Punto 839 "[...] Los que todavía no han recibido el Evangelio también están ordenados al Pueblo de Dios de diversas maneras" (LG 16):
La relación de la Iglesia con el pueblo judío. La Iglesia, Pueblo de Dios en la Nueva Alianza, al escrutar su propio misterio, descubre su vinculación con el pueblo judío (cf. NA4) "a quien Dios ha hablado primero" (Misal Romano, Viernes Santo: Oración universal VI). A diferencia de otras religiones no cristianas la fe judía ya es una respuesta a la revelación de Dios en la Antigua Alianza. Pertenece al pueblo judío "la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas y los patriarcas; de todo lo cual [...] procede Cristo según la carne" (cf Rm 9, 4-5), "porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables" (Rm 11, 29).
. Distinguimos entre el ecumenismo y el dialogo inter religioso, el primero es la relación entre la iglesia católica con las demás iglesias cristianas que también reconocen a Jesucristo como el mesías, como el hijo de Dios hecho hombre, se da por tanto entre las iglesia cristianas que tiene a Cristo como centro. El dialogo inter religioso es el dialogo entre la iglesia católica y otras religiones que no reconocen a Jesucristo, sin embargo dentro de este dialogo, el catecismo destaca de manera especial al judaísmo, y lo pone como la primera de las religiones no cristianas. Nuestra relación con el judaísmo es muy particular.
. En el viernes Santo, la oración sexta que se hace es por el pueblo judío, “oremos también por el pueblo judío, el primero a quien Dios habló… para que el Señor acreciente en ellos el amor de su nombre y a la fidelidad a la alianza que selló con sus padres…”, para que un judío llegue a ser cristiano lo que se le pide es que profundice en sus raíces, para que se dé cuenta que el río está llamado a desembocar. En Romanos 9,4-5, Pablo ferviente judío que ya ha conocido a Jesús, siente un gran dolor por sus hermanos que no conocen a Jesucristo. Pablo nos dice que del pueblo judío procede Jesús, y no es que hayan fallado las promesas pues la escritura no ha dejado de cumplirse, porque de hecho dice que no todos los descendientes de Israel son Israel, aquí estamos nosotros que no somos judíos según la raza y sin embargo sí somos judíos espiritualmente porque hemos llegado a reconocer a Jesús como el esperado del pueblo de Israel. San Pablo suspira por que todo el pueblo de Israel llegue a reconocer a Jesús. En Romanos 11,29, san Pablo nos indica que el endurecimiento parcial de Israel durará hasta la llegada en gloria de Jesús, hasta que la totalidad de los gentiles haya descubierto a Jesús y entonces finalmente el pueblo judío reconocerá a Jesús.
Punto 840 Por otra parte, cuando se considera el futuro, el Pueblo de Dios de la Antigua Alianza y el nuevo Pueblo de Dios tienden hacia fines análogos: la espera de la venida (o el retorno) del Mesías; pues para unos, es la espera de la vuelta del Mesías, muerto y resucitado, reconocido como Señor e Hijo de Dios; para los otros, es la venida del Mesías cuyos rasgos permanecen velados hasta el fin de los tiempos, espera que está acompañada del drama de la ignorancia o del rechazo de Cristo Jesús.
. Distinguimos claramente el judaísmo del resto de religiones porque a diferencia de otras religiones no cristianas, el judaísmo es una respuesta verdadera a la revelación de Dios en el Antiguo Testamento. Los primeros seguidores de Jesús que eran judíos no cambiaron de religión, fueron poco a poco abandonando la sinagoga y pasaron a reunirse los domingos para celebrar la eucaristía, no dejaron de ser judíos para ser cristianos, no cambiaron de religión porque era la religión judía la que desembocaba en el cristianismo, uno no tenía que dejar de ser judío para ser cristiano, es como un río que desemboca en el mar. El rio aquí evoca el Antiguo Testamento y lo raro es cuando el río es río toda su vida y no llega al mar, sino que se está retroalimentando continuamente. Ese río que no termina en el mar es imagen del judaísmo que no acepta en Jesucristo el cumplimiento de las expectativas y las profecías de la llegada del Mesías, sería un río que está dando vueltas continuamente en su recorrido que no desemboca en el mar. El cristianismo es la desembocadura del judaísmo y por eso los apóstoles no cambiaron de religión sino que vieron en Jesús el cumplimiento de las expectativas que estaban anunciadas. Vemos en los evangelios y entendemos porque se repiten tanto las expresiones “según las escrituras” y “esto sucedió para que se cumplieran las escrituras” , “estaba escrito”, es un remarcar que en Jesús se produce el cumplimiento de todo aquello que estaba profetizado. El judaísmo desemboca en el cristianismo pero que no lo reconoce como cumplidor de las promesas.
. El cumplimiento ya está realizado pero permanece oculto para muchos hijos de Israel que no han descubierto en Jesús al profeta que esperaban. Tanto Israel como nosotros esperamos la llegada de un salvador, lo que ocurre es que nosotros esperamos la segunda venida en gloria y ellos siguen esperando la llegada de un salvador que no vieron en Jesús. Cuando Jesús llegue en gloria, entonces muchos miembros del pueblo de Israel verán que aquél que ya había estado entre ellos no lo habían reconocido.
. Entender el misterio de la religión judía como el río que no desemboca es parecido al ver el muro de las lamentaciones donde el pueblo judío se cimbrea orando delante del muro. Se le llama muro de las lamentaciones porque los judíos se lamentan por la destrucción del templo de Jerusalén y cuya reconstrucción se hace muy difícil porque encima del muro, en la explanada se encuentran dos mezquitas musulmanas. Parece un conflicto irresoluble porque resulta que la misma roca que está en el centro de la cúpula dorada de la mezquita es la roca donde los judíos veneran que Abraham fue a sacrificar a su hijo Isaac es la misma roca en la que los musulmanes dicen que ascendió Mahoma a los cielos y se ha convertido en una lucha irreconciliable entre judíos y musulmanes en hacerse con el control de ese lugar. Esta estampa es clave para entender lo que es la novedad del cristianismo. En el pasaje de Jesús con la samaritana en el pozo de Sícar (Juan 4,19-24), comprendemos cuando Jesús le dice “ llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre…. La salvación viene de los judíos, llega la hora en que los adoradores verdaderos lo harán en espíritu y en verdad,… “, Jesús le dice a la samaritana que ya no hay lugares concretos donde adorar al Padre, y así comprendemos como no hay que luchar por piedras pues el lugar para adorar a Jesús no es un sitio concreto. Jesús nos pide que busquemos a Dios en espíritu y en verdad, que no caigamos en la tentación de luchar por las piedras. Desde el cristianismo a uno le dan ganas de ayudar y consolar a los judíos, que son nuestros hermanos mayores, diciéndoles que no lloren, que no se lamenten porque ese templo ha sido reedificado en Cristo resucitado cuando nos dijo “destruid este templo y en tres días yo lo reconstruiré”, Jesús es el templo reedificado.
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