jueves, 23 de febrero de 2017

Catecismo 1012-1014. Morir en Cristo Jesús. El sentido de la muerte cristiana II

Haz clic AQUI para escuchar el audio completo

Punto 1.012 La visión cristiana de la muerte (cf. 1 Ts 4, 13-14) se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia:
«La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo. (Misal  Romano,  Prefacio de difuntos).

. 1ª Tesalonicenses 4,13-14 “Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no os entristezcáis como los demás, que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús”, es decir, el testimonio de Cristo de lo que aconteció con su muerte y resurrección es un motivo para la esperanza. La muerte es muy triste para quien no tiene esperanza, uno puede hacerse el planteamiento en esta de vida de “para qué ilusionarse en esta vida si luego todo va a terminar en la nada?”. Cuando uno vive la muerte sin esperanza, para qué tanta lucha?. La muerte sin esperanza lleva a plantearse si verdaderamente merece la pena luchar e ilusionarse, muchas personas que se han hecho estos planteamientos han acabado en suicidio, es que la cosa es muy seria. La muerte es tristísima y el hecho de que si uno no tiene fe no es que únicamente no tenga sentido su muerte sino que es que tampoco tiene sentido su vida. Habría que decir que estamos mal hechos, el que no tenga fe tendría que sacar una conclusión más o menos diciendo que la evolución se ha equivocado con el hombre porque al hombre le ha dado un deseo de vivir para luego tener que acabar en la frustración. Uno diría que la evolución se ha equivocado porque es como si hubiera construido un coche capaz de correr a gran velocidad para luego acabar estrellándose contra un muro. La muerte es muy triste para aquellos que no tengan esperanza, para aquellos que no tengan fe. Lo que vemos en Cristo es lo que acontecerá en nosotros, en Cristo vemos que su sufrimiento no es inútil, vemos que estamos llamados a tener esa separación de alma y cuerpo hasta que tenga lugar la parusía de Cristo. Mientras tanto confiamos en que nuestra alma esté en Dios o al menos purificándose.
. Nosotros los cristianos tenemos motivos para la esperanza, no podemos entristecernos como los demás que no tienen esperanza, no podemos vivir el acontecimiento de la muerte como si eso no hubiera acontecido en Jesucristo. No puede ser que después de que Cristo nos haya mostrado el camino después de su muerte y resurrección pues nuestra esperanza sea la misma que la de alguien que no cree en Cristo, porque el acontecimiento de Cristo es definitivo para valorar la vida e interpretarla desde otra valoración de los hechos. La vida de los cristianos no termina, se transforma, cuando termina nuestra morada terrenal, cuando comenzamos nuestras enfermedades, hemos de darnos cuenta que son un signo de gracia para deshacernos de nuestra morada terrenal para ir a vivir en un cuerpo glorificado. Estamos llamados para vivir eternamente en el cielo y con un cuerpo glorificado, ese es nuestro destino eterno. Lo que es importantísimo en esta vida es caer en cuenta de que la vida es fugaz, de que la vida es de paso, es que eso en teoría lo sabemos de sobra pero aun así, nos hacemos planteamientos de vida como si esto fuese eterno, y ahí nos equivocamos.
Punto 1.013 La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. Cuando ha tenido fin "el único curso de nuestra vida terrena" (LG48), ya no volveremos a otras vidas terrenas. "Está establecido que los hombres mueran una sola vez" (Hb 9, 27). No hay "reencarnación" después de la muerte.

. En esta vida vamos de camino y en la muerte se fija definitivamente la opción del hombre ante Dios. La vida es el tiempo en el que el hombre debe purificarse con el arrepentimiento y la conversión. No hay más que una vida, el hombre muere una sola vez.      

Punto 1.014 La Iglesia nos anima a prepararnos para la hora de nuestra muerte ("De la muerte repentina e imprevista, líbranos Señor": Letanías de los santos), a pedir a la Madre de Dios que interceda por nosotros "en la hora de nuestra muerte" (Avemaría), y a confiarnos a san José, patrono de la buena muerte:
«Habrías de ordenarte en toda cosa como si luego hubieses de morir. Si tuvieses buena conciencia no temerías mucho la muerte. Mejor sería huir de los pecados que de la muerte. Si hoy no estás aparejado, ¿cómo lo estarás mañana?» (De imitatione Christi 1, 23, 1).
«Y por la hermana muerte, ¡loado mi Señor!
Ningún viviente escapa de su persecución;
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!»

(San Francisco de Asís, Canticum Fratris Solis)

. La iglesia nos llama a prepararnos para la hora de la muerte, y esto en este mundo parece algo escandaloso, es escandaloso eso de pensar en la realidad de la muerte. La iglesia nos llama a vivir ese acontecimiento con paz, sin angustias. Tradicionalmente se ha considerado una buena muerte la que ha venido precedida de un tiempo de enfermedad que a uno le ha dado tiempo para prepararse a ello. Hoy en día sin embargo, hemos casi identificado buena muerte con morir sin enterarse. La enfermedad es un tiempo de gracia en el que Dios nos permite prepararnos para la muerte, luego no entendamos una mala muerte a una enfermedad prolongada porque nos da la ocasión de prepararnos, de purificarnos. Sin embargo hoy en día en nuestra mentalidad secularizada, soñamos en una muerte en la que no tengamos tiempo de pensar en ella y eso es vivir de espaldas a la realidad en vez de vivir de cara a ella. Quien tiene la conciencia en paz no teme a la muerte. A veces en un proceso de una enfermedad grave, al último al que se le llama es al sacerdote.

1 comentario:

  1. Muchas gracias, por compartir lo que el Catecismo nos propone, les agradezco infinitamente, me ha gustado mucho. Muy valioso. Que hermoso es nuestra doctrina, nuestra fe católica... nuestra fe en Cristo muerto y Resucitado...

    ResponderEliminar