Punto 908 Por su obediencia hasta la muerte (cf. Flp 2, 8-9), Cristo ha comunicado a sus discípulos el don de la libertad regia, "para que vencieran en sí mismos, con la apropia renuncia y una vida santa, al reino del pecado" (LG 36):
«El que somete su propio cuerpo y domina su alma, sin dejarse llevar por las pasiones es dueño de sí mismo: se puede llamar rey porque es capaz de gobernar su propia persona; es libre e independiente y no se deja cautivar por una esclavitud culpable» (San Ambrosio, Expositio psalmi CXVIII, 14, 30: PL 15, 1476).
. Para gobernar el mundo, primero tenemos que gobernarnos a nosotros mismos. Nos puede ocurrir que nos veamos ordenando todo nuestro alrededor según los valores de Cristo, sin haber empezado por uno mismo. A veces es mucho más fácil ponerse a ordenar la casa ajena que la casa propia, pero cómo vamos a ordenar el mundo exterior sin ordenar la casa propia?. Esto es muy frecuente en nuestros días, el hacer un planteamiento de justicia y solidaridad sin comenzar por uno mismo, es decir, uno puede estar muy preocupado porque la solidaridad llegue a los más necesitados sin haber comenzado por ordenar las propias pasiones interiores. Si queremos un mundo más justo, lo primero que hay que hacer es ser más santos cada uno.
. Solamente se puede ser libre cuando uno es dueño se sus propias pasiones, porque aquí una de dos, o se es dueño de las propias pasiones y es tu voluntad la que conduce tu vida o de lo contrario eres arrastrado por tus pasiones, ahí no hay punto intermedio. Luego ser rey supone conducir la voluntad y desenmascarar un mundo que a veces se cree que es libre pero que no es libre, un mundo que tiende a confundir voluntad con ganas. Con mucha frecuencia se dice “yo hago lo que me da la gana”, y detrás lo que ocurre es que hago lo que las pasiones me arrastran, luego eso no es la autentica libertad sino una esclavitud de las pasiones, tu voluntad no es la que manda. Es fácil confundir voluntad con deseo, nuestra voluntad debe de conducir las pasiones. La verdadera libertad consiste en ser dueños de nuestras pasiones. Si se trata de cambiar el mundo, comencemos por cambiar nosotros mismos, siendo libres de las pasiones, de ser arrastrados por ellas, porque ser libre no es hacer lo que me viene en gana sino hacer lo que en mi conciencia entiendo que es bueno. La libertad es pues la capacidad de ordenarse para el bien y no es hacer aquello a lo que las pasiones me empujan. Esto es ser rey y participar de la misión real de Cristo, si uno no es rey de sí mismo, cómo va a ordenar el mundo conforme a la justicia?, en el fondo es aquello que decía Jesús “sácate la viga que tienes en el ojo y podrás ver la paja que hay en el ojo ajeno”.
Punto 909 "Los laicos, además, juntando también sus fuerzas, han de sanear las estructuras y las condiciones del mundo, de tal forma que, si algunas de sus costumbres incitan al pecado, todas ellas sean conformes con las normas de la justicia y favorezcan en vez de impedir la práctica de las virtudes. Obrando así, impregnarán de valores morales toda la cultura y las realizaciones humanas" (LG 36).
. El dia que fuimos bautizados se nos dijo “eres sacerdote,
profeta y rey” y esas tres dimensiones las ejerce el laico o seglar. Hay dos
textos de la sagrada escritura que nos habla de la vocación del laico a la
realeza: Romanos 8,21 “La creación, en
efecto, fue sometida a la vanidad, no espontaneamente, sino por aquel que la
sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción
para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios…” , es decir, hay
una lucha por la liberación de este mundo, porque este mundo esta sometido a
todo aquello que el pecado ha ejercido de influencias de encadenar toda la
creación, de encadenarlo todo a un mundo de egoísmos y materialismos, cuando
percibimos que en este mundo reina este egoísmo en el que todo el mundo va a lo
suyo, sin embargo, hay también dentro de este mundo un anhelo de liberación de
esa servidumbre de corrupción que el pecado ha ejercido en el mundo. Y el
cristiano está llamado a ejercer la función, con la gracia de Cristo, de
liberar a este mundo de esas cadenas, de un mundo egoísta sometido a esa
ley del pecado. En 1ª Corintios 3,23 “todo
es vuestro; y vosotros, de Cristo y Cristo de Dios”, es decir, que las
cosas tienen que estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de las
cosas, es el dinero y los bienes materiales los que han de estar al
servicio del hombre, estamos llamados a ser señores de los bienes y no a ser
esclavos de ellos, el hombre pierde su dignidad cuando se pone al servicio del
dinero, cuando el dinero le esclaviza, cuando es su último valor. Como decía
san Ignacio, usa las cosas en tanto en cuanto sirvan para gloria de Dios, y en
tanto en cuanto son un estorbo te desprendes de ellas.
. Los laicos están llamados a sanear los ambientes del mundo, tienen que impregnar de un sentido moral la cultura y el trabajo humano, o sea, no se puede separar lo profano de lo sagrado como si fuesen dos ámbitos absolutamente ajenos el uno del otro. Cualquier asunto temporal en el que el cristiano se emplee, tiene que estar ordenado a Cristo. En la medida en que se ordenan moralmente estos asuntos temporales como la política, la economía, la familia, la enseñanza, etcétera, respetando las leyes naturales, se está sirviendo a Cristo. El laico, tenga la profesión que tenga, ha de ser competente en su profesión porque dificilmente se puede servir a Cristo si uno es un chapuzas, uno debe realizar su trabajo con vocación de cristificarlo, debe de ser competente técnicamente, no ser chapuzas, e impregnar las tareas con un sentido moral al servicio de Cristo.
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