martes, 13 de septiembre de 2016

Catecismo 904-907. Los fieles cristianos laicos. La participación de los laicos en la misión profética de Cristo

Haz clic AQUI para escuchar el audio completo

Punto 904 "Cristo [...] realiza su función profética no sólo a través de la jerarquía [...] sino también por medio de los laicos. Él los hace sus testigos y les da el sentido de la fe y la gracia de la palabra" (LG 35).
«Enseñar a alguien [...] para traerlo a la fe [...] es tarea de todo predicador e incluso de todo creyente (Santo Tomás de Aquino, S. Th.  3, q. 71, a.4, ad 3).

. Hay una vocación profética dada por Dios a cada bautizado, la función profética, Dios Padre no la lleva adelante únicamente a través de los sucesores de los apóstoles, también esa función profética se la da a cada laico, a cada bautizado. Les da un sentido de fe a los seglares, es decir, el cristiano traduce la vida de fe en su vida diaria, haciendo de toda su vida un canto de alabanza a Dios Padre. El don profético Dios no lo da necesariamente a los seglares a través de la jerarquía, el Espíritu Santo puede iluminar a un seglar directamente sin que tenga que ser a través de la jerarquía, puede iluminar a un fiel en la comprensión de un texto de la Biblia sin que haya escuchado la predicación del presbítero, un fiel puede ser iluminado por el Espíritu Santo para entender un determinado texto de la palabra de Dios. Ahora bien, esa luz hay que contrastarla con la tradición de la iglesia, con el magisterio, con los santos padres, etcétera, para que uno no sea engañado, porque como dice también la escritura, satanás puede disfrazarse como ángel de luz y engañarnos. Cuando el fiel cree y cree aquello que la sagrada escritura le está revelando, en comunión con toda la iglesia, está siendo asistido por el Espíritu Santo hasta el punto de ser infalible en ese acto de fe. Los fieles tienen la obligación de seguir la palabra del magisterio, en 1ª Juan 4,6 “Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error”, un verdadero profeta es alguien que escucha, no solo alguien que habla, para ser profeta hay que escuchar pues dificilmente alguien puede hablar si no ha escuchado. Cuando el fiel ha sido educado conforme a una recta doctrina católica, adquiere un sentido de fe, que aunque no sepa mucha teología, tiene un olfato que le permite percibir qué va por el buen camino y qué le suena mal. Ese sentido de fe no es un sentimiento, sino que es una especie de conocimiento por connaturalidad con la fe católica.

. El Espíritu Santo reparte carismas entre los fieles para el bien de la iglesia, y de los cuales el magisterio tiene que hacer un discernimiento. 1ª Corintios 12,7 “A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común, porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad”, la iglesia tiene la tarea de discernir dónde se dan los dones auténticos y dónde no, por ejemplo cuando la iglesia discierne la veracidad de apariciones, está discerniendo si son auténticos esos dones proféticos. La iglesia está llamada a no sofocar los dones que Dios pueda dar a unas personas concretas, pero también tiene la tarea de discernir para ver si esos dones son de Dios o no son de Dios. En 1ª Tesalonicenses 5,19 “No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno”, nos dice que examinemos los dones proféticos, quedándonos con lo bueno, no apagando el don del Espíritu. La iglesia tiene la obligación de advertir cuando hay algo que no lo ve claro.
Punto 905 Los laicos cumplen también su misión profética evangelizando, con "el anuncio de Cristo comunicado con el testimonio de la vida y de la palabra". En los laicos, "esta evangelización [...] adquiere una nota específica y una eficacia particular por el hecho de que se realiza en las condiciones generales de nuestro mundo" (LG 35):
«Este apostolado no consiste sólo en el testimonio de vida; el verdadero apostolado busca ocasiones para anunciar a Cristo con su palabra, tanto a los no creyentes [...] como a los fieles» (AA 6; cf. AG 15).

. La misión profética del laico tiene lugar con el testimonio de la vida y la palabra, los laicos están siendo pregoneros cuando asocian la vida con la fe, es decir, evangelizando el mensaje de Cristo pregonado con el testimonio de la vida y de la palabra. Esta predicación adquiere una forma muy peculiar y muy eficaz por el hecho de que están realizando su predicación insertados en el mundo, porque lo propio de los seglares es llevar su predicación no desde el púlpito como hace el sacerdote sino en medio de la vida, en la familia, en la fábrica, con los amigos, etcétera, y por eso esa predicación tiene un gran valor, porque es como extender el altavoz de la iglesia a lugares en los que no llega la voz del sacerdote. Los seglares tienen que cumplir con su misión profetica dando un testimonio de vida porque sin él, la palabra quedaría devaluada. El testimonio de la vida es más elocuente que la palabra misma, muchas veces se dice que la mejor predicación es la propia vida, pero el seglar también necesita la palabra para expresar ese sentido de su testimonio de vida que está dando, porque el testimonio sin la palabra posiblemente no sería comprendido por muchas personas, no se llegaría a comprender que ese tipo de vida que está teniendo  supone que es Cristo quien la está animando.

Punto 906 Los fieles laicos que sean capaces de ello y que se formen para ello también pueden prestar su colaboración en la formación catequética (cf. CIC, can. 774, 776, 780), en la enseñanza de las ciencias sagradas (cf. CIC, can. 229), en los medios de comunicación social (cf. CIC, can 823, 1).

. Dar testimonio de la palabra implica dar razón de nuestra fe, esto supone una formación adecuada, es conveniente una formación para poder rebatir el error, para que el combate de la fe tenga las armas de la razón, el conocimiento de la sagrada escritura, el conocimiento del magisterio, para poder dar respuestas a un mundo que pregunta para poder creer. Tenemos que ser humildes en la predicación y reconocer que no todos tenemos las mismas capacidades de expresión, sino que cada uno a su nivel tiene que dar testimonio de la fe con palabras más sabias o más torpes, pero con humildad, si algo no se sabe responder hay que ser humilde y decir que ya lo preguntaré o ya me informaré, porque una respuesta humilde de quien no pretende tener respuesta a todo es también un testimonio para quien quiera creer.

. Qué haría la iglesia sin la función de los catequistas?, se dice que especialmente la iglesia africana es una iglesia que está apoyada en grandísima manera en los catequistas. Éstos cuando trasmiten su fe están a la vez fortaleciendo su propia fe. Los seglares convenientemente formados que imparten clases de religión hacen un gran favor a los sacerdotes para que puedan disponer de tiempo para otras funciones ministeriales como visitar a los enfermos, atender a la parroquia, etcétera. Así pues la iglesia nos impulsa a ser testigos y formarnos bien para poder defender la verdad, para no callarnos, para ser profetas de Cristo.


Punto 907 "Tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestarla a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres y la reverencia hacia los pastores, habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas" (CIC, can. 212, 3).

No hay comentarios:

Publicar un comentario