viernes, 6 de enero de 2017

Catecismo 971-972.María,Madre de Cristo,Madre de la Iglesia.Culto a la Santísima Virgen.Icono escatológico de la Iglesia

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Punto 971 "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada" (Lc 1, 48): "La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano" (MC 56). La Santísima Virgen «es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de "Madre de Dios", bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades [...] Este culto [...] aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, pero lo favorece muy poderosamente" (LG 66); encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios (cf. SC 103) y en la oración mariana, como el Santo Rosario, "síntesis de todo el Evangelio" (MC 42).

. Es imprescindible para todo cristiano dar culto a María, la veneración a María. No se puede ser católico sin tener esa devoción hacia la virgen María, no se puede ser verdadero seguidor de Jesucristo prescindiendo de la veneración a su madre. María es imprescindible en nuestra fe cristiana. El centro de nuestra religión cristiana es Cristo, pero María es imprescindible. Hay devociones a María que han sido especialmente recomendadas por la iglesia como la del santo rosario. San Pío V en el siglo XVI lo formuló más o menos como nosotros lo rezamos ahora. Juan Pablo II introduce los misterios luminosos. De esta manera la iglesia recomienda insistentemente el rezo del santo rosario acordándonos de que Jesús nos dijo que orásemos sin desfallecer, pedid y se os dará, llamad y se os abrirá, y esa petición que Jesús nos hizo de que tengamos una oración constante también se traduce en la oración del santo rosario. Es como la tradición occidental ha expresado ese mandato de Jesús de orar sin desfallecer. En la tradición oriental ha primado más la oración litánica, por ejemplo a través de la expresión “Jesús misericordia, Jesús misericordia” dejándose empapar por esa repetición litánica. Así también, cada vez que nosotros rezamos el santo rosario, estamos repitiendo “Jesús misericordia”. Como decía el cura de Ars, el hombre es un mendigo, y qué otra cosa va a hacer sino pedir la gracia, así el ave María es la oración lógica del mendigo.

. La oración de consagración a la virgen María también ha sido firmemente recomendada por la iglesia: “Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo Oh Madre de bondad, guardame y defiéndeme como a pertenencia y posesión tuya. Amén. Esta consagración no es una desviación teológica pues tenemos claro que una cosa es el culto a Dios y otra cosa el culto por el que veneramos con singularidad a la virgen María. Nosotros somos de Dios, somos criaturas suyas, y Dios ha querido que seamos de María incluso antes de que nos consagrásemos a ella, por lo tanto consagrarse a María no es mas que hacer un reconocimiento explicito de que estamos encomendados por Dios a María. El que uno se consagre a María no significa un comienzo pues somos de María desde siempre porque Dios nos puso bajo su cuidado. Otra cosa es que en el momento en que se hace la consagración uno es consciente, la consagración se hace no para que empiece como tal, sino para que empiece a ser consciente de que María cuida de uno. Consagrarse a María es caer en cuenta de que Dios nos encomendó ella. Consagración en el sentido estricto significa que uno se consagra a Dios, es la consagración bautismal que es ser de Dios, pero es que Dios ha querido que seamos de María, que nos encomendemos bajo María, El dijo “hay tienes a tu hijo..” y le pidió a María que se consagrase como madre nuestra y a nosotros que nos consagrásemos como hijos de su madre.

. Hay otras devociones también destacadas como el Ángelus, que nos enseña a vivir el misterio de Dios por medio de la encarnación. Otras devociones van unidas a la medalla milagrosa, la de los cinco primeros sábados del mes. Es decir, hay un cúmulo de devociones que nos ayudan como medios el alcanzar el fin, que es llegar al amor a María, y en María el amor a Cristo. El rasgo fundamental de la devoción a María es ser capaz de percibir en ella la obra más bella que Dios ha hecho. Tenemos con ella una relación singular de maternidad, es mucho más intensa que la maternidad carnal en la tierra, cada vez dependemos menos de nuestra madre carnal según va avanzando nuestra vida, sin embargo con nuestra madre del cielo pasa al revés, María cada vez es más madre según avanza nuestra vida.
. Hay algunos errores a los que tenemos que estar atentos a ellos, por ejemplo cuando se dice “a mí me basta Jesucristo sin necesidad de María”, es como si un niño dijese que a él le basta la vida que ha recibido de Dios sin que necesite de la madre a través del cual Dios le ha concebido. Pues claro que nosotros hemos recibido la vida de Dios, pero Dios se ha servido de nuestra madre que nos ha engendrado, entonces nadie puede decir que “Dios me ha dado la vida pero puedo prescindir de mi madre terrenal” pues es un pecado de soberbia y un no agradecer los medios a través de los cuales Dios te da la vida. Dios te da la vida, pero te la da a través de tu madre. Uno no puede decir que es seguidor de Cristo y prescindir de María.

. Otro error es por ejemplo hablar de María como que es el rostro de la misericordia frente a la justicia de Dios, y así es como si María nos consiguiera el perdón ante la ira de Dios. Esto, aunque se diga con buena voluntad, no es correcto porque María es el reflejo de la misericordia de Dios. No hay que contraponer a María con Dios, María es reflejo de Dios. Por tanto el culto a la virgen María nos enseña a poner nuestro corazón en Dios.

Punto 972 Después de haber hablado de la Iglesia, de su origen, de su misión y de su destino, no se puede concluir mejor que volviendo la mirada a María para contemplar en ella lo que es la Iglesia en su misterio, en su "peregrinación de la fe", y lo que será al final de su marcha, donde le espera, "para la gloria de la Santísima e indivisible Trinidad", "en comunión con todos los santos" (LG 69), aquella a quien la Iglesia venera como la Madre de su Señor y como su propia Madre:
«Entre tanto, la Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y comienzo de la Iglesia que llegará a su plenitud en el siglo futuro. También en este mundo, hasta que llegue el día del Señor, brilla ante el Pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo» (LG 68).

. Igual que se dice que el cuerpo es icono del alma, el alma está oculta en el cuerpo, el alma se expresa a través del cuerpo, se dice en ese refrán popular que “los ojos son el espejo del alma”, la corporalidad es expresión del alma. Esto es lo que significa ser icono. María es el icono de Dios, María es como la luna que refleja la luz de Cristo. Pero María no es solo icono, es icono escatológico, con lo cual estamos como diciendo que María es como un adelanto, como las arras de lo que está por llegar, en María vemos la promesa realizada, eso que Dios nos ha prometido lo vemos realizado en María, eso que para nosotros es una esperanza, en María es una plena realidad. Hay dos caminos para llegar a Dios, la inocencia y la penitencia, en María ha sido por el camino de la inocencia y en nosotros es por el de la penitencia, y una de las cosas que a veces nos cuesta más creer es que Dios nos pueda hacer santos. Es mucho más fácil creer en la existencia de Dios que creer que Dios nos pueda santificar, porque a veces estamos ya desesperados porque estamos continuamente repitiendo y cayendo en los propios pecados, por eso se levanta la figura de María, porque Dios nos dice “lo he hecho en María y lo haré en ti”, mira ese icono y mira lo que quiere hacer Dios en ti. En María por el camino de la inocencia y en ti por el de la penitencia. Esa imagen de María como icono escatológico le está diciendo a la iglesia qué es la iglesia, la iglesia es madre, a qué está llamada la iglesia?, pues a llevar a sus hijos a Dios, María le enseña a la iglesia cuál es su vocación, cuál es su misión, llevar a Jesucristo a sus hijos.

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