sábado, 12 de marzo de 2016

Descripción de Catecismo 823-829. La Iglesia es una, santa, católica y apostólica. La Iglesia es santa

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Punto 823 «La fe confiesa que la Iglesia [...] no puede dejar de ser santa. En efecto, Cristo, el Hijo de Dios, a quien con el Padre y con el Espíritu se proclama "el solo santo", amó a su Iglesia como a su esposa. Él se entregó por ella para santificarla, la unió a sí mismo como su propio cuerpo y la llenó del don del Espíritu Santo para gloria de Dios» (LG 39). La Iglesia es, pues, "el Pueblo santo de Dios" (LG 12), y sus miembros son llamados "santos" (cf Hch 9, 13; 1 Co 6, 1; 16, 1).

. Nuestra fe católica afirma que la iglesia es santa, es el calificativo que hoy en día más reacciones contrarias pueda producir, sin embargo ya desde la iglesia primitiva se utilizó ese calificativo y pasó a formar parte de los primeros credos desde el principio. La iglesia es santa porque Cristo la santificó. Cómo puede afirmar la iglesia que es santa cuando todos conocemos los defectos de los miembros que formamos la iglesia, cuando los mismos Papas han pedido repetidas veces públicamente perdón por pecados concretos de la iglesia en nombre de todos los miembros de la iglesia. Entendemos que la iglesia trasciende a sus miembros, la iglesia es un misterio que supera a la suma de los miembros que la componen, va más allá. En Efesios 5,25-26 “Maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella. Esto lo hizo para santificarla, purificándola con el baño del agua acompañado de la palabra para presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada parecido, sino santificada y perfecta”.

. Al hablar de la santidad de la iglesia, aludimos a la vocación cristiana a la santidad, santidad que pertenece sólo a Dios pues se dice en la escritura “y no llaméis santo en la tierra a nadie sino únicamente a Dios que está en los cielos”, y sin embargo al mismo tiempo también se dice que todos estamos llamados a participar de esa santidad, por ejemplo Jesús nos dice “sed santos como vuestro Padre celestial es santo”, esto parece contradictorio con lo anterior, pero hay que entender que se trata de una participación de la misma santidad de Dios. Este es un buen ejemplo para aprender a leer la escritura, pues si no la leemos en su conjunto, de forma que si solamente leemos un versículo y pretendemos absolutizarlo y oponerlo a otras afirmaciones de la Sagrada Escritura podemos extraer conclusiones indebidas. Todas las afirmaciones de la Sagrada Escritura hay que integrarlas y conjugarlas. La santidad es participación de la santidad de Dios, nosotros por nosotros mismos somos por nuestra propia esencia pecadores, sin embargo unidos a Jesús, participando de su misma filiación divina somos santos, por lo tanto no veamos contraposiciones donde no las hay.

. Las interpretaciones protestantes son muy diferentes pues tienen un sentido exclusivo, se atienen a que si la Sagrada Escritura dice que solo hay un mediador pues entonces se rechazan todas las demás mediaciones, si se dice que solo hay un santo pues entonces se rechaza la posibilidad de santificar, es decir, la reforma protestante entendió estas afirmaciones de una manera unilateral. Sin embargo en la lectura católica se entendió de una manera integrada: solamente hay un mediador y los demás participamos de la mediación de Cristo, solamente hay un santo y los demás participamos de la santidad de Jesucristo. Hay que integrar tanto el versículo que dice “solo hay un santo y no llaméis santo a nadie en la tierra” como el versículo que dice “sed santo como vuestro Padre celestial es santo”. En la Sagrada Escritura se habla del templo santo, de la tierra santa, de la asamblea santa, igual que se habla de que solo hay un santo y no llaméis santo en la tierra a nadie, y esto es porque Dios santifica a la iglesia con su presencia y está consagrada a su servicio. La iglesia es santa porque santificada por Cristo produce así mismo santidad.

. Cristo eligió a Pedro sabiendo que le iba a negar, Jesús no se avergüenza de esa elección y de ser capaz de hacer alianza con un hombre pecador. Aun siendo nosotros pecadores, no se deja de producir santos y dar frutos de santidad. Se han dado tantos santos en la historia de la iglesia que uno de los mayores motivos de credibilidad que tiene la iglesia son sus santos, los miembros de la iglesia han cometido muchos pecados a lo largo de la historia, pero lo que nosotros destacamos de la iglesia como modelo de imitación son sus frutos de santidad. Hablamos de san Agustín, san Benito, san Francisco de Asís, etcétera, sin saber ni importar el obispo o el Papa que vivía en su tiempo. La iglesia lo que ha hecho memoria ha sido ese fruto de santidad, lo que prevalece son los frutos de santidad y lo demás se olvida.

Punto 824 La Iglesia, unida a Cristo, está santificada por Él; por Él y en Él, ella también ha sido hecha santificadora. Todas las obras de la Iglesia se esfuerzan en conseguir "la santificación de los hombres en Cristo y la glorificación de Dios" (SC 10). En la Iglesia es en donde está depositada "la plenitud total de los medios de salvación" (UR 3). Es en ella donde "conseguimos la santidad por la gracia de Dios" (LG 48).

. Hablar de que la iglesia es santa es tanto como incidir en que Cristo está presente en ella, porque ese es el gran argumento para afirmar que la iglesia es santa. Si Cristo está presente en ella entonces es santa, si Cristo no estuviese presente en ella, cómo va a ser santa? La imagen de la iglesia como cuerpo de Cristo es una imagen fundamental para poder expresar y demostrar la santidad de la iglesia, la iglesia es especialmente santa como sacramento de Cristo, como cuerpo místico de Cristo.

. Tenemos textos en la Sagrada Escritura para hablar de la presencia de Cristo en su iglesia, por ejemplo  Mateo 28,20 “Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, Cristo nos promete que no va a dejarnos huérfanos. Hay una sola presencia de Cristo que se manifiesta de distintos modos, el modo más perfecto es la presencia sustancial en la eucaristía, en el momento de la institución de la eucaristía, Cristo está prometiendo que estará siempre presente con su iglesia, cuando pide “haced esto en memoria mía”, está asegurando y garantizando que siempre va a estar con la iglesia, que su presencia va a ser continua. Jesús está presente en todo el apostolado de la iglesia, en la predicación,…   
Punto 825 "La Iglesia, en efecto, ya en la tierra se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta" (LG 48). En sus miembros, la santidad perfecta está todavía por alcanzar: "Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad, cuyo modelo es el mismo Padre" (LG 11).

. Por una parte como sacramento de Cristo la iglesia es santa de hecho y por otra parte, como comunidad de los bautizados, la iglesia es santa en vocación, va de camino a la santidad. Estos dos aspectos hay que compaginarlos. La iglesia ha mantenido puro el mensaje de Cristo, sin haber hecho rebajas como se dice, y ese milagro de permanencia al mensaje de Cristo se entiende desde el milagro de la santidad de la iglesia. Por otro lado, la santidad es un tesoro que cada individuo puede perder, puede aumentar o disminuir, pero no podemos pensar nunca que la iglesia pertenece al mundo de los perfectos, la iglesia es una comunidad compleja con el trigo y la cizaña mezcladas, hay santos y pecadores. Jesús nos responde diciendo “no cortes el árbol, a ver si el año que viene da fruto”, donde se ve la misericordia con los pecadores. A la iglesia no le toca decir quien tiene o quien no tiene que pertenecer a la iglesia. La iglesia está continuamente rezando todos los días por la conversión de los pecadores. La iglesia tiene el milagro en su seno de compaginar la santidad plena y también esa presencia de hijos pecadores, y aun siendo santidad y pecado dos principios antagónicos, la iglesia lleva en su seno esas dos realidades con una continua llamada a la conversión, a la purificación y a la santidad.    

Punto 826 La caridad es el alma de la santidad a la que todos están llamados: "dirige todos los medios de santificación, los informa y los lleva a su fin" (LG 42):
«Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto por diferentes miembros, el más necesario, el más noble de todos no le faltaba, comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que este corazón estaba ardiendo de amor. Comprendí que el Amor solo hacía obrar a los miembros de la Iglesia, que si el Amor llegara a apagarse, los Apóstoles ya no anunciarían el Evangelio, los Mártires rehusarían verter su sangre... Comprendí que el Amor encerraba todas las vocaciones, que el Amor era todo, que abarcaba todos los tiempos y todos los lugares... en una palabra, que es eterno» (Santa Teresa del Niño Jesús, Manuscrit B, 3v: Manuscrits autobiographiques).

Punto 827 «Mientras que Cristo, "santo, inocente, sin mancha", no conoció el pecado, sino que vino solamente a expiar los pecados del pueblo, la Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificación y busca sin cesar la conversión y la renovación" (LG 8; cf UR 3; 6). Todos los miembros de la Iglesia, incluso sus ministros, deben reconocerse pecadores (cf 1 Jn 1, 8-10). En todos, la cizaña del pecado todavía se encuentra mezclada con la buena semilla del Evangelio hasta el fin de los tiempos (cf Mt 13, 24-30). La Iglesia, pues, congrega a pecadores alcanzados ya por la salvación de Cristo, pero aún en vías de santificación:
La Iglesia «es, pues, santa aunque abarque en su seno pecadores; porque ella no goza de otra vida que de la vida de la gracia; sus miembros, ciertamente, si se alimentan de esta vida, se santifican; si se apartan de ella, contraen pecados y manchas del alma, que impiden que la santidad de ella se difunda radiante. Por lo que se aflige y hace penitencia por aquellos pecados, teniendo poder de librar de ellos a sus hijos por la sangre de Cristo y el don del Espíritu Santo» (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 19).

. Todos los miembros de la iglesia, incluso sus ministros deben reconocerse pecadores, 1ª Juan 1,8-10 “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros; pero si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad. Si decimos que no hemos cometido pecado, dejamos a Dios por mentiroso y no hemos aceptado verdaderamente su palabra”, hemos de ser plenamente conscientes que dentro de nuestra iglesia está la cizaña al mismo tiempo que está el trigo y dentro de nuestro corazón también hay trigo y hay cizaña y que los dos crecen al mismo tiempo. Podemos decir que somos pecadores y podemos decir que somos santos, ambas cosas podemos decir.

. La iglesia rechazó la tentación que existió en los primeros siglos cuando hubo una tendencia herética llamada donatismo que pensaba que la iglesia era solamente la iglesia de los puros, y por tanto no formaban parte de la iglesia aquellos que no estuviesen predestinados a la salvación, es decir, era como una élite de los santos excluyendo a los pecadores. Sin embargo, la iglesia no lo entiende así. Sí decimos que la iglesia es santa, pero no en cuanto a que esté formada por una elite de santos, sino que encierra en su seno pecadores, pecadores llamados a la conversión. Es una iglesia madre que posee los medios para su arrepentimiento y su salvación. Es como una madre natural que se rebelaría si le dicen que solo son hijos suyos solamente los hijos que son perfectos y los pecadores no son hijos suyos, esa madre se rebelaría en esa situación, y lo mismo pasa en la iglesia que encierra en su seno a muchos pecadores. Esto está en consonancia con la costumbre de Jesús de entrar en casa de pecadores (Zaqueo, la mujer pecadora que le limpió los pies,…) para escándalo de muchos fariseos. Ese mismo escándalo es el que se produce ahora cuando muchas personas piensan que es incompatible decir que la iglesia es santa albergando en su  seno pecadores. Sin embargo, igual que Jesús entró en casa de pecadores sin perder un ápice de su santidad, Jesús no dejó de ser santo, así también los pecadores entran en el seno de la iglesia sin perder ella ni un ápice de su santidad.

Punto 828 Al canonizar a ciertos fieles, es decir, al proclamar solemnemente que esos fieles han practicado heroicamente las virtudes y han vivido en la fidelidad a la gracia de Dios, la Iglesia reconoce el poder del Espíritu de santidad, que está en ella, y sostiene la esperanza de los fieles proponiendo a los santos como modelos e intercesores (cf LG 40; 48-51). "Los santos y las santas han sido siempre fuente y origen de renovación en las circunstancias más difíciles de la historia de la Iglesia" (CL 16, 3). En efecto, "la santidad de la Iglesia es el secreto manantial y la medida infalible de su laboriosidad apostólica y de su ímpetu misionero" (CL 17, 3).

Punto 829 "La Iglesia en la Santísima Virgen llegó ya a la perfección, sin mancha ni arruga. En cambio, los creyentes se esfuerzan todavía en vencer el pecado para crecer en la santidad. Por eso dirigen sus ojos a María" (LG 65): en ella, la Iglesia es ya enteramente santa.


. En la Virgen María vemos el modelo de lo que es la iglesia concluida. 

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