Punto 547 Jesús acompaña sus palabras con numerosos "milagros, prodigios y signos" (Hch 2, 22) que manifiestan que el Reino está presente en Él. Ellos atestiguan que Jesús es el Mesías anunciado (cf, Lc 7, 18-23).
. Jesucristo no sólo predicó sino que acompañó su predicación con unas obras muy especiales que en los hechos se les llama milagros, prodigios o signos que son sinónimos. Estos signos atestiguan que Él es el mesías esperado. Un elemento de discernimiento importante del mesías son los signos. En Lucas 7, 18-23 narra cuando Juan Bautista es encarcelado y envía a dos discípulos a preguntar a Jesús si es Él el que ha de venir o hemos de esperar a otro. Jesús les respondió que contaran a Juan lo que han visto: “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios,… y dichoso aquél que no halla escándalo en mí”. Por tanto tienen una gran importancia los signos que Jesús realizó.
. La negación de la historicidad de los milagros es un error muy grave, Jesucristo se encarnó, Dios se hizo hombre y entra en la historia, y nos habla en nuestro lenguaje. Realiza hechos y obras en la historia, interviene en la historia por amor a sus hijos, realiza signos y milagros para sacudir nuestra incredulidad. El rechazo racionalista hacia la revelación histórica de Dios, hacia la posibilidad de que Dios se muestre con signos y con milagros concretos es la resistencia del hombre al amor de Dios, es la desconfianza a lo que Dios quiere decirnos, es no creernos que Dios nos quiere de verdad o tenerle miedo a lo que nos quiere decir. Dios intervino en la historia de forma visible y constatable.
. Jesús nos dice “… y dichoso aquél que no se escandalice de mí”, es decir, esta frase puede referirse a que Jesús hace muchos signos, pero que son transitorios, es decir, las curaciones que hizo fueron transitorias pues los sanados volverían a enfermar y finalmente fallecerían. Por tanto, los signos no son más que signos, hay que quedarse con el significado del signo. Estos signos están evocando la promesa eterna de la felicidad que Dios nos da en la vida eterna.
Punto 548 Los signos que lleva a cabo Jesús testimonian que el Padre le ha enviado (cf. Jn 5, 36; 10, 25). Invitan a creer en Jesús (cf. Jn 10, 38). Concede lo que le piden a los que acuden a él con fe (cf. Mc 5, 25-34; 10, 52). Por tanto, los milagros fortalecen la fe en Aquel que hace las obras de su Padre: éstas testimonian que él es Hijo de Dios (cf. Jn 10, 31-38). Pero también pueden ser "ocasión de escándalo" (Mt 11, 6). No pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos. A pesar de tan evidentes milagros, Jesús es rechazado por algunos (cf. Jn11, 47-48); incluso se le acusa de obrar movido por los demonios (cf. Mc 3, 22).
. Los milagros qué finalidad tienen?: testimonian que el Padre le ha enviado, en Juan 5,36 dice: “pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado”.” Y en Juan 10,25: “Jesús les respondió: Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí”, es decir, las obras dan testimonio de Jesucristo, dan apoyatura a que Jesús es el enviado del Padre: ”si no me creéis a mí creed a mis obras”…” quién es este al que el cielo y el mar le obedecen…” Jesús liga la explicación de los milagros a la afirmación de que Yo y el Padre somos uno, revela su íntima unión con el Padre.
. En juan 10,38: ·Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Es decir, esas obras que realiza Jesucristo tienen la finalidad que entendamos la unión tan íntima que hay entre Jesús y el Padre.
. Concede lo que le piden a los que
acuden a Él con fe. En los evangelios se ve que en algunas ocasiones le
piden milagros que no realiza como el caso de Herodes que ni le responde,
pues Herodes le pide milagros para divertirse, como si fuese un circo, y
Jesús se niega a hacer milagros ahí por su falta de fe. Pero Jesús sí concede
esos milagros a los que acuden con fe, en Marcos 5, 25-34: ”Se encontraba
allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había
sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin
resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús,
se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: “Con
sólo tocar su manto quedaré curada”. Inmediatamente cesó la hemorragia, y
ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Jesús se dio cuenta en
seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose
a la multitud, preguntó: «¿Quién tocó mi manto? Sus discípulos le dijeron:
«¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha
tocado?». Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces
la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido,
fue a arrojarse a los pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: «Hija, tu
fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad”. Aquí aunque Jesús estaba rodeado de gente,
había una mujer que tenía fe que “arrancó” de Jesús ese milagro.
. En Marcos 10, 52: Jesús le preguntó:
«¿Qué quieres que haga por ti?. El le respondió: «Maestro, que yo pueda ver». Jesús
le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo
siguió por el camino. Es frecuente pues, que los milagros de Jesucristo, Él
los ligue a la fe del que lo recibe.
. Jesús es rechazado
por algunos: en Juan 11, 47-48: “Los sumos sacerdotes
y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: «¿Qué hacemos? Porque este
hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y
los romanos vendrán y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación”. Aquí
los sumos sacerdotes no niegan los milagros sino que dicen que hay que hacer
algo con él, porque les está cambiando sus planes, le rechazan, no quieren
acogerlo, se lo quieren quitar de en medio. Incluso se le llega a acusar de
que está obrando por los demonios, en Marcos 3, 22: “Los escribas que habían
venido de Jerusalén decían: Está poseído por Belzebú y expulsa a los demonios
por el poder del Príncipe de los Demonios”.
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