sábado, 24 de septiembre de 2016

Catecismo 917-919. La vida consagrada. Un gran árbol, múltiples ramas

Haz clic AQUI para escuchar el audio completo

Punto 917 "El resultado ha sido una especie de árbol en el campo de Dios, maravilloso y lleno de ramas, a partir de una semilla puesta por Dios. Han crecido, en efecto, diversas formas de vida, solitaria o comunitaria, y diversas familias religiosas que se desarrollan para el progreso de sus miembros y para el bien de todo el Cuerpo de Cristo" (LG 43).

. Hay múltiples formas de cómo se vive la vida consagrada hoy en día en el mundo y se recurre a la imagen de un árbol con múltiples ramas. Hay tanta diversidad que la misma iglesia tiene dificultad de explicitarlas, esta abundancia de formas nuevas de vida inspiradas por el Espíritu Sano es algo muy hermoso. Las nuevas formas de vida consagrada que se unen a las ya existentes manifiestan el atractivo constante de la entrega total al Señor. La semilla de la que nació este árbol fue Jesucristo que fue virgen, pobre y obediente, todos tenemos en Jesús nuestro punto de referencia, sacerdotes, laicos y consagrados. Jesús es el consagrado por antonomasia, el día en que se celebra la fiesta litúrgica de la vida consagrada es el día de la presentación de Jesús en el templo, el día en que es consagrado al Padre.

Punto 918 "Desde los comienzos de la Iglesia hubo hombres y mujeres que intentaron, con la práctica de los consejos evangélicos, seguir con mayor libertad a Cristo e imitarlo con mayor precisión. Cada uno a su manera, vivió entregado a Dios. Muchos, por inspiración del Espíritu Santo, vivieron en la soledad o fundaron familias religiosas, que la Iglesia reconoció y aprobó gustosa con su autoridad" (PC 1).

. La vida consagrada es reconocida explícitamente en el siglo IV en la iglesia aunque hay un desarrollo paulatino de esta forma de vida desde los primeros momentos de la iglesia porque es que la vida consagrada no es algo distinto a la vida cristiana sino que es lo mismo solo que llevada hasta sus últimas consecuencias, es vivir la práctica de los consejos evangélicos con mayor libertad y mayor precisión. En 1ª Corintios 7,34 san Pablo nos aconseja el celibato: “Yo os quisiera libres de preocupaciones. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. El casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer; está por tanto dividido. La mujer no casada, lo mismo que la doncella, se preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. Os digo esto para vuestro provecho, no para tenderos un lazo, sino para moveros a lo más digno y al trato asiduo con el Señor, sin división. Pero si alguno teme faltar a la conveniencia respecto de su novia, por estar en la flor de la edad, y conviene actuar en consecuencia, haga lo que quiera: no peca, cásense. Mas el que ha tomado una firme decisión en su corazón, y sin presión alguna, y en pleno uso de su libertad está resuelto en su interior a respetar a su novia, hará bien. Por tanto, el que se casa con su novia, obra bien. Y el que no se casa, obra mejor”, es conveniente entender bien este pasaje para no hacer malas interpretaciones como que el matrimonio no es una vocación a la santidad. Uno en el matrimonio se entrega a Jesucristo a través de la mediación de su cónyuge, sin embargo en la vida consagrada hay una entrega a Jesucristo directa, con un corazón indiviso. El casado tiene su corazón santamente dividido porque en la vida matrimonial uno debe entregarse a Jesucristo a través de su cónyuge. Lo que dice san Pablo cuando recomienda el celibato no significa que uno no se santifique en el matrimonio. La vida consagrada supone seguir a Cristo con mayor libertad porque no tiene los condicionantes de tener que adaptarse al ritmo de otra persona, el cónyuge es una ayuda para llegar a Cristo pero hay veces en que uno lo siente como una rémora, hay muchas veces que pasan las dos cosas en el matrimonio, como ayuda o como rémora. Esta mayor libertad se traduce en san Pablo hablar del célibe con el término de corazón indiviso y del casado con el término de corazón dividido, siendo ambos una misma vocación a la santidad.
. El Papa Juan Pablo II, para buscar un pasaje evangélico en el que se encuentre como reflejo qué es la vida consagrada, qué quiere ser la vida consagrada, curiosamente echa mano del pasaje de la transfiguración, la vida consagrada supone subir al monte (Tabor) primero para tener una experiencia más íntima con Jesús, segundo, a la vez un alejamiento del mundo. Luego en este encuentro íntimo, se pone de manifiesto que en este encuentro, el consagrado desearía que fuese para siempre, porque lo único que va a quedar, lo único importante, lo único que va a permanecer es el sólo Dios, sólo Dios basta.
. La persona consagrada no sólo hace de Cristo el centro de la propia vida, sino que se preocupa de reproducir en sí mismo aquélla forma de vida que escogió el hijo de Dios al venir al mundo, es decir, todo bautizado hace de Cristo el centro de su propia vida pero el consagrado además imita una forma de vida de Cristo abrazando la virginidad, abrazando la pobreza confiesa que Dios es el único tesoro y ofreciendo el sacrificio de su propia libertad en la obediencia filial confiesa que el alimento de Cristo era hacer la voluntad del Padre.   
Punto 919 Los obispos se esforzarán siempre en discernir los nuevos dones de vida consagrada confiados por el Espíritu Santo a su Iglesia; la aprobación de nuevas formas de vida consagrada está reservada a la Sede Apostólica (cf. CIC, can. 605).


. La iglesia tutela, discierne y da forma a todas esas cosas que el Espíritu Santo suscita para riqueza de la propia iglesia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario