Cuando venga el
Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará
por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo”,
el Espíritu Santo no nos consuela en sueños en los que nos podamos refugia,
sino que nos consuela en la Verdad.
Punto 693 Además de
su nombre propio, que es el más empleado en el libro de los Hechos y en las
cartas de los Apóstoles, en San Pablo se encuentran los siguientes apelativos:
el Espíritu de la promesa (Ga 3, 14; Ef 1, 13), el
Espíritu de adopción (Rm 8, 15; Ga 4, 6), el Espíritu de
Cristo (Rm 8, 11), el Espíritu del Señor (2 Co 3, 17), el
Espíritu de Dios (Rm 8, 9.14; 15, 19;1 Co 6, 11; 7, 40), y en
San Pedro, el Espíritu de gloria (1 P 4, 14).
. Todos estos apelativos los encontramos en san Pablo y en san
Pedro, por ejemplo en Gálatas 3,14 “Y
esto, para que la bendición de Abraham alcanzara a todos los paganos en Cristo
Jesús, y nosotros recibiéramos por la fe el Espíritu prometido”,
en Romanos 8,15 “ustedes no han recibido
un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de
hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios”, en Romanos 8,11 “Y si el Espíritu de aquel que resucitó a
Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a
sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes”, en 1ª Pedro 4,14 “Felices si son ultrajados por el nombre de Cristo, porque el
Espíritu de gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre ustedes”.
Los símbolos del Espíritu Santo
Punto 694 El agua. El
simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el
Bautismo, ya que, después de la invocación del Espíritu Santo, ésta se
convierte en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento: del mismo modo
que la gestación de nuestro primer nacimiento se hace en el agua, así el
agua bautismal significa realmente que nuestro nacimiento a la vida divina se
nos da en el Espíritu Santo. Pero "bautizados [...] en un solo
Espíritu", también "hemos bebido de un solo Espíritu"(1
Co 12, 13): el Espíritu es, pues, también personalmente el Agua viva que
brota de Cristo crucificado (cf. Jn 19, 34; 1 Jn 5, 8) como de su manantial y
que en nosotros brota en vida eterna (cf. Jn 4, 10-14; 7,
38; Ex 17, 1-6; Is 55, 1; Za 14, 8; 1
Co 10, 4; Ap 21, 6; 22, 17).
. Si no somos gestados en el Espíritu Santo no podemos nacer a la
vida eterna. Igual que si no hemos sido gestados en el agua, en el seno de
nuestra madre, no nacemos a esta vida. Esta es una profunda comparación que
hace el Catecismo. 1ª Corintios 12,13 nos dice “Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un
solo Cuerpo –judíos y griegos, esclavos y hombres libres– y todos hemos bebido
de un mismo Espíritu”.
. En el texto de Juan 19,34 “uno
de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre
y agua”, la Iglesia siempre ha visto en esa agua la imagen del Espíritu
Santo. Juan 7,37 “El último día, el más
solemne de la fiesta, Jesús, poniéndose de pie, exclamó: «El que tenga sed,
venga a mí; y beba el que cree en mí». Como dice la Escritura: "De su
seno brotarán manantiales de agua viva". Juan 4,10-14 “Jesús le respondió: «Si conocieras el don de
Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma se lo hubieras
pedido, y él te habría dado agua viva». «Señor, le dijo ella, no tienes nada
para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? ¿Eres
acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él
bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?». Jesús le respondió: «El que
beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le
daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él
en manantial que brotará hasta la Vida eterna»”. Tenemos que pensar que en el
Espíritu Santo encontramos un manantial de agua de vida, tengamos sed del agua
viva, sed del Espíritu Santo.