Punto 753 En la Sagrada Escritura encontramos multitud de imágenes y de figuras relacionadas entre sí, mediante las cuales la Revelación habla del misterio inagotable de la Iglesia. Las imágenes tomadas del Antiguo Testamento constituyen variaciones de una idea de fondo, la del "Pueblo de Dios". En el Nuevo Testamento (cf. Ef 1, 22; Col 1, 18), todas estas imágenes adquieren un nuevo centro por el hecho de que Cristo viene a ser "la Cabeza" de este Pueblo (cf. LG 9), el cual es desde entonces su Cuerpo. En torno a este centro se agrupan imágenes "tomadas de la vida de los pastores, de la agricultura, de la construcción, incluso de la familia y del matrimonio" (LG 6).
. Hay una gran riqueza de simbolismos en la Sagrada Escritura que hablan de la Iglesia, en el Antiguo Testamento, la imagen principal es la imagen del “Pueblo de Dios”, dónde Yahveh se revela a través de un pueblo concreto, en un sitio concreto que es Israel. Hay una elección de un pueblo concreto a través del cual Dios viene y se manifiesta a todos. Un pueblo elegido al servicio de toda la humanidad, un pueblo humilde pues Dios no eligió al pueblo romano ni al pueblo griego, sino un pueblo más bien insignificante. En el Nuevo Testamento decimos que la cabeza de ese pueblo es Cristo, en Efesios 1,22 leemos “bajo sus pies sometió todas las cosas, y le constituyó cabeza suprema de la iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena todo en todo”, o en Colosenses 1,18 “… él es también la cabeza del cuerpo de la iglesia…”. Aquí se añade el aspecto de la unión entre Cristo y su Iglesia, entre la cabeza y el cuerpo.
. Dios quiso salvar a los hombres no de manera individual y aislados entre sí, sino que Dios ha querido
formar un pueblo, porque Dios tiene un estilo comunitario.
Punto 754 "La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo (Jn 10, 1-10). Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como él mismo anunció (cf. Is 40, 11;Ez 34, 11-31). Aunque son pastores humanos quienes gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores (cf. Jn 10, 11; 1 P 5, 4), que dio su vida por las ovejas (cf. Jn 10, 11-15)". (LG 6)
. Otra de las
imágenes importantes que se citan es la del rebaño, que las vemos en varios textos, por ejemplo en Juan
10,1-10 ” Les aseguro que el que no entra
por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un
asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián
le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las
hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo
siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de
él, porque no conocen su voz». Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron
lo que les quería decir. Entonces Jesús prosiguió: «Les aseguro que yo soy la
puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y
asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que
entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento El
ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que
las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia. Yo soy el buen Pastor. El
buen Pastor da su vida por las ovejas”. Esta imagen de Iglesia como rebaño
subraya el cuidado de Dios por la unidad, porque tenemos todos un peligro
continuo de dispersión, de salirnos del redil. Cuando estamos fuera de ese
redil somos mucho más vulnerables a los “depredadores”, pues es mucho más
difícil ser presa cuando uno está en comunión que cuando va disperso o
descolgado. Así el primer paso para apartarse de Dios es decir “soy
católico pero no practicante”, luego se pasa a decir “yo creo en Dios pero no
en la iglesia”, luego se dice “yo creo en algo pero no sé qué será”, luego se dice “no sé si creo o no creo” y
luego al final soy ateo. Todo este proceso de tentación ha comenzado por una
ruptura de comunión en torno a un pastor.
. El Señor pone pastores al frente de ese
rebaño, pastores que a su vez son ovejas. La diferencia entre Cristo y esos
pastores es que Cristo es pastor y no es oveja, y los pastores de la iglesia
compaginan ser a la vez pastor y oveja. La docilidad es un aspecto que se
remarca en esta imagen del rebaño.
Punto 755 "La Iglesia es labranza o campo de Dios (1 Co 3, 9). En este campo crece el antiguo olivo cuya raíz santa fueron los patriarcas y en el que tuvo y tendrá lugar la reconciliación de los judíos y de los gentiles (Rm 11, 13-26). El labrador del cielo la plantó como viña selecta (Mt 21, 33-43 par.; cf. Is 5, 1-7). La verdadera vid es Cristo, que da vida y fecundidad a a los sarmientos, es decir, a nosotros, que permanecemos en él por medio de la Iglesia y que sin él no podemos hacer nada (Jn 15, 1-5)". (LG 6)
. La imagen de la iglesia como labranza, como campo de Dios subraya mucho la unión con la raíz nuestra, la planta tiene que estar unida con la raíz, Cristo es la vid y nosotros somos los sarmientos, crecemos recibiendo la savia desde la raíz, permaneciendo injertados en Cristo. E pecado consiste en apartarnos de la raíz. Esta imagen subraya mucho la fertilidad: “unidos a la vid damos fruto”, y nos recuerda que sin Cristo no somos nada, si nos apartamos del tronco al que estamos injertados no somos nada. Si construimos por nuestra cuenta estamos abocados al fracaso porque son esfuerzos humanos que no están fecundados por la gracia de Dios.
. En Romanos 11,13-26 se habla del pueblo judío que rechaza a
Cristo como ramas desgajadas a la vez que habla de los gentiles como ramas
injertadas en Cristo, y nos llama la atención de no caer en el pecado de
orgullo: “…si algunas de las ramas fueron
cortadas, y tú, que eres un olivo silvestre, fuiste injertado en lugar de
ellas, haciéndote partícipe de la raíz y de la savia del olivo, no te
enorgullezcas frente a las ramas. Y si lo haces, recuerda que no eres tú quien
mantiene a la raíz, sino la raíz a ti…”, san Pablo habla de los judíos como
las ramas naturales y de los gentiles como los injertos en ese árbol.
. La iglesia está llamada a un continuo alimento que
recibe de la raíz que es Cristo, de lo contrario está condenada a la
esterilidad, a no dar fruto.
Punto 756 "También muchas veces a la Iglesia se la llama construcción de Dios (1 Co 3, 9). El Señor mismo se comparó a la piedra que desecharon los constructores, pero que se convirtió en la piedra angular (Mt 21, 42 y paralelos; cf. Hch 4, 11; 1 P 2, 7; Sal 118, 22). Los Apóstoles construyen la Iglesia sobre ese fundamento (cf. 1 Co 3, 11), que le da solidez y cohesión. Esta construcción recibe diversos nombres: casa de Dios (1 Tm 3, 15) en la que habita su familia, habitación de Dios en el Espíritu (Ef 2, 19-22), tienda de Dios con los hombres (Ap 21, 3), y sobre todo, templo santo. Representado en los templos de piedra, los Padres cantan sus alabanzas, y la liturgia, con razón, lo compara a la ciudad santa, a la nueva Jerusalén. En ella, en efecto, nosotros como piedras vivas entramos en su construcción en este mundo (cf. 1 P 2, 5). San Juan ve en el mundo renovado bajar del cielo, de junto a Dios, esta ciudad santa arreglada como una esposa embellecidas para su esposo (Ap 21, 1-2)". (LG6)
. La iglesia como templo de Dios, como construcción de Dios, es una imagen que subraya el aspecto de que la iglesia está habitada por Dios, es un lugar en el que nosotros percibimos su presencia, un lugar de encuentro de Dios con los hombres. No quiere decir que Dios no esté presente en todas partes, sino que Dios ha querido tener lugares especiales en los que revelar su presencia. Y por otra parte se subraya que está formada por nosotros como piedras vivas, no por piedras muertas, sino que cada uno de nosotros tengamos la responsabilidad de construir la iglesia poniendo al servicio de Dios los dones y carismas que hayamos recibido dentro de la vocación concreta que Dios tenga para cada uno de nosotros.
Punto 757 «La Iglesia que es llamada también "la Jerusalén de arriba" y "madre nuestra" (Ga 4, 26; cf. Ap 12, 17), y se la describe como la esposa inmaculada del Cordero inmaculado (Ap 19, 7; 21, 2. 9; 22, 17). Cristo "la amó y se entregó por ella para santificarla" (Ef 5, 25-26); se unió a ella en alianza indisoluble, "la alimenta y la cuida" (Ef 5, 29) sin cesar». (LG 6)
. La última de las imágenes es la imagen de la esposa, la amada de Jesucristo y la Jerusalén madre. Debemos purificar todos nuestros conceptos individualistas sobre la iglesia que nos puede hacer perder la conciencia de pueblo de Dios.
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