Punto 917 "El resultado ha sido una especie de árbol en el campo de Dios, maravilloso y lleno de ramas, a partir de una semilla puesta por Dios. Han crecido, en efecto, diversas formas de vida, solitaria o comunitaria, y diversas familias religiosas que se desarrollan para el progreso de sus miembros y para el bien de todo el Cuerpo de Cristo" (LG 43).
. Hay múltiples formas de cómo se vive la vida consagrada hoy en día en el mundo y se recurre a la imagen de un árbol con múltiples ramas. Hay tanta diversidad que la misma iglesia tiene dificultad de explicitarlas, esta abundancia de formas nuevas de vida inspiradas por el Espíritu Sano es algo muy hermoso. Las nuevas formas de vida consagrada que se unen a las ya existentes manifiestan el atractivo constante de la entrega total al Señor. La semilla de la que nació este árbol fue Jesucristo que fue virgen, pobre y obediente, todos tenemos en Jesús nuestro punto de referencia, sacerdotes, laicos y consagrados. Jesús es el consagrado por antonomasia, el día en que se celebra la fiesta litúrgica de la vida consagrada es el día de la presentación de Jesús en el templo, el día en que es consagrado al Padre.
Punto 918 "Desde los comienzos de la Iglesia hubo hombres y mujeres que intentaron, con la práctica de los consejos evangélicos, seguir con mayor libertad a Cristo e imitarlo con mayor precisión. Cada uno a su manera, vivió entregado a Dios. Muchos, por inspiración del Espíritu Santo, vivieron en la soledad o fundaron familias religiosas, que la Iglesia reconoció y aprobó gustosa con su autoridad" (PC 1).
. La vida consagrada es reconocida explícitamente en el siglo IV en
la iglesia aunque hay un desarrollo paulatino de esta forma de vida desde los primeros
momentos de la iglesia porque es que la vida consagrada no es algo distinto a
la vida cristiana sino que es lo mismo solo que llevada hasta sus últimas
consecuencias, es vivir la práctica de los consejos evangélicos con mayor
libertad y mayor precisión. En 1ª Corintios 7,34 san Pablo nos aconseja el
celibato: “Yo os quisiera libres de
preocupaciones. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo
agradar al Señor. El casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar
a su mujer; está por tanto dividido. La mujer no casada, lo mismo que la
doncella, se preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el
espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a
su marido. Os digo esto para vuestro provecho, no para tenderos un lazo, sino
para moveros a lo más digno y al trato asiduo con el Señor, sin división. Pero
si alguno teme faltar a la conveniencia respecto de su novia, por estar en la
flor de la edad, y conviene actuar en consecuencia, haga lo que quiera: no
peca, cásense. Mas el que ha tomado una firme decisión en su corazón, y sin
presión alguna, y en pleno uso de su libertad está resuelto en su interior a respetar
a su novia, hará bien. Por tanto, el que se casa con su novia, obra bien. Y el
que no se casa, obra mejor”, es conveniente entender bien este pasaje para no
hacer malas interpretaciones como que el matrimonio no es una vocación a la
santidad. Uno en el matrimonio se entrega a Jesucristo a través de la mediación
de su cónyuge, sin embargo en la vida consagrada hay una entrega a Jesucristo directa,
con un corazón indiviso. El casado tiene su corazón santamente dividido porque
en la vida matrimonial uno debe entregarse a Jesucristo a través de su cónyuge.
Lo que dice san Pablo cuando recomienda el celibato no significa que uno no se
santifique en el matrimonio. La vida consagrada supone seguir a Cristo con
mayor libertad porque no tiene los condicionantes de tener que adaptarse al
ritmo de otra persona, el cónyuge es una ayuda para llegar a Cristo pero
hay veces en que uno lo siente como una rémora, hay muchas veces que pasan las
dos cosas en el matrimonio, como ayuda o como rémora. Esta mayor libertad se
traduce en san Pablo hablar del célibe con el término de corazón indiviso y del
casado con el término de corazón dividido, siendo ambos una misma vocación a la
santidad.
. El Papa Juan Pablo II, para buscar un pasaje evangélico en el
que se encuentre como reflejo qué es la vida consagrada, qué quiere ser la vida
consagrada, curiosamente echa mano del pasaje de la transfiguración, la vida
consagrada supone subir al monte (Tabor) primero para tener una experiencia más
íntima con Jesús, segundo, a la vez un alejamiento del mundo. Luego en este
encuentro íntimo, se pone de manifiesto que en este encuentro, el consagrado desearía
que fuese para siempre, porque lo único que va a quedar, lo único importante,
lo único que va a permanecer es el sólo Dios, sólo Dios basta.
. La persona consagrada no sólo hace de Cristo el centro de la
propia vida, sino que se preocupa de reproducir en sí mismo aquélla forma de
vida que escogió el hijo de Dios al venir al mundo, es decir, todo bautizado
hace de Cristo el centro de su propia vida pero el consagrado además imita una
forma de vida de Cristo abrazando la virginidad, abrazando la pobreza confiesa
que Dios es el único tesoro y ofreciendo el sacrificio de su propia libertad en
la obediencia filial confiesa que el alimento de Cristo era hacer la voluntad
del Padre.
Punto 919 Los obispos se esforzarán siempre en discernir
los nuevos dones de vida consagrada confiados por el Espíritu Santo a su
Iglesia; la aprobación de nuevas formas de vida consagrada está reservada a la
Sede Apostólica (cf. CIC, can. 605).. La iglesia tutela, discierne y da forma a todas esas cosas que el Espíritu Santo suscita para riqueza de la propia iglesia.
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