jueves, 17 de diciembre de 2015

Catecismo 707-716. El Espíritu Santo y la palabra de Dios en el tiempo de las promesas. El E.S. en el Antiguo Testamento

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En las Teofanías y en la Ley

Punto 707 Las Teofanías [manifestaciones de Dios] iluminan el camino de la Promesa, desde los Patriarcas a Moisés y desde Josué hasta las visiones que inauguran la misión de los grandes profetas. La tradición cristiana siempre ha reconocido que, en estas Teofanías, el Verbo de Dios se dejaba ver y oír, a la vez revelado y "cubierto" por la nube del Espíritu Santo.

Punto 708 Esta pedagogía de Dios aparece especialmente en el don de la Ley (cf. Ex 19-20; Dt 1-11; 29-30), que fue dada como un "pedagogo" para conducir al Pueblo hacia Cristo (Ga 3, 24). Pero su impotencia para salvar al hombre privado de la "semejanza" divina y el conocimiento creciente que ella da del pecado (cf. Rm 3, 20) suscitan el deseo del Espíritu Santo. Los gemidos de los Salmos lo atestiguan.

. Cómo vemos al Espíritu Santo preparado en el Antiguo Testamento?. Una de las formas es cuando Yahveh da la ley a su pueblo, una ley escrita en tablas de piedra, una alianza de Yahveh con su pueblo. Fue un compromiso donde el pueblo se compromete a cumplir esa ley y Yahveh se compromete a no apartarse jamás de ese pueblo. Esa ley ponía en evidencia la impotencia del hombre para poder cumplirla por la pérdida de la semejanza con Dios en el pecado original. Romanos 3,20 nos dice “Porque a los ojos de Dios, nadie será justificado por las obras de la Ley, ya que la Ley se limita a hacernos conocer el pecado”, es decir, la ley por sí sola es hacernos conscientes que no somos capaces de vivir según la voluntad de Dios, la ley deja al descubierto nuestro pecado.

. Hacemos cosas que no queremos hacer y nos proponemos cosas que luego no somos capaces de hacer. Esto formó parte en el plan de Yahveh para que el hombre creciese en sed del Espíritu Santo, así Israel fue cayendo en cuenta de que no le bastaba con una ley escrita en unas tablas de piedra, sin embargo el espíritu de Yahveh capacita al hombre para que el cumplimiento de la ley no sea algo pesado sino algo gozoso para el hombre, para que no sea un peso sino una liberación. Escribe la ley en nuestros corazones como fruto del Espíritu Santo.

. Cuando se ven preceptos, mandamientos y prohibiciones en la ley de Dios, que nos resultan antipáticos, pues me manda lo que no me apetece y me prohíbe lo que me apetece, ahí tenemos una percepción muy carnal de ver la ley de Dios, es una sensación donde falta el Espíritu Santo, y uno todavía no ha experimentado que la ley de Dios no solo es la voluntad de Dios sino que es también el bien del hombre, y esto lo hace entender el Espíritu Santo. El hombre carnal piensa que las cosas son pecado porque están prohibidas de forma caprichosa por el legislador, sin embargo el hombre espiritual piensa que son pecado porque hacen daño al hombre, la ley no es un precepto caprichoso de Yahveh, las cosas no están prohibidas porque son pecado, sino que son pecado porque hacen daño al hombre. El Espíritu Santo capacita para entender que la ley es el bien del hombre y al mismo tiempo da la fuerza para poderla cumplir gozosamente sin que sea un yugo que aplaste al hombre.   

En el Reino y en el Exilio

Punto 709 La Ley, signo de la Promesa y de la Alianza, habría debido regir el corazón y las instituciones del pueblo salido de la fe de Abraham. "Si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza [...], seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa" (Ex 19,5-6; cf. 1 P2, 9). Pero, después de David, Israel sucumbe a la tentación de convertirse en un reino como las demás naciones. Pues bien, el Reino objeto de la promesa hecha a David (cf. 2 S 7; Sal89; Lc 1, 32-33) será obra del Espíritu Santo; pertenecerá a los pobres según el Espíritu.

Punto 710 El olvido de la Ley y la infidelidad a la Alianza llevan a la muerte: el Exilio, aparente fracaso de las Promesas, es en realidad fidelidad misteriosa del Dios Salvador y comienzo de una restauración prometida, pero según el Espíritu. Era necesario que el Pueblo de Dios sufriese esta purificación (cf. Lc 24, 26); el Exilio lleva ya la sombra de la Cruz en el Designio de Dios, y el Resto de pobres que vuelven del Exilio es una de la figuras más transparentes de la Iglesia.

. Cuando Israel es llevada al exilio y parece un aparente fracaso de las promesas, en realidad forma parte de la pedagogía de Dios para purificarnos, es la sombra de la cruz de Cristo que purifica, es decir para que el Espíritu Santo esté actuando en nosotros necesitamos desmontar nuestras iniciativas carnales, uno tiene hechos sus planes donde no le dejamos sitio al Espíritu Santo. El Señor permite que todos nuestros planes se nos vengan abajo y en ese desconcierto es cuando el Espíritu Santo encuentra en nosotros menos obstáculos para actuar. Hay que sentirse impotente para empezar a confiar en el Espíritu Santo.

. El que pone su esperanza en sus propias manos, en sus propios medios, en el poder humano, finalmente perece. Y Yahveh utiliza el momento de la derrota para purificar, para decirle a Israel “porqué has puesto la esperanza y tu confianza en tu propia fuerza”?, y de este desconcierto va surgiendo una confianza en el Espíritu Santo. Israel tuvo necesidad del exilio, de la derrota, de la esclavitud, de la humillación, para confiar en el Espíritu. Nos enseña que tenemos que vivir como momentos de gracia nuestras humillaciones, son momentos de gracia y de purificación interior, de confiar en Dios y de entender que el Espíritu Santo está continuamente llevando a término la obra de santificación que comenzó en nosotros. Y la cruz y la humillación suele ser uno de los instrumentos más eficaces de santificación en nuestra vida. Esto hizo de Israel un pueblo más a la espera del Espíritu Santo.

La espera del Mesías y de su Espíritu

Punto 711 "He aquí que yo lo renuevo"(Is 43, 19): dos líneas proféticas se van a perfilar, una se refiere a la espera del Mesías, la otra al anuncio de un Espíritu nuevo, y las dos convergen en el pequeño Resto, el pueblo de los Pobres (cf. So 2, 3), que aguardan en la esperanza la "consolación de Israel" y "la redención de Jerusalén" (cf. Lc 2, 25. 38).
Ya se ha dicho cómo Jesús cumple las profecías que a Él se refieren. A continuación se describen aquéllas en que aparece sobre todo la relación del Mesías y de su Espíritu.

Punto 712 Los rasgos del rostro del Mesías esperado comienzan a aparecer en el Libro del Emmanuel (cf. Is 6, 12) (cuando "Isaías vio [...] la gloria" de Cristo Jn 12, 41), especialmente en Is 11, 1-2:
«Saldrá un vástago del tronco de Jesé,
y un retoño de sus raíces brotará.
Reposará sobre él el Espíritu del Señor:
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia y temor del Señor».

. Poco a poco Israel se va preparando para la llegada del Espíritu. Hay dos líneas proféticas que van a preparar la llegada del don del Espíritu, una es la que se refiere a la espera del Mesías y la otra anuncia un Espíritu nuevo. Estas dos líneas convergen totalmente, y las vemos en el anciano Simeón y la profetisa Ana: “Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor”, “Ana… tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén”. Esta espera mesiánica y esta espera del Espíritu la vemos también en Isaías 11,1-2, es decir, en ese Mesías que se está esperando se va a posar el Espíritu del Señor, confluyen la promesa del Mesías y la promesa del Espíritu.

Punto 713 Los rasgos del Mesías se revelan sobre todo en los Cantos del Siervo (cf. Is 42, 1-9; cf.Mt 12, 18-21; Jn 1, 32-34; y también Is 49, 1-6; cf. Mt 3, 17; Lc 2, 32, y por último Is 50, 4-10 y 52, 13-53, 12). Estos cantos anuncian el sentido de la Pasión de Jesús, e indican así cómo enviará el Espíritu Santo para vivificar a la multitud: no desde fuera, sino desposándose con nuestra "condición de esclavos" (Flp 2, 7). Tomando sobre sí nuestra muerte, puede comunicarnos su propio Espíritu de vida.

. Los rasgos de ese Mesías están descritos en el cántico del Siervo de Yahveh en Isaías 42,1-9: “Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles.. Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas. ¡Yo soy el Señor, este es mi Nombre! No cederé mi gloria a ningún otro ni mi alabanza a los ídolos. Las cosas antiguas ya han sucedido y yo anuncio cosas nuevas; yo se las hago oír a ustedes”. Yahveh ha puesto su Espíritu sobre Jesús, están confluyendo la promesa del Mesías y la promesa del Espíritu.

Punto 714 Por eso Cristo inaugura el anuncio de la Buena Nueva haciendo suyo este pasaje de Isaías (Lc 4, 18-19; cf. Is 61, 1-2):
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido.
Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva,
a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor».

. Cristo inaugura su ministerio leyendo el pasaje de Isaías en la sinagoga, recordando que en él se cumple esa profecía. Comienza con la afirmación de que el Espíritu del Señor está sobre él porque le ha ungido, es decir, es como decir que esa promesa que estaba hecha en el Antiguo Testamento, es decir, la manifestación que tiene Jesucristo de su mesianismo delante de Israel es como diciéndole: esa promesa referida al siervo de Israel aquí la tenéis cumplida, el Espíritu del Señor está sobre mí, confluyen la promesa del Mesías y la promesa del Espíritu.

Punto 715 Los textos proféticos que se refieren directamente al envío del Espíritu Santo son oráculos en los que Dios habla al corazón de su Pueblo en el lenguaje de la Promesa, con los acentos del "amor y de la fidelidad" (cf. Ez 11, 19; 36, 25-28; 37, 1-14; Jr 31, 31-34; y Jl 3, 1-5, cuyo cumplimiento proclamará San Pedro la mañana de Pentecostés (cf. Hch 2, 17-21). Según estas promesas, en los "últimos tiempos", el Espíritu del Señor renovará el corazón de los hombres grabando en ellos una Ley nueva; reunirá y reconciliará a los pueblos dispersos y divididos; transformará la primera creación y Dios habitará en ella con los hombres en la paz.

. Los textos principales donde se profetiza la llegada del Espíritu Santo los vemos en Ezequiel 11,19 “os daré un solo corazón… quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne”, es decir, va a cambiar el corazón de piedra por un corazón de carne, va a cambiar la alianza escrita en la tabla de piedra a una alianza escrita en el corazón, es como una espiritualización de la alianza. Es cambiar una moral externa a una moral interna, cambiar una moral del precepto por una moral del amor. Otro texto es Ezequiel 36,25-28, “os rociaré con agua pura y quedaréis purificados de todas vuestras inmundicias”.

. Ezequiel 37,1-14 nos muestra la profecía sobre los huesos, pidiendo que venga el Espíritu y los regenere. Ese montón de huesos se refiere al pueblo de Israel que está como seco, desligado de la alianza, disperso, como oveja sin pastor, y el don del Espíritu Santo es capaz de unir y fortalecer allí donde el pecado separó.

Punto 716 El Pueblo de los "pobres" (cf. So 2, 3; Sal 22, 27; 34, 3; Is 49, 13; 61, 1; etc.), los humildes y los mansos, totalmente entregados a los designios misteriosos de Dios, los que esperan la justicia, no de los hombres sino del Mesías, todo esto es, finalmente, la gran obra de la Misión escondida del Espíritu Santo durante el tiempo de las Promesas para preparar la venida de Cristo. Esta es la calidad de corazón del Pueblo, purificado e iluminado por el Espíritu, que se expresa en los Salmos. En estos pobres, el Espíritu prepara para el Señor "un pueblo bien dispuesto" (cf. Lc 1, 17).


. Es la disposición de los humildes la que les hace capaces de recibir este Espíritu, es decir, los pobres de Yahveh son los que están perfectamente dispuestos a recibir el Espíritu Santo. El que es pobre de Espíritu, todo lo espera del Espíritu Santo, el que se siente rico de Espíritu no tiene sed del Espíritu Santo porque ya piensa que lo tiene todo. El pobre de Espíritu siente que le falta el don pleno y todo lo espera de Dios.

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