Punto 535 El comienzo (cf. Lc 3, 23) de la vida pública de Jesús es su bautismo por Juan en el Jordán (cf. Hch 1, 22). Juan proclamaba "un bautismo de conversión para el perdón de los pecados" (Lc 3, 3). Una multitud de pecadores, publicanos y soldados (cf. Lc 3, 10-14), fariseos y saduceos (cf. Mt 3, 7) y prostitutas (cf. Mt 21, 32) viene a hacerse bautizar por él. "Entonces aparece Jesús". El Bautista duda. Jesús insiste y recibe el bautismo. Entonces el Espíritu Santo, en forma de paloma, viene sobre Jesús, y la voz del cielo proclama que él es "mi Hijo amado" (Mt 3, 13-17). Es la manifestación ("Epifanía") de Jesús como Mesías de Israel e Hijo de Dios.
. El primer episodio de la vida pública de Jesús es su bautismo por Juan en el Jordán. En Lucas 3,23 nos dice que “tenía Jesús al comenzar unos 30 años y era según se creía hijo de José”, es llamativo que diga al comenzar. Juan proclamaba un bautismo que suplica a Dios el perdón de los pecados y desde el momento en que Cristo se bautiza, esa suplica tiene una respuesta por parte de Dios porque los cielos se abren y se escucha “… es mi hijo amado…”. Los que acudían a bautizarse eran considerados pecadores: prostitutas, publicanos, soldados,… y además el Señor nos dice que éstos nos precederán en el reino de los cielos, esto nos tiene que hacer pensar en la necesidad de conversión de los que nos creemos que vivimos de forma más ordenada y podemos sentir que el pecado no va tanto con nosotros, nos creemos que no es tan manifiesto o que lo tenemos superado.
. Cuando Jesús aparece, Juan es el que le dice a Jesús que es él quien debe ser bautizado por Jesús. Sin embargo Jesús insiste en ser bautizado. Este forcejeo entre ambos en el que el bautista piensa que está en la cola de los pecadores, cómo el santo de Dios viene a este sitio?. Jesús no se lo consiente y le responde “déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia”, es decir, que cumplamos el orden de Dios, Jesús asume aquí el pecado de la humanidad. En el bautismo se abren los cielos y el Espíritu Santo en forma de paloma viene sobre Jesús, y una voz proclama que él es “mi Hijo amado”. Esta es la manifestación en que Jesús inaugura el sacramento del bautismo, inaugura un camino de salvación.
Punto 536 El bautismo de Jesús es, por su parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente. Se deja contar entre los pecadores (cf. Is 53, 12); es ya "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29); anticipa ya el "bautismo" de su muerte sangrienta (cf Mc 10, 38; Lc 12, 50). Viene ya a "cumplir toda justicia" (Mt 3, 15), es decir, se somete enteramente a la voluntad de su Padre: por amor acepta el bautismo de muerte para la remisión de nuestros pecados (cf. Mt 26, 39). A esta aceptación responde la voz del Padre que pone toda su complacencia en su Hijo (cf. Lc 3, 22; Is 42, 1). El Espíritu que Jesús posee en plenitud desde su concepción viene a "posarse" sobre él (Jn 1, 32-33; cf. Is 11, 2). De él manará este Espíritu para toda la humanidad. En su bautismo, "se abrieron los cielos" (Mt 3, 16) que el pecado de Adán había cerrado; y las aguas fueron santificadas por el descenso de Jesús y del Espíritu como preludio de la nueva creación.
. El cántico del siervo de Yahveh en Isaías 53,12 dice “Por eso le daré una parte entre los grandes y él repartirá el botín junto con los poderosos. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los culpables, siendo así que llevaba el pecado de muchos e intercedía en favor de los culpables.” Aquí vemos que Jesús se mezcla entre los pecadores y asume sus pecados, cualquiera pensaría que mezclado con ellos sería un pecador más, y no es casualidad que Jesús en el monte calvario entrega su vida rodeado de dos ladrones, y en el bautismo tenía pecadores por delante y ladrones por detrás. Jesús asume esta imagen de la misión del siervo doliente que en su dolor, ese dolor, es un signo del pecado de la humanidad.
. En Marcos 10,38 Jesús le dijo: «No sabéis lo que pedis. ¿Pueden
beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?».
Aquí se muestra el bautismo como un adelanto de la muerte redentora de
Jesucristo, como un bautismo de sangre.
. Así en Juan 1,29: “Todo esto sucedió en Betania, al otro lado
del Jordán donde Juan bautizaba. Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y
dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan
Bautista mismo habla del cordero que quita el pecado del mundo, que era una
imagen del Antiguo Testamento, la sangre con la que se habían marcado las
puertas de los israelitas les había librado de la muerte. Quienes se dejan
lavar sus pecados por esa sangre de Jesucristo redentora, son liberados de la
muerte eterna.
. En Mateo 26,36: “Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en
tierra, orando así: «Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz,
pero no se haga mi voluntad, sino la tuya», Jesús acepta ese bautismo de
muerte para la remisión de los pecados, hay una aceptación y obediencia de
querer lo que el Padre quiera. Jesús acepta voluntariamente, tanto en su ida
voluntaria al río Jordán a bautizarse como al monte calvario cuando entrega su
vida voluntariamente.
. El Espíritu que Jesús posee en plenitud desde su concepción
viene a posarse sobre él, el espíritu se manifiesta sobre él en forma de paloma.
Jesús es la fuente del Espíritu Santo, es él quien nos lo tiene que dar, es
el agua viva que nos da y que bebiéndola no tendremos más sed. Los cielos
se abren, después de una niebla luce el sol, después del cielo cerrado con
el pecado de Adán y Eva, se abren con Cristo. Dios derrama su misericordia
y su justicia.
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