Punto 545 Jesús invita a los pecadores al banquete del Reino: "No he venido a llamar a justos sino a pecadores" (Mc 2, 17; cf. 1 Tim 1, 15). Les invita a la conversión, sin la cual no se puede entrar en el Reino, pero les muestra de palabra y con hechos la misericordia sin límites de su Padre hacia ellos (cf. Lc 15, 11-32) y la inmensa "alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta" (Lc 15, 7). La prueba suprema de este amor será el sacrificio de su propia vida "para remisión de los pecados" (Mt 26, 28).
. Para poder acoger el Reino de Dios hay que tener un corazón humilde, un corazón pobre de espíritu, un corazón sencillo, además es importantísimo y es muy práctico para entender lo que es el Reino de Dios tener la conciencia de ser pecador y de necesitar la gracia de Dios, son los pecadores los que están invitados a acoger el Reino de Dios y aunque todos estamos invitados porque todos somos pecadores, no todos somos conscientes de ello. Cuando Jesús dice “no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”, no se refiere a que hay algunos que son justos y por lo tanto no se dirige a ellos sino que el Reino de Dios va a ser acogido por los que tienen conciencia de ser pecadores. La humanidad no se divide entre justos e injustos sino entre pecadores que tienen conciencia de serlo y pecadores que no tienen conciencia de serlo.
. Hoy tenemos una resistencia a considerar el pecado: en un ambiente secularizado en el que al plantear una vida sin Dios dónde no se entiende lo que es el pecado, donde no se entiende que el pecado es responder al amor de Dios y abrazar su voluntad pues no se entiende el pecado. Por otro lado hay personas que vienen a hablar más del amor que del pecado como si esto último fuera algo superado. En la Biblia la palabra pecado y amor vienen a aparecer unas 380/400 veces cada una, es decir, ambas son correlativas no se entiende el pecado sino desde el amor de Dios y desde el amor de Dios se ilumina la existencia del pecado, por tanto no hay que contraponer una cosa a la otra. Donde hablamos del amor de Dios sin hablar del pecado, es como hablar del Padre sin hablar del Hijo cuando uno es respecto al otro. El concepto del pecado es inherente al evangelio, si uno quita el pecado del evangelio está quitando el concepto del amor de Dios al que el hombre tiene que responder y deja al evangelio en el chasis, no le deja nada.
. Quien más tiene conciencia de su pecado, ama más a Dios, tiene más conciencia de su pecado y de la misericordia de Dios. El que piensa que no es pecador piensa que Dios le tiene que perdonar poco y entonces ama poco a Dios. Tenemos que tener cuidado porque a veces nos creemos pecadores solo en teoría, es decir, nos gusta a veces decir que somos pecadores pero no nos gusta tanto que nos lo digan otros con lo que tenemos una conciencia de ser pecador un poco limitada y tenemos que crecer en ella. También nos gusta decir que somos pecadores en general, pero no en lo concreto. También tenemos mucha facilidad en criticar y juzgar al prójimo, y esto quiere decir que no tenemos mucha conciencia de ser pecadores porque si uno tiene conciencia de ser pecador dice que bastante tengo con lo mío como para juzgar a los demás. También a veces nos duelen los pecados no por haber ofendido al Señor que es la clave, sino que nos duelen por nuestro amor propio, por haber fallado un plan propio, por no haber conseguido algo nuestro.
. Cristo nos invita a la conversión y muestra la paciencia y la misericordia sin límites del Padre hacia todos. En Lucas 15,7: ”la inmensa alegría en el cielo porque un solo pecador que se convierta” la alegría del perdón se entiende desde la predicación del Reino de Cristo, sin embargo el demonio nos siembra el miedo, temor y vergüenza en el momento de arrepentirnos, porque convertirse es un gozo, una alegría, es volver a nacer de nuevo.
Punto 546 Jesús llama a entrar en el Reino a través de las parábolas, rasgo típico de su enseñanza (cf. Mc 4, 33-34). Por medio de ellas invita al banquete del Reino (cf. Mt 22, 1-14), pero exige también una elección radical para alcanzar el Reino, es necesario darlo todo (cf. Mt 13, 44-45); las palabras no bastan, hacen falta obras (cf. Mt 21, 28-32). Las parábolas son como un espejo para el hombre: ¿acoge la palabra como un suelo duro o como una buena tierra (cf.Mt 13, 3-9)? ¿Qué hace con los talentos recibidos (cf. Mt 25, 14-30)? Jesús y la presencia del Reino en este mundo están secretamente en el corazón de las parábolas. Es preciso entrar en el Reino, es decir, hacerse discípulo de Cristo para "conocer los Misterios del Reino de los cielos" (Mt 13, 11). Para los que están "fuera" (Mc 4, 11), la enseñanza de las parábolas es algo enigmático (cf. Mt 13, 10-15).
. Las parábolas es algo muy específico de Jesucristo, las parábolas son un esfuerzo pedagógico para profundizar y comprender, pues pueden ser acogidas por un analfabeto o por una persona muy culta o incluso de diferentes culturas, de diferentes tiempos y condiciones. Trasmiten un contenido y a la vez son sugerentes, siembran en nosotros una tendencia a sacar conclusiones, a como me lo aplico en mi vida. Es un género de expresión muy profundo. En Mc 4,33-34 nos indica que no solo hablaba con parábolas sino que con los más allegados tenía en privado una explicación de la interpretación de las parábolas.
. En la parábola del banquete del Reino donde se invita primero a los principales que comenzaron a excusarse y luego abrió la invitación a todo el mundo, nos hace pensar en que el primer invitado fue el pueblo judío y luego fueron invitados los paganos, pero también nos sugiere que el que no se siente pecador no acoge el Reino mientras que el que se siente pecador es el que acoge el Reino “…las prostitutas os precederán en el Reino de los cielos…”
. En la parábola de las semillas, de los talentos de cada uno de
nosotros, etc, nos sugiere nuestra respuesta a la llamada de Dios, es decir, hay
profundísimas enseñanzas en el evangelio formuladas en forma de parábolas.
También se habla de la parábola como una forma en la que los que no están
abiertos al Reino de Dios no van a entender nada, por ejemplo en Mateo 13,10-15:
Los discípulos se acercaron y le dijeron: «¿Por qué les hablas por medio
de parábolas?». El les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los
misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le
dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará
aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no
ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de
Isaías, que dice: "Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean,
no conocerán, porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados
sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no
oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure".
Entonces como se entiende esta aparente contradicción en la que por una
parte la parábola es un intento de Dios de hacerse entender, de explicarse y
ser sugerente a aquéllos que están buscándole, pero por otra parte ocurre que
acaban siendo incomprensibles para el que no está abierto a buscar la verdad,
no hay razones para quien no quiere entender, quien quiere buscar pegas, quien
no acaba de abrir su corazón a Dios se estrella con las parábolas. El
evangelio es lo suficientemente claro para que los que buscan a Dios, para
que los sencillos de corazón lo
entiendan perfectamente, y es lo suficientemente misterioso para que los que no
son sencillos de corazón, los que son soberbios, los que son complicados les parezca
una tontería y se cierren a ello y lo rechacen. Las parábolas tienen por
tanto la justa medida para hablar al hombre que quiere entender. Si buscas a
Dios en el evangelio tienes suficiente luz y si no buscas a Dios te sobran
todas las explicaciones. Dios se comunica a quién se abre a él en las parábolas
y permanece inalcanzable para quién no se abre a él.
. La conclusión es pedir la gracia para estar abiertos a la
acogida del Reino, de tener conciencia
de ser pecador, de ser pobre de espíritu.
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