Punto 849 El mandato misionero. «La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser "sacramento universal de salvación", por exigencia íntima de su misma catolicidad, obedeciendo al mandato de su Fundador se esfuerza por anunciar el Evangelio a todos los hombres» (AG 1): "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 19-20)
. Se nos habla del mandato misionero de la iglesia, es decir, la voluntad de Dios está expresada en este pasaje para que la iglesia sea sacramento, sea instrumento universal de salvación. Es un mandato el que la iglesia sea misionera, de que no se conforme con sentirse a gusto allí donde ya esté establecida. Es un mandato bueno que nos preserva de cerrarnos en nosotros mismos, así no vamos a preocuparnos de conservar lo que tenemos sino de trasmitirlo y de esta manera nos fortalecemos en la fe. Al misionar ponemos en práctica el mandamiento del amor al prójimo porque cuando alguien ama al prójimo desea para él lo mejor, y qué otra cosa podemos desear mejor lo mejor para nuestro prójimo que desearle a Cristo, ese tesoro que tengo te lo doy. La expresión de misionar es la expresión más clara de amor al prójimo, no darle lo que te pide sino darle lo que el prójimo necesita que no siempre tiene porqué coincidir. En el mandamiento misionero somos conscientes de que dando se recibe. Hay por lo tanto muchos argumentos para entender porque el mandamiento misionero de Jesús es bueno, no solo porque es su voluntad cuando él dijo “id y haced discípulos”, hacer su voluntad es bueno para nosotros.
Punto 850 El origen y la finalidad de la misión. El mandato misionero del Señor tiene su fuente última en el amor eterno de la Santísima Trinidad: "La Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre" (AG 2). El fin último de la misión no es otro que hacer participar a los hombres en la comunión que existe entre el Padre y el Hijo en su Espíritu de amor (cf RM 23).
. El origen y la finalidad de ese envío misionero lo encontramos en el misterio de la Santísima Trinidad, el origen está en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo. El Padre envió a su Hijo, y cuando Cristo ascendió a los cielos entonces fue enviado el Espíritu Santo “conviene que yo me vaya para que sea enviado el paráclito”. Igual que el Padre envía al Hijo, el Hijo nos envía a nosotros, tenemos nuestro origen en la ST, nuestra misión es una prolongación de la misión del Padre al Hijo, y de la misión del Hijo y del Padre al Espíritu Santo. También la finalidad es la Santísima Trinidad dando gloria a Dios.
Punto 851 El motivo de la misión. Del amor de Dios por todos los hombres la Iglesia ha sacado en todo tiempo la obligación y la fuerza de su impulso misionero: "porque el amor de Cristo nos apremia..." (2 Co 5, 14; cf AA 6; RM 11). En efecto, "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1 Tm 2, 4). Dios quiere la salvación de todos por el conocimiento de la verdad. La salvación se encuentra en la verdad. Los que obedecen a la moción del Espíritu de verdad están ya en el camino de la salvación; pero la Iglesia a quien esta verdad ha sido confiada, debe ir al encuentro de los que la buscan para ofrecérsela. Porque cree en el designio universal de salvación, la Iglesia debe ser misionera.
. Nos apremia el amor de Cristo, sentimos el amor de Cristo como algo que nos urge dar a conocer, incluso más allá de lo que nos parece razonable. El motivo de la misión es el amor, quien ama siente el impulso de comunicar a Cristo a sus hermanos. Dios quiere la salvación de todos por el conocimiento de la verdad, Dios no quiere que nos salvemos por la ignorancia, como que la ignorancia sea un camino estable de salvación, Dios quiere que el hombre se salve y llegue al conocimiento pleno de la verdad. La iglesia, enseñando la verdad, debe salir al encuentro de los que están buscando, hay gente que sin saberlo está buscando a la iglesia, hay gente que anhela ser plenamente feliz, sueña con valores superiores al materialismo de este mundo, y la iglesia al predicar a Cristo sale al encuentro con la verdad de quien busca la plenitud.
Punto 852 Los caminos de la misión. "El Espíritu Santo es en verdad el protagonista de toda la misión eclesial" (RM 21). Él es quien conduce la Iglesia por los caminos de la misión. Ella continúa y desarrolla en el curso de la historia la misión del propio Cristo, que fue enviado a evangelizar a los pobres; "impulsada por el Espíritu Santo, debe avanzar por el mismo camino por el que avanzó Cristo: esto es, el camino de la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación de sí mismo hasta la muerte, de la que surgió victorioso por su resurrección" (AG 5). Es así como la "sangre de los mártires es semilla de cristianos" (Tertuliano,Apologeticum, 50, 13).
. Los caminos de la misión no son caminos inalcanzables, no hay que ir lejos o a un lugar llamativo a misionar, pues cada uno de nosotros tenemos a nuestro alcance esa función misionera de la iglesia. El Espíritu Santo es el que mueve las distintas vocaciones misioneras, tenemos que ser dóciles para ver cada uno como nos dejamos mover para misionar, y seguro que el Espíritu Santo tiene para repartir para todos, a unos de una forma y a otros de otra. Tengamos cuidado de hablar de las misiones como con una especie de admiración como si los misioneros fueran extra terrestres, no, son hombres movidos por el Espíritu. Él nos prometió que no nos iba a dejar huérfanos, Él nos prometió que iba a continuar en la iglesia la obra comenzada por Cristo, por tanto no pongamos trabas, obstáculos ni resistencias a la obra que quiere realizar el ES en cada uno de nosotros.
. La iglesia en esta misión debe avanzar por el mismo camino por el que avanzó Cristo, es decir, un estilo de misionar semejante al estilo de cómo vivió Jesús, como la pobreza, obediencia, servicio e inmolación. Dicho de otra forma, el camino es la cruz. Tenemos que desconfiar cuando se nos plantean caminos sin cruz, es decir, cuando las cosas teóricamente van muy bien, cuando somos aceptados por el mundo, cuando el mundo habla bien de nosotros. Tenemos que mirar eso con desconfianza pues el camino del triunfo no es el camino de Jesús. El camino de Jesús es de incomprensiones, persecuciones y si a Jesús le ocurrió eso, lo lógico es que eso mismo le pase al misionero, así que tenemos que ver todas las persecuciones que ha padecido la iglesia como purificaciones en las que nos configuramos con la cruz de Cristo, cuando uno acepta la persecución con humildad, con dignidad, sin coger malas formas, no dejando de orar por su enemigo, entendiendo como hermano aquel que le ha ofendido, dando ese testimonio de amor en medio de la persecución, uno se purifica en la persecución. Sin embargo si en medio de las persecuciones perdemos la paz, nos rebelamos y nos ponemos a la misma altura de quien nos está persiguiendo, podemos en lugar de abrazar el camino de la cruz, hacer otra cosa. Por lo tanto la persecución es una buena señal. El camino de la misión tiene que ser un camino de cruz, si con el maestro ha ocurrido, no va a ocurrir acaso lo mismo con los discípulos?, si los discípulos mantienen el espíritu de su maestro, lógicamente ocurrirá lo mismo.
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