Punto 631 "Jesús
bajó a las regiones inferiores de la tierra. Este que bajó es el mismo que
subió" (Ef 4, 9-10). El Símbolo de los Apóstoles confiesa en un
mismo artículo de fe el descenso de Cristo a los infiernos y su Resurrección de
los muertos al tercer día, porque es en su Pascua donde, desde el fondo de la
muerte, Él hace brotar la vida:
. Vemos textos en la escritura que apoyan que el alma de Cristo
es glorificada en el momento de la
muerte sin esperar al tercer día de la resurrección,
por ejemplo cuando le dice al buen ladrón: ”hoy mismo estarás conmigo en el
paraíso” con lo cual difícilmente el alma de Cristo no va a ser glorificada
si va a estar con Dios en la plenitud de gloria. En Mateo 27,52-53: “y las
tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y,
saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa
y se aparecieron a mucha gente”, se afirma que en el momento de la muerte de
Cristo tuvieron lugar estos hechos de orden milagroso y parece que se
está trasluciendo aquí ese descenso de Cristo al lugar de los muertos y esa
liberación que tuvo allí lugar.
Punto 632 Las frecuentes
afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales Jesús "resucitó de
entre los muertos" (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15,
20) presuponen que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de los
muertos (cf. Hb 13, 20). Es el primer sentido que dio la predicación
apostólica al descenso de Jesús a los infiernos; Jesús conoció la muerte
como todos los hombres y se reunió con ellos en la morada de los muertos.
Pero ha descendido como Salvador proclamando la buena nueva a los espíritus que
estaban allí detenidos (cf. 1 P 3,18-19).
. El Catecismo afirma que Jesús conoció la muerte de verdad con
su consecuencia más profunda que es el drama de la separación del alma y el
cuerpo, y afirma que Cristo no está vencido y derrotado por la muerte
sino que está ejerciendo su poder salvífico hacia todas las almas del Antiguo
Testamento, va a rescatar a todo los justos del Antiguo Testamento. El
texto principal en el que la fe de la Iglesia Católica se apoya es 1ª Pedro
3,18-20 “Cristo murió una vez por nuestros pecados –siendo justo, padeció
por la injusticia– para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne,
fue vivificado en el Espíritu. Y entonces fue a hacer su anuncio a los
espíritus que estaban prisioneros, a los que se resistieron a creer
cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el
arca. En ella, unos pocos –ocho en total– se salvaron a través del agua”.
Es decir, en el espíritu Cristo fue también a predicar a los espíritus
encarcelados.
Punto 633 La Escritura
llama infiernos, sheol, o hades (cf. Flp 2,
10; Hch 2, 24; Ap 1, 18; Ef 4, 9) a la morada
de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se
encontraban allí estaban privados de la visión de Dios (cf. Sal 6,
6; 88, 11-13). Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos
los muertos, malos o justos (cf. Sal 89, 49;1 S 28, 19; Ez 32,
17-32), lo que no quiere decir que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús
en la parábola del pobre Lázaro recibido en el "seno de Abraham" (cf. Lc 16,
22-26). "Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su
Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió
a los infiernos" (Catecismo Romano, 1, 6, 3). Jesús no bajó a los
infiernos para liberar a los condenados (cf. Concilio de Roma, año 745: DS,
587) ni para destruir el infierno de la condenación (cf. Benedicto XII, Libelo
Cum dudum: DS, 1011; Clemente VI, c. Super quibusdam: ibíd., 1077) sino
para liberar a los justos que le habían precedido (cf. Concilio de Toledo
IV, año 625: DS, 485; cf. también Mt27, 52-53).
. Qué son esos espíritus encarcelados?, qué es el Seol? Qué son
los infiernos, ese lugar al que fue Cristo a predicar la liberación? Descendió
a los infiernos es un término sinónimo de descendió al Seol o a los Hades.
Estos lugares tienen un significado que va progresando a los largo del Antiguo
Testamento, en los estadios más primitivos, más alejados de Jesucristo, el
Seol era un lugar más bien tenebroso a donde iban todos después de su muerte,
buenos y malos, sin distinguir el estado de unos y de otros. Según se va
acercando a Jesucristo, el Seol sigue siendo un lugar al que van los muertos,
pero donde ya se distinguen dos partes, una parte reservada a los condenados
para los que no hay esperanza de redención y otra parte destinada a los justos
que esperan la venida del redentor, a ésta parte la llamaban limbo o seno de
Abrahán. Es decir, la concepción de a dónde iban los muertos en el Antiguo
Testamento va teniendo una evolución. Textos que apoyan estas afirmaciones los
vemos en el Salmo 89,49 “¿Quién vivirá sin ver la muerte? ¿Quién se librará de
las garras del Abismo?”, en 1 Samuel 28,19 “…Mañana,
tú y tus hijos estarán conmigo, y también al ejército de Israel el Señor lo
entregará en manos de los filisteos”. Donde Samuel (justo) desde el
Seol le dice a Saúl (no justo) que mañana estará con él. En Ezequiel 32,17-32, ya se distingue en parte al Seol como
el lugar de condenados y al Seol como el lugar de los justos. Los espíritus
encarcelados son los espíritus debilitados que están en el Seol.
. En el texto del rico Epulón y del pobre Lázaro nos ayuda
mucho para entender cuál era el concepto ya evolucionado de lo que se
pensaba que era el Seol. Lucas 16,22-26: “El
pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico
también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de
los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a
él. Entonces exclamó: "Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro
para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque
estas llamas me atormentan". "Hijo mío, respondió Abraham, recuerda
que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora
él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y
nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí
hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí".
Jesús aunque pone esta parábola referida a ricos y pobres, es un relato que nos
ayuda a entender el concepto del Seol.
. A este lugar es al que desciende Jesucristo porque todavía no
habían sido redimidos los justos. Cuando el apocalipsis dice “lloré porque
no había nadie capaz de abrir el libro y romper sus sellos”, el libro de la
vida con los nombres de los justos escritos permanecía sellado hasta que es Jesucristo
capaz de inaugurar el libro de la vida, es Cristo descendiendo a lugar de los muertos.
. Jesús no bajó a los infiernos para liberar a los condenados
(Concilio de Roma, año 745) ni para destruir el infierno de la condenación sino
para liberar a los justos que le habían precedido (Concilio de Toledo IV,
año 625). Es curioso porque en cada una de estas afirmaciones se cita un
concilio de la historia de la iglesia en el que hubo una condena por parte de
la iglesia de algunos herejes que afirmaban tales cosas. Jesús no bajó a los
infiernos para liberar a los allí condenados, y algunos herejes lo afirmaron,
pero la iglesia rechazó tal afirmación. Tampoco se acepta que Jesús descendió al
lugar de los muertos para destruir el infierno de la condenación, pues es una
contradicción pensar que Cristo ha descendido para redimir a aquellos que están
en pecado mortal, es como si Dios no respetase nuestra libertad, si un alma le
ha dicho libremente que le rechaza, Cristo no puede ir a obligarle a aceptar su
amistad. Alguien que está en estado de condenación es alguien que ha rechazado
la amistad de Cristo. Cristo va a rescatar a los justos como fruto de su muerte
redentora.
. Se suele describir este descenso al lugar de los muertos en el
arte cristiano como el Jesús que da la mano a Adán y a Eva que se encuentran
como encarcelados y los rescata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario