domingo, 30 de julio de 2017

Catecismo 2603. Jesús ora III

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Punto 2.603 Los evangelistas han conservado las dos oraciones más explícitas de Cristo durante su ministerio. Cada una de ellas comienza precisamente con la acción de gracias. En la primera (cf Mt 11, 25-27 y Lc 10, 21-23), Jesús confiesa al Padre, le da gracias y lo bendice porque ha escondido los misterios del Reino a los que se creen doctos y los ha revelado a los “pequeños” (los pobres de las Bienaventuranzas). Su conmovedor “¡Sí, Padre!” expresa el fondo de su corazón, su adhesión al querer del Padre, de la que fue un eco el “Fiat” de su Madre en el momento de su concepción y que preludia lo que dirá al Padre en su agonía. Toda la oración de Jesús está en esta adhesión amorosa de su corazón de hombre al “misterio de la voluntad” del Padre (Ef 1, 9).

. Jesús es maestro de oración y queremos aprender de él a orar como aprendieron sus discípulos. Hay dos oraciones de Cristo en las que nos fijamos especialmente, una es Mateo 11,25-27: "En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar." Esta oración tiene en primer lugar una acción de gracias, así comienza su oración, dando gracias. Una oración bien hecha tiene que partir de una profunda gratitud, de una necesidad de reconocer los dones de Dios. El que ora reconoce que Dios le ama y el que se siente amado da gracias a Dios. El hecho de que en nuestras oraciones haya una carencia muy grande de acción de gracias, denota que no tenemos conciencia del don de Dios. No hay peor actitud al hacer oración que decir que lo que yo tengo me lo he ganado yo y no tengo porqué dar gracias a nadie, es como decir que a mí nadie me ha regalado nada y esta expresión es peligrosísima, primero porque es falsa y segundo porque crea una dureza de corazón y una incapacidad para reconocer los dones recibidos.

. Jesús al mismo tiempo que da gracias, confiesa al Padre, reconoce al Padre. Quien ora también hace una confesión de fe, pero de una manera más existencial. Se puede hablar y decir que Dios existe pero el que ora está haciendo una profesión de Dios mucho más vital y eficaz. Al orar públicamente y dar testimonio vivo de nuestra oración estamos confesando la existencia de Dios como algo vital, no como una teoría. La “inocencia” de la oración, el que alguien se dirija a ese “tú” que es invisible a los ojos humanos, pero que se dirige con pleno realismo, es una confesión de fe potentísima, más fuerte que el filósofo  que dice con palabras que Dios tiene que existir.

. La expresión “te doy gracias porque has ocultado esto a los sabios” no significa que el Padre haya dicho “a este le voy a ocultar la fe y a este otro se la muestro”, sino que hay que interpretarlo como que los dones de Dios tienen la característica de que necesitan un corazón sencillo para ser acogidos, pues son inalcanzables para los que se creen autosuficientes, para los que se creen sabios e inteligentes. Este texto es un texto antignóstico, el gonsticismo es una de las primeras herejías, que ya está en el primer siglo, y que venía a decir que Dios solamente podía ser alcanzado por las mentes privilegiadas, por aquellos que son capaces de penetrar los misterios ocultos. Vemos como especialmente las cartas del evangelio de san Juan atacan el gnosticismo. El cristianismo es antignóstico totalmente. El misterio de Dios solo puede ser acogido por los sencillos.

. Hacer oración es confiar en la voluntad del Padre, confiar en sus caminos, es decir, que sea la voluntad de Dios antes que la mía, sea por sus caminos y no por los míos. Esto es un elemento característico de toda oración cristiana. Hay cuatro “hágase” fundamentales, el primero es el que pronuncia el Padre en la creación del mundo que es expresión de la sobreabundancia del amor de Dios, el segundo el que pronunció Jesús, el tercero el que pronunció María cuando dijo “hágase en mí según tu palabra”, y el cuarto es el que nos corresponde a nosotros para completar la historia de la salvación, y éste es el que nos quiere enseñar Jesús en su oración: confío en la voluntad de Dios, acepto mis circunstancias como venidas de sus manos, completo en mi carne lo que falta a la pasión de Cristo, acepto mis limitaciones como parte de una cruz redentora, confío en los caminos de Dios más que en los míos, es decir “hágase”. Una oración que no concluye en un hágase está mal hecha, una oración bien realizada es la que nos ha llevado a confiar más en la voluntad de Dios. Si uno no sale de la oración reafirmado en un hágase, es que la ha hecho mal. La oración de Jesús ha comenzado con una acción de gracias y ha terminado con un hágase, estos dos componentes básico son una lección que nos da Jesús para nuestra oración.


martes, 25 de julio de 2017

Catecismo 2601-2602. Jesús ora II

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Punto 2.601 «Estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: “Maestro, enséñanos a orar”» (Lc 11, 1). ¿No es acaso, al contemplar a su Maestro en oración, cuando el discípulo de Cristo desea orar? Entonces, puede aprender del Maestro de oración. Contemplando y escuchando al Hijo, los hijos aprenden a orar al Padre.

. Jesús es para nosotros nuestro modelo de oración. Lucas 11,1 nos dice que Jesús estando en oración en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos, que no se dice quién era pero que en el fondo nos representa a todos, le hizo la famosa pregunta “Maestro enséñanos a orar”. Esta pregunta no nace de una duda teórica sino que se produce por la atracción que tiene el discípulo al ver a Jesús orar, el discípulo viendo a Jesús orar comprende que él no sabe orar y entendió viendo a Jesús que había un misterio al que estaba invitado a asomarse.

Punto 2.602 Jesús se retira con frecuencia a un lugar apartado, en la soledad, en la montaña, con preferencia durante la noche, para orar (cf Mc 1, 35; 6, 46; Lc 5, 16). Lleva a los hombres en su oración, ya que también asume la humanidad en la Encarnación, y los ofrece al Padre, ofreciéndose a sí mismo. Él, el Verbo que ha “asumido la carne”, comparte en su oración humana todo lo que viven “sus hermanos” (Hb 2, 12); comparte sus debilidades para librarlos de ellas (cf Hb 2, 15; 4, 15). Para eso le ha enviado el Padre. Sus palabras y sus obras aparecen entonces como la manifestación visible de su oración “en lo secreto”.

. La noche es para Jesucristo un momento privilegiado para vivir su intimidad con Dios Padre, pasaba horas en oración con su Padre en su presencia. Jesús se retira con frecuencia a la montaña en soledad para orar, para estar con el Padre, y aunque su fama se extendía cada vez más, Jesús se retira a los lugares solitarios donde oraba, Jesús huye de la gloria humana, huye del activismo, Jesús nos está dando una lección porque nosotros podemos ser tentados también en las cosas buenas y buscándonos a nosotros mismos gustarnos de ser un showman, de vernos escuchados por multitudes, de que la gente hable de uno… y eso puede ser una tentación y Jesús nos enseña a rechazar esa gloria humana y a retirarnos a la oración.

. Jesús lleva a los hombres en su oración, movido por un amor hasta el extremo tiene una oración de reparación de nuestros pecados, se entrega en vez nuestra, intercede al Padre por cada uno de nosotros. En Juan 18,8 durante el prendimiento en el huerto de los olivos, "Respondió Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos", Jesús se entrega en vez nuestra. Jesús en su oración nos lleva a todos nosotros en su mochila, nuestros sufrimientos los presenta al Padre. Jesús ha experimentado la debilidad humana y por eso hemos de acercarnos con confianza, porque tenemos un intercesor que nos comprende.

domingo, 23 de julio de 2017

Catecismo 2599-2600. Jesús ora I

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Punto 2.600 El Evangelio según San Lucas subraya la acción del Espíritu Santo y el sentido de la oración en el ministerio de Cristo. Jesús ora antes de los momentos decisivos de su misión: antes de que el Padre dé testimonio de Él en su Bautismo (cf Lc 3, 21) y de su Transfiguración (cf Lc 9, 28), y antes de dar cumplimiento con su Pasión al designio de amor del Padre (cf Lc 22, 41-44);Jesús ora también ante los momentos decisivos que van a comprometer la misión de sus apóstoles: antes de elegir y de llamar a los Doce (cf Lc 6, 12), antes de que Pedro lo confiese como “el Cristo de Dios” (Lc 9, 18-20) y para que la fe del príncipe de los apóstoles no desfallezca ante la tentación (cf Lc 22, 32). La oración de Jesús ante los acontecimientos de salvación que el Padre le pide es una entrega, humilde y confiada, de su voluntad humana a la voluntad amorosa del Padre.

. Jesús aprendió a orar conforme a su corazón de hombre, siguió un proceso humano en el aprendizaje de la oración, aprendió de su madre, de José, en la sinagoga… pero su oración brota de una fuente distinta del resto de nosotros, como lo deja presentir a la edad de los doce años “yo debo estar en las cosas de mi Padre”, por la relación íntima que hay entre ellos, es decir, es evidente que Jesús sabe que su Padre es Dios Padre por naturaleza y nos va a introducir por adopción en su oración filial con el Padre, Jesús nos va a enseñar a decir Padre nuestro.

. De los cuatro evangelios, el evangelio de san Lucas destaca sobre todo el tema de la oración con respecto a los demás. El evangelio de Lucas es muy rico en dos cosas: en ver cómo Jesús oraba y en ver la acción del Espíritu Santo. Estos dos aspectos nos pueden ayudar muchísimo. Hay acontecimientos esenciales en la vida de Jesús que los ha vivido precedidos de la oración, se nos presentan tres pasajes: primero en su Bautismo, antes de iniciar su ministerio, Jesús se pone en oración, lo vemos en Lucas 3,21 “Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado", vemos el matiz que se nos puede pasar desapercibido de cómo Jesús se pone en oración, pero en esta teofanía que tiene lugar en el río Jordán ha tenido lugar también con una disposición de Jesucristo que se ha puesto en oración y se ha abierto el cielo. El segundo texto es antes de la Transfiguración en Lucas 9,28: "Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar, y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante"aquí llama la atención que Jesús busca la soledad, el monte para orar con sus discípulos, y sucede que la Transfiguración tiene lugar en un contexto en el que Jesús estaba en oración. En tercer lugar en el pasaje en el que se encuentra en el huerto de los olivos en Lucas 22,41 vemos: "Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya… y sumido en agonía, insistía más en su oración", aquí Jesús hace oración de sus luchas interiores, es decir, la entrega de Cristo en la cruz supusieron muchas horas que Jesús venció en la oración, sin aquellas noches de oración Jesús no hubiese podido decir sí al Padre.

. Jesús ora también ante los momentos decisivos que van a comprometer la misión de los apóstoles, por ejemplo, antes de elegir y llamar a los doce, en Lucas 6,12: "Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles." Esos doce van a ser el cimiento de la iglesia y Jesús pasó la noche haciendo oración delante del Padre y les eligió y pronunció sus nombres. Jesús también ora antes de que Pedro le confesase como el Cristo de Dios, lo tenemos en Lucas 9,18 que dice:” "Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado.» Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contestó: «El Cristo de Dios.»" donde vemos como Jesús en oración pide y prepara a Pedro para su respuesta. Esto nos enseña a que antes de hablarles a los hombres de Dios hemos de hablarle a Dios de los hombres, como hace Jesús a su Padre sobre Pedro. Un tercer pasaje que se nos ofrece en este punto es en Lucas 22,32 “¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos" donde vemos como Satanás solicita cribar a los apóstoles, y esto hace referencia al misterio de que Dios permite que seamos probados por el mal, por Satanás y sus tentaciones, pero Jesús ha puesto un límite y no permite que Pedro perezca y su fe se desmorone, Jesús asiste a su iglesia, Jesús ha rogado por Pedro, a orado por él. Cuando Jesús le dice a Pedro: “tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia y el poder del infierno no la derrotará”, Jesús nos garantiza en su oración su asistencia. Es la promesa de Jesús de que va a asistirnos, de que no va a dejarnos solos, y cuando pasemos por pruebas, cuando nos llevemos disgustos, habrá momentos en los que parece que el agua se tragará la barca… y veremos a Jesús diciéndonos “hombre de poca fe, porqué has dudado”. La gran garantía que tenemos es que Jesús ha orado al Padre por nosotros, a pesar de que le vamos fallar, de que vamos a salir corriendo como hizo Pedro que le negó tres veces. La oración de Cristo siempre es eficaz, no como la nuestra que es pobre.

. La oración de Jesús consiste en que su voluntad humana se pone totalmente en manos de la voluntad divina. Cuando Jesús dice en la oración “Padre que no se haga mi voluntad sino la tuya” hay un misterio en el que la voluntad humana de Jesús puede estar luchando contra la cruz y contra la prueba, pero su oración le lleva al “confío plenamente y me abandono en la voluntad del Padre”, luego una oración bien hecha no es la que dice muchas palabras bonitas sino que es ser capaz de abandonarnos a la voluntad de Dios. Es un acto de confianza, abandono y descanso en el Señor. Es un cómo tú quieras, cuando tú quieras, lo que tú quieras… me abandono a tu voluntad.

jueves, 20 de julio de 2017

Catecismo 2598-2599. La oración en la plenitud de los tiempos. Introducción

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Punto 2.598 El drama de la oración se nos revela plenamente en el Verbo que se ha hecho carne y que habita entre nosotros. Intentar comprender su oración, a través de lo que sus testigos nos dicen en el Evangelio, es aproximarnos a la santidad de Jesús Nuestro Señor como a la zarza ardiendo: primero contemplándole a Él mismo en oración y después escuchando cómo nos enseña a orar, para conocer finalmente cómo acoge nuestra plegaria.

. Llamamos plenitud de los tiempos al Nuevo Testamento, al envío por Dios de su Hijo, “cuántos desearon -dice Jesucristo- ver este día y no lo vieron” haciendo referencia al Antiguo Testamento. En este punto se le llama drama a la oración, y esto no es fácil de entender pues lo vemos para situaciones trágicas, por ejemplo cuando decimos el drama de la cruz lo entendemos en seguida. Nos tenemos que dar cuenta de que detrás de la oración hay un profundo sufrimiento del hombre, el mayor mal del hombre es su soledad, la soledad en la que vive el hombre cuando ha roto en su amistad con Dios y con los demás. Cuando el hombre vive sin Dios y sin prójimo, sí que es pobre de solemnidad. La oración es la respuesta a una profunda necesidad del hombre de comunicación.

. Tenemos que intentar comprender la oración de Jesús, primero contemplándole, después escuchando como nos enseña a orar y conocer cómo acoge nuestra plegaria. Jesús es nuestro modelo, es nuestro maestro de oración.

Punto 2.599 El Hijo de Dios, hecho Hijo de la Virgen, también aprendió a orar conforme a su corazón de hombre. Él aprende de su madre las fórmulas de oración; de ella, que conservaba todas las “maravillas” del Todopoderoso y las meditaba en su corazón (cf Lc 1, 49; 2, 19; 2, 51). Lo aprende en las palabras y en los ritmos de la oración de su pueblo, en la sinagoga de Nazaret y en el Templo. Pero su oración brota de una fuente secreta distinta, como lo deja presentir a la edad de los doce años: “Yo debía estar en las cosas de mi Padre” (Lc 2, 49). Aquí comienza a revelarse la novedad de la oración en la plenitud de los tiempos: la oración filial, que el Padre esperaba de sus hijos va a ser vivida por fin por el propio Hijo único en su Humanidad, con los hombres y en favor de ellos.

. En este punto se nos indica cómo Jesús ora. Jesús era Dios y Jesús era hombre, entonces cómo oraba Jesús, como Dios o como hombre?. Jesús siendo persona divina, asume la naturaleza humana, es decir, Jesús tiene alma humana y cuerpo humano, con su inteligencia y su voluntad, pero paralelamente la naturaleza humana de Jesús pertenece a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Esto es un misterio, donde afirmamos por un lado que Jesucristo encarnado es verdadero hombre que siente, quiere, sufre,… como hombre que es, y por otro lado, esta naturaleza humana pertenece a la persona divina del hijo de Dios, es decir, persona no hay más que una, que es la persona divina que existía antes de encarnarse, la que ha asumido plenamente la naturaleza humana. Por lo tanto la oración que hace el hijo de Dios, es al mismo tiempo la oración que hace Jesús el hijo de María porque no hay dos personas, solo hay una. Igualmente María es madre de Dios, no solamente es madre de Jesús, María es madre de las personas, y Jesús es una persona divina. O sea, podemos decir que María es madre del hombre y madre de Dios porque no hay más que una sola persona en Jesús, con naturaleza humana y con naturaleza divina. Este es el misterio.


. Jesús como hijo de Dios y como hijo de la Virgen aprendió a orar conforme a su corazón de hombre y lo hizo de su madre, es decir, María fue la primera maestra de oración de Jesús. La discípula es maestra, igual que es Virgen y madre. Jesús también aprendió desde pequeño en la sinagoga y viendo a los demás rezar. Esto nos tiene que enseñar que para nosotros, los demás no nos deben de estorbar y tenemos que ver en ellos la obra que Dios realiza también en ellos. Otro aspecto es que Jesús por su filiación divina tiene un contacto connatural con el Padre y esto es algo que no aprende de nadie por el hecho de ser el hijo de Dios encarnado. Por lo tanto para acercarnos al Jesús orante, hay que explicar las dos naturalezas de Jesús, la humana y la divina.  

miércoles, 19 de julio de 2017

Catecismo 2587-2589. Los Salmos, oración de la Asamblea III

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Punto 2.587 El Salterio es el libro en el que la Palabra de Dios se convierte en oración del hombre. En los demás libros del Antiguo Testamento “las palabras [...] proclaman las obras” [de Dios por los hombres] “y explican su misterio” (DV 2). En el Salterio, las palabras del salmista expresan, proclamándolas ante Dios, las obras de salvación. El mismo Espíritu inspira la obra de Dios y la respuesta del hombre. Cristo unirá ambas. En Él, los salmos no cesan de enseñarnos a orar.

. Se le llama Salterio al libro que recopila los 150 Salmos, que se escribieron durante 800 años, y tiene la peculiaridad de ser como la palabra de Dios convertida en oración que lo utilizamos mucho sobre todo en la liturgia de las horas. La peculiaridad del Salterio es que Dios habla y al mismo tiempo se convierte en oración del hombre. Hoy en día hay más dificultad en aceptar a Dios que en aceptar la revelación de Dios y aceptar el camino que nos ha marcado para seguirle. Hoy cuesta más admitir y seguir el camino que Dios nos marca porque preferimos hacernos un Dios a nuestra medida y seguir el camino que nos parezca.

. Somos buscadores de Dios desde toda la eternidad y cuando alguien se convierte ha creído que había nacido de él la necesidad de buscar a Dios y se lleva la sorpresa de que Dios le llevaba buscando desde toda la eternidad. Se pensaba que nacía de él la iniciativa y él no hacía sino responder a una búsqueda de Dios, porque Dios nos ha creado desde siempre con un deseo de infinito, con un deseo de felicidad. Nosotros muchas veces buscamos mal e intentamos dar respuesta al deseo de infinitud que late en el corazón del hombre en “cubos de basura” que no solucionan el hambre y la sed de Dios. Dios no viene a darnos lo que queramos sino que viene a darnos lo que necesitamos profundamente, Dios nos educa y nos enseña auténticas expectativas de felicidad. Es como la relación que tenemos con nuestros hijos, no les damos lo que quieren sino que les enseñamos a que tengan expectativas que sean buenas para ellos.

. Una diferencia entre el Salterio y el resto de los libros de la Biblia está en que en los demás libros se narran los hechos de salvación mientras que en el Salterio se hace de ello oración y comunicación con Dios.

Punto 2.588 Las múltiples expresiones de oración de los Salmos se hacen realidad viva tanto en la liturgia del templo como en el corazón del hombre. Tanto si se trata de un himno como de una oración de desamparo o de acción de gracias, de súplica individual o comunitaria, de canto real o de peregrinación, o de meditación sapiencial, los salmos son el espejo de las maravillas de Dios en la historia de su pueblo y en las situaciones humanas vividas por el salmista. Un salmo puede reflejar un acontecimiento pasado, pero es de una sobriedad tal que verdaderamente pueden orar con él los hombres de toda condición y de todo tiempo.

. Se insiste en que el salmo no es una oración meramente histórica sino también existencial, sabemos que la Palabra de Dios trasciende el tiempo, el lugar y la condición, “cielo y tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”, tiene la capacidad de dirigirse a cada uno de nosotros aquí y ahora, y de ser palabra nueva siempre. Con bastante frecuencia nos ocurre que cuando escuchamos la Palabra, parece que esa predicación está dicha personalmente para mí. Los salmos nos permiten expresarle a Dios, desde la situación existencial en la que vivimos, cuales son nuestros sentimientos, nuestros afectos traducidos en alabanza.

Punto 2.589 Hay unos rasgos constantes en los Salmos: la simplicidad y la espontaneidad de la oración, el deseo de Dios mismo a través de su creación, y con todo lo que hay de bueno en ella, la situación incómoda del creyente que, en su amor preferente por el Señor, se enfrenta con una multitud de enemigos y de tentaciones; y que, en la espera de lo que hará el Dios fiel, mantiene la certeza del amor de Dios y la entrega a la voluntad divina. La oración de los salmos está siempre orientada a la alabanza; por lo cual, corresponde bien al conjunto de los salmos el título de “Las Alabanzas”. Recopilados los salmos en función del culto de la Asamblea, son invitación a la oración y respuesta a la misma: “Hallelu-Ya!” (Aleluya), “¡Alabad al Señor!”
«¿Qué cosa hay más agradable que un Salmo? Como dice bellamente el mismo David: “Alabad al Señor, que los salmos son buenos; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa”. Y con razón: los salmos, en efecto, son la bendición del pueblo, la alabanza de Dios, el elogio de los fieles, el aplauso de todos, el lenguaje universal, la voz de la Iglesia, la profesión armoniosa de nuestra fe (San Ambrosio, Enarrationes in Psalmos, 1, 9).


. Los Salmos nos introducen en una oración sencilla, espontánea, que sale del corazón, pues para orar con Dios no hay que tener ningún tipo de doctorado. La iglesia siempre ha rechazado la teoría de que la relación con Dios está reservada para unos privilegiados, para unas personas especialmente cultas. De hecho nos encontramos muchos místicos analfabetos. Los Salmos nos introducen en la belleza de la creación, nos reflejan la batalla interior que llevamos todos dentro de nosotros, esa batalla interior entre confiar en Dios y desconfiar, entre arrepentirnos de nuestro pecado o tener soberbia. Los Salmos enfatizan el aspecto de que en medio de las pruebas confiamos en Dios, yo no sé nada, no controlo nada, pero confío en Dios, confío en cómo nos conduce en medio de las pruebas poniendo los problemas en sus manos. Los Salmos nos enseñan a alabar a Dios en toda circunstancia. La palabra Aleluya es una exclamación de júbilo que significa alabar a Yahveh.

martes, 18 de julio de 2017

Catecismo 2585-2586. Los Salmos, oración de la Asamblea II

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Punto 2.586 Los Salmos alimentan y expresan la oración del pueblo de Dios como asamblea, con ocasión de las grandes fiestas en Jerusalén y los sábados en las sinagogas. Esta oración es indisociablemente individual y comunitaria; concierne a los que oran y a todos los hombres; brota de la Tierra santa y de las comunidades de la Diáspora, pero abarca a toda la creación; recuerda los acontecimientos salvadores del pasado y se extiende hasta la consumación de la historia; hace memoria de las promesas de Dios ya realizadas y espera al Mesías que les dará cumplimiento definitivo. Los Salmos, recitados por Cristo en su oración y que en Él encuentran su cumplimiento, continúan siendo esenciales en la oración de su Iglesia (cf Institución general de la Liturgia de las Horas, 100-109).

. Los salmos fueron reunidos poco a poco en cinco libros y son la obra maestra de la oración en el Antiguo Testamento. Los salmos que vemos todos unidos en la Biblia, se han compuesto por varios autores y en varios momentos, han tenido pues un largo proceso de composición que viene a ser de unos ochocientos años desde que el primero de los salmos fue escrito hasta el último. Fueron agrupándose y tuvieron sucesivas elaboraciones hasta adquirir la forma actual tal y como nosotros los conocemos allá por el siglo II/III antes de Cristo. Hay que decir que Jesucristo conoció el libro de los salmos como nosotros lo conocemos. Son 150 salmos que agrupan aspectos muy diferentes: salmos históricos, proféticos, de súplica, sapienciales, litúrgicos, etcétera, hay toda una temática de salmos muy diversa.

. Los salmos especialmente han nacido y se han desarrollado y expresado en una oración comunitaria. Esto hoy en día tiene una importancia grande a la hora de reunirse la Asamblea en la celebración de la eucaristía porque lo lógico es que si formamos una Asamblea es que estemos todos reunidos más o menos cerca y unidos. Pero tenemos que reconocer que en nuestra cultura tenemos una cierta dificultad de comunión, nos hemos ido aislando poco a poco en estos años de secularización del sentido comunitario. Tenemos un componente individualista que ha afectado a la forma de orar, que igual le damos poca importancia al hecho de orar en Asamblea, de forma comunitaria. Sin embargo, es un valor muy grande que la iglesia rece unida y que todos recemos unidos y no cada uno por su cuenta. La oración es personal pero no individualista que son dos cosas distintas.

. El que no quiere orar no está obligado a orar, pero lo que tampoco se le puede obligar a alguien es que no rece por los demás. Cuando uno ora es imposible que olvide a los demás en su oración porque cuando uno se presenta ante Dios lleva en su mochila a todos, creyentes y no creyentes, entonces es imposible que no me acuerde de los demás porque ante el Señor llevo toda mi vida.

. La oración no parte meramente de unos sentimientos subjetivos sino que parte de unos acontecimientos de salvación objetivos en los que Dios ha intervenido en la historia. Lo primero que hace la oración es hacer memoria de que Dios vino a salvarnos, y los salmos esto lo hacen mucho: “tú sacaste a Israel de Egipto…” y a partir de estos acontecimientos objetivos trabajamos nuestra subjetividad, nuestros sentimientos, nuestro corazón para poner nuestra esperanza en Dios. Es decir, la oración no es meramente subjetiva sino que parte de una objetividad que es que Dios ha venido al encuentro del hombre. No confundamos la oración cristiana con una especie de tendencia que existe hoy en día como si la oración fuese un elemento de consumo de búsqueda de sensaciones de paz y relajación, no, la oración no es un producto de consumo psicológico. La oración parte del acontecimiento objetivo en el que Dios entra en la historia y la pone de alguna manera patas arriba.

. Los salmos usados por Jesucristo en su oración, en él encuentran su cumplimiento, es decir, para rezar bien los salmos, hay que rezarlos desde Jesucristo porque el libro de los salmos ya estaba completo para el sigo II/III antes de Cristo, y Cristo leyó los salmos y los hizo suyos, fueron una de las oraciones principales de Cristo.


. Nos remite el Catecismo a los puntos 100 a 109 de la introducción general de la liturgia de las horas para familiarizarnos en cómo reza la iglesia los salmos. La iglesia tiene la certeza que quien reza bien los salmos es movido por el Espíritu Santo en ellos, te da consuelo, te da firmeza. Los salmos han sido escritos en contextos históricos que no es de extrañar que haya algún pasaje que nos cueste más hacerlo nuestro desde nuestra sensibilidad actual teniendo en cuenta que el sentido último de los salmos lo asumimos desde Jesucristo. Los salmos no son prosa sino composiciones poéticas de alabanza, esto es importante porque para acoger  bien el mensaje de los salmos, es muy importante su entonación y si se cantan, mejor. Quien recita los salmos abre su corazón a los sentimientos que estos inspiran según el género literario de cada uno, puede ocurrir que cuando uno reza un salmo le parece que está escrito para él porque conecta con su situación existencial y entonces es facilísimo rezarlo, y en cambio puede ocurrir lo contrario. Esta última dificultad se evita porque nosotros rezamos los salmos no en nombre propio únicamente sino en nombre del mismo Cristo y en nombre de toda la iglesia cuerpo místico de Cristo, es decir, ponemos delante de Dios a todos nuestros hermanos, así cuando rezo un salmo de lamentación me meto en la situación de las personas que están sufriendo y rezo ese salmo con ellos, es como unirme a toda la iglesia, y también me alegro con los que se alegran. Aunque cada uno de los salmos fue compuesto en circunstancias peculiares, expresan el dolor y la esperanza, la miseria y la confianza de los hombres de todas las edades y regiones, es decir, conviene saber la situación concreta en la que fue compuesto cada salmo pero entendemos que en el fondo aunque hayan pasado muchos siglos, las cuestiones fundamentales del ser humano son las mismas en todos los tiempos: el problema de la felicidad, el sentido del sufrimiento, como me encuentro con los demás, etcétera, es decir, las grandes luchas interiores han sido las mismas en todos los tiempos. Más importante es comprender el sentido mesiánico de los salmos que se manifestó en el Nuevo Testamento y en Jesucristo. Dice Jesús a los apóstoles en Lucas 24,44 "Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí." O sea que en los salmos había una serie de profecías que en Jesús iban a ser cumplidas, por ejemplo en el salmo 109: “Oráculo del Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies” vemos a Jesús sentándose a la derecha del Padre después de la resurrección tras vencer a la muerte, por eso el sentido pleno de este salmo no se alcanza hasta Cristo. El salmo segundo nos habla de la conspiración contra Jesucristo, etcétera, es decir en los salmos hay muchos momentos que parece que percibimos pasajes concretos de la vida de Jesús. A esto se le llama el sentido cristológico de los salmos. Por eso cuando rezamos los salmos tenemos que hacerlo desde este sentido en Cristo.

lunes, 17 de julio de 2017

Catecismo 2585. Los Salmos, oración de la Asamblea I

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Punto 2.585 Desde David hasta la venida del Mesías, las sagradas Escrituras contienen textos de oración que atestiguan el sentido profundo de la oración por sí mismo y por los demás (cf Esd 9, 6-15; Ne 1, 4-11; Jon 2, 3-10; Tb 3, 11-16; Jdt 9, 2-14). Los salmos fueron reunidos poco a poco en un conjunto de cinco libros: los Salmos (o “alabanzas”), son la obra maestra de la oración en el Antiguo Testamento.

. A lo largo del caminar del pueblo de Israel preparando la llegada del Mesías hay una escuela, hay un caminar que si lo proyectamos en nuestra vida, nos damos cuenta que nuestra oración también va creciendo, así mi oración es más profunda que hace un determinado tiempo y voy teniendo más intimidad con el Señor. Algo extraño ocurre en nuestra vida cuando hacemos una lectura de ella en la que uno dice “yo antes tenía más intimidad con el Señor, la he ido perdiendo, me he ido alejando”, eso nos tiene que encender una luz roja, esto quiere decir que tiene que haber una reorientación de mi vida hacia Dios. Cuanto más cerca estamos del Señor, más intimidad tenemos que tener con él. El pensar que en nuestra vida el conocimiento de Dios ya está concluido también es una mala señal, tiene que haber un in crescendo durante nuestra vida, de tal forma que el que no camina retrocede.

. En Esdras 9,6-15 se nos muestra como Esdras se presenta a corazón abierto ante Dios, hace una lectura providencial del exilio, de haber salido purificados de esa situación de persecución, es una oración que nos enseña a hacer oración a Dios en los momentos de prueba, en los momentos en los que hemos sido purificados. Las pruebas de la vida cuando son interpretadas a la luz de la fe como un plan providencial de Dios son un camino de salvación en mi vida, camino que me ha preparado para quedarme con lo esencial y me haya despojado de muchas cosas a las que antes estaba apegado como mi gloria, mis éxitos, mi estima y mi soberbia. La oración de Esdras es una oración de madurez. Es parecida a la oración de Job que al principio reza una oración de libro y cuando empieza a experimentar la prueba, el despojamiento, entonces se rebela para luego finalmente abrazar, aceptar y reconciliar. Al final, el Job que ora y se somete a Dios ya no es una oración aprendida de memoria sino que ha tenido todo un proceso de purificación para llegar a decir “Dios mío, en tus manos me pongo, confío en ti”, es decir, en el fondo se ora no desde un libro sino desde la vida enseñada y acompañada por la historia de la salvación, del pueblo de Israel y culminada en Jesucristo.

. En Nehemías 1,4-11 vemos una oración intercesora para alcanzar perdón, de la misma forma que Moisés pide misericordia por el pueblo que está pecando y haciendo falsos dioses. Nehemías en su oración viene a presentar un corazón arrepentido y humilde, esta oración nos enseña la humildad y la forma de presentarnos ante Dios, nos enseña la conciencia de necesidad de arrepentimiento y de nacer de nuevo a una vida nueva.

. En Jonás 2,3-10 se evocan todas las situaciones en las que todo se ve oscuro, en el momento de la prueba máxima. Igual que Jesús también quiso experimentar los momentos de oscuridad cuando dijo “Dios mío porqué me has abandonado…”.  Jonás se siente abandonado, es un estorbo para todo el mundo y se siente totalmente abandonado, es la oración hecha desde la experiencia del abandono y de la oscuridad que también forma parte de la experiencia de la vida. Es curioso que a veces el hombre no tenga experiencia profunda de oración hasta que no tiene situaciones como estas.

. En Tobías 3,11-16, se nos muestra a Sara como escuela de oración. Sara era acusada de bruja, de asesina, y Sara en lugar de devolver insultos vuelve su mirada a Dios porque Dios lo sabe todo, recurre en su oración a Dios como defensor, Dios es el único que me entiende, me pongo en manos de él, Dios es mi juez. Recurro a él en medio de falsas acusaciones, de malas interpretaciones y le pido que ponga luz. Que a mí me importe más cómo me mira Dios que cómo me miran los demás. Cómo a una persona le importe más el juicio de los hombres que el juicio de Dios lo lleva claro, pues estará toda su vida mendigando afectividad, mendigando que me interpreten bien, etcétera, y no será feliz. 

domingo, 9 de julio de 2017

Catecismo 2584. Elías, los profetas y la conversión del corazón III

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Punto 2.584 A solas con Dios, los profetas extraen luz y fuerza para su misión. Su oración no es una huida del mundo infiel, sino una escucha de la palabra de Dios, es, a veces, un debatirse o una queja, y siempre una intercesión que espera y prepara la intervención del Dios salvador, Señor de la historia (cf Am 7, 2. 5; Is 6, 5. 8. 11; Jr 1, 6; 15, 15-18; 20, 7-18).

. A solas con Dios, cara a cara con Dios, dándonos cuenta de con quién estamos a solas, entendiendo que Dios no es uno más entre los demás, teniendo conciencia delante de quién estoy, comprendiendo la trascendencia de Dios, comprendiendo que aunque Dios es infinitamente superior sin embargo, decimos que por su misericordia, Dios habla cara a cara con nosotros. Cada vez que nos pongamos a orar deberíamos darnos cuenta de que nos han hecho una misericordia de amor, un regalo. Desde este estar a solas con Dios, en trato de amistad con él, los profetas extraen luz y fuerza para su misión. Recurrir a la oración para que Dios nos muestre el camino es básico en la vida, uno tiene que ir discerniendo que quiere Dios de uno, y esto no se puede discernir si no nos ponemos en presencia de Dios para que nos ilumine. Le pedimos fuerza a Dios, no para llevar adelante nuestros planes personales, sino para llevar adelante el plan de Dios en nuestra vida. En la oración Dios nos ilumina cuál es su voluntad, y lo tenemos que complementar con la obediencia, con la petición de consejo, el estudio de la Palabra de Dios, la obediencia a los mandamientos, es decir, hay muchas formas de conocer la voluntad de Dios y todas ellas hay que complementarlas. Además de extraer luz para saber qué es lo que quiere Dios de mí, tenemos que pedirle fuerza en la oración para realizar eso que quiere de mí. Los profetas nos han enseñado a alimentarnos en la oración, tanto en el entendimiento como en la voluntad. Cuando no estamos preparados en la oración, es muy fácil caer en las tentaciones porque no tenemos puesta la mente, ni el corazón en Dios.

. La oración no es una huida del mundo como muchas personas se piensan, no es una evasión, sino que la oración es afrontar las situaciones con la luz de Dios. La oración no me lleva a huir sino a ver las situaciones en otra perspectiva, a verlas desde los ojos de Dios, a ponerlas en la presencia de Dios. Muchas personas creen que la oración es evasión y lo cierto es que los santos han vivido en una oración continua que no se han evadido del mundo y han llegado a transformar el mundo con los frutos de la oración, luego la oración no es una huida. El que verdaderamente se evade es el que se escapa de Dios, el que se evade son Adán y Eva que se escondían cuando Dios les llamaba. La oración es un diálogo de misericordia de Dios con nosotros que hace fecunda nuestra vida y nos da una capacidad de transformación.


. La oración es una escucha de la Palabra de Dios, hoy en día hablamos de crisis de vocaciones y sin embargo deberíamos hablar de crisis de oración pues a ver cómo van a haber vocaciones si no hay oración para escuchar la llamada de Dios. La crisis vocacional es mucho antes una crisis de oración. Ante la presencia de Dios, el hombre también se debate y se queja, y tiene su lucha interior porque cuando uno sufre y está confundido tendrá que poner en presencia de Dios su corazón sufriente y su confusión porque la oración es hablar en verdad y por lo tanto es lógico que tengamos un debatirnos e incluso un quejarnos en la oración. Para discernir si esa queja ha estado bien expresada es ver si salimos de la oración confortados, si no hemos salido fortalecidos y reconfortados de la oración entonces convertimos la oración en un buzón de quejas sin más.

domingo, 2 de julio de 2017

Catecismo 2583. Elías, los profetas y la conversión del corazón II

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Punto 2.583 Después de haber aprendido la misericordia en su retirada al torrente de Kérit, Elías enseña a la viuda de Sarepta la fe en la palabra de Dios, fe que confirma con su oración insistente: Dios devuelve la vida al hijo de la viuda (cf 1 R 17, 7-24).
En el sacrificio sobre el Monte Carmelo, prueba decisiva para la fe del pueblo de Dios, el fuego del Señor es la respuesta a su súplica de que se consume el holocausto [...] “a la hora de la ofrenda de la tarde”: “¡Respóndeme, Señor, respóndeme!” son las palabras de Elías que las liturgias orientales recogen en la epíclesis eucarística (cf 1 R 18, 20-39).
Finalmente, volviendo a andar el camino del desierto hacia el lugar donde el Dios vivo y verdadero se reveló a su pueblo, Elías se recoge como Moisés “en la hendidura de la roca” hasta que “pasa” la presencia misteriosa de Dios (cf 1 R 19, 1-14; Ex 33, 19-23). Pero solamente en el monte de la Transfiguración se dará a conocer Aquél cuyo Rostro buscan (cf. Lc 9, 30-35): el conocimiento de la Gloria de Dios está en la rostro de Cristo crucificado y resucitado (cf 2 Co 4, 6).


. En este punto del Catecismo se hace referencia a diversos pasajes de la Biblia: la viuda se Sarepta, el sacrificio sobre el Monte Carmelo y el monte de la Transfiguración. En el pasaje de la viuda de Sarepta, se nos muestra la necesidad de poner toda nuestra confianza en Dios, de dejarnos mover por la caridad y la providencia. En el pasaje del sacrificio del Monte Carmelo, se nos recuerda que en algunas liturgias orientales este pasaje es referido en la epíclesis eucarística así como la imagen del fuego referido al Espíritu Santo. En el pasaje de la Transfiguración, la gloria de Dios se nos muestra plenamente en el rostro de Jesucristo, quién ha visto a Cristo ha visto al Padre. Elías como buscador del rostro de Dios es imagen de todo cristiano que busca a Dios y le descubre en Jesucristo.