martes, 9 de junio de 2015

Catecismo 537. Los Misterios de la vida pública de Jesús. El Bautismo de Jesús II

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Punto 537 Por el Bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección: debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jesús, para subir con él, renacer del agua y del Espíritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y "vivir una vida nueva" (Rm 6, 4):
«Enterrémonos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con él; descendamos con él para ser ascendidos con él; ascendamos con él para ser glorificados con él» (San Gregorio Nacianceno, Oratio 40, 9: PG 36, 369).
«Todo lo que aconteció en Cristo nos enseña que después del baño de agua, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, adoptados por la Voz del Padre, llegamos a ser hijos de Dios. (San Hilario de Poitiers, In evangelium Matthaei, 2, 6: PL 9, 927).

. El episodio del bautismo de Jesús de alguna manera se recoge en los cuatro evangelios, lo cual le da una gran importancia, una gran centralidad a este acontecimiento. En el libro de Benedicto XVI en su primer libro sobre Jesús de Nazaret, en su primer capítulo, nos habla sobre el bautismo de Jesús y nos dice que existe la posibilidad de que Juan Bautista estuviese ligado a los esenios que los hemos conocido más por los hallazgos del Qumran y que nos permitió saber que allí había comunidades monásticas y convivencia de familias que estaban como apartadas de la vida de Israel queriendo conservar el espíritu de la espera de la llegada del salvador. En las comunidades de los esenios utilizaban el agua como un signo, como un rito de purificación interior, existían como piscinas de inmersión con un sentido de purificación, baños rituales,… dice Benedicto XVI que es posible que Juan Bautista viniese de este contexto.

. Juan presenta un bautismo que está ligado a la renovación en el pensar y en el actuar, dice: convertíos, comenzad una vida nueva. Hay una gran relación entre el cambio de vida que Juan pide en el bautismo y la forma en la que Jesús comienza la predicación del reino de los cielos: convertíos y creed en el evangelio. El bautismo de Juan está vinculado al anuncio del juicio de Dios y al anuncio de la llegada del esperado de Israel, para preparar el camino. Al mismo tiempo que se ve que hay una clara introducción de Jesucristo, hay una clara diferencia: “Yo os bautizo con agua pero Él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego”. Juan en su bautismo pide la confesión de los pecados, y es un signo de humildad y despojamiento del hombre viejo ligado al bautismo. La simbología de confesar en voz alta los pecados y sumergirse en el agua es un significado de enterrar en el agua los pecados para salir de ellos como un hombre nuevo. Jesús instituye el bautismo partiendo de una sensibilidad de lo que era el significado del agua que Juan había introducido. Benedicto hace una reflexión sobre ese forcejeo entre Juan y Jesús, cuando Jesús va a ser bautizado por Juan, y nos recuerda al episodio en el forcejeo entre Jesús y Pedro en el lavatorio de los pies cuando Pedro no quería lavarle los pies a Jesús, no lo entendía, debía ser al contrario. Hay una similitud elocuente, nos dice que para mendigar la gracia, primero Dios te la mendiga a ti. Como cuando Jesús le pide a la samaritana: “dame de beber” y luego le enseña a ella a pedirlo. Jesús se abaja, quiere enseñar a los hombres a pedir la gracia pues ni necesita el agua ni nada, es un maestro que nos enseña a pedir.

. Benedicto subraya la respuesta que le da Jesús a Juan en ese forcejeo: “déjalo por ahora…”.. pues llegará el momento de la gloria, el momento en que Jesús será adorado por todos en la gloria, servido por todos y será de El de quien recibamos la gracia. Ha venido humillado, oculto, sin hacer alarde de su categoría de Dios, pero un día vendrá en gloria y no ocultará su divinidad. Al final la forma de interpretar el episodio del bautismo es desde la cruz y la resurrección: Jesús entra en el Jordán cargado con la culpa de la humanidad, es la aceptación de la muerte por los pecados de la humanidad, en  Lucas 12,50: “Con un bautismo tengo que ser aceptado y qué angustia sufro hasta que se cumpla!” tiene la angustia de saber que tiene que entregarse a la Pasión y al mismo tiempo abraza la cruz por la redención de los pecados. Esa voz que se escuchó “este es mi hijo amado” es como un signo anticipado de la resurrección. La inmersión en el agua es imagen de su muerte cargado con los pecados de toda la humanidad en la cruz, se adentra en el río, fue crucificado, y esa voz es un signo de la resurrección.

. La aplicación a nuestro bautismo consiste en que de la misma forma que el bautismo del río Jordán está anticipando para Jesús su muerte en la cruz, también para nosotros el bautismo está como anticipando nuestra resurrección, es nacer a una vida nueva, es como un adelanto de la resurrección. Sacramentalmente estamos recibiendo las arras de esa vida eterna que Dios nos quiere dar.


. El bautismo para nosotros es una participación en la lucha transformadora del mundo que Jesús ha emprendido, lo que hizo Jesús en el río Jordán para redimir el mundo nos lo vamos aplicando cada uno sacramentalmente, nos convertimos en hijos en el Hijo, participamos de Él, ponemos a Cristo en el centro. Nosotros asimilamos sacramentalmente lo acontecido en Cristo en ese bautismo del río Jordán, nuestros pecados son enterrados y resucitamos a una vida nueva. Adelantamos nuestra muerte al pecado y vivir a la gracia. Al bautizado se le invita a tener una vida resucitada, morir con Cristo para resucitar con El.

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