Punto 668 "Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos" (Rm 14, 9). La Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos y en la tierra. El está "por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación" porque el Padre "bajo sus pies sometió todas las cosas"(Ef 1, 20-22). Cristo es el Señor del cosmos (cf. Ef 4, 10; 1 Co 15, 24. 27-28) y de la historia. En Él, la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación (Ef 1, 10), su cumplimiento transcendente.
. Cristo es el Señor, esta palabra Señor, nos parece en nuestros
días un término bastante intrascendente, decir Señor es como decir una persona
o un hombre. Leer la palabra Señor en el contexto bíblico desde esa intrascendencia
es un error. El título Señor en las Sagradas Escrituras tiene otra
trascendencia, en el Antiguo Testamento ya se mostraba el título Señor, que
significa o se dice Adonai en hebreo y Kyrios en griego, y nosotros hemos
traducido por Señor. Si nos remitimos al punto 209 Por respeto a su santidad el pueblo de
Israel no pronuncia el Nombre de Dios. En la lectura de la Sagrada Escritura,
el Nombre revelado es sustituido por el título divino "Señor"
(Adonai, en griego Kyrios). Con este título será aclamada la divinidad de
Jesús: "Jesús es Señor".” vemos la trascendencia de
este título dónde finalmente decir Señor es como decir Yahveh. Con el Nuevo
Testamento se transfiere a Jesucristo el título de Kyrios, de Señor. Esto es lo
concluyeron los primeros cristianos fruto de haber convivido con Cristo, de
haber visto su señorío cuando multiplicaba los panes, cuando andaba sobre las
aguas, cuando calmó la tempestad, y se preguntaban quién es éste que hasta el
cielo y el mar le obedecen?, e iban entendiendo éste es Señor, el mismo que
dividió las aguas en el mar rojo por donde el pueblo de Israel pasó. Hubo un
texto clave para que los primeros cristianos apropiasen este título a Jesucristo
y debatiesen con los judíos, es el salmo 110 “Oráculo de Yahveh a mi Señor, siéntate a mi derecha y haré de tus
enemigos estrados de tus pies”, cómo interpretar Oráculo de Yahveh o del
Señor a mi Señor… por quién estaba dicho ese salmo?, la primera iglesia
cristiana utiliza este texto para decir que el verdadero cumplidor de este
texto era Jesucristo y no David. En Mateo 22,42-46 se nos dice: “Mientras los fariseos estaban reunidos,
Jesús les hizo esta pregunta: «¿Qué piensan acerca del Mesías? ¿De quién es
hijo?». Ellos le respondieron: «De David». Jesús les dijo: «¿Por qué entonces,
David, movido por el Espíritu, lo llama "Señor", cuando dice:
"Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus
enemigos debajo de tus pies"? Si David lo llama "Señor",
¿cómo puede ser hijo suyo?». Ninguno fue capaz de responderle una sola
palabra, y desde aquel día nadie se atrevió a hacerle más preguntas”. Jesús
está haciendo pensar a los judíos que le rodean que ese texto solo puede haber
sido dicho en plenitud por Jesucristo, por el mesías, porque en David esa
promesa no ha sido cumplida. En otros textos como Lucas 1,43 “¿Quién soy yo, para que la madre de mi
Señor venga a visitarme?”, o en Lucas 2,11 “Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el
Mesías, el Señor”. Tanto Isabel como los pastores de Belén son
capaces de percibir en ese que está naciendo al Señor. La Iglesia naciente
proclama en su predicación el señorío de Cristo, en Hechos 2,34 “Porque no es David el que subió a los
cielos; al contrario, él mismo afirma: "Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a todos tus enemigos debajo de tus
pies". Por eso, todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús
que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías”, es decir, vuelven al mismo texto y dicen que
David no ha resucitado, está en el Seol, por lo tanto no puede referirse ese
texto a David sino a Cristo. Esta proclamación por parte de los apóstoles era
escandalosa porque decían “a este que vosotros habéis crucificado….”
Punto 670 Desde la Ascensión, el designio de Dios ha entrado en su consumación. Estamos ya en la "última hora" (1 Jn 2, 18; cf. 1 P 4, 7). "El final de la historia ha llegado ya a nosotros y la renovación del mundo está ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna manera real está ya por anticipado en este mundo. La Iglesia, en efecto, ya en la tierra, se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta" (LG 48). El Reino de Cristo manifiesta ya su presencia por los signos milagrosos (cf. Mc 16, 17-18) que acompañan a su anuncio por la Iglesia (cf. Mc 16, 20).
. Es especialmente san Pablo el que a lo largo de sus
cartas va concretando en qué se traduce ese señorío de Jesucristo. Entendiendo
que Jesús es mi Señor estamos libres de muchos miedos, él dirige los hilos de
la historia. Cristo es Señor de la muerte, en 1ª Cor 15 “En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el
Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es
necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus
pies. El último enemigo que será vencido es la muerte”, es pues la
muerte el último enemigo sometido por el señorío de Jesucristo en la
resurrección.
.
El Señor es también Señor de la Iglesia, cabeza de la Iglesia que es su cuerpo.
La Iglesia es sierva de un Señor, de Jesucristo.
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