domingo, 2 de julio de 2017

Catecismo 2583. Elías, los profetas y la conversión del corazón II

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Punto 2.583 Después de haber aprendido la misericordia en su retirada al torrente de Kérit, Elías enseña a la viuda de Sarepta la fe en la palabra de Dios, fe que confirma con su oración insistente: Dios devuelve la vida al hijo de la viuda (cf 1 R 17, 7-24).
En el sacrificio sobre el Monte Carmelo, prueba decisiva para la fe del pueblo de Dios, el fuego del Señor es la respuesta a su súplica de que se consume el holocausto [...] “a la hora de la ofrenda de la tarde”: “¡Respóndeme, Señor, respóndeme!” son las palabras de Elías que las liturgias orientales recogen en la epíclesis eucarística (cf 1 R 18, 20-39).
Finalmente, volviendo a andar el camino del desierto hacia el lugar donde el Dios vivo y verdadero se reveló a su pueblo, Elías se recoge como Moisés “en la hendidura de la roca” hasta que “pasa” la presencia misteriosa de Dios (cf 1 R 19, 1-14; Ex 33, 19-23). Pero solamente en el monte de la Transfiguración se dará a conocer Aquél cuyo Rostro buscan (cf. Lc 9, 30-35): el conocimiento de la Gloria de Dios está en la rostro de Cristo crucificado y resucitado (cf 2 Co 4, 6).


. En este punto del Catecismo se hace referencia a diversos pasajes de la Biblia: la viuda se Sarepta, el sacrificio sobre el Monte Carmelo y el monte de la Transfiguración. En el pasaje de la viuda de Sarepta, se nos muestra la necesidad de poner toda nuestra confianza en Dios, de dejarnos mover por la caridad y la providencia. En el pasaje del sacrificio del Monte Carmelo, se nos recuerda que en algunas liturgias orientales este pasaje es referido en la epíclesis eucarística así como la imagen del fuego referido al Espíritu Santo. En el pasaje de la Transfiguración, la gloria de Dios se nos muestra plenamente en el rostro de Jesucristo, quién ha visto a Cristo ha visto al Padre. Elías como buscador del rostro de Dios es imagen de todo cristiano que busca a Dios y le descubre en Jesucristo.

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