Punto 717 "Hubo
un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. (Jn 1, 6). Juan fue
"lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre" (Lc 1,
15. 41) por obra del mismo Cristo que la Virgen María acababa de concebir del
Espíritu Santo. La "Visitación" de María a Isabel se convirtió así en
"visita de Dios a su pueblo" (Lc 1, 68).
. Hemos visto cómo el Espíritu estaba en el tiempo de las
promesas en el Antiguo Testamento, y ahora vemos el Espíritu en la plenitud
de los tiempos. Antes de verlo en Jesucristo y en la Virgen María, lo
encontramos en Juan Bautista, el precursor, el profeta. El Espíritu Santo
estaba presente en Juan, fue lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su
madre. En Lucas 1,15 “…porque será
grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno
del Espíritu Santo desde el seno de su madre”, se nos indica un nacimiento
de Juan como obra del Espíritu, dónde Zacarías permanece mudo hasta que su hijo
Juan naciese, es purificado por su incredulidad en esa mutez para que crea en
el poder del Espíritu. Zacarías manifiesta al pueblo por revelación de Dios,
que el nombre que va a poner a su hijo es el de Juan por medio de una tablilla
pues estaba mudo. Se extrañan sus contemporáneos pues ninguno de su familia se
llamaba así, cuando la costumbre generalizada era poner un nombre de alguno de
sus antepasados, y éste es un signo de Dios como una iniciativa o elección de
Dios.
Punto 718 Juan
es "Elías que debe venir" (Mt 17, 10-13): El fuego del
Espíritu lo habita y le hace correr delante [como "precursor"] del
Señor que viene. En Juan el Precursor, el Espíritu Santo culmina la obra de
"preparar al Señor un pueblo bien dispuesto" (Lc 1, 17).
. En Mateo 17,10-13 vemos “Entonces
los discípulos le preguntaron: «¿Por qué dicen los escribas que primero debe
venir Elías?». El respondió: «Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las
cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino
que hicieron con él lo que quisieron. Y también harán padecer al Hijo del
hombre”, entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan
Bautista. Es decir, que existía una tradición proveniente desde el Antiguo
Testamento que hablaba del retorno de Elías. Elías fue el gran profeta del
Antiguo Testamento, y había una profecía que decía que Elías retornaría, que el
Espíritu Santo iluminaría a otro profeta, y Jesús lo dice: “volvió Elías y no
le recibisteis y el Espíritu de Elías volvió de nuevo en Juan Bautista…”. Es en
Juan en quien se cumple esa profecía, Juan es aquél en el que el Espíritu Santo
culmina la obra de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto, dice Lucas 1,17
“Precederá al Señor con el espíritu y el
poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los
rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien
dispuesto”.
Punto 719 Juan es
"más que un profeta" (Lc 7, 26). En él, el Espíritu Santo
consuma el "hablar por los profetas". Juan termina el ciclo de los
profetas inaugurado por Elías (cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la
inminencia de la consolación de Israel, es la "voz" del Consolador
que llega (Jn1, 23; cf. Is 40, 1-3). Como lo hará el Espíritu de
Verdad, "vino como testigo para dar testimonio de la luz" (Jn 1,
7; cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Espíritu colma así
las "indagaciones de los profetas" y la ansiedad de los ángeles (1
P 1, 10-12): "Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se
queda sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y
doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios [...] He ahí el Cordero de
Dios" (Jn 1, 33-36).
. En Juan 1,33-36, Juan bautista dice a sus discípulos que Aquél
sobre el que veas que baja el Espíritu Santo y se queda sobre él, ese es el que
bautiza con el Espíritu Santo… podemos decir que Juan bautista es el culmen del
profetismo del Antiguo Testamento, en él se consuma el hablar por los profetas,
confesamos en nuestro credo que el Espíritu Santo habló por los profetas, el
profetismo es un instrumento del Espíritu de Yahveh. La clave está en discernir
quien es verdadero profeta y quien es falso profeta, y una de las tareas de la
Iglesia es la de discernir donde está el Espíritu Santo en los profetas para distinguir al verdadero profeta del
falso.
. Juan bautista dice que es la voz que clama en el
desierto, pero el Señor es la palabra, Juan es una voz pasajera y Cristo
es la palabra eterna. Una manera de discernir un verdadero profeta es ver si
busca ser voz pero no palabra, aquél que busca prestarle su voz a Jesucristo,
sin interferir con sus palabras o ideología en el mensaje de Jesucristo.
Los líderes de sectas lo que hacen es confundir la voz con la palabra, hacen
que su voz se constituya en palabra, y no predican la palabra de Dios sino que
predican su propia ideología. No se basan en la Sagrada Escritura, sino que la
aprovechan para introducir sus ideologías. El falso profeta es el que
confunde la voz con la palabra, abusa del pueblo de Dios que acude a él
como si de un verdadero profeta se tratase para introducir su propia palabra
y mezclarla con la palabra de Dios. Lo propio del verdadero profeta es
desaparecer una vez que la palabra ha tomado el puesto central, el verdadero
profeta se oculta a los ojos del mundo, no busca protagonismo, no sabe dar a Jesucristo
la centralidad.
. Todos tenemos que pedir a Dios ser voz de Cristo por la que el
Señor hable a los demás, tenemos que pedir al Espíritu Santo que nuestra voz no
distorsione la palabra, que no diga ni más ni menos que la palabra, ser la voz
fiel que proclama la palabra.
Punto 720 En fin,
con Juan Bautista, el Espíritu Santo, inaugura, prefigurándolo, lo que
realizará con y en Cristo: volver a dar al hombre la "semejanza"
divina. El bautismo de Juan era para el arrepentimiento, el del agua y del
Espíritu será un nuevo nacimiento (cf. Jn 3, 5).
. Juan 3.5: “respondió
Jesús, en verdad te digo: el que no nazca del agua y del Espíritu no puede
entrar en el reino de Dios”, el bautismo de Juan era una petición a Dios
del perdón de los pecados y el bautismo de Jesús es conceder el don de la
regeneración del hombre, el primero es una súplica, y el segundo nos hace
hombres nuevos, encontramos en el segundo el agua viva que calma nuestra sed
que solo es saciada en el don del Espíritu que es Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario