domingo, 9 de julio de 2017

Catecismo 2584. Elías, los profetas y la conversión del corazón III

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Punto 2.584 A solas con Dios, los profetas extraen luz y fuerza para su misión. Su oración no es una huida del mundo infiel, sino una escucha de la palabra de Dios, es, a veces, un debatirse o una queja, y siempre una intercesión que espera y prepara la intervención del Dios salvador, Señor de la historia (cf Am 7, 2. 5; Is 6, 5. 8. 11; Jr 1, 6; 15, 15-18; 20, 7-18).

. A solas con Dios, cara a cara con Dios, dándonos cuenta de con quién estamos a solas, entendiendo que Dios no es uno más entre los demás, teniendo conciencia delante de quién estoy, comprendiendo la trascendencia de Dios, comprendiendo que aunque Dios es infinitamente superior sin embargo, decimos que por su misericordia, Dios habla cara a cara con nosotros. Cada vez que nos pongamos a orar deberíamos darnos cuenta de que nos han hecho una misericordia de amor, un regalo. Desde este estar a solas con Dios, en trato de amistad con él, los profetas extraen luz y fuerza para su misión. Recurrir a la oración para que Dios nos muestre el camino es básico en la vida, uno tiene que ir discerniendo que quiere Dios de uno, y esto no se puede discernir si no nos ponemos en presencia de Dios para que nos ilumine. Le pedimos fuerza a Dios, no para llevar adelante nuestros planes personales, sino para llevar adelante el plan de Dios en nuestra vida. En la oración Dios nos ilumina cuál es su voluntad, y lo tenemos que complementar con la obediencia, con la petición de consejo, el estudio de la Palabra de Dios, la obediencia a los mandamientos, es decir, hay muchas formas de conocer la voluntad de Dios y todas ellas hay que complementarlas. Además de extraer luz para saber qué es lo que quiere Dios de mí, tenemos que pedirle fuerza en la oración para realizar eso que quiere de mí. Los profetas nos han enseñado a alimentarnos en la oración, tanto en el entendimiento como en la voluntad. Cuando no estamos preparados en la oración, es muy fácil caer en las tentaciones porque no tenemos puesta la mente, ni el corazón en Dios.

. La oración no es una huida del mundo como muchas personas se piensan, no es una evasión, sino que la oración es afrontar las situaciones con la luz de Dios. La oración no me lleva a huir sino a ver las situaciones en otra perspectiva, a verlas desde los ojos de Dios, a ponerlas en la presencia de Dios. Muchas personas creen que la oración es evasión y lo cierto es que los santos han vivido en una oración continua que no se han evadido del mundo y han llegado a transformar el mundo con los frutos de la oración, luego la oración no es una huida. El que verdaderamente se evade es el que se escapa de Dios, el que se evade son Adán y Eva que se escondían cuando Dios les llamaba. La oración es un diálogo de misericordia de Dios con nosotros que hace fecunda nuestra vida y nos da una capacidad de transformación.


. La oración es una escucha de la Palabra de Dios, hoy en día hablamos de crisis de vocaciones y sin embargo deberíamos hablar de crisis de oración pues a ver cómo van a haber vocaciones si no hay oración para escuchar la llamada de Dios. La crisis vocacional es mucho antes una crisis de oración. Ante la presencia de Dios, el hombre también se debate y se queja, y tiene su lucha interior porque cuando uno sufre y está confundido tendrá que poner en presencia de Dios su corazón sufriente y su confusión porque la oración es hablar en verdad y por lo tanto es lógico que tengamos un debatirnos e incluso un quejarnos en la oración. Para discernir si esa queja ha estado bien expresada es ver si salimos de la oración confortados, si no hemos salido fortalecidos y reconfortados de la oración entonces convertimos la oración en un buzón de quejas sin más.

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