Punto 538 Los evangelios hablan de un tiempo de soledad de Jesús en el desierto inmediatamente después de su bautismo por Juan: "Impulsado por el Espíritu" al desierto, Jesús permanece allí sin comer durante cuarenta días; vive entre los animales y los ángeles le servían (cf. Mc1, 12-13). Al final de este tiempo, Satanás le tienta tres veces tratando de poner a prueba su actitud filial hacia Dios. Jesús rechaza estos ataques que recapitulan las tentaciones de Adán en el Paraíso y las de Israel en el desierto, y el diablo se aleja de él "hasta el tiempo determinado" (Lc 4, 13).
. Las tentaciones del desierto es un episodio que tiene lugar acto seguido del bautismo de Jesús en el río Jordán. Cristo es investido formalmente en el río Jordán, y entonces ahora lo primero que hace, lo prioritario para Jesús es ir al desierto, movido por el Espíritu Santo se retira cuarenta días al desierto. Aquí aprendemos dos cosas: una es realizar nuestras tareas movido por el ES y la otra es dejar de lado el nuestro afán por el activismo. Es como lo que hizo la Madre Teresa cuando va asumiendo cada vez más actividades y al ver que no llegan a atender a todos los pobres, lo que hacen es más oración. Ante la impotencia añaden una hora más de oración para que el Señor las capacite para llegar a más, y esto es una lógica distinta a la del hombre mundano de hoy que diría vamos a rezar menos y hacer más.
. La primera misión de Jesús es ser tentado y vencer la tentación, Jesús va donde el hombre es tentado y nos da ejemplo para vencer la tentación. Jesús experimenta la tentación. Las tentaciones se narran en los tres evangelios sinópticos aunque en Marcos se hace de forma muy general. Para entender bien las tres tentaciones es importantes verlas en el contexto de cómo Adán y Eva fueron tentados en el paraíso (el querer ser como Dios) y de cómo Israel fue tentado en el desierto (desconfianza por verse el pueblo judío como abandonado en el desierto, es decir, no termino de confiar que Dios me está guiando por el desierto). Jesús vence estas dos tentaciones con una filiación humilde (humildad frente a soberbia) y abandono en manos del Padre (confianza frente a desconfianza). El diablo se aleja de Jesús hasta el tiempo determinado que se produce en Getsemaní dónde vuelve a ser tentado y Jesús le responde “con el hágase tu voluntad y no la mía”. Las tentaciones son sobre todo un intentar apartarnos de Dios, hacer de Dios como algo secundario, superfluo o algo molesto. Es decir, poner primero el pan, el poder, el prestigio, lo material…. antes que el ayuno, la confianza, la humildad…
. Benedicto comentando las tentaciones: “si eres hijo de Dios haz que estas piedras se conviertan en pan” y nos recuerda el pasaje: “si eres hijo de Dios baja de la cruz”, igual que en nuestra vida cuando le decimos que haga un signo para que creamos como por ejemplo: “si existes háznoslo ver, si existes porque no sacias el hambre de los pobres? etc”, frente a esto Benedicto nos remite a la cita: “el pan es importante, la libertad es más importante, pero lo más importante es la fidelidad constante y la adoración a Dios jamás traicionada”. Este orden jerárquico es muy importante. La segunda tentación: “… en alero del templo… si eres hijo de Dios tírate….”, el diablo cita un pasaje del Antiguo Testamento (salmo 91) y Jesús le contesta “también está escrito no tentarás al Señor tu Dios”, es como la discusión entre dos teólogos, y nos dice Benedicto que la interpretación de la Biblia puede convertirse en un instrumento del anticristo, pues a partir de los resultados aparentes de la exégesis se han escrito los peores y más destructivos libros de la figura de Jesús que llegan a desmantelar la fe. Es decir, la interpretación de la Biblia por uno mismo y al margen de la tradición de la iglesia es un peligro tremendo. Esta tentación es como una tentación en la que Jesús tenía que demostrar que era Dios tirándose y dejándose caer por los ángeles. Jesús acoge el salmo 91 en la cruz, se abandona en la cruz, se lanza confiado en las manos del Padre y cumple el salmo 91 cuando dice “Padre a tus manos encomiendo mi espíritu”. La tercera tentación: “… todos estos reinos te daré si postrado me adoras”. Benedicto nos comenta que Jesús en la ascensión a los cielos dice “se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra”, es decir, Jesús no niega que tenga pleno poder sobre los reinos, pero sin el cielo el poder humano es equívoco. Tener el poder humano desconectado del reino de Dios es equívoco. Satanás pretende dar el poder de este mundo a Jesús pero desvinculado de su vocación mesiánica.
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