sábado, 25 de febrero de 2017

Catecismo 1020-1022. Creo en la vida eterna. El juicio particular

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Punto 1.020 El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una ida hacia Él y la entrada en la vida eterna. Cuando la Iglesia dice por última vez las palabras de perdón de la absolución de Cristo sobre el cristiano moribundo, lo sella por última vez con una unción fortificante y le da a Cristo en el viático como alimento para el viaje. Le habla entonces con una dulce seguridad:
«Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso, que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti descendió. Entra en el lugar de la paz y que tu morada esté junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen, Madre de Dios, con san José y todos los ángeles y santos [...] Te entrego a Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus manos, pues es tu Hacedor, que te formó del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la Virgen María y todos los ángeles y santos [...] Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor» (Rito de la Unción de Enfermos y de su cuidado pastoral, Orden de recomendación de moribundos, 146-147).

. En este punto, el Catecismo recuerda que el cristiano está uniendo su muerte a la de Cristo para que también la resurrección de Cristo se una a la suya. La iglesia en el momento de la muerte quiere acompañar a sus hijos y quiere acompañarles para reconfortarles, el acompañamiento que les da es múltiple, por una parte la absolución tras la confesión de los pecados, la unción de los enfermos, uniendo la pasión personal con la pasión de Cristo, el viático o alimento para el viaje que es la eucaristía que se administra a las personas moribundas pues lo único que nos llevamos de esta vida es la gracia de Cristo especialmente en la eucaristía, el viático, todo lo demás aquí se queda como los tesoros de los faraones que se quedaron aquí, que así nos dijo Jesús “no acumuléis tesoros…”.

. Lo último que hace la iglesia es la oración de encomendación del alma a Dios, encomendar su alma a Dios, que es una de las oraciones más hermosas, la iglesia en esta oración está como haciendo un parto, la iglesia da a luz a sus hijos para Dios.

Punto 1.021  La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros.

. Distinguimos entre juicio particular y juicio universal, el primero tiene lugar inmediatamente después de la muerte y el segundo es el que tendrá lugar al final de los tiempos cuando Cristo venga como juez de vivos y muertos en su parusía coincidiendo con nuestra resurrección.

. En el momento de la muerte termina el tiempo de conversión, termina el tiempo en el que el hombre tenía la capacidad de optar libremente de aceptar o rechazar la gracia, tras la muerte, el hombre una vez que pasa a la presencia de Dios, queda fijada su opción. Tras la muerte puede tener lugar el momento de purificación pero no tanto de conversión porque la conversión supone un ejercicio de libertad que es previo a la muerte. La mayoría de los textos que hablan del juicio, hablan del juicio universal que vendrá al final de los tiempos, por ejemplo en Mateo 25,31 “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda…”, es decir generalmente en la Sagrada Escritura cuando se habla del juicio se habla en esa perspectiva del juicio universal o final. Pero eso no quita que también haya diversos textos que hablan del juicio particular como por ejemplo, la parábola del pobre Lázaro en Lucas 16,22 “Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno…”, es decir, vemos que se habla que inmediatamente después de la muerte, Lázaro va al seno de Abraham imagen del cielo y el rico Epulón va al infierno, al Hades, al lugar de los tormentos, es decir, habla de una retribución inmediata después de la muerte. Lo mismo cabe decir de la frase que le dijo Jesús al buen ladrón en la cruz cuando el buen ladrón le dice “acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”, el le dice “hoy estarás conmigo en el paraíso”, y le dice “hoy”, no le dice “al final de los tiempos”, le dice “hoy”. La muerte supone un partir y estar ya con Cristo, hay una retribución inmediata sin esperar al juicio universal.
Punto 1.022 Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Concilio de Lyon II: DS 856; Concilio de Florencia: DS 1304; Concilio de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Concilio de Lyon II: DS 857; Juan XXII: DS 991; Benedicto XII: DS 1000-1001; Concilio de Florencia: DS 1305), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Concilio de Lyon II: DS 858; Benedicto XII: DS 1002; Concilio de Florencia: DS 1306).
«A la tarde te examinarán en el amor» (San Juan de la Cruz, Avisos y sentencias, 57).

. El alma al comparecer ante la presencia de Dios, la mera presencia de Dios ya nos dice a cada uno cual es nuestro lugar, ante la luz de Dios cada uno de nosotros sabe inmediatamente cual es nuestro lugar, todo queda claro. En la presencia de Dios sabemos si uno necesita purificación, si uno ya está preparado o si el estado de uno es de absoluto rechazo de su luz.


. Satanás ha infiltrado muchos errores tanto dentro como fuera de la iglesia, sin embargo, la iglesia no puede cambiar su fe, la iglesia trasmite lo que ha recibido, no es dueña de lo que ha recibido y tiene que ser fiel para trasmitirlo, la iglesia no cambia la fe como si esta fuera algo que tuviera que cambiar con las modas o con lo que está bien visto o mal visto. Eso sería confundir la fe con las ideologías las cuales están recibiendo continua influencia del momento que se vive, sin embargo la fe es un deposito puesto en manos de la iglesia, y la iglesia estaría traicionando ese depósito si lo estuviera mercadeando o cambiando para por ejemplo tener una imagen más moderna o más atrayente. Dice la primera carta de Timoteo 6,20 “Timoteo, guarda el depósito. Evita las palabrerías profanas, y también las objeciones de la falsa ciencia”, ya preveía Pablo los errores y palabrerías que surgirían con el paso del tiempo.

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