Punto
2.598 El drama de la oración se nos revela plenamente
en el Verbo que se ha hecho carne y que habita entre nosotros. Intentar
comprender su oración, a través de lo que sus testigos nos dicen en el
Evangelio, es aproximarnos a la santidad de Jesús Nuestro Señor como a la zarza
ardiendo: primero contemplándole a Él mismo en oración y después escuchando
cómo nos enseña a orar, para conocer finalmente cómo acoge nuestra plegaria.
.
Llamamos plenitud de los tiempos al Nuevo Testamento, al envío por Dios de su
Hijo, “cuántos desearon -dice Jesucristo- ver este día y no lo vieron” haciendo
referencia al Antiguo Testamento. En este punto se le llama drama a la oración,
y esto no es fácil de entender pues lo vemos para situaciones trágicas, por
ejemplo cuando decimos el drama de la cruz lo entendemos en seguida. Nos
tenemos que dar cuenta de que detrás de la oración hay un profundo sufrimiento
del hombre, el mayor mal del hombre es su soledad, la soledad en la que vive el
hombre cuando ha roto en su amistad con Dios y con los demás. Cuando el hombre
vive sin Dios y sin prójimo, sí que es pobre de solemnidad. La oración es la
respuesta a una profunda necesidad del hombre de comunicación.
.
Tenemos que intentar comprender la oración de Jesús, primero contemplándole,
después escuchando como nos enseña a orar y conocer cómo acoge nuestra
plegaria. Jesús es nuestro modelo, es nuestro maestro de oración.
Punto
2.599 El Hijo de Dios, hecho Hijo de la Virgen,
también aprendió a orar conforme a su corazón de hombre. Él aprende de su madre
las fórmulas de oración; de ella, que conservaba todas las “maravillas” del
Todopoderoso y las meditaba en su corazón (cf Lc 1, 49; 2, 19; 2,
51). Lo aprende en las palabras y en los ritmos de la oración de su pueblo, en
la sinagoga de Nazaret y en el Templo. Pero su oración brota de una fuente
secreta distinta, como lo deja presentir a la edad de los doce años: “Yo debía
estar en las cosas de mi Padre” (Lc 2, 49). Aquí comienza a revelarse la novedad
de la oración en la plenitud de los tiempos: la oración filial, que el
Padre esperaba de sus hijos va a ser vivida por fin por el propio Hijo único en
su Humanidad, con los hombres y en favor de ellos.
.
En este punto se nos indica cómo Jesús ora. Jesús era Dios y Jesús era hombre,
entonces cómo oraba Jesús, como Dios o como hombre?. Jesús siendo persona
divina, asume la naturaleza humana, es decir, Jesús tiene alma humana y cuerpo
humano, con su inteligencia y su voluntad, pero paralelamente la naturaleza
humana de Jesús pertenece a la persona divina del Hijo de Dios que la ha
asumido. Esto es un misterio, donde afirmamos por un lado que Jesucristo encarnado
es verdadero hombre que siente, quiere, sufre,… como hombre que es, y por otro
lado, esta naturaleza humana pertenece a la persona divina del hijo de Dios, es
decir, persona no hay más que una, que es la persona divina que existía antes
de encarnarse, la que ha asumido plenamente la naturaleza humana. Por lo tanto
la oración que hace el hijo de Dios, es al mismo tiempo la oración que hace Jesús
el hijo de María porque no hay dos personas, solo hay una. Igualmente María es
madre de Dios, no solamente es madre de Jesús, María es madre de las personas,
y Jesús es una persona divina. O sea, podemos decir que María es madre del
hombre y madre de Dios porque no hay más que una sola persona en Jesús, con
naturaleza humana y con naturaleza divina. Este es el misterio.
.
Jesús como hijo de Dios y como hijo de la Virgen aprendió a orar conforme a su corazón
de hombre y lo hizo de su madre, es decir, María fue la primera maestra de oración
de Jesús. La discípula es maestra, igual que es Virgen y madre. Jesús también
aprendió desde pequeño en la sinagoga y viendo a los demás rezar. Esto nos
tiene que enseñar que para nosotros, los demás no nos deben de estorbar y
tenemos que ver en ellos la obra que Dios realiza también en ellos. Otro
aspecto es que Jesús por su filiación divina tiene un contacto connatural con
el Padre y esto es algo que no aprende de nadie por el hecho de ser el hijo de
Dios encarnado. Por lo tanto para acercarnos al Jesús orante, hay que explicar
las dos naturalezas de Jesús, la humana y la divina.
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