Punto 737 La
misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de
Cristo y Templo del Espíritu Santo. Esta misión conjunta asocia desde ahora
a los fieles de Cristo en su comunión con el Padre en el Espíritu Santo: El
Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia,
para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les
recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección.
Les hace presente el misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para
reconciliarlos, para conducirlos a la comunión con Dios, para que den
"mucho fruto" (Jn 15, 5. 8. 16).
. El Catecismo habla que la misión de Cristo y del Espíritu
Santo, el envío por el Padre de Cristo y del Espíritu Santo, se realiza
en la Iglesia cuerpo místico de Cristo templo del Espíritu Santo. El envío
tiene lugar dentro de la Iglesia, es el lugar donde Cristo y el Espíritu Santo enviados
por el Padre actúan. La misión consiste en que el Espíritu Santo recuerda la
palabra y abre la mente a los hombres, como en el pasaje de los dos de
Emaús, el Espíritu Santo nos descubre y nos abre al conocimiento interno de
la palabra.
. Cada vez que acudimos
a la santa Misa y se nos proclama la palabra o abrimos la Biblia en nuestra
casa, tenemos que pedirle al Espíritu Santo que nos ilumine el sentido
interno de esas palabras. Santos como santa Teresa de Jesús nos dice que
cada vez que leía la palabra de Dios se le descubría un sentido nuevo que hasta
entonces estaba oculto porque aunque en ese texto pone lo mismo que la
última vez que lo leyó, el Espíritu Santo le ha iluminado un sentido interno
que antes le permanecía oculto. La iluminación del Espíritu Santo llega a cada
uno de nosotros y nos lo aplicamos personalmente porque esa palabra está dicha
para mí, es palabra viva aplicada a cada uno de nosotros que nos ilumina
nuestra vida concreta en las circunstancias que vivimos ahora. El Espíritu
Santo nos prepara para nuestro encuentro con Cristo antes incluso de que uno se
haya encontrado con Cristo. En el evangelio de san Juan nos dice “nadie
viene a mí si Padre no lo atrae”, ya antes de nuestra propia iniciativa hay un
influjo de la gracia que nos atrae a Cristo.
. El Espíritu Santo nos hace presente el misterio de Cristo, nos
hace viva y presente la palabra en este momento en mi vida, es una palabra
que está dicha por y para mí. Así nos dejamos conducir y fecundar por el Espíritu
Santo, para que demos mucho fruto. Ya podemos dejarnos la piel en nuestras
obras que si el Espíritu Santo no hace fecundas nuestras obras y nuestros esfuerzos,
lo único que estamos haciendo es ejercicio estéril. En Juan 15,5.8.16. “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos, el
que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí no
podéis hacer nada, … la gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto y
seáis mis discípulos, no me habéis elegido vosotros a mí sino que yo os he
elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto y que
vuestro fruto dure, de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo
conceda”, estos textos nos dicen que nuestras obras dan fruto cuando están
injertadas en Cristo por el Espíritu Santo.
Punto 738 Así, la
misión de la Iglesia no se añade a la de Cristo y del Espíritu Santo, sino que
es su sacramento: con todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para
anunciar y dar testimonio, para actualizar y extender el Misterio de la
Comunión de la Santísima Trinidad (esto será el objeto del próximo artículo):
«Todos nosotros que hemos recibido el mismo y único
espíritu, a saber, el Espíritu Santo, nos hemos fundido entre nosotros y con
Dios. Ya que por mucho que nosotros seamos numerosos separadamente y que
Cristo haga que el Espíritu del Padre y suyo habite en cada uno de nosotros,
este Espíritu único e indivisible lleva por sí mismo a la unidad a aquellos que
son distintos entre sí [...] y hace que todos aparezcan como una sola cosa en
él . Y de la misma manera que el poder de la santa humanidad de Cristo hace que
todos aquellos en los que ella se encuentra formen un solo cuerpo, pienso que
también de la misma manera el Espíritu de Dios que habita en todos, único e
indivisible, los lleva a todos a la unidad espiritual» (San Cirilo de
Alejandría, Commentarius in Iohannem, 11, 11: PG 74, 561).
. “Sin el Espíritu Santo,
Dios está lejos, Cristo se queda en el pasado, el Evangelio es letra
muerta, la Iglesia no pasa de simple organización, la autoridad se convierte
en dominio, la misión en propaganda, el culto en evocación, y el quehacer
de los cristianos en una moral propia de esclavos. Pero en el Espíritu
Santo, el cosmos se levanta y gime en la infancia del Reino, Cristo ha
resucitado, el Evangelio aparece como potencia de vida, la Iglesia como
comunión trinitaria, la autoridad es un servicio liberador, la misión un
Pentecostés, la liturgia memorial y anticipación, el hacer humano algo divino”.
Esta oración es muy ilustrativa pues nos ilustra lo que sería sin el Espíritu
Santo. Así sin Él, Dios se nos queda lejos, no entendemos que es más íntimo que
nada, que habita dentro de uno, y por eso sin el Espíritu Santo uno tiene la
sensación de lejanía. Sin Él, el evangelio es letra muerta deja de ser palabra
viva y actual que está presente hoy para ti. Sin Él, la iglesia es una mera
organización donde no se ve que el Señor quiere servirse de uno para llegar a
los demás. A los catequistas se les verá como mero empleados y no se entiende
como las personas van a la iglesia movidos por el Espíritu Santo para prestarle
al Señor sus manos y sus pies para prolongar su obra entre nosotros. Sin Él, el
culto es una mera evocación, algo estético y relajante, etcétera. Con el Espíritu
Santo todo es distinto.
. La misión de la iglesia no es un añadido a la misión de Cristo y
del Espíritu Santo sino que es su sacramento, están fundidos. Nos fundimos en
la humanidad de Jesucristo porque él asumió nuestra humanidad y todos estamos
presentes en la humanidad de Jesús. Por ejemplo, un árbol con raíces profundas
que no son visibles. Esas raíces son como Jesucristo pues ahora ya la humanidad
de Jesucristo no es visible para nosotros. El tronco del árbol es la iglesia
que está fundada sobre Cristo. La iglesia es visible, el tronco no sería nada
sin las raíces, por ese tronco corre la savia que viene de Cristo que es el Espíritu
Santo. Ese Espíritu Santo se nos da en los frutos de ese árbol que son los
sacramentos. En este ejemplo, vemos que en los sacramentos que nos da la
iglesia, estoy recibiendo la vida del Espíritu Santo en el que se me da la vida
de Cristo. La iglesia es sacramento fundido y no un añadido. Mucha gente se
queda en ver la iglesia como la corteza del tronco, como solo las
instituciones, las normas, la autoridad, sin ver como por su interior como pasa
la vida de Cristo en el don del Espíritu Santo.
Punto 739 Puesto
que el Espíritu Santo es la Unción de Cristo, es Cristo, Cabeza del Cuerpo,
quien lo distribuye entre sus miembros para alimentarlos, sanarlos,
organizarlos en sus funciones mutuas, vivificarlos, enviarlos a dar testimonio,
asociarlos a su ofrenda al Padre y a su intercesión por el mundo entero. Por
medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo comunica su Espíritu, Santo y
Santificador, a los miembros de su Cuerpo (esto será el objeto de la
Segunda parte del Catecismo).
Punto 740 Estas
"maravillas de Dios", ofrecidas a los creyentes en los Sacramentos de
la Iglesia, producen sus frutos en la vida nueva, en Cristo, según el Espíritu
(esto será el objeto de la Tercera parte del Catecismo).
. Cuando alguien es movido por el Espíritu Santo, entiende que la
moral es vida en Cristo, vida según el Espíritu, la moral es el estilo de vida
de quien vive en Cristo.
Punto 741 "El
Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir
como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
inefables" (Rm 8, 26). El Espíritu Santo, artífice de las obras
de Dios, es el Maestro de la oración (esto será el objeto de la Cuarta parte
del Catecismo).
. El Espíritu Santo está como alumbrando el reino de Cristo en
este mundo, está intercediendo ante el Padre pues nosotros no sabemos pedir
como conviene.
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