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Punto 613 La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio pascual que lleva a cabo la redención definitiva de los hombres (cf. 1 Co 5, 7; Jn 8, 34-36) por medio del "Cordero que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29; cf. 1 P 1, 19) y el sacrificio de la Nueva Alianza (cf. 1 Co 11, 25) que devuelve al hombre a la comunión con Dios (cf. Ex 24, 8) reconciliándole con Él por "la sangre derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26, 28; cf. Lv 16, 15-16).
Punto 614 Este sacrificio de Cristo es único, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios (cf. Hb10, 10). Ante todo es un don del mismo Dios Padre: es el Padre quien entrega al Hijo para reconciliarnos consigo (cf. 1 Jn 4, 10). Al mismo tiempo es ofrenda del Hijo de Dios hecho hombre que, libremente y por amor (cf. Jn 15, 13), ofrece su vida (cf. Jn 10, 17-18) a su Padre por medio del Espíritu Santo (cf. Hb 9, 14), para reparar nuestra desobediencia.
. La esencia del nuevo sacrificio se resume en la entrega del Padre a Jesucristo, la respuesta de Cristo que es la ofrenda libre por amor, y el sello del Espíritu Santo. El Padre entrega, es un don de Dios gratuito al hombre por amor y misericordia. En segundo lugar, ofrenda libre y por amor del Hijo al Padre, nadie le quita su vida, Cristo la da voluntariamente. En tercer lugar el sello del Espíritu es que esa ofrenda es hecha eficaz porque tiene el sello del Espíritu Santo.
. El libro que más nos ayuda a reflexionar sobre estos dos puntos sobre el sacrificio redentor de Cristo es la carta a los Hebreos. El autor de la carta a los hebreos tiene la intención de dejar clara la superioridad de la religión cristiana frente al mundo cultual del Antiguo Testamento que tenía lugar en el templo de Jerusalén, y dicho templo que era grandioso, con un culto exterior muy esplendoroso, hacía parecer que aquel sacerdocio judaico era muy superior al sacerdocio cristiano, pues la incipiente iglesia cristiana no tenía externamente ningún templo y parecía externamente insignificante comparada con el templo judío. Pero la carta a los hebreos nos dice que el sacerdocio auténtico, eficaz ante Dios, es el de Jesucristo y no el del culto del Antiguo Testamento.
. Se habla en esta carta de Cristo como sacerdote, cosa que es una novedad que no vemos ni en los evangelios ni en otras cartas. Entendemos que estamos hablando de un sacerdocio trascendente, Cristo no está ligado al sacerdocio levítico del AT que era un sacerdocio que estaba ligado a la tribu de Leví, la tribu sacerdotal, un sacerdocio que era como por herencia, como la monarquía actual. Cristo era de la tribu de Judá y ningún miembro de esa tribu estaba consagrado al altar, con lo que es un sacerdote de género único que se entronca según el rito de Melquisedec, es decir, el sacerdocio de Cristo sobrepasa los límites del judaísmo porque Melquisedec no era judío, y además era anterior al sacerdocio judaico. Si se dice que Jesús es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec es para destacar que su sacerdocio es universal, que incluso es anterior al sacerdocio judaico. Cuando aparece Melquisedec no está formada ni la tribu de Leví. A Melquisedec no se le conoce genealogía. Abrahán es bendecido por Melquisedec y le paga el diezmo, es decir, el hecho no solo de que Abraham le pague el diezmo sino que además sea bendecido por Melquisedec significa que es superior a Abrahán, por eso cuando se dice que Jesús es sacerdote según el rito de Melquisedec se quiere decir con ello que el sacerdocio de Cristo es superior al del AT, porque ya Abrahán fue bendecido por Melquisedec y ya Abrahán pagó el diezmo a Melquisedec. Vemos en Melquisedec una imagen de Jesucristo.
. Queda pues derogado el sacerdocio levítico basado en la descendencia carnal y es sustituido por el sacerdocio inmortal de Cristo, por eso nosotros hablamos del sacerdocio como vocación, llamada de Dios, don de Dios y no como la pertenencia a una casta sacerdotal.
. Entendiendo el sacerdocio de Cristo entenderemos mejor el sacrificio
sacerdotal de Cristo. Los sacrificios judaicos eran reiterativos porque no
eran eficaces, de lo contrario no haría falta tanta reiteración. El
sacrificio de Cristo es el único eficaz, tuvo lugar una vez para siempre.
Los hombres por nosotros mismos somos incapaces de purificarnos de los pecados,
sólo Dios es capaz de santificarnos y purificarnos. Nosotros somos ineficaces
por nuestras propias fuerzas. En Hebreos 10,11: “Cada sacerdote se presenta diariamente para cumplir su ministerio y
ofrecer muchas veces los mismos sacrificios, que son totalmente ineficaces para
quitar el pecado. Cristo, en cambio, después de haber ofrecido por los pecados
un único Sacrificio, se sentó para siempre a la derecha de Dios”. El
sacrificio de Cristo es un sacrificio de expiación (quedamos absueltos de
nuestros pecados por medio de Cristo) por la remisión (por el perdón) de los pecados. Cristo no
solo limpia y borra nuestros pecados sino que además nos santifica. Lo que
hace efectivo el sacrificio de Cristo no es su mero sufrimiento, sino su
actitud con la que ofrece su vida al Padre, una actitud de obediencia plena
y sometimiento con la que se ofreció al Padre. Hebreos 10,9: “He aquí que vengo
a hacer tu voluntad”.
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