Punto 647 "¡Qué
noche tan dichosa —canta el Exultet de Pascua—, sólo ella conoció el
momento en que Cristo resucitó de entre los muertos!". En efecto, nadie
fue testigo ocular del acontecimiento mismo de la Resurrección y ningún
evangelista lo describe. Nadie puede decir cómo sucedió físicamente.
Menos aún, su esencia más íntima, el paso a otra vida, fue perceptible a los
sentidos. Acontecimiento histórico demostrable por la señal del sepulcro
vacío y por la realidad de los encuentros de los Apóstoles con Cristo
resucitado, no por ello la Resurrección pertenece menos al centro del
Misterio de la fe en aquello que transciende y sobrepasa a la historia. Por
eso, Cristo resucitado no se manifiesta al mundo (cf. Jn 14, 22) sino
a sus discípulos, "a los que habían subido con él desde Galilea a
Jerusalén y que ahora son testigos suyos ante el pueblo" (Hch 13,
31).
. Se remarca que la resurrección es un acontecimiento que ocurrió
en un lugar y en un momento determinado que dejó huellas como la tumba vacía,
la piedra corrida, los encuentros con los apóstoles… y además tiene un aspecto
trascendente que es un resucitar para la vida eterna. Esto se escapa de
nuestra percepción, esta dimensión en la que entra Jesucristo se escapa a
nuestros ojos. Jesús se aparece a los apóstoles con la misma identidad
pero en un estado distinto que requiere la transformación interior de los corazones
para poder reconocerle. Cristo se manifiesta a sus discípulos, a aquellos
que estaban educados interiormente para comprender el acontecimiento
trascendente que había tenido lugar. En Juan 14,22 se nos dice: “Judas –no el
Iscariote– le dijo: Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al
mundo?”. Judas pregunta porqué el Señor se manifiesta a nosotros y no a
todo el mundo. Jesús se manifiesta así porque es un acontecimiento que tiene
que ser percibido en la fe, solamente quien haya purificado su carnalidad, sus
conceptos carnales sobre Dios será capaz de conocer al resucitado.
Punto 648 La
Resurrección de Cristo es objeto de fe en cuanto es una intervención
transcendente de Dios mismo en la creación y en la historia. En ella, las tres
Personas divinas actúan juntas a la vez y manifiestan su propia originalidad. Se
realiza por el poder del Padre que "ha resucitado" (Hch 2, 24) a
Cristo, su Hijo, y de este modo ha introducido de manera perfecta su
humanidad —con su cuerpo— en la Trinidad. Jesús se revela definitivamente
"Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su
resurrección de entre los muertos" (Rm1, 3-4). San Pablo insiste en la
manifestación del poder de Dios (cf. Rm 6, 4; 2 Co 13, 4; Flp3,
10; Ef 1, 19-22; Hb 7, 16) por la acción del Espíritu que
ha vivificado la humanidad muerta de Jesús y la ha llamado al estado glorioso
de Señor.
. Jesús no solo resucitó para que los apóstoles creyesen. En la
resurrección está teniendo lugar la glorificación que el Padre realiza del Hijo
en el Espíritu Santo. Es la proclamación gloriosa de que el Padre ha aceptado
el sacrificio del Hijo. La certeza de que el sacrificio de la cruz no es uno de
tantos sacrificios.
. En este punto vemos que la resurrección es obra del Padre,
en muchos pasajes del Nuevo Testamento vemos la resurrección como obra del
Padre, por ejemplo, Romanos 4,24 “que
tenemos fe en aquel que resucitó a nuestro Señor Jesús”, Romanos
8,11, Romanos 10,9 “Porque si confiesas
con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de
entre los muertos, serás salvado “, 1ª Corintios 6,14 “Y Dios que resucitó al Señor, nos
resucitará también a nosotros con su poder”. Galatas 1,1 “Pablo, Apóstol –no de parte de hombres ni por la mediación de un
hombre, sino por Jesucristo y por Dios Padre que lo resucitó de entre los
muertos–“,etcétera. Por lo
tanto en la Sagrada Escritura vemos estos textos que nos hablan de que el Padre
resucitó a Jesucristo y también hay otros textos en que se dice que Cristo
resucitó por su propio poder.
Punto 649 En
cuanto al Hijo, él realiza su propia Resurrección en virtud de su poder divino.
Jesús anuncia que el Hijo del hombre deberá sufrir mucho, morir y luego
resucitar (sentido activo del término) (cf. Mc 8, 31; 9, 9-31;
10, 34). Por otra parte, él afirma explícitamente: "Doy mi vida, para
recobrarla de nuevo ... Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo"
(Jn 10, 17-18). "Creemos que Jesús murió y resucitó" (1
Ts 4, 14).
. Jesús habla en muchas partes de la Sagrada Escritura que
tiene poder para resucitar, por ejemplo en Marcos 8,31 “Y comenzó a enseñarles que el Hijo del
hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos
sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar
después de tres días” o en Marcos 9.9 “Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían
visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos”,
o Marcos 10,34. Entendemos esta aparente
contradicción acordándonos de que Jesús nos lo dijo en el evangelio de san Juan
“el Padre y yo somos uno”, somos una sola cosa.
. La resurrección es obra del Padre, es obra del Hijo y hay que
añadir por medio del Espíritu Santo. Éste ha estado presente en toda la vida de
Jesús, desde la encarnación cubriendo con su sombra a María, en el bautismo
desciende sobre Cristo, guía e impulsa a Jesús al desierto y a Galilea, con el poder
del Espíritu hace milagros…. Si el ES ha estado tan unido a la vida de Cristo,
hay que decir que la resurrección es también obra del Espíritu. El Espíritu se
nos das a nosotros tras la resurrección de Jesucristo. En Romanos 1,3-4 “acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro
Señor, nacido de la estirpe de David según la carne, y constituido Hijo de
Dios con poder según el Espíritu santificador por su resurrección de entre los
muertos”. La resurrección le constituye a Jesús hijo de Dios en poder, en
gloria. Hasta la resurrección había sido hijo de Dios humillado,
voluntariamente abajado, que manifestó su gloria en algunos momentos como en el
Tabor. Su humanidad tras la resurrección no es según la carne sino según el
espíritu, ha sido espiritualizada.
Punto 650 Los
Padres contemplan la Resurrección a partir de la persona divina de Cristo
que permaneció unida a su alma y a su cuerpo separados entre sí por la muerte:
"Por la unidad de la naturaleza divina que permanece presente en cada una
de las dos partes del hombre, las que antes estaban separadas y segregadas,
éstas se unen de nuevo. Así la muerte se produce por la separación del
compuesto humano, y la Resurrección por la unión de las dos partes
separadas" (San Gregorio de Nisa, De tridui inter mortem et
resurrectionem Domini nostri Iesu Christi spatio; cf. también DS 325; 359; 369;
539).
. Los Padres recuerdan que la resurrección hay que explicarla
porque en ningún momento la segunda persona de la Santísima Trinidad llegó a
separarse ni del alma humana de Cristo ni del cuerpo que estaba en el sepulcro.
La unión del Verbo con la naturaleza humana de Cristo en ningún momento dejó de
ser efectiva en el momento de la muerte, y desde esa misma unión hipostática
vino la resurrección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario