Punto 1.005 Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo, es necesario "dejar este cuerpo para ir a morar cerca del Señor" (2 Co 5,8). En esta "partida" (Flp 1,23) que es la muerte, el alma se separa del cuerpo. Se reunirá con su cuerpo el día de la resurrección de los muertos (cf. Credo del Pueblo de Dios, 28).
. Qué significado tiene morir con Cristo?. San
Pablo en Filipenses 1,23 nos dice “pues
para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la
carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger.... Me siento
apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo,
lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas, por otra parte, quedarme en
la carne es más necesario para vosotros”, aquí san Pablo habla de dos
facetas, por un lado desea partir y estar con Cristo pues quedarse en la carne
mortal es algo torpe, es algo que nos impide un encuentro directo cara a cara
con Dios y san Pablo suspira por ese encuentro. Por otro lado dice que si es
más necesario para la gloria de Dios el serviros a vosotros entonces se quedará
y acepta quedarse. En el fondo san Pablo lo deja en manos de Dios, pues quien
de nosotros sabe si es más conveniente marchar con el Señor o si todavía el
Señor nos quiere aquí.
. Es frecuente que una persona mayor
cuestione al sacerdote el porqué el Señor no nos llama ya. Personas que se
sienten una carga familiar, que están en estado de postración y sufren de ver
como su familia cambia sus planes para cuidarlas etcétera, entonces estas
personas reflexionan en voz alta: “no sé porque el Señor no me llama, no sé que
hago aquí?”…. dejemos eso en manos de Dios, si uno sigue aquí es porque Dios
quiere, es por algo, la permanencia en esta vida no es inútil, no tengamos
miedo de dar trabajo pues quizás llegue un momento que estando en Dios, todos
estos apuros son ocasiones de gracia y purificación para todos los que le están
cuidando, es una ocasión para que dejen de pensar en sí mismos. Decir dónde
somos más necesarios, si aquí o allí, es algo que hay que dejar en manos de
Dios.
Punto 1.006 "Frente a la muerte, el enigma de la
condición humana alcanza su cumbre" (GS 18). En un
sentido, " (Rm 6, 23; cf. Gn 2, 17). Y para los que mueren
en la gracia de Cristo, es una participación en la muerte del Señor para poder
participar también en su Resurrección (cf. Rm 6,
3-9; Flp 3, 10-11).
.
El que no encuentra sentido a la muerte tampoco encuentra sentido a la vida. Qué
sentido puede tener la vida si luego no le encontramos un sentido a la muerte?.
La vida entonces es un callejón que conduce a un abismo, es como una carretera
que al final termina en un precipicio, y por tanto la carretera no tiene
sentido. La carretera tiene sentido cuando lleva a algún sitio, a algún
destino. La vida tiene sentido en la medida en que la muerte tenga sentido para
nosotros, de lo contrario la vida es como una pasión inútil, nos conduce al final
a una frustración, los cristianos tenemos un sentido en esta vida porque
tenemos un sentido en la muerte, de lo contrario para qué luchar, para qué
ilusionarse, casi es peor ilusionarse. Cuando uno más ilusiones ponga en esta
vida, pues más frustraciones se llevará si no tiene sentido en la muerte.. La muerte en un sentido es natural, pues es evidente que todo lo material está sometido a una ley del desgaste, nace y muere, y es lo que corresponde a la condición natural. Por lo tanto una sana espiritualidad es aquella que acepta las limitaciones naturales. La naturaleza es maravillosa pero no es perfecta, como creatura es limitada y le corresponde el desgaste, una corruptibilidad que es natural, esto lo sabemos y a pesar de saberlo nos cuesta aceptarlo. Y en un sentido de fe, la muerte es el salario del pecado, y se nos ofrecen dos textos Romanos 6,23 y Génesis 2,17 que hacen referencia a que la muerte también ha sido introducida como salario del pecado, es decir, en el plan primero de Dios, en el paraíso terrenal, Dios había preservado al hombre de la muerte natural y es el pecado original el que les quita el don preternatural que tenían de no morir y les deja en la situación de que la muerte sea lo natural en el hombre.
Punto 1.007 La muerte es el final de la vida terrena. Nuestras vidas están medidas por el tiempo, en el curso del cual cambiamos, envejecemos y como en todos los seres vivos de la tierra, al final aparece la muerte como terminación normal de la vida. Este aspecto de la muerte da urgencia a nuestras vidas: el recuerdo de nuestra mortalidad sirve también para hacernos pensar que no contamos más que con un tiempo limitado para llevar a término nuestra vida:
«Acuérdate de tu Creador en tus días mozos [...], mientras no vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio» (Qo 12, 1. 7).
. Aquí el Catecismo nos dice que la vida es fugaz, que la vida es pasajera y que no debemos de perder el tiempo. Por desgracia muchas veces perdemos el tiempo en la vida en lugar de preparar el encuentro con el Señor, y lo hacemos viviendo una vida intrascendente. No encontramos el momento de preparar el encuentro, nos ponemos excusas en la niñez, en la juventud, en la madurez, en la ancianidad y al final con tanta excusa nos llega el momento de la muerte sin haber preparado el encuentro con Dios. La muerte es una realidad que puede presentarse en cualquier momento y lo importante es que nos encuentre preparados para el encuentro con el Señor, no estamos hablando de una espiritualidad angustiada sino de una espiritualidad que vive en presencia de Dios y sabe que en cualquier momento nos puede llamar a la puerta y debemos estar prontos a responder “aquí estoy Señor, vengo porque me has llamado”, y es una espiritualidad confiada, sabiendo que cualquier momento es bueno para preparar el encuentro del Señor, el momento de la niñez, el de la juventud, el de la vida del trabajador, el del jubilado, en el momento de la agonía, todos los momentos son momentos de gracia para vivir intensamente ese encuentro con el Señor.
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