Punto 299 Porque Dios crea con sabiduría, la creación está ordenada: "Tú todo lo dispusiste con medida, número y peso" (Sb 11,20). Creada en y por el Verbo eterno, "imagen del Dios invisible" (Col 1,15), la creación está destinada, dirigida al hombre, imagen de Dios (cf. Gn1,26), llamado a una relación personal con Dios. Nuestra inteligencia, participando en la luz del Entendimiento divino, puede entender lo que Dios nos dice por su creación (cf. Sal 19,2-5), ciertamente no sin gran esfuerzo y en un espíritu de humildad y de respeto ante el Creador y su obra (cf. Jb 42,3). Salida de la bondad divina, la creación participa en esa bondad ("Y vio Dios que era bueno [...] muy bueno": Gn 1,4.10.12.18.21.31). Porque la creación es querida por Dios como un don dirigido al hombre, como una herencia que le es destinada y confiada. La Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defender la bondad de la creación, comprendida la del mundo material (cf. San León Magno, c. Quam laudabiliter, DS, 286; Concilio de Braga I: ibíd., 455-463; Concilio de Letrán IV: ibíd., 800; Concilio de Florencia:ibíd.,1333; Concilio Vaticano I: ibíd., 3002).
. La tesis de este punto es que la creación es
ordenada, no es caótica. En el libro del génesis, la manera que se tiene de
expresar la creación del mundo es dando orden al caos (al principio era el
caos, la tierra era caos y confusión…). La creación está destinada y
dirigida al hombre, todo ha sido creado teniendo al hombre como destinatario,
todo es del hombre, el hombre es de Cristo y Cristo es de Dios Padre. La
creación Dios la hace pensando en regalarla al hombre, es una intención de
declaración de amor al hombre, el mundo es el escenario en el que Dios ama al
hombre y en el que el hombre está llamado a devolverle el amor. El mundo es
el hogar de esta relación de amor. Lo fundamental de la creación es
la intencionalidad y la finalidad con la que Dios ha creado el mundo, está
dirigida al hombre, el mundo es un regalo de Dios en Cristo para nosotros, y la
vida tiene que ser la ocasión de devolverle el mundo, en Cristo al Padre.
. Tenemos una inteligencia capaz de entender en
cierta medida lo que es la creación y la bondad que se esconde dentro de ella.
Si miras el mundo con la sabiduría que Dios nos ha dado, el mundo habla y en sí
mismo proclama la grandeza de Dios. La naturaleza pregona la grandeza de la
creación de Dios. Pero también tenemos dificultades en leer ese pregón cuando
vemos las enfermedades y los sufrimientos, así Job se rebeló contra Dios
cuando no entendía los sufrimientos que padecía y tras esa rebelión se dio
cuenta de su inutilidad de pedirle cuentas a Dios con sus dificultades de
comprensión. Job llega un momento que dice: cuando hay misterios que nos
superan lo que toca es callar y hacer un acto de confianza. Cuando hay
enfermedades nos chirría la creación… pues la creación es maravillosa pero
imperfecta, porque perfecto solo es Dios y Dios no puede crear otro Dios. Todo
lo creado es limitado y como limitado que es, pues nos deja insatisfechos. El
hombre está llamado a un deseo de plenitud que solo puede encontrar
su consumación en Dios, en la creación no podemos tener respuesta definitiva al
deseo de infinito que tenemos en el corazón, porque la
creación no es infinita, es limitada por muy hermosa y por muy bella que sea,
pero también es caduca, maravillosa, pero fugaz y caduca. Estamos llamados
a ver la maravilla de la creación y al mismo tiempo tenemos luchas interiores.
La creación es como una herencia que se nos ha confiado, de la cual
también nos pedirá cuentas.
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