jueves, 29 de septiembre de 2016

Catecismo 922-924. La vida consagrada. Las vírgenes y las viudas consagradas

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Punto 922 Desde los tiempos apostólicos, vírgenes (Cf. 1 Co 7, 34-36) y viudas cristianas (Cf. Vita consecrata, 7) llamadas por el Señor para consagrarse a Él enteramente (cf. 1 Co 7, 34-36) con una libertad mayor de corazón, de cuerpo y de espíritu, han tomado la decisión, aprobada por la Iglesia, de vivir en estado de virginidad o de castidad perpetua "a causa del Reino de los cielos" (Mt 19, 12).

. A la hora de hablar del estado de virginidad el Catecismo recurre a el pasaje de Mateo 19,12, que ocurre cuando Jesús habla de forma tajante en contra del divorcio y a los discípulos les impresionó dicha firmeza de Jesús contra el divorcio pues tenían una mentalidad rupturista: “Díceles –Jesús-: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer - no por fornicación - y se case con otra, comete adulterio.» Dícenle sus discípulos: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse.» Pero él les dijo: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda”. Jesús dice que el no casarse es un don de Dios, no todos pueden hacer eso sino solo aquellos a los que Dios se lo concede. El fundamento evangélico de la vida consagrada lo vemos cuando se dice que “otros eligen no casarse por causa del reino de los cielos”, y esto no es una opción de iniciativa propia, sino que la iniciativa está en Jesucristo.

Punto 923 "Formulando el propósito santo de seguir más de cerca a Cristo, [las vírgenes] son consagradas a Dios por el obispo diocesano según el rito litúrgico aprobado, celebran desposorios místicos con Jesucristo, Hijo de Dios, y se entregan al servicio de la Iglesia" (CIC, can. 604, 1). Por medio este rito solemne (Consecratio virginum, Consagración de vírgenes), "la virgen es constituida en persona consagrada" como "signo transcendente del amor de la Iglesia hacia Cristo, imagen escatológica de esta Esposa del Cielo y de la vida futura" (Rito de consagración de vírgenes, Prenotandos, 1).

. Las vírgenes consagradas nos están recordando que esta vida es prepararse, adornarse para el encuentro con el esposo. Son un signo de la esponsalidad a la que todos estamos llamados y ellas de una forma plena adelantan a esta vida nuestra vocación esponsal.

Punto 924 "Semejante a otras formas de vida consagrada" (CIC, can. 604), el orden de las vírgenes sitúa a la mujer que vive en el mundo (o a la monja) en el ejercicio de la oración, de la penitencia, del servicio a los hermanos y del trabajo apostólico, según el estado y los carismas respectivos ofrecidos a cada una (Rito de consagración de vírgenes, Prenotandos, 2). Las vírgenes consagradas pueden asociarse para guardar su propósito con mayor fidelidad (CIC, can. 604, 2).

. Las vírgenes consagradas puede ser que se asocien entre ellas para ayudarse mutuamente o sencillamente viven su consagración personalmente pero habiéndola discernido y habiéndola efectuado públicamente ante el obispo. Pueden llevar un tipo de trabajo que la misma iglesia les encomienda o no, o tienen un trabajo insertado en medio del mundo. La existencia de estas vocaciones remarca el papel de la mujer en la vida de la iglesia, contribuye a hacerla más presente en la vida de la iglesia. Esta consagración se lleva a cabo mediante unos sacramentales que son signos sagrados con los que imitando de alguna forma a los sacramentos expresan efectos sobre todo espirituales obtenidos por intercesión de la iglesia. Existe un orden de consagración de las vírgenes que es un sacramental publicado por la iglesia que consiste en significar con una serie de signos que esa persona queda consagrada para ser esposa de Jesucristo. Si bien un sacramental lo puede celebrar un laico, es conveniente que el sacramental de consagración lo presida el obispo porque él es la imagen de Cristo esposo con la que esa virgen consagrada se va a desposar, es decir, el obispo está representando a Cristo esposo.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Catecismo 920-921. La vida consagrada. La vida eremítica

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Punto 920 Sin profesar siempre públicamente los tres consejos evangélicos, los ermitaños, "con un apartamiento más estricto del mundo, el silencio de la soledad, la oración asidua y la penitencia, dedican su vida a la alabanza de Dios y salvación del mundo" (CIC, can. 603 1).

. Los eremitas, ermitaños o anacoretas. La palabra ermitaño significa habitante del desierto, la palabra anacoreta significa “me retiro”. Tienen un significado pues que da bastante luz a lo que significa esta vocación que hoy en día es muy minoritaria aunque hubo momentos que tuvo mucha más presencia. El hecho de que sea minoritaria no quiere decir que no tenga nada que decirnos, pues dentro del cuerpo místico que es la iglesia, nos iluminamos mutuamente y todos los carismas por muy minoritarios que sean son todos necesarios, cada parte del cuerpo es importante. La vocación eremítica floreció en los primeros siglos de la iglesia en imitación de san Juan Bautista y también de Jesucristo, quienes se apartaron en momentos de su vida al desierto, ellos fueron los elementos de imitación e irradiación de esa espiritualidad de apartarse al desierto. El auténtico anacoreta no es un hombre “raro” sino que siempre ha estado sujeto a la autoridad de la iglesia a cuya orden cuando la iglesia le hacía un llamado era capaz de salir de su retiro, de volver del desierto para incorporarse cuando la iglesia se lo pedía para por ejemplo fortalecerla, así san Antonio de Egipto (286-356) volvió a Alejandría cuando se lo pidió Atanasio, y hay más casos parecidos como los hijos de Benito, Romualdo, Bruno y Bernardo, es decir, el anacoreta no es un tipo raro o huraño incapaz de convivir con la gente y se va fuera, que parece que está desligado de la iglesia, no, aunque su vocación sea el apartamiento, cuando la iglesia les ha pedido su colaboración, lo han hecho porque su conexión con la iglesia es plena. Los principales refugios fueron al principio los vastos desiertos de Egipto y de Siria en cuyas cavernas pronto albergaron un increíble número de esto ascetas cristianos que practicaban penitencias muy rigurosas, pronto se les autorizó a llevar esta vida solitaria a aquellos que previamente hubiesen pasado un tiempo de prueba en un monasterio, etcétera, es decir, la iglesia fue poco a poco regulando. Hay grados distintos dentro de la vida eremítica, algunos monjes se juntan solo para comer, otros únicamente el domingo, ... La forma máxima de apartamiento que existió en la tradición fueron los famosos estilitas que llegaron a vivir en la cima de altas columnas, vivían sin bajarse nunca durante muchos años subidos en lo alto de una columna, viviendo la oración, y muchísimas personas de Alejandría iban al desierto en busca de aquellos monjes estilitas y eran un foco de irradiación tremenda por aquella vida tan penitente para mucha gente que iba en peregrinación al desierto a encontrarse y a rezar alrededor de esos monjes.

. Las luces que nos dan los anacoretas son las siguientes: con motivo del apartamiento que tienen del mundo, nos recuerda que en la sagrada escritura descubrimos que el término mundo tiene distintas acepciones que son: mundo en sentido positivo como creación de Dios “y vio Dios que todo era bueno”, mundo en sentido pecador, el mundo amado por Dios que se ha apartado de su camino y entonces el Señor se entrega por la salvación del mundo, por ejemplo Juan 3,16 “tanto amó Dios al mundo que dio a su único hijo para que todo el que crea en él no perezca”, y mundo como enemigo declarado de Dios, recordemos que incluso a satanás se le llama príncipe de este mundo. El cristiano ha de vivir en el mundo creado por Dios, ha de amar al mundo pecador y ha de tratar de vencer al mundo enemigo de Dios. Jesús nos insistió mucho que ese mundo enemigo tiene que ser vencido por el cristiano, en Juan 15,18  nos dice “Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo”, aquí san Juan está utilizando la palabra mundo en un sentido de lo que es enemigo de Dios. Para manifestar este aspecto de guardarnos del mundo, un mundo en el que estamos inmersos, un mundo en el que podemos ser absorbidos por el sin darnos cuenta, los anacoretas nos dan la luz para guardarnos del mundo, para apartarnos del mundo, una luz que nos recuerda que no podemos diluirnos en el mundo, de que existen las palabras de Jesús en las que se nos llama a vivir en el mundo pero sin ser del mundo, “guárdalos del mundo” pide Jesús al Padre. Se trata de evitar que mundanizar el cristianismo en lugar de cristianizar el mundo,.
. Una segunda luz es la intimidad personal con Cristo, ese apartamiento busca tener una oración continua en intimidad con el Señor. Tenemos el gran peligro de emplear mal el tiempo porque solemos decir que “no tengo tiempo para rezar, a ver si busco un rato para hacer oración”, al Señor le damos el tiempo que nos sobra y eso supone que hay algo que está mal planteado pues así el Señor no es el centro de nuestra vida. Los anacoretas nos enseñan el peligro que podemos tener de esa falta de centralidad, de esa falta de intimidad con el Señor, nos enseñan a que tenemos que cortar con ciertas cosas en nuestra vida para priorizar saber estar con el Señor.
Punto 921 Los eremitas presentan a los demás ese aspecto interior del misterio de la Iglesia que es la intimidad personal con Cristo. Oculta a los ojos de los hombres, la vida del eremita es predicación silenciosa de Aquel a quien ha entregado su vida, porque Él es todo para él. En este caso se trata de un llamamiento particular a encontrar en el desierto, en el combate espiritual, la gloria del Crucificado.

. Otro aspecto que nos enseñan los eremitas es el ocultamiento a los ojos de los hombres. Esto nos recuerda el pasaje en el que Jesús reprocha a los fariseos que les gustaba rezar en una parte muy pública para ser vistos, Jesús dice “tú cuando vayas a rezar, entra en tu celda, cierra la puerta”, esas palabras de Jesús parece que iluminan la vida del anacoreta que se oculta a los ojos del mundo. Hacer las cosas ante los ojos de Dios y no ante los ojos del mundo, que Dios sea nuestro público y no los ojos de los demás. Nos condiciona mucho el que haya personas que nos estén observando. Es un gran valor el hacer las cosas ocultas ante Dios, es decir, como si solo Dios nos estuviese viendo, con esa sencillez, con esa ingenuidad, sin ser condicionados por la mirada de los demás, y eso es un gran valor que la vida eremítica nos está a todos recordando.

. Un aspecto más que nos ilumina la vida eremítica es el de la penitencia, pues ha sido muy propio de los anacoretas el mezclar la oración y la penitencia. El sacrificio ayuda a la oración para que sea verdaderamente un rezar con todo el cuerpo, no solo una oración espiritual sino con el cuerpo entero, negándonos a nosotros mismos para buscar y afirmar la voluntad de Dios.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Catecismo 917-919. La vida consagrada. Un gran árbol, múltiples ramas

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Punto 917 "El resultado ha sido una especie de árbol en el campo de Dios, maravilloso y lleno de ramas, a partir de una semilla puesta por Dios. Han crecido, en efecto, diversas formas de vida, solitaria o comunitaria, y diversas familias religiosas que se desarrollan para el progreso de sus miembros y para el bien de todo el Cuerpo de Cristo" (LG 43).

. Hay múltiples formas de cómo se vive la vida consagrada hoy en día en el mundo y se recurre a la imagen de un árbol con múltiples ramas. Hay tanta diversidad que la misma iglesia tiene dificultad de explicitarlas, esta abundancia de formas nuevas de vida inspiradas por el Espíritu Sano es algo muy hermoso. Las nuevas formas de vida consagrada que se unen a las ya existentes manifiestan el atractivo constante de la entrega total al Señor. La semilla de la que nació este árbol fue Jesucristo que fue virgen, pobre y obediente, todos tenemos en Jesús nuestro punto de referencia, sacerdotes, laicos y consagrados. Jesús es el consagrado por antonomasia, el día en que se celebra la fiesta litúrgica de la vida consagrada es el día de la presentación de Jesús en el templo, el día en que es consagrado al Padre.

Punto 918 "Desde los comienzos de la Iglesia hubo hombres y mujeres que intentaron, con la práctica de los consejos evangélicos, seguir con mayor libertad a Cristo e imitarlo con mayor precisión. Cada uno a su manera, vivió entregado a Dios. Muchos, por inspiración del Espíritu Santo, vivieron en la soledad o fundaron familias religiosas, que la Iglesia reconoció y aprobó gustosa con su autoridad" (PC 1).

. La vida consagrada es reconocida explícitamente en el siglo IV en la iglesia aunque hay un desarrollo paulatino de esta forma de vida desde los primeros momentos de la iglesia porque es que la vida consagrada no es algo distinto a la vida cristiana sino que es lo mismo solo que llevada hasta sus últimas consecuencias, es vivir la práctica de los consejos evangélicos con mayor libertad y mayor precisión. En 1ª Corintios 7,34 san Pablo nos aconseja el celibato: “Yo os quisiera libres de preocupaciones. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. El casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer; está por tanto dividido. La mujer no casada, lo mismo que la doncella, se preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. Os digo esto para vuestro provecho, no para tenderos un lazo, sino para moveros a lo más digno y al trato asiduo con el Señor, sin división. Pero si alguno teme faltar a la conveniencia respecto de su novia, por estar en la flor de la edad, y conviene actuar en consecuencia, haga lo que quiera: no peca, cásense. Mas el que ha tomado una firme decisión en su corazón, y sin presión alguna, y en pleno uso de su libertad está resuelto en su interior a respetar a su novia, hará bien. Por tanto, el que se casa con su novia, obra bien. Y el que no se casa, obra mejor”, es conveniente entender bien este pasaje para no hacer malas interpretaciones como que el matrimonio no es una vocación a la santidad. Uno en el matrimonio se entrega a Jesucristo a través de la mediación de su cónyuge, sin embargo en la vida consagrada hay una entrega a Jesucristo directa, con un corazón indiviso. El casado tiene su corazón santamente dividido porque en la vida matrimonial uno debe entregarse a Jesucristo a través de su cónyuge. Lo que dice san Pablo cuando recomienda el celibato no significa que uno no se santifique en el matrimonio. La vida consagrada supone seguir a Cristo con mayor libertad porque no tiene los condicionantes de tener que adaptarse al ritmo de otra persona, el cónyuge es una ayuda para llegar a Cristo pero hay veces en que uno lo siente como una rémora, hay muchas veces que pasan las dos cosas en el matrimonio, como ayuda o como rémora. Esta mayor libertad se traduce en san Pablo hablar del célibe con el término de corazón indiviso y del casado con el término de corazón dividido, siendo ambos una misma vocación a la santidad.
. El Papa Juan Pablo II, para buscar un pasaje evangélico en el que se encuentre como reflejo qué es la vida consagrada, qué quiere ser la vida consagrada, curiosamente echa mano del pasaje de la transfiguración, la vida consagrada supone subir al monte (Tabor) primero para tener una experiencia más íntima con Jesús, segundo, a la vez un alejamiento del mundo. Luego en este encuentro íntimo, se pone de manifiesto que en este encuentro, el consagrado desearía que fuese para siempre, porque lo único que va a quedar, lo único importante, lo único que va a permanecer es el sólo Dios, sólo Dios basta.
. La persona consagrada no sólo hace de Cristo el centro de la propia vida, sino que se preocupa de reproducir en sí mismo aquélla forma de vida que escogió el hijo de Dios al venir al mundo, es decir, todo bautizado hace de Cristo el centro de su propia vida pero el consagrado además imita una forma de vida de Cristo abrazando la virginidad, abrazando la pobreza confiesa que Dios es el único tesoro y ofreciendo el sacrificio de su propia libertad en la obediencia filial confiesa que el alimento de Cristo era hacer la voluntad del Padre.   
Punto 919 Los obispos se esforzarán siempre en discernir los nuevos dones de vida consagrada confiados por el Espíritu Santo a su Iglesia; la aprobación de nuevas formas de vida consagrada está reservada a la Sede Apostólica (cf. CIC, can. 605).


. La iglesia tutela, discierne y da forma a todas esas cosas que el Espíritu Santo suscita para riqueza de la propia iglesia.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Catecismo 914-916. La vida consagrada. Consejos evangélicos

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Punto 914 "El estado de vida que consiste en la profesión de los consejos evangélicos, aunque no pertenezca a la estructura de la Iglesia, pertenece, sin embargo, sin discusión a su vida y a su santidad" (LG 44).

. El Catecismo a la hora de definir que era la condición de los fieles laicos en el punto 897, nos indica que por laicos o seglares serían aquellos cristianos que no han recibido el sacramento del orden sacerdotal o los que no tienen la profesión de vida de un estado religioso reconocido en la iglesia, es decir, hay tres formas de vivir la vida cristiana: los sacerdotes que han sido consagrados por la imposición de las manos del obispo, el religioso o consagrado que ha hecho una profesión de los consejos evangélicos (pobreza, castidad y obediencia), y el fiel laico que por el bautismo sigue esos consejos evangélicos no como estado de vida con votos o promesas sino que por el bautismo ha adquirido una consagración de hijo de Dios e intenta con el ejercicio de las virtudes vivir esos tres consejos evangélicos. Tres formas: estado de vida consagrada, estado sacerdotal y estado laical de consagración bautismal.

. Decir que el estado religioso o la vida consagrada no pertenece a la estructura de la iglesia quiere significar que el sacerdocio partió de Jesucristo, que Jesús dio inicio a la sucesión apostólica e instituyó el orden sacerdotal con la imposición de las manos desde el principio. El sacerdocio pertenece a la estructura de la iglesia porque Cristo mismo lo instituyó y comenzó la sucesión apostólica desde los primeros doce apóstoles, sin embargo eso con la vida religiosa no fue así de esa forma instituida por Jesucristo sino que se va poco a poco esa vida religiosa formando en la iglesia como una forma de imitación de Jesucristo. El que no pertenezca a la estructura de la iglesia no quiere decir que sea algo superficial.

. El día 25 de diciembre celebramos la Navidad del Señor, y luego hay tres fiestas que siguen: el 26 san Esteban, primer mártir, el 27 san Juan evangelista y el 28 los santos inocentes. La liturgia cristiana dice que el motivo de que estas tres fiestas estén puestas después del día de Navidad es por los frutos del nacimiento de Cristo, el primer fruto fue el martirio y por eso se celebra el 26 el martirio de san Esteban primer mártir, el segundo fruto de la vida de Cristo es la virginidad, lo que podríamos entender nosotros como vida consagrada, y san Juan es el apóstol virgen, y el tercer fruto que se celebra el día 28 es la inocencia. Aunque el estado de vida consagrada no perteneciese a la estructura de la iglesia fundada por Cristo, sin embargo sí que pertenece al corazón de la iglesia porque de alguna manera está en la plena imitación de Jesucristo. Jesús mismo llamando a algunas personas para dejarlo todo para seguirlo, inauguró este género de vida que bajo la acción del Espíritu se ha desarrollado progresivamente a lo largo de los siglos en las diversas formas de vida consagrada. La vida consagrada la inició Jesucristo, ahora bien, bajo la acción del Espíritu Santo a lo largo de los primeros siglos en la iglesia se le fue dando forma hasta que en el siglo IV se formaliza dentro de la iglesia.

Punto 915 Los consejos evangélicos están propuestos en su multiplicidad a todos los discípulos de Cristo. La perfección de la caridad a la cual son llamados todos los fieles implica, para quienes asumen libremente el llamamiento a la vida consagrada, la obligación de practicar la castidad en el celibato por el Reino, la pobreza y la obediencia. La profesión de estos consejos en un estado de vida estable reconocido por la Iglesia es lo que caracteriza la "vida consagrada" a Dios (cf. LG 42-43; PC 1).

. Los consejos de la vida evangélica están propuestos para todos los discípulos de Cristo, todo bautizado está llamado a vivir estos consejos. Los consejos evangélicos son muchos, son todos los que Cristo nos dio como forma de vida, pero se concretan según la tradición de la iglesia en tres: castidad, pobreza y obediencia. Cuando comienza la Cuaresma, la iglesia predica para todos sus fieles tres medios de santificación: limosna, ayuno y oración, y les da con ello unos instrumentos para vivir los tres consejos evangélicos: frente a la tentación del materialismo propone la limosna, tener un corazón desprendido de los bienes materiales. En la vida religiosa consagrada no es que se le inste al consagrado a ser generoso, sino que asume como estado de vida el no tener nada, el renunciar a disponer de bienes materiales. El religioso hace de este consejo de luchar contra el materialismo un estado de vida, el abrazar la pobreza como voto. Frente a la tentación del prestigio, del poder, del éxito, frente a esto la iglesia nos predica la humildad y en la Cuaresma nos predica la oración, la sumisión a la voluntad de Dios, Jesús eligió el camino de la humildad al entrar en Jesuralén, la oración es la búsqueda de la voluntad de Dios, cuando uno ora está buscando la gloria de Dios y no la gloria propia. El consagrado mediante el voto de obediencia a un superior o responsable, busca hacer la voluntad de Dios mediante ese voto. Frente a la tentación del placer, la iglesia da el consejo del ayuno a todos los bautizados como una forma de imitar a Jesucristo de cómo él en el desierto rechazó la tentación de convertir aquéllas piedras en panes, “no solo de pan vive el hombre”, el hombre no debe de priorizar en su vida aquello que pide nuestra carne sino que debe de priorizar el espíritu sobre la carne, y por eso el hombre debe ayunar para hacer frente a esa tentación. Los religiosos hacen esta lucha contra la carne mediante el voto de la virginidad, de castidad, testimoniando de esta forma la prioridad del espíritu sobre la carne. Es decir, todos estamos llamados a vivir los consejos evangélicos, limosna, oración y ayuno, y tales consejos son los que los consagrados profesan en un estado de vida de pobreza, castidad y obediencia.

Punto 916 El estado de vida consagrada aparece por consiguiente como una de las maneras de vivir una consagración "más íntima" que tiene su raíz en el Bautismo y se dedica totalmente a Dios (cf. PC 5). En la vida consagrada, los fieles de Cristo se proponen, bajo la moción del Espíritu Santo, seguir más de cerca a Cristo, entregarse a Dios amado por encima de todo y, persiguiendo la perfección de la caridad en el servicio del Reino, significar y anunciar en la Iglesia la gloria del mundo futuro (cf. CIC, can. 573).

. El estado de vida consagrada lo que hace es vivir de una forma más íntima, más plena, más intensa, en la que se saquen todas las consecuencias de lo que es la consagración del bautismo, porque todo cristiano es consagrado por el bautismo. Viviendo como lo hacen los religiosos, están anunciando en la iglesia la gloria de mundo futuro: cuando han profesado el voto de virginidad, castidad o celibato nos recuerdan que en la vida futura no habrá marido ni mujer como dice el evangelio, el matrimonio es un estado de vida temporal porque en la vida eterna todos seremos esposos de Cristo y esa será nuestra forma de vida para siempre. Con respecto a la pobreza, todos estamos llamados a tener un corazón desprendido, como dice san Pablo “a poseer como si no poseyésemos, a tener como si no tuviésemos”, y el religioso cuando profesa el voto de pobreza, nos anuncia que en la vida eterna el único bien que vamos a tener es Dios, él será el único tesoro, allí no habrá necesidad de ningún otro bien material para ser feliz, nos está evocando la parábola del tesoro escondido con aquél hombre que encuentra en un campo un tesoro y va y vende todo lo que tiene para comprar ese campo y quedarse con ese tesoro. El religioso nos recuerda que todos los bienes materiales por los cuales nos afanamos a veces en esta vida, aquí se van a quedar. Cuando el religioso profesa el voto de obediencia, sometiéndose a un superior, a un responsable, renunciando al ejercicio de su libertad teniendo que pedir permiso, nos está testimoniando que la verdadera libertad es la búsqueda de la voluntad de Dios, lo importante de la libertad no es que sea yo el que elija sino que elija bien, es decir, la capacidad de optar por el bien. En el cielo seremos plenamente libres porque nuestra adhesión a la voluntad de Dios será plena y absoluta, nuestro alimento será hacer la voluntad del Padre como dice Jesucristo. Por el voto de obediencia, los religiosos renunciando a su propia voluntad buscan la voluntad del Padre por encima de todo. Con estos tres votos, el estado de vida religiosa anuncia lo que va a ser la vida próxima.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Catecismo 910-913. Los fieles cristianos laicos. La participación de los laicos en la misión regia de Cristo II

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Punto 910 "Los seglares [...] también pueden sentirse llamados o ser llamados a colaborar con sus pastores en el servicio de la comunidad eclesial, para el crecimiento y la vida de ésta, ejerciendo ministerios muy diversos según la gracia y los carismas que el Señor quiera concederles" (EN 73).
. El Señor aunque es omnipotente, quiere tener necesidad de nuestra colaboración, en Getsemaní nos pidió que hiciésemos oración:”velad y orad conmigo”, es decir, el Señor quiere nuestra colaboración para extender el reino de Dios, nos quiere a nosotros como mediadores para esta extensión de su reino. Y el hombre puede decir que no a esa colaboración con Dios en la extensión del reino.

. Uno puede sentir internamente la llamada a colaborar con el ejercicio del ministerio sacerdotal o también ser llamado. A veces la forma en la que el Señor llama a uno, pues no es tanto una especie de inspiración interior sino que es el propio párroco u otra persona quien le pide su colaboración. Los pastores buscan nuevas formas adaptadas para poder predicar hoy en día el evangelio de una forma más eficaz. Hay una serie de ministerios laicales en comunión con la iglesia que se han ido desarrollando: el ministerio del catequista, animadores de la oración y del canto, asistencia de los necesitados, animadores de pequeñas comunidades, responsables de movimientos apostólicos (pre matrimonial, pre bautismal,…). La iglesia estima y agradece esta entrega de los seglares, así como la colaboración misionera de los seglares. Todos estos son ministerios laicales que son un don de Dios, sin embargo y debido a la carencia de vocaciones sacerdotales, sobre todo en Europa, la falta del sacerdote en la eucaristía en algunos lugares como en las misiones o en los pueblos pequeños, nos tiene que llevar a pedir aún más si cabe por las vocaciones sacerdotales, y ni mucho menos pensar que el Señor lo que quiere con la escasez sacerdotal es que cambiemos el concepto de sacerdote o que quitemos el celibato y se ordenen a personas casadas. La comunidad tiene la responsabilidad de orar para que existan vocaciones sacerdotales. Hemos de tener en cuenta que la promoción de los ministerios laicales no significa cambiar el concepto del sacerdocio y que la escasez de sacerdotes no es una ocasión que hay que aprovechar para que los laicos tengan una presencia en la iglesia que obligue a ésta a cambiar el concepto de sacerdocio.

Punto 911 En la Iglesia, en el ejercicio de la potestad de régimen "los fieles laicos pueden cooperar a tenor del derecho" (CIC, can. 129, 2). Así, con su presencia en los concilios particulares (can. 443, 4), los sínodos diocesanos (can. 463, 1 y 2), los consejos pastorales (can. 511; 536); en el ejercicio de la tarea pastoral de una parroquia (can. 517, 2); la colaboración en los consejos de los asuntos económicos (can. 492, 1; 536); la participación en los tribunales eclesiásticos (can. 1421, 2), etc.

. Los laicos pueden cooperar en la tarea que tiene el obispo o el sacerdote de regir la iglesia, y así den su voz e iluminen la reflexión de la iglesia, de hecho Juan Pablo II en muchos de los sínodos ha elegido a seglares concretos para asistir y para que cooperen en la tarea se regir la iglesia. Otra forma de cooperación son los consejos pastorales que están también compuestos por laicos a los cuales la iglesia les pide consejo para que sean luz para los pastores. Dios se sirve de personas para dar luz al pastor de cómo conducir la comunidad parroquial. No hay una lucha de poderes entre los laicos y los curas en como regir la iglesia sino que todos suman. En ocasiones, por escasez de sacerdotes, se le encomienda el cuidado pastoral de una determinada parroquia a un laico, y ese laico ejerce en la práctica las tareas pastorales aunque el cargo de párroco no se le da a un seglar sino a un sacerdote. Hoy en día los asuntos económicos, la iglesia lo encomienda a los seglares, y es de una gran ayuda que sea un grupo de laicos los que se encarguen de los temas económicos en la iglesia. Es un don muy grande la promoción de los ministerios laicales dentro de la iglesia y al mismo tiempo hay que matizar que esta participación de los seglares no sea entendida incorrectamente, es decir, promocionar la tarea de los laicos no debe de suponer una clericalización de los laicos, el laico no es un cura al igual que el sacerdote no es un laico, el sacerdote tampoco debe secularizarse en sus formas, de lo contrario ambos pierden su identidad. Cada uno tiene que colaborar con la iglesia en su propio ser, en su propia función.

Punto 912 Los fieles han de "aprender a distinguir cuidadosamente entre los derechos y deberes que tienen como miembros de la Iglesia y los que les corresponden como miembros de la sociedad humana. Deben esforzarse en integrarlos en buena armonía, recordando que en cualquier cuestión temporal han de guiarse por la conciencia cristiana. En efecto, ninguna actividad humana, ni siquiera en los asuntos temporales, puede sustraerse a la soberanía de Dios" (LG 36).

. Tanto en el campo de la sociedad humana como en el campo de la sociedad eclesial, cada fiel tiene sus derechos y sus deberes, y hay que distinguir entre las dos cosas. Ambos pueden entrar en colisión sobre todo en los tiempos en los que estamos, en los que es fácil encontrar esa especie de colisión por el hecho de que cada vez más existen leyes inmorales y contrarias a la ley natural. El Señor nos puede pedir testimonios heroicos al entrar en conflicto la pertenencia fiel a la iglesia y la pertenencia a la sociedad en la que estamos integrados.     

Punto 913 "Así, todo laico, por el simple hecho de haber recibido sus dones, es a la vez testigo e instrumento vivo de la misión de la Iglesia misma `según la medida del don de Cristo'" (LG33).


. Cada uno tiene un lugar especial en el cuerpo místico de la iglesia, el Señor no ha dado los mismos dones a todos el mundo, unos tienen un carisma especial en el trato de los enfermos, otros en el trato de los niños, etcétera, cada uno según el don de Cristo. Lo importante no es enterrar los talentos que nos ha dado el Señor y ponerlos al servicio.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Catecismo 908-909. Los fieles cristianos laicos. La participación de los laicos en la misión regia de Cristo I

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Punto 908 Por su obediencia hasta la muerte (cf. Flp 2, 8-9), Cristo ha comunicado a sus discípulos el don de la libertad regia, "para que vencieran en sí mismos, con la apropia renuncia y una vida santa, al reino del pecado" (LG 36):
«El que somete su propio cuerpo y domina su alma, sin dejarse llevar por las pasiones es dueño de sí mismo: se puede llamar rey porque es capaz de gobernar su propia persona; es libre e independiente y no se deja cautivar por una esclavitud culpable» (San Ambrosio, Expositio psalmi CXVIII, 14, 30: PL 15, 1476).

. Para gobernar el mundo, primero tenemos que gobernarnos a nosotros mismos. Nos puede ocurrir que nos veamos ordenando todo nuestro alrededor según los valores de Cristo, sin haber empezado por uno mismo. A veces es mucho más fácil ponerse a ordenar la casa ajena que la casa propia, pero cómo vamos a ordenar el mundo exterior sin ordenar la casa propia?. Esto es muy frecuente en nuestros días, el hacer un planteamiento de justicia y solidaridad sin comenzar por uno mismo, es decir, uno puede estar muy preocupado porque la solidaridad llegue a los más necesitados sin haber comenzado por ordenar las propias pasiones interiores. Si queremos un mundo más justo, lo primero que hay que hacer es ser más santos cada uno.

. Solamente se puede ser libre cuando uno es dueño se sus propias pasiones, porque aquí una de dos, o se es dueño de las propias pasiones y es tu voluntad la que conduce tu vida o de lo contrario eres arrastrado por tus pasiones, ahí no hay punto intermedio. Luego ser rey supone conducir la voluntad y desenmascarar un mundo que a veces se cree que es libre pero que no es libre, un mundo que tiende a confundir voluntad con ganas. Con mucha frecuencia se dice “yo hago lo que me da la gana”, y detrás lo que ocurre es que hago lo que las pasiones me arrastran, luego eso no es la autentica libertad sino una esclavitud de las pasiones, tu voluntad no es la que manda. Es fácil confundir voluntad con deseo, nuestra voluntad debe de conducir las pasiones. La verdadera libertad consiste en ser dueños de nuestras pasiones. Si se trata de cambiar el mundo, comencemos por cambiar nosotros mismos, siendo libres de las pasiones, de ser arrastrados por ellas, porque ser libre no es hacer lo que me viene en gana sino hacer lo que en mi conciencia entiendo que es bueno. La libertad es pues la capacidad de ordenarse para el bien y no es hacer aquello a lo que las pasiones me empujan. Esto es ser rey y participar de la misión real de Cristo, si uno no es rey de sí mismo, cómo va a ordenar el mundo conforme a la justicia?, en el fondo es aquello que decía Jesús “sácate la viga que tienes en el ojo y podrás ver la paja que hay en el ojo ajeno”.

Punto 909 "Los laicos, además, juntando también sus fuerzas, han de sanear las estructuras y las condiciones del mundo, de tal forma que, si algunas de sus costumbres incitan al pecado, todas ellas sean conformes con las normas de la justicia y favorezcan en vez de impedir la práctica de las virtudes. Obrando así, impregnarán de valores morales toda la cultura y las realizaciones humanas" (LG 36).

. El dia que fuimos bautizados se nos dijo “eres sacerdote, profeta y rey” y esas tres dimensiones las ejerce el laico o seglar. Hay dos textos de la sagrada escritura que nos habla de la vocación del laico a la realeza: Romanos 8,21 “La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontaneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios…” , es decir, hay una lucha por la liberación de este mundo, porque este mundo esta sometido a todo aquello que el pecado ha ejercido de influencias de encadenar toda la creación, de encadenarlo todo a un mundo de egoísmos y materialismos, cuando percibimos que en este mundo reina este egoísmo en el que todo el mundo va a lo suyo, sin embargo, hay también dentro de este mundo un anhelo de liberación de esa servidumbre de corrupción que el pecado ha ejercido en el mundo. Y el cristiano está llamado a ejercer la función, con la gracia de Cristo, de liberar a este mundo de esas cadenas, de un mundo egoísta sometido a esa ley del pecado. En 1ª Corintios 3,23 “todo es vuestro; y vosotros, de Cristo y Cristo de Dios”, es decir, que las cosas tienen que estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de las cosas, es el dinero y los bienes materiales los que han de estar al servicio del hombre, estamos llamados a ser señores de los bienes y no a ser esclavos de ellos, el hombre pierde su dignidad cuando se pone al servicio del dinero, cuando el dinero le esclaviza, cuando es su último valor. Como decía san Ignacio, usa las cosas en tanto en cuanto sirvan para gloria de Dios, y en tanto en cuanto son un estorbo te desprendes de ellas.


. Los laicos están llamados a sanear los ambientes del mundo, tienen que impregnar de un sentido moral la cultura y el trabajo humano, o sea, no se puede separar lo profano de lo sagrado como si fuesen dos ámbitos absolutamente ajenos el uno del otro. Cualquier asunto temporal en el que el cristiano se emplee, tiene que estar ordenado a Cristo. En la medida en que se ordenan moralmente estos asuntos temporales como la política, la economía, la familia, la enseñanza, etcétera, respetando las leyes naturales, se está sirviendo a Cristo. El laico, tenga la profesión que tenga, ha de ser competente en su profesión porque dificilmente se puede servir a Cristo si uno es un chapuzas, uno debe realizar su trabajo con vocación de cristificarlo, debe de ser competente técnicamente, no ser chapuzas, e impregnar las tareas con un sentido moral al servicio de Cristo

martes, 13 de septiembre de 2016

Catecismo 904-907. Los fieles cristianos laicos. La participación de los laicos en la misión profética de Cristo

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Punto 904 "Cristo [...] realiza su función profética no sólo a través de la jerarquía [...] sino también por medio de los laicos. Él los hace sus testigos y les da el sentido de la fe y la gracia de la palabra" (LG 35).
«Enseñar a alguien [...] para traerlo a la fe [...] es tarea de todo predicador e incluso de todo creyente (Santo Tomás de Aquino, S. Th.  3, q. 71, a.4, ad 3).

. Hay una vocación profética dada por Dios a cada bautizado, la función profética, Dios Padre no la lleva adelante únicamente a través de los sucesores de los apóstoles, también esa función profética se la da a cada laico, a cada bautizado. Les da un sentido de fe a los seglares, es decir, el cristiano traduce la vida de fe en su vida diaria, haciendo de toda su vida un canto de alabanza a Dios Padre. El don profético Dios no lo da necesariamente a los seglares a través de la jerarquía, el Espíritu Santo puede iluminar a un seglar directamente sin que tenga que ser a través de la jerarquía, puede iluminar a un fiel en la comprensión de un texto de la Biblia sin que haya escuchado la predicación del presbítero, un fiel puede ser iluminado por el Espíritu Santo para entender un determinado texto de la palabra de Dios. Ahora bien, esa luz hay que contrastarla con la tradición de la iglesia, con el magisterio, con los santos padres, etcétera, para que uno no sea engañado, porque como dice también la escritura, satanás puede disfrazarse como ángel de luz y engañarnos. Cuando el fiel cree y cree aquello que la sagrada escritura le está revelando, en comunión con toda la iglesia, está siendo asistido por el Espíritu Santo hasta el punto de ser infalible en ese acto de fe. Los fieles tienen la obligación de seguir la palabra del magisterio, en 1ª Juan 4,6 “Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error”, un verdadero profeta es alguien que escucha, no solo alguien que habla, para ser profeta hay que escuchar pues dificilmente alguien puede hablar si no ha escuchado. Cuando el fiel ha sido educado conforme a una recta doctrina católica, adquiere un sentido de fe, que aunque no sepa mucha teología, tiene un olfato que le permite percibir qué va por el buen camino y qué le suena mal. Ese sentido de fe no es un sentimiento, sino que es una especie de conocimiento por connaturalidad con la fe católica.

. El Espíritu Santo reparte carismas entre los fieles para el bien de la iglesia, y de los cuales el magisterio tiene que hacer un discernimiento. 1ª Corintios 12,7 “A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común, porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad”, la iglesia tiene la tarea de discernir dónde se dan los dones auténticos y dónde no, por ejemplo cuando la iglesia discierne la veracidad de apariciones, está discerniendo si son auténticos esos dones proféticos. La iglesia está llamada a no sofocar los dones que Dios pueda dar a unas personas concretas, pero también tiene la tarea de discernir para ver si esos dones son de Dios o no son de Dios. En 1ª Tesalonicenses 5,19 “No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno”, nos dice que examinemos los dones proféticos, quedándonos con lo bueno, no apagando el don del Espíritu. La iglesia tiene la obligación de advertir cuando hay algo que no lo ve claro.
Punto 905 Los laicos cumplen también su misión profética evangelizando, con "el anuncio de Cristo comunicado con el testimonio de la vida y de la palabra". En los laicos, "esta evangelización [...] adquiere una nota específica y una eficacia particular por el hecho de que se realiza en las condiciones generales de nuestro mundo" (LG 35):
«Este apostolado no consiste sólo en el testimonio de vida; el verdadero apostolado busca ocasiones para anunciar a Cristo con su palabra, tanto a los no creyentes [...] como a los fieles» (AA 6; cf. AG 15).

. La misión profética del laico tiene lugar con el testimonio de la vida y la palabra, los laicos están siendo pregoneros cuando asocian la vida con la fe, es decir, evangelizando el mensaje de Cristo pregonado con el testimonio de la vida y de la palabra. Esta predicación adquiere una forma muy peculiar y muy eficaz por el hecho de que están realizando su predicación insertados en el mundo, porque lo propio de los seglares es llevar su predicación no desde el púlpito como hace el sacerdote sino en medio de la vida, en la familia, en la fábrica, con los amigos, etcétera, y por eso esa predicación tiene un gran valor, porque es como extender el altavoz de la iglesia a lugares en los que no llega la voz del sacerdote. Los seglares tienen que cumplir con su misión profetica dando un testimonio de vida porque sin él, la palabra quedaría devaluada. El testimonio de la vida es más elocuente que la palabra misma, muchas veces se dice que la mejor predicación es la propia vida, pero el seglar también necesita la palabra para expresar ese sentido de su testimonio de vida que está dando, porque el testimonio sin la palabra posiblemente no sería comprendido por muchas personas, no se llegaría a comprender que ese tipo de vida que está teniendo  supone que es Cristo quien la está animando.

Punto 906 Los fieles laicos que sean capaces de ello y que se formen para ello también pueden prestar su colaboración en la formación catequética (cf. CIC, can. 774, 776, 780), en la enseñanza de las ciencias sagradas (cf. CIC, can. 229), en los medios de comunicación social (cf. CIC, can 823, 1).

. Dar testimonio de la palabra implica dar razón de nuestra fe, esto supone una formación adecuada, es conveniente una formación para poder rebatir el error, para que el combate de la fe tenga las armas de la razón, el conocimiento de la sagrada escritura, el conocimiento del magisterio, para poder dar respuestas a un mundo que pregunta para poder creer. Tenemos que ser humildes en la predicación y reconocer que no todos tenemos las mismas capacidades de expresión, sino que cada uno a su nivel tiene que dar testimonio de la fe con palabras más sabias o más torpes, pero con humildad, si algo no se sabe responder hay que ser humilde y decir que ya lo preguntaré o ya me informaré, porque una respuesta humilde de quien no pretende tener respuesta a todo es también un testimonio para quien quiera creer.

. Qué haría la iglesia sin la función de los catequistas?, se dice que especialmente la iglesia africana es una iglesia que está apoyada en grandísima manera en los catequistas. Éstos cuando trasmiten su fe están a la vez fortaleciendo su propia fe. Los seglares convenientemente formados que imparten clases de religión hacen un gran favor a los sacerdotes para que puedan disponer de tiempo para otras funciones ministeriales como visitar a los enfermos, atender a la parroquia, etcétera. Así pues la iglesia nos impulsa a ser testigos y formarnos bien para poder defender la verdad, para no callarnos, para ser profetas de Cristo.


Punto 907 "Tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestarla a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres y la reverencia hacia los pastores, habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas" (CIC, can. 212, 3).

sábado, 3 de septiembre de 2016

Catecismo 901-903. Los fieles cristianos laicos. La participación de los laicos en la misión sacerdotal de Cristo

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Punto 901 "Los laicos, consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están maravillosamente llamados y preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu. En efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo (cf 1P 2, 5), que ellos ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebración de la Eucaristía uniéndolos a la ofrenda del cuerpo del Señor. De esta manera, también los laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta sana, consagran el mundo mismo a Dios" (LG 34; cf. LG 10).

. Muchas veces, cuando uno se acerca a un laico comprometido, se acerca a él como quien se acerca a la iglesia a ver qué dice, a ver como reacciona, porque es el referente de iglesia más cercano que tiene, sobre todo en personas que están alejadas de la parroquia. Y esto es hermoso porque todos somos iglesia, no somos unos clientes de la iglesia y nuestro prójimo alejado ve en el seglar una imagen viva de la iglesia y está esperando un testimonio de compromiso.

. Los laicos están llamados a hacer florecer la iglesia allí donde Dios nos ha plantado. Hemos de hacer un ofrecimiento a Dios de todo lo que llevamos entre manos, nuestro comienzo del día, nuestras tareas corrientes aunque parezcan insignificantes o de poco valor, pero sin embargo pequeñas obras con mucho amor como decía la madre Teresa de Calcuta son las que redimen el mundo, ofrecidas para gloria de Dios. Ofrecemos las alegrías y las penas, cuando son alegrías las dejamos para la gloria de Dios y no nos envanecemos en ellas y cuando son penas las ofrecemos, las ponemos en las manos de Dios para que se unan a la cruz de Cristo y nos olvidamos de ellas. Así es como los laicos ejercen su misión sacerdotal.

Punto 902 De manera particular, los padres participan de la misión de santificación 
"impregnando de espíritu cristiano la vida conyugal y procurando la educación cristiana de los hijos" (CIC, can. 835, 4).

. Los laicos son sacerdotes en cuanto miembros del pueblo de Dios, hasta tal punto esto es así que en Romanos 12,1 nos habla de ofrecer nuestra vida como hostia santa inmaculada, es sobre todo en la eucaristía donde el laico ejercita este sacerdocio, llamado sacerdocio bautismal, al ofrecerse como victima junto con Cristo al Padre. Lutero negó el sacramento del orden sacerdotal y entonces la iglesia al reaccionar contra Lutero, subrayó lo contrario de lo que la herejía negaba. Lutero negó el orden sacerdotal y únicamente subrayó el sacerdocio común a todos los bautizados. La iglesia para afirmar el sacerdocio ministerial no niega el sacerdocio común de los fieles, y de hecho el Catecismo después Trento afirmó el sacerdocio común de los fieles al cual llamaba el sacerdocio interior. En Apocalipsis 1,6 “…ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes…”, es decir, se llama a los cristianos reino de sacerdotes. Tambien vemos este sacerdocio en 1ª Pedro 2,5 “también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo“, o en Exodo 19,6 “seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa”, otro ejemplo Isaías 61,6 “vosotros sereis llamados sacerdotes de Yahveh, ministros de nuestro Dios”, por lo tanto la iglesia ha tenido clara conciencia del sacerdocio común de los fieles.

. En el Nuevo Testamento, el término sacerdote, no se suele referir nunca a los ministros, sino más bien se refiere a la comunidad, a lo que llamamos nosotros los laicos, los seglares. El término sacerdote en el sentido en el que nosotros lo solemos utilizar como sacerdote ordenado para celebrar la eucaristía, etcétera, se utiliza unicamente en la carta a los Hebreos, en el resto del Nuevo Testamento, el término sacerdote se aplica a los fieles. Más bien es el término presbítero el que se utiliza para los ministros ordenados, para los sucesores de los apóstoles. Es en el siglo II cuando el término sacerdote se comenzó a emplear para hablar del clero, es decir, hasta Tertuliano en el siglo II el término sacerdote se utilizaba para designar a todos los bautizados. Esto significa que tenemos que recuperar este término de sacerdote para todos y ofrecer en la celebración de la santa Misa, uniéndonos en ese sacrificio de Cristo en el altar. Con nuestro sacerdocio bautismal nos unimos y participamos ofreciendo junto con Cristo al Padre nuestro propio sacrificio. En ese momento cumbre en el que el sacerdote dice “por Cristo con él y en él, a ti Dios Padre omnipotente en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria”, y el pueblo responde “amén”,  y en ese amén hay un ejercitar el sacerdocio común de los fieles, uniendo toda nuestra vida, nuestro sacrificio, nuestras alegrías y nuestras penas, junto con la ofrenda de Cristo al Padre, estamos ejercitando el sacerdocio de nuestra vida.

. Una forma muy especial de ejercer ese sacerdocio la tienen los matrimonios cuando están educando a sus hijos, cuando les trasmiten el Espíritu de Cristo, un padre cristiano quiere un hijo santo por encima de todo, quiere un hijo conforme a la voluntad de Dios, la función educadora del padre y de la madre es trasmitirle lo mejor que uno puede desear que es trasmitirle a Cristo. El sufrimiento de los padres cuando ven a un hijo que no tiene una voluntad de aceptación y se aleja, es un sufrimiento que hay que ofrecerlo a Cristo y cuando uno ofrece y lo deja en manos de Dios unido a la cruz de Cristo  entonces uno queda en paz, no tiene que ser un sufrimiento autodestructivo, ni de sentimiento de fracaso porque entonces sería amor propio, sería pensar que me han salido mal las cosas, que no he triunfado con mi hijo, no he hecho lo que yo hubiese deseado. El sufrimiento de santa Mónica no era de amor propio sino de quien lo ofrece a Dios y lo pone en sus manos, porque más sufre el Señor que nosotros, nuestro sufriemiento tiene que ser ofrecido y compartido con el dolor de Cristo, pero tiene que ser un sufrimiento ofrecido y una vez que uno ofrece queda en paz, no es que deje de sufrir, sigue sufriendo pero queda en paz en su sufrimiento.

Punto 903 Los laicos, si tienen las cualidades requeridas, pueden ser admitidos de manera estable a los ministerios de lectores y de acólito (cf. CIC, can. 230, 1). "Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden también los laicos, aunque no sean lectores ni acólitos, suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el Bautismo y dar la sagrada Comunión, según las prescripciones del derecho" (CIC, can. 230, 3).

. Una de las formas de también ejercer el sacerdocio de los laicos, aunque no es lo habitual, es a veces recibir de manos del obispo el ministerio de lector y acólito, aunque normalmente este ministerio lo reciben los que van camino de ejercer el ministerio sacerdotal.

. Se puede también ayudar de forma extraordinaria en la liturgia, en la proclamación de la palabra, incluso en la distribución de la sagrada comunión. Cuando el sacerdote es muy mayor o tiene dificultad para administrar la eucaristía, se le permite al seglar ser un ministro extraordinario en la distribución de la sagrada comunión. Tambien, a falta de sacerdote, al seglar se le permite bautizar. Un bautismo es válido cuando lo ejerce un seglar a falta de sacerdote. Ahora bien, lo que no tendría sentido es que estas acciones en situaciones extraordinarias se realicen cuando no se dan esas situaciones, es decir, no tendría sentido que un seglar esté bautizando a un niño cuando hay un sacerdote para poder hacerlo, o que los seglares se pongan a distribuir la comunión habiendo dos o tres sacerdotes en el altar concelebrando, eso no tiene sentido en una situación ordinaria. No debemos de tener escrúpulos cuando se produce esa situación extraordinaria, cuando recibimos la comunión de un seglar no hemos de tener escrúpulos. Ese seglar tiene el sacerdocio común por el bautismo y aunque no sea el sacerdocio ministerial, la iglesia le permite y le bendice para distribuir la comunión.